¿PUEDE SER BUENO EL SUFRIMIENTO?

¿PUEDE SER BUENO EL SUFRIMIENTO?

9/12/2017

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones.

2 Corintios 1:3-4

A veces no nos detenemos a pensar que Dios puede convertir lo malo del sufrimiento en una lección para bien, una lección que podemos aprovechar para crecer espiritualmente. A veces el sufrimiento en forma de persecución se produce sencillamente porque no queremos comprometer nuestra fidelidad al Señor. Muchas otras veces es simplemente el dolor común, la dificultad, la enfermedad y los conflictos resultantes de la corrupción del pecado del mundo.

Sin embargo, a veces Dios trae el sufrimiento como un medio de disciplinarnos cuando caemos en pecado. Eso fue lo que les ocurrió a Ananías y Safira en la iglesia primitiva (vea Hch. 5:1-11). De igual manera, Dios castigó a algunos miembros de la iglesia de Corinto por sus pecados (1 Co. 11:29-30).

Cualquiera que sea el caso, no hay que ver el sufrimiento como malo. Puede enseñarnos bondad, solidaridad, humildad, compasión, paciencia y mansedumbre. Mucho más importante es que Dios puede usar el sufrimiento de formas excepcionales para hacer que usted se acerque más a Él.

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Siete motivos para no preocuparse (Parte 2)

SEPTIEMBRE, 12

Siete motivos para no preocuparse (Parte 2)

Devocional por John Piper

¿Y quién de vosotros, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida? Y por la ropa, ¿por qué os preocupáis? Observad cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni hilan; pero os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de estos. Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe? (Mateo 6:27-30)

Mateo 6 contiene al menos siete promesas diseñadas por Jesús para ayudarnos a pelear la buena batalla contra la incredulidad y liberarnos así de la ansiedad. En la Parte 1 vimos las promesas 1 y 2; hoy veremos las promesas 3 y 4.

PROMESA 3: ¿Y quién de vosotros, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida? Y por la ropa, ¿por qué os preocupáis? (Mateo 6:27-28).

En cierto modo, esta también es una promesa, la simple promesa de la realidad: la ansiedad no nos hará ningún bien. Este no es el argumento principal, pero a veces simplemente tenemos que ponernos firmes con nosotros mismos y decirnos: «Alma, este afán es absolutamente inútil. No solo estás trastornando tu propio día, sino el de otras personas por igual. Déjalo en manos de Dios y sigue haciendo tu trabajo».

La ansiedad no logra nada que valga la pena.

PROMESA 4: Observad cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni hilan; pero os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de estos. Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe? (Mateo 6:28-30).

Nosotros tenemos una prioridad mucho más alta para Dios que las flores del campo, porque viviremos para siempre, y así podremos darle alabanza eterna.

No obstante, Dios tiene tal cantidad de energía creativa y de cuidado por su creación, que los derrama abundantemente aun sobre las flores, que se marchitan tan solo en cuestión de días. Por lo tanto, sin lugar a dudas, él invertirá la misma energía y capacidad creativa en el cuidado de sus hijos, que vivirán para siempre.


Devocional tomado del libro “Future Grace” (Gracia Venidera), páginas 56-59

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Misericordia y juicio cantaré

12 de septiembre

«Misericordia y juicio cantaré».

Salmo 101:1

La fe triunfa en las pruebas. Cuando se arroja a la razón en el calabozo de más adentro y se le aprieta los pies en el cepo, la fe hace que los muros del calabozo entonen con alegres notas: «La misericordia y la justicia cantaré; a ti, oh Señor, cantaré alabanzas» (LBLA). La fe arranca la negra máscara del rostro afligido y descubre al ángel que está detrás de ella. La fe mira a la nube y ve que…

Está llena de misericordia y se derramará

con bendiciones sobre su cabeza.

Aun en los juicios con que Dios nos juzga, hay temas para la canción. Tengamos presente: en primer lugar, que la prueba no es tan penosa como hubiera podido ser; en segundo lugar, que no es tan grave la aflicción como merecíamos; y, en tercer lugar, que la carga no resulta tan agotadora como la que otros soportan. La fe reconoce que lo mucho que sufre no lo sufre como castigo: sabe que en ese sufrimiento no hay siquiera una gota de ira divina; sino que el mismo se le envía con amor. La fe descubre, sobre el airado pecho de Dios, un amor que brilla como las joyas. La fe se expresa así en cuanto al dolor: «El dolor es un distintivo de honra; pues el hijo debe ser disciplinado». Y, una vez dicho esto, canta de los preciosos resultados que le han traído sus aflicciones, porque las mismas le produjeron beneficios espirituales. Más aún; la fe dice: «Esta leve tribulación momentánea [me] produce […] un cada vez más excelente y eterno peso de gloria» (2 Co. 4:17). De modo que la fe cabalga sobre el caballo blanco, «venciendo y para vencer», hollando la razón carnal y entonando notas de victoria en medio de lo más reñido del combate.

