Humildad y gentileza

Humildad y gentileza

11/12/2017

Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. (Filipenses 4:5)

Es difícil hallar una palabra que capte el multiforme sentido de la palabra traducida como “gentileza” en el versículo de hoy. Algunos dicen que se refiere al contentamiento, a la delicadeza, a la generosidad o a la buena voluntad hacia los demás. Otros creen que se refiere a la misericordia o a la indulgencia con las faltas o los fracasos de otros. Incluso otros aseguran que describe la paciencia, refiriéndose a alguien que se somete a la injusticia o al maltrato pero no se venga con odio o amargura. Creo que la mejor traducción es “gentileza”, ya que en el sentido cristiano esa palabra comprende todos los demás sentidos.

La gentileza también incluye otro elemento importante: la humildad. El cristiano humilde no guarda rencor, sino que confía en Dios siempre que se maltrata, se juzga injustamente o se calumnia. Una persona así no exige sus derechos. Dios nos manifestó su gracia de la misma manera; la humanidad maltrató y calumnió a Jesucristo aunque no merecía nada de eso, pero Él sigue extendiendo sus brazos hacia nosotros con amor (cp. Ro. 5:10). La humildad y la gentileza lo ayudarán a ser estable a pesar de las circunstancias.

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El modo en que Satanás sirve a Dios

NOVIEMBRE, 12

El modo en que Satanás sirve a Dios

Devocional por John Piper

Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor… (Santiago 5:11)

Detrás de toda enfermedad y problema está la voluntad final de Dios. Esto no significa que Satanás no tenga parte en el asunto; de hecho, es probable que él siempre esté involucrado de una forma u otra con propósitos destructivos (Hechos 10:38). Pero su poder no es decisivo: él no puede obrar sin el permiso de Dios.

Ese es uno de los puntos referentes a la enfermedad de Job. El pasaje bíblico deja en claro que, cuando la enfermedad le sobrevino a Job, «Satanás… hirió a Job con una sarna maligna» (Job 2:7). Su esposa lo instó a maldecir a Dios, pero Job dijo: «¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?» (Job 2:10). Y otra vez, el autor del libro elogia a Job diciendo: «En todo esto no pecó Job con sus labios».

En otras palabras: ésta es una visión correcta de la soberanía de Dios sobre Satanás. Satanás es real y puede tener parte en nuestras calamidades, pero no es la parte final, ni la parte decisiva.

Santiago explica claramente que Dios tenía un buen propósito en todas las aflicciones de Job: «Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo».

Por lo tanto, Satanás pudo haber estado implicado, pero el propósito final era de Dios, y era «misericordioso y compasivo».

Es la misma lección que aprendemos de 2 Corintios 12:7, donde Pablo dice que el aguijón en su carne era un mensajero de Satanás y, aun así, le fue enviado para ayudarlo a alcanzar su propia santificación: «para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee». ¡Para que no me exaltase desmedidamente!

Ahora bien, la humildad no es el propósito de Satanás al afligirnos. Por lo tanto, este propósito es de Dios, lo que quiere decir que Satanás fue usado por Dios para cumplir sus buenos propósitos en la vida de Pablo.


Devocional tomado del libro “Deseando a Dios”, página 341

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«En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios»

12 de noviembre

«En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios».

Lucas 6:12

Si hubiese habido alguna vez alguien capaz de vivir sin orar, ese habría sido nuestro inmaculado y perfecto Señor; sin embargo, nadie oró tanto como él. Amaba de tal manera a su Padre que se complacía mucho estando en comunión con él; y tanto amaba a los suyos que quería pasar mucho tiempo intercediendo por ellos. Esta gran inclinación a orar de parte de Jesús debe ser para nosotros una lección: él nos dejó ejemplo para que sigamos sus pisadas. El momento que él eligió para orar fue el apropiado: la hora del silencio, cuando las multitudes ya no le molestaban; el tiempo de la inacción, cuando todos (excepto él) habían dejado de trabajar; el momento en que el sueño había hecho olvidar a los hombres sus dolores y suspender sus peticiones de socorro. Mientras otros hallaban descanso en el sueño, él cobraba aliento en la oración. También el lugar estuvo bien elegido: Jesús se hallaba solo allí donde ninguno podía entremeterse, donde nadie podía curiosear. De esa forma estaba a salvo de la ostentación farisaica y de las ordinarias interrupciones. Aquellos oscuros y silenciosos collados constituían un oratorio apropiado para el Hijo de Dios: el Cielo y la tierra escuchaban, en medio de la silenciosa noche, los gemidos y suspiros de aquel misterioso Ser en quien ambos mundos se unían. Cabe destacar la duración de sus oraciones: las vigilias prolongadas no eran demasiado largas para él; el viento frío no entibiaba sus devociones; las espantosas tinieblas no oscurecían su fe; ni la soledad reprimía su importunidad. Nosotros no podemos velar con él siquiera una hora, pero él vela a nuestro favor toda la noche. También resulta destacable la ocasión en que Jesús elevó esta oración. Fue después de que sus enemigos «se llenar[a]n de furor» (v. 11). La oración constituyó, en este caso, su refugio y solaz. Se produjo, asimismo, antes de que Jesús enviara a los doce Apóstoles: fue, por tanto, la puerta para su empresa, el heraldo de su nueva obra. ¿No deseamos nosotros aprender de Jesús a recurrir a oraciones especiales cuando estemos pasando por alguna prueba particular o proyectando nuevos esfuerzos para la gloria del Maestro? ¡Señor Jesús, enséñanos a orar!

