Pablo da testimonio de su conversión

Hechos 22-24

9781586403546

alimentemos_el_alma22 Hermanos y padres, escuchad mi defensa que ahora presento ante vosotros.

Cuando oyeron que se dirigía a ellos en el idioma hebreo[a], observaron aún más silencio; y él dijo*:

Pablo da testimonio de su conversión

Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, educado bajo[b] Gamaliel en estricta conformidad a la ley de nuestros padres[c], siendo tanceloso de Dios como todos vosotros lo sois hoy. Y perseguí este Camino hasta la muerte, encadenando y echando en cárceles tanto a hombres como a mujeres,de lo cual pueden testificar[d] el sumo sacerdote y todo el concilio de los ancianos[e]. También de ellos recibí cartas para los hermanos, y me puse en marcha para Damasco con el fin de traer presos[f] a Jerusalén también a los que estaban allá, para que fueran castigados. Y aconteció que cuando iba de camino, estando ya cerca de Damasco, como al mediodía, de repente una luz muy brillante fulguró desde el cielo a mi derredor, y caí al suelo, y oí una voz que me decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” Y respondí: “¿Quién eres, Señor?” Y El me dijo: “Yo soy Jesús el Nazareno, a quien tú persigues.” Y los que estaban conmigo vieron la luz, ciertamente, pero no comprendieron[g] la vozdel que me hablaba. 10 Y yo dije: “¿Qué debo hacer, Señor?” Y el Señor me dijo: “Levántate y entra a Damasco; y allí se te dirá todo lo que se ha ordenado que hagas.” 11 Pero como yo no veía por causa del resplandor[h] de aquella luz, los que estaban conmigo me llevaron de la mano y entré a Damasco. 12 Y uno llamado Ananías, hombre piadoso según las normas de la ley, y de quien daban buen testimonio todos los judíos que vivían allí, 13 vino a mí, y poniéndose a mi lado, me dijo: “Hermano Saulo, recibe la vista.” En ese mismo instante[i] alcé los ojos y lo miré. 14 Y él dijo: “El Dios de nuestros padres te ha designado[j] para que conozcas su voluntad, y para que veas al Justo y oigas palabra[k] de su boca. 15 “Porque testigo suyo serás a todos los hombres de lo que has visto y oído. 16 “Y ahora, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados invocando su nombre.” 17 Y aconteció que cuando regresé a Jerusalén y me hallaba orando en el templo, caí en un éxtasis, 18 y vi al Señor que me decía: “Apresúrate y sal pronto de Jerusalén porque no aceptarán tu testimonio acerca de mí.” 19 Y yo dije: “Señor, ellos saben bien que en una sinagoga tras otra, yo encarcelaba y azotabaa los que creían en ti. 20 “Y cuando se derramaba la sangre de tu testigo Esteban, allí estaba también yo dando mi aprobación, y cuidando los mantos de los que lo estaban matando.” 21 Pero El me dijo: “Ve, porque te voy a enviar lejos, a los gentiles.”

Pablo bajo vigilancia del comandante

22 Lo oyeron hasta que dijo esto[l], y entonces alzaron sus voces y dijeron: ¡Quita de la tierra a ese individuo! No se le debe permitir que viva. 23 Como ellos vociferaban y arrojaban sus mantos y echaban polvo al aire, 24 el comandante[m]ordenó que lo llevaran al cuartel, diciendo que debía ser sometido a[n] azotes para saber la razón por qué gritaban contra él de aquella manera. 25 Cuando lo estiraron con[o] correas, Pablo dijo al centurión que estaba allí: ¿Os es lícito azotar a un ciudadano[p] romano sin haberle hecho juicio? 26 Al oír esto el centurión, fue al comandante y le avisó, diciendo: ¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es romano. 27 Vino el comandante a Pablo y le dijo: Dime, ¿eres romano? Y él dijo: Sí.28 Y el comandante respondió: Yo adquirí esta ciudadanía por una gran cantidad de dinero. Y Pablo dijo: Pero yo soy ciudadano de nacimiento. 29 Entonces los que iban a someterlo a[q] azotes, al instante lo soltaron[r]; y también el comandante tuvo temor cuando supo que Pablo era romano, y porque lo había atado con cadenas.

