4 – [9] La caída de Adán y la mía

Escogidos por Dios

R.C. Sproul

Capítulo 4

La caída de Adán y la mía

Otra difícil cuestión que rodea la doctrina de la predestinación, es la cuestión de cómo puede heredarse de Adán nuestra naturaleza pecaminosa. Si nacemos con una naturaleza caída, si nacemos en pecado, si nacemos en un estado de incapacidad moral, ¿Cómo puede Dios hacernos responsables de nuestras faltas? Recordamos que el pecado original no se refiere al primer pecado sino al resultado de ese primer pecado. Las Escrituras hablan repetidamente de la entrada del pecado y la muerte en el mundo a través de “la transgresión de uno”. Como resultado del pecado de Adán, todos los hombres son ahora pecadores. La Caída fue grande. Tuvo repercusiones radicales para toda la raza humana. Ha habido muchos intentos para explicar la relación de la caída de Adán con el resto de la humanidad. Algunas de las teorías presentadas son bastante complejas e imaginativas. Tres teorías sin embargo, han surgido de la lista como las más ampliamente aceptadas. La primera de ellas la llamaré la Teoría Mítica de la Caída.

La teoría mítica de la Caída

La teoría mítica de la Caída, como sugiere el nombre, sostiene que no hubo una caída histórica de hecho. A Adán y Eva no se les considera personas históricos. Son símbolos mitológicos descritos para explicar o representar el problema de la corrupción del hombre. La historia de la Caída en la Biblia es una especie de parábola, enseña una lección moral.

Según esta teoría, los primeros capítulos del Génesis son mitológicos. Jamás hubo un Adán; nunca hubo una Eva. La estructura misma de la historia sugiere una parábola o un mito, por que incluye elementos tales como una serpiente que habla y objetos tan obviamente simbólicos, como el árbol del conocimiento del bien y del mal. La verdad moral comunicada por el mito, es que la gente cayó en pecado. El pecado es un problema universal. Todos cometen pecado; nadie es perfecto. El mito indica una realidad más elevada: cada uno es su propio Adán. Toda persona tiene su propia caída particular. El pecado es una condición humana universal precisamente, porque toda persona sucumbe a su propia tentación particular.

Los atractivos elementos de esta teoría son importantes. En primer lugar, esta idea absuelve a Dios totalmente de cualquier responsabilidad de hacer responsables a las futuras generaciones por lo que hizo una pareja. Aquí nadie puede culpar a sus padres o a su Creador por su propio pecado. Según este planteamiento, mi condición caída es un resultado directo de mi propia caída, no de la de otro. Una segunda ventaja de esta idea es que esquiva toda necesidad de defender el carácter histórico de los primeros capítulos de la Biblia. Esta idea no sufre ansiedad alguna por parte de ciertas teorías de la evolución o de disputas científicas acerca de la naturaleza de la creación. La verdad positiva de un mito nunca necesita ser defendida

Las desventajas de esta idea, sin embargo, son más graves. Su fallo más crucial es que realmente nada ofrece con respecto a una explicación de la universalidad del pecado. Si cada uno de nosotros nace sin una naturaleza pecaminosa, ¿Que explicación damos a la universalidad del pecado? Si cuatro mil millones de personas nacieran sin inclinación a pecar, sin corrupción en su naturaleza, podríamos esperar razonablemente que al menos algunas de ellas se refrenaran de caer. Si nuestro estado moral natural es de inocente neutralidad, esperaríamos estadísticamente que la mitad de la raza humana permaneciera perfecta. Admito que explicar la caída de una persona inocente presenta un enorme problema intelectual. Pero cuando multiplicamos esa dificultad por los miles de millones de personas que han caído, el problema se vuelve varios miles de millones de veces más difícil. También admitimos que si una persona creada a la imagen de Dios pudo caer, entonces es ciertamente posible que miles de millones puedan caer igualmente. Es la probabilidad estadística la que resulta tan asombrosa. Cuando pensamos en la caída de una persona, eso es una cosa. Pero si todos lo hacen, sin excepción, entonces comenzamos a preguntarnos por qué. Comenzamos a preguntamos si el estado natural del hombre es neutral en absoluto.

La respuesta general de los que abogan por la idea mítica es que la gente no nace universalmente en un medio ambiente idílico como el Edén. La sociedad es corrupta. Nacemos en un medio ambiente corrupto. Somos como el “salvaje inocente” de Rousseau, que es corrompido por las influencias negativas de la civilización.