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 327). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

La autoridad de la Biblia

JOHN STOTT

 

JOHN STOTT Hijo de un médico agnóstico y una madre luterana, de origen alemán, que le enseñó la fe cristiana, en 1938 se convirtió en su adolescencia por medio del ministro evangélico Eric Nash (apodado “Bash”), del Inter-Collegiate Christian Union (ICCU), de quien aprendió el amor por la Biblia, leyéndola desde entonces una vez al año, lo que hizo de él uno de los mejores predicadores expositivos del siglo XX, así como un defensor convencido de la predicación bíblica expositiva como el centro y la esencia del culto cristiano. “Una adoración correcta es imposible sin predicación.”

2 Reyes 25 | Hebreos 7 | Amós 1 | Salmo 144

12 NOVIEMBRE

2 Reyes 25 | Hebreos 7 | Amós 1 | Salmo 144

En este último capítulo de 2 Reyes (2 Reyes 25), Jerusalén desciende a la vergüenza y la derrota. Pero hay un giro en la historia.

La narrativa en sí es sucia. El rey Sedequías, era débil y corrupto. Jeremías predicaba la sumisión: Dios había decretado que Judá fuera castigada de esta manera y, por tanto, la nación no debía rebelarse contra Babilonia. A más de mil kilómetros de distancia, Ezequiel le estaba predicando prácticamente lo mismo a los exiliados: les decía que Judá y Jerusalén estaban mucho peor de lo que la mayoría de la gente pensaba y Dios había decretado juicio sobre ella. Varios años antes de la destrucción final, predijo que la gloria de Dios abandonaría a Jerusalén y la ciudad sería destruida (Ezequiel 8–11). Este mensaje era devastador para los exiliados, pues significaba que no tenían un hogar al que regresar y demostraba un abandono tan absoluto de parte de Dios, que apenas eran capaces de comprenderlo.

Pero Sedequías se rebeló. Las represalias de Babilonia fueron tan brutales como inevitables. En 588 a. C., el poderoso ejército babilonio había vuelto a las puertas de Jerusalén. La ciudad fue conquistada en 587 a. C. Sedequías intentó escapar, pero fue capturado cerca de Jericó y llevado al cuartel de Nabucodonosor en Ribla. Allí mataron a sus hijos delante de él y luego le sacaron los ojos. La mayoría de la ciudad fue quemada y las murallas derribadas, piedra a piedra. Todas las personas acaudaladas fueron transportadas a Babilonia. A los pobres que permanecieron en la tierra para cuidar las viñas, Nabucodonosor les nombró a Gedalías como gobernador, quien estableció su centro administrativo en Mizpa porque Jerusalén estaba enteramente destruida. Tan sólo siete meses después, a Gedalías lo asesinaron unos bravucones fanáticos partidarios de la estirpe real: aparentemente estaban ofendidos de que se nombrara un gobernador que no fuera del linaje davídico. Finalmente, se dieron cuenta de lo que habían hecho. Temiendo represalias de los babilonios, el pueblo restante huyó a Egipto.

Si 2 Reyes terminara así, se verían cumplidos el juicio y la justicia, pero el lector se preguntaría si había esperanza alguna para el linaje davídico y para las enormes promesas mesiánicas vinculadas a él. Pero, en realidad, el libro termina con un giro en la historia. Los últimos versículos (25:27–30) informan tranquilamente que, a los treinta y siete años de su exilio, sacaron de la cárcel al rey Joaquín. Por el resto de su vida, estuvo apoyado por el Estado babilónico: “Joaquín dejó su ropa de prisionero, y por el resto de su vida comió a la mesa del rey. Además, durante toda su vida Joaquín gozó de una pensión diaria que le proveía el rey de Babilonia”. La historia de la redención no ha terminado y el linaje de David todavía no se ha extinguido. En medio de pecados destructores y juicio violento, la esperanza aún nos aguarda.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 316). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Dios se da a conocer

domingo 12 noviembre

¿Descubrirás tú los secretos de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso?

Job 11:7

Yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. Yo, yo el Señor, y fuera de mí no hay quien salve.

Isaías 43:10-11

Dios se da a conocer

Pretender descubrir a Dios mediante su propia inteligencia, ¿no es hacerse igual a Dios, o incluso ponerse por encima de él para juzgar quién es? Sin embargo, muchas personas se niegan a reconocer que por encima de ellas hay un Dios al que no pueden representarse. ¡Es una actitud ilógica y pretenciosa! ¿Qué diríamos de alguien que, teniendo una balanza que solo permite pesar un kilo, afirma que no es posible que existan objetos que pesen una tonelada?

El hombre no puede descubrir a Dios a menos que Dios se le revele. Sin esto solo puede construir teorías que corresponden a su condición moral, a su disposición natural, a la época en la que vive o a las influencias a las que ha sido expuesto… Esto, obviamente, va a variar de un individuo a otro. Cada uno se crea un dios a su imagen, de ahí viene la extrema diversidad de religiones y culturas.

A través de la creación, Dios se da a conocer mediante su poder y su sabiduría infinitos. Fue él quien puso al hombre en el inmenso universo, y más particularmente en este marco maravilloso que constituye la naturaleza. Desde hace siglos, Dios se da a conocer mediante las revelaciones que hizo escribir y que componen la Biblia. Ella nos habla de un Dios que se interesa en nuestros actos, palabras y pensamientos, y que conoce nuestras aspiraciones más profundas. Él es demasiado grande para que podamos descubrirlo por nosotros mismos.

Se dio a conocer en Jesucristo, su Hijo, suprema revelación de Dios.

Job 12 – Hebreos 4 – Salmo 121 – Proverbios 27:13-14

 Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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