Es grato si sufrimos / en horas de ansiedad,

saber que desde el Cielo / nos miras con piedad;

que cuentas nuestras penas, / y ves nuestro dolor,

que escuchas nuestros ayes / y envías tu favor.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 266). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Meditar y cantar

12 Septiembre 2017

Meditar y cantar
por Charles R. Swindoll

Salmos 63

Durante su experiencia en el desierto, David tomó cinco decisiones que le ayudarían a profundizar su conexión con Dios. Primero, decidió imaginar la presencia física del Señor. Luego decidió expresar alabanza a Dios en voz alta. Su tercera decisión fue dedicarse a participar de una disciplina mental que muchos en el siglo XXI no entienden claramente: la meditación. David decidió meditar en el Señor (v. 6).

Cuando en mi cama me acuerdo de ti
medito en ti en las vigilias de la noche.

La meditación hindú y la meditación budista dicen que hay que aclarar la mente de todas las distracciones, incluyendo el pensamiento consciente. Aunque ciertamente es bueno hacer a un lado el congestionamiento mental de las rutinas diarias, el propósito de la meditación hebrea no es ese. Más bien es ocupar ese tiempo pensando en Dios. El término hebreo «meditar» significa analizar, tramar, pensar detenidamente. Se basa en un verbo que originalmente denotaba la idea de un sonido bajo característico de una paloma o el sonido de un león sobre su presa».

Es como si alguien cerrara los ojos y dijera: «Hmmmm…»

Esta clase de meditación se realiza de manera conciente y considerando la información reunida durante el día. David, «recuerda», a Dios y luego analiza la información para poder tener una mayor comprensión del Señor y de sus caminos. Según el Salmo 49: 3, la boca habla sabiduría cuando el corazón medita en la Palabra de Dios y de allí viene el entendimiento.

Me parece interesante notar que el versículo 6 se refiere a las vigilias de la noche y su meditación antes de acostarse. Esto sugiere que uno de los mejores momentos para analizar la Palabra de Dios y meditar en Él, es cuando nos vamos a acostar. David dice que ese era el momento cuando él recordaba al Señor. Una noche agitada puede ser calmada por momentos de meditación.

Él decidió cantar con gozo (7-8)

Porque tú eres mi socorro,
bajo la sombra de tus alas cantaré de gozo.
Mi vida está apegada a ti;
tu mano derecha me sostiene.

David se encontraba en el desierto. No tenía ninguna audiencia, ni estaba buscando alguna. Dios era su único objetivo de adoración y su alma se aferraba a Él. David, en su deseo de reforzar su relación con Dios, canta con gozo. Son pocos pero muy bendecidos aquellos discípulos de David que descansan lo suficiente en la presencia de Dios como para cantarle.

Cuando yo estaba en el ejército de infantería viviendo en Okinawa, me hice amigo de un misionero de los Navegantes llamado Bob Newkirk. Él me ayudó en mi desarrollo espiritual en una época cuando necesitaba un mentor. Su vida también estaba pasando por un momento crítico mientras soportaba una prueba severa. Lo supe porque él me lo compartió. Y vi cómo reaccionó ante ella. Él no parecía estar desanimado o perder su amor por Dios. Una noche fui a su casa y su esposa me contó que todavía no había llegado. Me dijo que él estaba en una oficina pequeña en la ciudad de Naha. Tomé el autobús esa noche lluviosa y fui a su oficina. Estaba sacudiéndome los zapatos cuando lo escuché cantando un himno:

Fuente de la vida eterna
y de toda bendición,
ensalzar tu gracia tierna
debe todo corazón.
Tu piedad inagotable
se deleita en perdonar;
sólo tú eres adorable;
gloria a ti debernos dar.
De los cánticos celestes
te quisiéramos cantar,
entonados por las huestes
que viniste a rescatar.
De los cielos descendiste
porque nos tuviste amor;
tierno te compadeciste
y nos diste tu favor.
Toma nuestros corazones,
llénalos de tu verdad,
de tu Espíritu los dones,
y de toda santidad.
Guíanos en la obediencia,
humildad, amor y fe;
nos ampare tu clemencia;
Salvador, propicio sé.

Mi amigo misionero se encontraba cantando a solas en su oficina. Él había aprendido la verdad de este versículo del Salmo 63. En medio de las tensiones de la prueba, mi amigo cantaba con gozo. Mientras le escuchaba sentía como si estuviera en terreno sagrado.

Afirmando el alma
La meditación, esa disciplina mental de comprender a Dios y sus caminos, requiere de silencio y tiempo a solas. Esta noche, antes de que se vaya a dormir, dedique unos treinta minutos a analizar la respuesta a la siguiente pregunta: ¿Qué es lo que Dios trató de enseñarme hoy? Es más, intente hacer esto durante las próximas noches.