Pablo ante el concilio

30 Al día siguiente, queriendo saber con certeza la causa por la cual los judíos lo acusaban, lo soltó, y ordenó a los principales sacerdotes y a todo el concilio[s] que se reunieran; y llevando[t] a Pablo, lo puso ante ellos.

23 Entonces Pablo, mirando fijamente al concilio[u], dijo: Hermanos[v], hasta este día yo he vivido delante de Dios con una conciencia perfectamente limpia[w]. Y el sumo sacerdote Ananías ordenó a los que estaban junto a él, que lo golpearan en la boca. Entonces Pablo le dijo: ¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿Te sientas tú para juzgarme conforme a la ley, y violas la ley ordenando que me golpeen? Los que estaban allí observando, dijeron: ¿Al sumo sacerdote de Dios injurias? Y Pablo dijo: No sabía, hermanos, que él era el sumo sacerdote; porque escrito está: No hablaras mal de una de las autoridades de tu pueblo. Entonces Pablo, dándose cuenta de que una parte eran saduceos y otra fariseos, alzó la voz en el concilio: Hermanos[x], yo soy fariseo, hijo de fariseos; se me juzga a causa de la esperanza de[y] la resurrección de los muertos. Cuando dijo esto, se produjo un altercado entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió. Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu, mas los fariseos creen todo esto. Se produjo entonces un gran alboroto; y levantándose algunos de los escribas del grupo de los fariseos, discutían acaloradamente, diciendo: No encontramos nada malo en este hombre; pero ¿y si un espíritu o un ángel le ha hablado? 10 Y al surgir un gran altercado, el comandante[z] tuvo temor de que Pablo fuera despedazado por ellos, y ordenó que las tropas descendieran, lo sacaran de entre ellos a la fuerza y lo llevaran al cuartel.

11 A la noche siguiente se le apareció el Señor y le dijo: Ten ánimo, porque como has testificado fielmente de mi causa en Jerusalén, así has de testificar también en Roma.

Conspiración de los judíos contra Pablo

12 Cuando se hizo de día, los judíos tramaron una conspiración[aa] y se comprometieron bajo juramento[ab], diciendo que no comerían ni beberían hasta que hubieran matado a Pablo. 13 Y los que tramaron esta conjura eran más de cuarenta, 14 los cuales fueron a los principales sacerdotes y a los ancianos y dijeron: Nos hemos comprometido bajo solemne juramento[ac] a no probar nada hasta que hayamos matado a Pablo. 15 Ahora pues, vosotros y[ad] el concilio, avisad al comandante para que lo haga comparecer[ae] ante vosotros, como si quisierais hacer una investigación más minuciosa para resolver su caso; nosotros por nuestra parte estamos listos para matarlo antes de que llegue. 16 Pero el hijo de la hermana de Pablo se enteró de la emboscada, y fue y entró[af] al cuartel, y dio aviso a Pablo. 17 Y Pablo, llamando a uno de los centuriones, dijo: Lleva a este joven al comandante, porque tiene algo que informarle. 18 El entonces, tomándolo consigo, lo condujo al comandante, y le dijo*: Pablo, el preso, me llamó y me pidió que te trajera a este joven, pues tiene algo que decirte. 19 Y el comandante, tomándolo de la mano, y llevándolo aparte, le preguntó: ¿Qué es lo que me tienes que informar? 20 Y él respondió: Los judíos se han puesto de acuerdo en pedirte que mañana lleves a Pablo al concilio con el pretexto de hacer una indagación más a fondo sobre él. 21 Pero no les prestes atención[ag], porque más de cuarenta hombres de ellos, que se han comprometido bajo juramento[ah] a no comer ni beber hasta que lo hayan matado, esperan emboscados; ya están listos esperando promesa de parte tuya[ai]. 22 Entonces el comandante dejó ir al joven, encomendándole: No digas a nadie que me has informado de estas cosas. 23 Y llamando a dos de los centuriones, dijo: Preparad doscientos soldados para la hora tercera de la noche[aj], con[ak] setenta jinetes y doscientos lanceros[al], para que vayan a Cesarea. 24 Debían preparar también cabalgaduras para Pablo, y llevarlo a salvo al gobernador Félix.