Esta explicación demanda la cuestión: ¿Cómo se volvió corrupta la sociedad o la civilización en primer lugar? Si todos somos inocentes, sin evidencia alguna de corrupción personal, esperaríamos encontrar sociedades que no fuesen más que medio corrompidas. Si las personas de la misma calaña se juntan, podríamos encontrar sociedades donde todas las personas corruptas se agruparan, y otras sociedades donde no existiera ninguna maldad. La sociedad no puede ser una influencia corruptora hasta que primero se vuelva corrupta ella misma. Para explicar la caída de una sociedad o civilización entera, debemos afrontar las dificultades que ya hemos indicado.

En otra de las famosas obras de Jonathan Edwards, su tratado sobre el pecado original, hace la importante observación de que debido a la universalidad del pecado del hombre, aun si la Biblia nada dijera acerca de una caída original de la raza humana, la razón demandaría tal explicación. Nada clama más fuertemente acerca de el hecho de que nacemos en un estado de corrupción que el hecho de que todos pecamos.

Otra cuestión espinosa que surge tiene que ver con la relación entre el pecado y la muerte. La Biblia deja claro que la muerte no es “natural” para el hombre. Esto es, se dice repetidamente que la muerte ha entrado en el mundo como resultado del pecado. Si eso es así, ¿que explicación damos a la muerte de los infantes? Si todos los hombres nacen inocentes, sin corrupción innata, Dios sería injusto permitiendo que bebés que aún no han caído muriesen.

La idea mitológica de la Caída debe afrontar también el hecho de que transgrede radicalmente a la enseñanza de la Escritura. La idea hace algo más que interpretar meramente los primeros capítulos de la Biblia como ficticios. Al hacerlo, la idea se sitúa en clara oposición a la idea del Nuevo Testamento acerca de la caída. Requeriría un trabajo intelectual encomiable, argüir que el apóstol Pablo no enseñó una caída histórica. Los paralelos que el traza entre el primer Adán y el Segundo, son demasiado fuertes para permitir esto, a menos que argumentemos que en la mente de Pablo, Jesús fuese también un personaje mitológico.

Admitamos que el relato del Génesis acerca de la Caída contiene algunos elementos literarios inusuales. La presencia de un árbol que no sigue el modelo normal de los árboles, sigue ciertas figuras poéticas. Es correcto interpretar la poesía como poesía, y no como narración histórica. Por otra parte, existen fuertes elementos de literatura narrativa histórica en Génesis 3. La ubicación del Edén se sitúa en el capítulo 2 en medio de cuatro ríos, incluyendo el Pisón, el Gihón, el Hidekel (o Tigris) y el Éufrates.

Sabemos que las parábolas pueden cuadrarse en un contexto histórico real. Por ejemplo, la parábola del buen samaritano se cuadra en el contexto geográfico del camino a Jericó. Por tanto, la mera presencia de ríos históricos reales no demanda de forma absoluta que identifiquemos esta sección del Génesis como una narración histórica.

Existe otro elemento en el texto sin embargo, que es más convincente. El relato de Adán y Eva contiene una genealogía significativa. Los romanos con su afición a la mitología, pueden no tener dificultad en trazar su linaje hasta Rómulo y Remo (personajes míticos); pero los judíos eran sin duda, más escrupulosos acerca de tales asuntos. Estos tenían un fuerte compromiso con la historia real. A la luz de la inmensa diferencia entre la idea judía de la historia y la de los griegos por ejemplo, es impensable que los judíos incluyeran personajes mitológicos en sus propias genealogías. En los escritos judíos, la presencia de una genealogía indica una narración histórica. Nótese que el historiador del Nuevo Testamento, Lucas, incluye a Adán en la genealogía de Jesús.

Es mucho más fácil explicar como un árbol real puede servir como punto focal de una prueba moral, así siendo llamado el árbol del conocimiento del bien y el mal, que lo que sería acomodar la genealogía a una parábola o un mito. Esto por supuesto, podría hacerse si otros factores lo demandaran. Pero no existen tales factores. No hay una sana razón por la que no interpretemos Génesis 3 como una narración histórica, y múltiples razones por las que no tratarlo como una parábola o un mito. Tratarlo como historia es tratarlo como lo hicieron los judíos, incluyendo a Pablo y a Jesús. Tratarlo de otra manera está generalmente motivado por algún presupuesto contemporáneo que nada tiene que ver con la historia judía.

La idea realista de la Caída

¿Recuerdas aquella famosa serie televisora titulada “El Túnel del Tiempo”? Llevaba a los espectadores, mediante la magia de la televisión, a escenas históricas famosas. Pero en realidad, no se ha inventado aún ingenio electrónico alguno que nos haga retroceder en el tiempo. Vivimos en el presente. Nuestro único acceso al pasado es a través de los libros, los artefactos de la arqueología, nuestras memorias y las de otros.