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright
© 2017 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

La casa del Señor

12 SEPTIEMBRE

2 Samuel 7 | 2 Corintios 1 | Ezequiel 15 | Salmos 56–57

Después de construir su palacio, David reconoce que vive en medio de un gran esplendor en comparación con el tabernáculo pequeño y nada ostentoso. Desea entonces construir un templo, una “casa”, para el arca del pacto (2 Samuel 7).

A través de Natán el profeta, no obstante, Dios le cambió los planes. David quiere construirle una “casa” a Dios, pero Dios declara que él mismo le construirá una “casa” a David. La palabra casa puede referirse a un edificio, pero también se extiende al hogar e incluso a una dinastía (la casa de Windsor, por ejemplo). David esperaba construirle a Dios una “casa” en el primer sentido; Dios le dice que le está construyendo una “casa” en el tercer sentido. Aunque Salomón, el hijo de David, le hará una “casa” a Dios, realmente Dios mismo es el Dador máximo y la “casa” que él se propone construir resultará ser más duradera.

En este contexto, Dios le hace unas promesas extraordinarias a David. “Pero ahora el Señor te hace saber que será él quien te construya una casa” (7:11). Para continuar el linaje de David después de su muerte, Dios añade: “Cuando tu vida llegue a su fin y vayas a descansar entre tus antepasados, yo pondré en el trono a uno de tus propios descendientes, y afirmaré su reino. Será él quien construya una casa en mi honor, y yo afirmaré su trono real para siempre” (7:12–13). La referencia no va más allá de Salomón. En el relato de 1 y 2 de Samuel, Saúl sirve de ejemplo perfecto de un rey que reinó y cuyo trono no fue afirmado, cuya “casa” no fue edificada. Pero no será así con David. Su descendiente reinará. Cuando Saúl pecó, a la larga Dios le rechazó. Pero cuando el hijo de David haga lo malo, Dios dice: “lo castigaré con varas y azotes, como lo haría un padre. Sin embargo, no le negaré mi amor, como se lo negué a Saúl, a quien abandoné para abrirte paso” (7:14–15). Hasta aquí, entonces, el panorama se centra en Salomón.

Sin embargo, una vez más, Dios tiene una perspectiva más amplia: “Tu casa y tu reino durarán para siempre delante de mí; tu trono quedará establecido para siempre” (7:16). Esto puede significar una de dos cosas: que siempre habrá alguien del linaje de David en el trono, o algo aún más poderoso. Después de un tiempo, las profecías acerca del “David” venidero o el “hijo de David” adquieren el peso de una promesa mucho mayor. Isaías profetiza sobre alguien que “gobernará sobre el trono de David y sobre su reino” pero a quien también se le llama “Dios Fuerte” y “Padre Eterno” (Isaías 9:6–7). Aquí tenemos un heredero de David que mantiene la dinastía davídica, no pasándola a su heredero, sino mediante su propio reinado eterno.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 255). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Os habéis hecho tardos para oír.

martes 12 septiembre

Os habéis hecho tardos para oír.

Hebreos 5:11

Hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.

2 Pedro 3:16

¿Difícil?

«Es demasiado difícil». A veces mis alumnos me reprochan por darles tareas «demasiado difíciles». Y a menudo, después de la corrección, deben reconocer que si hubiesen consagrado más tiempo a su trabajo y, sobre todo, si hubiesen aprendido las lecciones, sus resultados hubiesen podido ser mejores.

Hay textos de la Biblia que nos parecen difíciles. Pero, ¿nos hemos esforzado lo suficiente para comprenderlos? ¿O simplemente somos perezosos o distraídos? El estudio de la Palabra de Dios requiere atención y perseverancia. Cuanto más temprano empecemos, mejor será. Timoteo, el hijo espiritual del apóstol Pablo, había seguido la buena doctrina (1 Timoteo 4:6) porque había aprendido las Sagradas Escrituras desde su infancia (2 Timoteo 3:15). Como había recibido el don de enseñar a los demás, debía ocuparse en la lectura y permanecer en ella (1 Timoteo 4:13-15).

Como en todo aprendizaje, nuestra comprensión de la Biblia es gradual. Es normal que un creyente joven en la fe no tenga el mismo conocimiento que un maestro en la iglesia. Pero no escondamos nuestra pereza bajo falsos pretextos; ¡no digamos que es demasiado difícil! Jesús dijo a sus discípulos: “Escudriñad las Escrituras… ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39).

El verbo escudriñar implica un examen profundo, y no una lectura superficial. El objetivo siempre es aprender algo de nuestro Señor.

2 Crónicas 28 – 2 Corintios 1 – Salmo 105:7-15 – Proverbios 23:6-8

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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