Carta de Claudio Lisias a Félix

25 Y el comandante escribió una carta en estos términos:

26 Claudio Lisias, al excelentísimo gobernador Félix: Salud.

27 Cuando este hombre fue arrestado por los judíos, y estaba a punto de ser muerto por ellos, al saber que era romano, fui con las tropas y lo rescaté. 28 Y queriendo cerciorarme de la causa por la cual lo acusaban, lo llevé a su concilio29 y hallé que lo acusaban sobre cuestiones de su ley, pero no de ningún[am]cargo que mereciera muerte o prisión[an].

30 Cuando se me informó de que había una conjura en contra del hombre, te lo envié enseguida, instruyendo también a sus acusadores que presenten los cargos[ao] contra él delante de ti[ap].

31 Así que los soldados, de acuerdo con las órdenes que tenían, tomaron a Pablo y lo llevaron de noche a Antípatris. 32 Y al día siguiente regresaron al cuarteldejando que los de a caballo siguieran con él, 33 los cuales, después de llegar a Cesarea y de entregar la carta al gobernador, le presentaron también a Pablo.34 Cuando el gobernador la leyó, preguntó de qué provincia era; y al enterarse de que era de Cilicia, 35 dijo: Te oiré cuando estén presentes también tus acusadores. Y mandó que lo guardaran en el Pretorio[aq] de Herodes.

Los judíos acusan a Pablo ante Félix

24 Cinco días más tarde el sumo sacerdote Ananías descendió con algunos ancianos y con un abogado[ar] llamado Tértulo; y[as] presentaron al gobernador sus cargos[at] contra Pablo. Después que llamaron a Pablo[au], Tértulo comenzó a acusarlo, diciendo al gobernador:

Ya que por ti hemos obtenido mucha paz, y que por providencia tuya se están llevando a cabo reformas en favor de esta nación, nosotros, por todos los medios y en todas partes, reconocemos esto con profunda gratitud, oh excelentísimo Félix. Pero para no importunarte más, te suplico que, con tu habitual bondad, nos concedas una breve audiencia[av]. Pues hemos descubierto[aw] que este hombre es verdaderamente una plaga[ax], y que provoca disensiones entre todos los judíos por el mundo entero[ay], y es líder de la secta de los nazarenos. Hasta trató de profanar el templo; entonces[az] lo arrestamos [ba]y quisimos juzgarlo conforme a nuestra ley. Pero interviniendo el comandante[bb]Lisias, con gran violencia lo quitó de nuestras manos, mandando a sus acusadores que vinieran a ti. Si tú mismo lo interrogas sobre todo lo que he dicho[bc], podrás confirmar las cosas de que lo acusamos. Los judíos se unieron también a la acusación[bd], asegurando que, efectivamente, así era todo.

Defensa de Pablo

10 Después que el gobernador le hizo una señal para que hablara, Pablo respondió:

Sabiendo que por muchos años tú has sido juez de esta nación, con gusto presento mi defensa, 11 puesto que tú puedes comprobar el hecho de que no hace más de doce días que subí a Jerusalén a adorar. 12 Y ni en el templo, ni en las sinagogas, ni en la ciudad misma me encontraron discutiendo con nadie o provocando un tumulto[be]. 13 Ni tampoco pueden probarte de lo que ahora me acusan. 14 Pero esto admito ante ti, que según el Camino que ellos llaman secta, yo sirvo al Dios de nuestros padres[bf], creyendo todo lo que es conforme a la ley y que está escrito en los profetas; 15 teniendo la misma esperanza en Dios que éstos también abrigan, de que ciertamente habrá una resurrección tanto de los justos como de los impíos[bg]. 16 Por esto, yo también me esfuerzo por conservar[bh]siempre una conciencia irreprensible delante de Dios y delante de los hombres.17 Y, después de varios años, he venido para traer limosnas[bi] a mi nación y a presentar ofrendas; 18 haciendo lo cual me encontraron en el templo, después de haberme purificado, no con multitud ni con alboroto. Pero estaban allí ciertos judíos de Asia[bj], 19 y que deberían haberse presentado aquí ante ti y acusarme si tuvieran algo contra mí. 20 O si no, que éstos mismos digan qué delito encontraron cuando comparecí ante el concilio[bk], 21 a no ser por esta sola declaración[bl] que hice en alta voz mientras estaba entre ellos: “Por la resurrección de los muertos soy juzgado hoy ante vosotros.”