Recuerdo haber enseñado un curso sobre la Biblia que incluía un breve estudio de los soldados romanos. Mencioné el estandarte romano que llevaba las iniciales SPQR. Pregunté si alguien sabia lo que aquellas letras significaban. Un querido amigo de unos setenta y tantos años exclamó: “Senatus Populus Que Romanus, ‘El senado y el pueblo de Roma’.” Sonreí a mi amigo y dije: “Eres el único en esta sala que es lo suficientemente viejo para recordar!”

Ninguno de nosotros es lo suficientemente viejo para conservar en la memoria imágenes de la caída de Adán. ¿O lo somos? La idea realista de la Caída propugna que somos lo suficientemente viejos para recordar la Caída. Debiéramos ser capaces de recordarla porque estábamos realmente allí.

El realismo no implica que se hable de alguna especie de reencarnación. Por el contrario, el realismo es un intento serio de responder al problema de la Caída. El concepto clave es éste: no podemos ser considerados moralmente responsables por un pecado cometido por otro. Para ser responsables, debemos haber estado envueltos activamente de alguna manera en el pecado mismo. De alguna manera, debemos haber estado presentes en la Caída. Realmente presentes. De ahí el nombre Realismo.

La idea realista de la Caída demanda alguna clase de concepto de la preexistencia del alma humana. Esto es, antes de nacer nuestras almas deben de haber existido ya. Estaban presentes con Adán en la Caída. Cayeron juntamente con Adán. El pecado de Adán no fue meramente un acto por nosotros; fue un acto con nosotros. Nosotros estábamos allí.

Esta teoría parece especulativa, quizá grotesca inclusive. Sus defensores, sin embargo, apelan a dos textos bíblicos clave como garantía de su idea. El primero se encuentra en Ezequiel 18:2–4:

“¿Que pensáis vosotros, los que usáis este refrán, sobre la tierra de Israel, que dice: los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera?. Vivo yo, dice el señor Dios, que nunca más tendréis por que usar este refrán en Israel. E aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, ésa morirá”.

Más adelante en este capítulo Ezequiel escribe:

“Y si dijereis: ¿por que el hijo no llevara el pecado de su padre? Por que el hijo hizo según el derecho y la justicia, guardó todos mis estatutos y los cumplió, de cierto vivirá. El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre el, y la impiedad del impío será sobre él.” (Eze. 18:19–20).

Aquí el realista encuentra un texto definitivo para su argumento. Dios declara claramente que el hijo no ha de ser considerado culpable por los pecados de su padre. Esto parece presentar serias dificultades para toda la idea de que la gente caiga “en Adán”. El segundo texto clave para el realismo se encuentra en el libro de Hebreos en el Nuevo Testamento:

“y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos; por que aun estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro” (Heb.7:9–10).

Este texto es parte de una larga disertación por parte del autor de Hebreos con respecto al papel de Cristo como nuestro Gran Sumo Sacerdote. El Nuevo Testamento declara que Jesús es tanto nuestro rey como nuestro sacerdote. Enfatiza el hecho de que Jesús pertenecía al linaje de Judá, a quien se le había prometido la realeza del reino. Jesús era un hijo de David, que también era del linaje de Judá.

El sacerdocio del Antiguo Testamento no le fue dado a Judá, sino a los hijos de Leví. Los levitas constituían el linaje sacerdotal. Hablamos normalmente, por tanto, del sacerdocio levítico o del sacerdocio Aarónico. Aarón era levita. Si esto es así, ¿cómo podía Jesús ser sacerdote, si no pertenecía al linaje de Leví? Este problema preocupaba a algunos judíos de la antigüedad. El autor de Hebreos argumenta que en el Antiguo Testamento se mencionaba otro sacerdocio, el sacerdocio de la misteriosa figura llamada Melquisedec. Se dice que Jesús era sacerdote según el orden de Melquisedec.

Una buena sección del libro de Hebreos no está satisfecha, sin embargo, meramente con probar que había otro sacerdocio en el Antiguo Testamento además del sacerdocio levítico. El punto principal del argumento aquí es que el sacerdocio de Melquisedec era superior al sacerdocio de Leví. El autor de Hebreos relata un fragmento de la historia del Antiguo Testamento para probar este punto. Llama la atención al hecho de que Abraham pagó diezmos a Melquisedec, no Melquisedec a Abraham. Melquisedec también bendijo a Abraham; Abraham no bendijo a Melquisedec. La cuestión es ésta: en la relación entre Abraham y Melquisedec, fue Melquisedec quien sirvió de sacerdote, no Abraham.