22 Entonces Félix, conociendo con mayor exactitud acerca del Camino, pospuso el fallo, diciendo[bm]: Cuando venga[bn] el comandante Lisias decidiré vuestro caso.23 Y dio órdenes al centurión de que guardara a Pablo[bo] bajo custodia, pero con alguna medida de libertad, y que no impidiera a ninguno de sus amigos[bp] que lo sirvieran.

Pablo preso por dos años en Cesarea

24 Pero pocos días más tarde, llegó Félix con Drusila su mujer[bq], que era judía, y mandó traer a Pablo y lo oyó hablar acerca de la fe en Cristo Jesús. 25 Y al disertar Pablo[br] sobre la justicia, el dominio propio y el juicio venidero, Félix, atemorizado dijo[bs]: Vete por ahora, pero cuando tenga tiempo te mandaré llamar. 26 Al mismo tiempo, tenía esperanza de que Pablo le diera dinero; por eso acostumbraba llamarlo con frecuencia y conversar con él. 27 Pero transcurridos dos años, Porcio Festo llegó como sucesor de Félix[bt], y deseando hacer un favor a los judíos, Félix dejó preso a Pablo.

Notas al pie:

  1. Hechos 22:2 I.e., arameo judaico
  2. Hechos 22:3 Lit., a los pies de
  3. Hechos 22:3 Lit., conforme a la rigidez de la ley ancestral
  4. Hechos 22:5 Lit., testificar en mi favor
  5. Hechos 22:5 I.e., el Sanedrín
  6. Hechos 22:5 Lit., estando atados
  7. Hechos 22:9 U, oyeron (con entendimiento)
  8. Hechos 22:11 O, de la gloria
  9. Hechos 22:13 O, Al instante; lit., Y en esa misma hora
  10. Hechos 22:14 O, escogido
  11. Hechos 22:14 O, mensaje; lit., voz
  12. Hechos 22:22 Lit., esta palabra
  13. Hechos 22:24 Gr., quiliarca; i.e., oficial militar romano al mando de mil soldados, y así en el resto del cap.
  14. Hechos 22:24 Lit., examinado con
  15. Hechos 22:25 Lit., para las
  16. Hechos 22:25 Lit., hombre
  17. Hechos 22:29 Lit., examinarlo con
  18. Hechos 22:29 Lit., se retiraron de él
  19. Hechos 22:30 O, Sanedrín
  20. Hechos 22:30 Lit., bajando
  21. Hechos 23:1 O, Sanedrín, y así en el resto del cap.
  22. Hechos 23:1 Lit., Varones hermanos
  23. Hechos 23:1 O, me he conducido como un buen ciudadano
  24. Hechos 23:6 Lit., Varones hermanos
  25. Hechos 23:6 Lit., y
  26. Hechos 23:10 Gr., quiliarca; i.e., oficial militar romano al mando de mil soldados, y así en el resto del cap.
  27. Hechos 23:12 O, formaron un tumulto
  28. Hechos 23:12 O, maldición
  29. Hechos 23:14 O, maldición
  30. Hechos 23:15 Lit., con
  31. Hechos 23:15 Lit., bajar
  32. Hechos 23:16 O, habiendo estado presente con ellos, y entró
  33. Hechos 23:21 Lit., no te dejes persuadir por ellos
  34. Hechos 23:21 O, maldición
  35. Hechos 23:21 I.e., de mandar a Pablo
  36. Hechos 23:23 I.e., las nueve de la noche
  37. Hechos 23:23 Lit., y
  38. Hechos 23:23 O, arqueros, u, honderos
  39. Hechos 23:29 Lit., no teniendo
  40. Hechos 23:29 Lit., cadenas
  41. Hechos 23:30 Lit., que hablen
  42. Hechos 23:30 Algunos mss. agregan: Que lo pases bien
  43. Hechos 23:35 I.e., la residencia oficial del gobernador
  44. Hechos 24:1 Lit., orador
  45. Hechos 24:1 Lit., los cuales
  46. Hechos 24:1 O, su caso, o, su evidencia
  47. Hechos 24:2 Lit., él
  48. Hechos 24:4 Lit., oigas brevemente
  49. Hechos 24:5 Lit., encontrado
  50. Hechos 24:5 O, una peste
  51. Hechos 24:5 Lit., la tierra habitada
  52. Hechos 24:6 Lit., pero también
  53. Hechos 24:6 Los mss. más antiguos no incluyen el resto del vers. 6, el vers. 7, y la primera parte del vers. 8 hasta: que vinieran a ti
  54. Hechos 24:7 Gr., quiliarca; i.e., oficial militar romano al mando de mil soldados, y así en el vers. 22
  55. Hechos 24:8 Lit., todos estos asuntos
  56. Hechos 24:9 O, en el ataque
  57. Hechos 24:12 Lit., un ataque por una turba
  58. Hechos 24:14 Lit., al dios ancestral
  59. Hechos 24:15 O, injustos
  60. Hechos 24:16 Lit., yo mismo practico
  61. Hechos 24:17 O, hacer obras de caridad
  62. Hechos 24:18 I.e., la provincia de la costa occidental de Asia Menor
  63. Hechos 24:20 O, Sanedrín
  64. Hechos 24:21 Lit., voz
  65. Hechos 24:22 Lit., los aplazó, diciendo
  66. Hechos 24:22 Lit., descienda
  67. Hechos 24:23 Lit., él
  68. Hechos 24:23 Lit., de los suyos
  69. Hechos 24:24 Lit., su propia mujer
  70. Hechos 24:25 Lit., él
  71. Hechos 24:25 Lit., respondió
  72. Hechos 24:27 Lit., Félix recibió como sucesor a Porcio Festo

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LA PROTECCIÓN DE LA PAZ

LA PROTECCIÓN DE LA PAZ

JMA

John MacArthur

11/19/2016

La paz de Dios… guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.  (Filipenses 4:7) 

alimentemos_el_almaEl versículo de hoy se refiere a la paz de Dios que protege nuestro corazón y nuestros pensamientos. “Guardará” es un término militar que significa “seguir observando”. Los creyentes de Filipos vivían en una ciudad fortificada donde estaban los soldados romanos para proteger los intereses del imperio en aquella parte del mundo. De igual manera, la paz de Dios nos protege de la ansiedad, la duda, el temor y la angustia.

El creyente que no vive en la confianza de la soberanía de Dios carecerá de su paz y quedará en el caos de un corazón atribulado. Pero nuestra segura confianza en el Señor nos permitirá darle gracias en medio de las pruebas porque tenemos la paz de Dios que protege nuestro corazón y nuestra mente.

Cuando Pablo se refiere a nuestro corazón y nuestros pensamientos, no hace distinción alguna entre ellos. Es una declaración amplia que describe todo el ser interior de la persona. Gracias a nuestra unión con Cristo, Él protege con su paz todo nuestro ser. Y eso es lo que nos ayuda a ser espiritualmente estables.