El pensamiento clave para el judío se cita en el versículo 7: “Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor.” El autor de Hebreos continúa tejiendo el hilo de su argumento. Argumenta que en efecto, el padre es superior al hijo. Eso significa que Abraham esta por delante de Isaac en el orden patriarcal. A su vez, Isaac esta por delante de Jacob, y Jacob por delante de sus hijos, incluyendo a su hijo Leví. Si desarrollamos esto, significa que Abraham es mayor que su bisnieto Leví.

Ahora bien, si Abraham es mayor que Leví y Abraham se subordinó a Melquisedec, entonces ello significa que el sacerdote Melquisedec es mayor que Leví y todo su linaje. La conclusión es clara. El sacerdocio de Melquisedec es un orden superior de sacerdocio que el sacerdocio levítico. Esto da una dignidad suprema al oficio sumosacerdotal de Cristo.

No era el principal interés del autor de Hebreos explicar el misterio de la Caída de Adán con todo esto. Sin embargo, dice algo de paso que los realistas cazan al vuelo para probar su teoría. Escribe que “en Abraham pagó el diezmo también a Leví. Leví hizo esto mientras “aún estaba en los lomos de su padre”.

Los realistas ven esta referencia a Leví haciendo algo antes aún de nacer, como una prueba bíblica del concepto de la preexistencia del alma humana. Si Leví pudo pagar diezmos mientras estaba aún en los lomos de su padre, eso debe significar que Leví en algún sentido, ya existía. El tratamiento que se le da a este pasaje de Hebreos demanda una cuestión. El texto no enseña explícitamente que Leví existiera o preexistiera realmente en los lomos de su padre. El texto mismo lo expresa con las palabras: “Por decirlo así”. El texto no requiere que nos precipitemos a la conclusión de que Leví “realmente” preexistiera. Los realistas vienen a este texto armados con una teoría que no han encontrado en el texto, y luego imponen la teoría al texto.

El argumento basado en el texto de Ezequiel también pierde de vista la idea. Ezequiel no estaba pronunciando un discurso acerca de la Caída de Adán. No se considera aquí la Caída. Por el contrario, Ezequiel se está refiriendo a la excusa corriente que los hombres utilizan para sus pecados. Estos tratan de culpar a algún otro de sus propias malas acciones. Esa actividad humana ha continuado desde la Caída, pero eso es todo lo que este pasaje tiene que ver con la Caída. En la Caída, Eva culpó a la serpiente, y Adán culpó tanto a Dios como a Eva por su propio pecado. Dijo: “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí” (Gén. 3:12). Desde entonces, los hombres han tratado siempre de echarles a otros la culpa. Aun así, argumentan los realistas, se establece un principio en Ezequiel 18 que está relacionado con este asunto. El principio es que los hombres no han de ser considerados responsables por los pecados de otros.

Sin duda, se establece ese principio general en Ezequiel. Es un gran principio de la justicia de Dios. Sin embargo, no nos atrevemos a convertirlo en un principio absoluto. Si lo hacemos, entonces el texto de Ezequiel probaría demasiado. Probaría que la expiación de Cristo esta fuera de lugar. Si es imposible que una persona pueda jamás ser castigada por los pecados de otra, entonces no tenemos la posibilidad de un Salvador. Jesús fue castigado por nuestros pecados. Esa es la esencia misma del Evangelio. No sólo fue Jesús castigado por nuestros pecados, sino que su justicia es la base meritoria de nuestra justificación. Somos justificados por una justicia ajena, una justicia que no es nuestra. Si presionamos la afirmación de Ezequiel hasta un límite absoluto cuando leemos: “La justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él”, entonces se nos deja como pecadores que deben justificarse así mismos. Eso nos pone a todos en un grave problema.

Sin duda, la Biblia habla de que Dios “visita” las iniquidades de la persona hasta la tercera y cuarta generación. Esto se refiere a las consecuencias del pecado. Un hijo pude sufrir las consecuencias del pecado de su padre, pero Dios no le hace responsable del pecado de su Padre.

El principio de Ezequiel permite dos excepciones: la Cruz y la Caída. De alguna manera, no nos importa la excepción de la Cruz. Es la Caída la que nos irrita. No nos importa que nuestra culpa se transfiera a Jesús o que su justicia se nos transfiera a nosotros; es el hecho de que se nos transfiera la culpa de Adán lo que nos molesta. Argumentamos que si la culpa de Adán nunca se nos hubiera transmitido, entonces la obra de Jesús nunca habría sido necesaria.