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Respondiendo Como lo Haría Pablo

Respondiendo Como lo Haría Pablo

chuck_swindoll

Charles R. Swindoll

alimentemos_el_almaEn cinco ocasiones distintas, los líderes judíos me dieron treinta y nueve latigazos. Tres veces me azotaron con varas. Una vez fui apedreado. Tres veces sufrí naufragios. Una vez pasé toda una noche y el día siguiente a la deriva en el mar. He estado en muchos viajes muy largos. Enfrenté peligros de ríos y de ladrones. Enfrenté peligros de parte de mi propio pueblo, los judíos, y también de los gentiles. Enfrenté peligros en ciudades, en desiertos y en mares. Y enfrenté peligros de hombres que afirman ser creyentes, pero no lo son. He trabajado con esfuerzo y por largas horas y soporté muchas noches sin dormir. He tenido hambre y sed, y a menudo me he quedado sin nada que comer. He temblado de frío, sin tener ropa suficiente para mantenerme abrigado. Además de todo eso, a diario llevo la carga de mi preocupación por todas las iglesias. (2 Corintios 11:24-28, NLT)

Nosotros preferimos admirar a Pablo por su fortaleza en las pruebas. Quisiéramos aplaudir su determinación contra la brutal persecución que sufrió. Pero si este hombre estuviera vivo hoy, no aceptaría nuestras felicitaciones. Él nos diría: “No, no, no. Ustedes están equivocados. Yo no soy fuerte. El fuerte es Aquel que derrama su poder en mí. Mi fortaleza proviene de mi debilidad”. Esa no es falsa modestia. Pablo nos diría: “La fortaleza viene de aceptar la debilidad y de gloriarse en ella”. Es una clase de respuesta que proporciona fortaleza divina, y que le permite lanzarse a la acción.

El distinguido pastor escocés James Stewart, dijo algo que es desafiante:

Es siempre sobre la debilidad y humillación humanas, no sobre la fortaleza y la confianza. Que Dios elige construir su reino, y que Él puede utilizarnos, no solo a pesar de nuestra insuficiencia, impotencia y descalificadora debilidad, sino precisamente a causa de ellas.

Este es un descubrimiento emocionante que podemos hacer. Eso cambia nuestra actitud mental hacia nuestras circunstancias.

Hagamos una pausa lo suficientemente larga para examinar este principio con toda seriedad. Sus humillaciones, sus luchas, sus batallas, sus sentimientos de incompetencia, su impotencia, incluso sus llamadas debilidades “descalificadoras”, son precisamente las cosas que lo hacen a usted efectivo. Una vez que usted está convencido de su propia debilidad y ya no trata de ocultarla, abraza el poder de Cristo. Pablo ejemplificó maravillosamente esa cualidad, una vez que captó el principio. Su orgullo lo abandonó, y en su lugar surgió una humildad genuina que ninguna dosis de penalidades pudo borrar.

Eso en cuanto a Pablo. ¿Y qué de usted, en el siglo XXI? ¿Son excesivos sus sufrimientos y sus cargas? ¿Siente también, como si estuviera en estos días bajo una presión tal, que está al borde de la desesperación? Entonces le tengo una noticia sorprendente: Usted está exactamente donde Dios quiere que esté. Hicieron falta todos estos años para llevarlo a este grado de debilidad, a este grado de impotencia. ¡Pero ahora, levante sus ojos a lo alto!

¿Se está usted sintiendo aplastado y confundido, incomprendido y que ya no aguanta más? Resista la tentación de arremangarse y poner en operación un plan de recuperación autoimpuesto. ¡Esta es su oportunidad! En vez de defenderse, ríndase. Acepte su debilidad. Dígale al Padre celestial que usted va a confiar en la fortaleza de su poder. Si Pablo pudo hacerlo, usted también puede. Y yo también.

En este momento estoy enfrentando unas situaciones difíciles. Usted también, sin duda. Para ser sincero, soy demasiado débil para manejar cualquiera de ellas. Usted también. Estoy al borde de las lágrimas. Me desanimo con frecuencia. Casi no transcurre una semana sin que caiga en una leve sensación de desánimo. ¿Le suena familiar? ¡Admítalo! Hay noches en que no puedo dormir bien. Hay veces que lloro de decepción por el fracaso en la vida de una persona. . . o en la mía. ¿Usted también? Usted y yo necesitamos enfrentar el hecho de que jamás podremos manejar solos estas presiones. La fortaleza de Dios será nuestra cuando reconozcamos esto, no antes.

Ahora que usted y yo estamos comenzando a captar lo que Pablo ejemplificó tan bien, la fortaleza en la debilidad, le sugiero que ambos lo aceptemos verdaderamente. Usted y yo ya hemos batallado bastante en la vida. ¿Cree que ya es hora de ponerle fin a ese hábito? Vengamos ambos delante del Señor y digámosle: “Señor, si tú no vienes en mi ayuda, estoy perdido. Si no abres esa puerta, no se va a abrir. Mi situación está en tus manos. Estoy cansado de batallar, de avanzar a empujones, de confiar en mí mismo. Me rindo”.

Cuando lo hagamos, le escucharemos decir: “Bástate mi gracia. Mi poder se perfecciona en tu debilidad”. ¿Está listo para enfrentar la próxima batalla con una nueva estrategia? Muy bien, comience por rendirse. En vez de volver a su método de siempre: de hacer un mes de flexiones mentales; de decirse a sí mismo que debe aparentar fortaleza y tener una actitud valiente; de ponerse los guantes y entrar al cuadrilátero contoneándose; de confiar en sus propias fuerzas para ganar, tener éxito e impresionar, deténgase y ríndase. Caiga de rodillas y clame a Dios. Reconozca sus insuficiencias y declare su incapacidad de seguir adelante por sí mismo.

Si está finalmente listo para hacerse a un lado y dejar que Él haga su voluntad, dígaselo y luego hágalo. Dios honrará ese reconocimiento suyo de debilidad, exhibiendo Su fortaleza a través de usted. Pero si no lo hace, Él tampoco lo hará.

La respuesta es suya.

Adaptado del libro, Pablo: Un hombre de gracia y firmeza (Editorial Mundo Hispano © copyright 2003).

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SUPERAR LA ADVERSIDAD

SUPERAR LA ADVERSIDAD

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Pablo Martini
Programa No. 2016-11-19

alimentemos_el_almaEs muy difícil para nosotros imaginarnos la magnitud de la calamidad que visitó a José al ser vendido por sus hermanos. El relato ocupa apenas unos versículos en la Biblia, pero las consecuencias devastadoras de semejante traición quedan escondidas. En realidad, no podía ser de otra forma. En el lapso de unas semanas lo perdió todo. Primero su libertad, al ser echado a un pozo. Luego, su dignidad, cuando fue vendido por unas monedas de plata. Al ser puesto en cadenas, perdió también su futuro y la posibilidad de escoger los caminos por los cuales transitaría. Cuando llegó a Egipto, también perdió la cultura y el idioma de su familia. Comprado por Potifar como esclavo, perdió también la posibilidad de pertenecer a una familia. ¿Quién podría sobreponerse a semejante catástrofe? ¿Cómo no hundirse en el pozo más hondo de amargura y depresión, almacenando en el corazón odio y rencor hacia los hermanos?… En el pasaje de hoy, sin embargo, encontramos a un José próspero. Su prosperidad, lo aclara bien el historiador, fue producto del respaldo, la compañía y la presencia de Jehová en su vida. Dios estaba con él. Sabemos bien que el Señor no bendice a los que albergan en su alma pensamientos de odio, rencor y venganza. (Salmo15.1–3) De manera que resulta claro que José logró sobreponerse a este duro revés que le presentó la vida.
Esta es una de las características que distingue al líder del resto del pueblo. El líder no está libre de dificultades, contratiempos, y dolores; no permite, sin embargo, que estos determinen lo que ocurre en su vida. Como observa Henry Blackaby, el autor de ‘Mi experiencia con Dios’: “Líderes no son aquellas personas que están libres de la adversidad, sino aquellas que logran superar los escollos de la vida.” La historia está repleta de líderes que vivieron durísimas experiencias personales. Lo que distinguió a estos hombres, sin embargo, es que usaron sus experiencias personales de fracaso y angustia para avanzar hacia cosas mayores. Fueron los escalones sobre los cuales construyeron, más adelante, sus más grandes victorias.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

Un error es un acontecimiento cuyo pleno beneficio aún no hemos podido cosechar.

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