La idea federal o representativa de la Caída

Para la mayoría, la idea federal de la Caída ha sido la más común entre los que abogan por la doctrina reformada de la predestinación. Esta perspectiva enseña que Adán actuó como representante de toda la raza humana. Con la prueba que Dios puso ante Adán y Eva, El estaba probando a toda la humanidad. El nombre de Adán significa “hombre” o “humanidad”. Adán fue el primer ser humano creado, está a la cabeza de la raza humana. Fue puesto en el huerto para actuar no por sí mismo, sino por todos sus futuros descendientes. Exactamente como un gobierno federal tiene un portavoz principal que es la cabeza de la nación, así Adán era la cabeza federal de la humanidad.

La idea principal del federalismo es que cuando pecó Adán, pecó por todos nosotros. Su caída fue nuestra caída. Cuando Dios castigó a Adán quitándole su justicia original, todos nosotros fuimos igualmente castigados. La maldición de la Caída nos afecta a todos. No sólo fue Adán destinado a ganarse la vida con el sudor de su frente, sino que esto es cierto en cuanto a nosotros también. No solo fue Eva destinada a tener dolor en el parto, sino que eso ha sido cierto en cuanto a las mujeres de todas las generaciones humanas. La serpiente ofensora en el huerto no fue el único miembro de su especie que fue condenada con arrastrarse sobre su pecho.

Cuando fueron creados, a Adán y Eva se les dio dominio sobre toda la creación. Como resultado de su pecado, el mundo entero sufrió. Pablo nos dice:

Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora (Romanos 8:20–22).

Toda la creación gime al esperar la plena redención del hombre. Cuando el hombre pecó, las repercusiones del pecado se sintieron a través de toda la gama del dominio del hombre. Debido al pecado de Adán, no solo sufrimos nosotros, sino que los leones, los elefantes, las mariposas y los cachorros de perro también sufren. Ellos no pidieron tal sufrimiento. Fueron dañados por la caída de su amo.

El sufrimiento como resultado del pecado de Adán es algo que se enseña explícitamente en el Nuevo Testamento. En Romanos 5, por ejemplo, Pablo hace la siguiente observación:

“Como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte” (v. 12).

“Por la transgresión de aquel uno murieron los muchos” (v. 15).

“Por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres” (v. 18).

“Por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores” (v. 19).

No hay manera de evitar la enseñanza obvia de la Escritura en cuanto a que el pecado de Adán tuvo terribles consecuencias para sus descendientes. Es precisamente por la abundancia de tales afirmaciones bíblicas por lo que prácticamente toda organización cristiana ha formulado alguna doctrina del pecado original vinculada a la Caída de Adán.

Queda aún una gran cuestión. Si Dios juzgó en realidad a toda la raza humana en Adán, ¿cómo es eso justo? Parece manifiestamente injusto que Dios permitiese que no sólo todos los subsiguientes seres humanos, sino toda la creación sufriese por causa de Adán.

Es la cuestión de la justicia de Dios la que el federalismo busca responder. El federalismo asume que en efecto estábamos representados por Adán y que tal representación era tanto justa como exacta. Sostiene que Adán nos representaba perfectamente.

Dentro de nuestro sistema legal, tenemos situaciones que, no perfectamente pero si aproximadamente, tienen un paralelismo con este concepto de representación. Sabemos que si yo alquilo a un hombre para matar a alguien, y que ese pistolero alquilado lleva a cabo el contrato, yo puedo ser justamente juzgado por asesinato en primer grado a pesar del hecho de que yo no apreté realmente el gatillo. Soy juzgado como culpable por un crimen que algún otro ha cometido porque la otra persona actuó en mi lugar.

La evidente protesta que surge en este punto es: “Pero nosotros no alquilamos a Adán para pecar en nuestro lugar.” Eso es cierto.

Este ejemplo ilustra meramente que hay algunos casos en los cuales es justo castigar a una persona por el crimen de otra.

La idea federal de la Caída aún exhala un vago olor a tiranía. Nuestro clamor es: “¡Ninguna condenación sin representación!” Al igual que la gente en una nación clama por representantes que aseguren la libertad de la tiranía despótica, así también demandamos que la representación ante Dios sea justa y equitativa. La idea federal afirma que somos juzgados culpables por el pecado de Adán porque el era nuestro representante equitativo y justo.

Pero un momento. Adán puede habernos representado, pero nosotros no le escogimos. ¿Que si los padres de la república americana hubieran demandado una representación por parte del rey Jorge, y el rey hubiera respondido: “Por supuesto, podéis tener representantes. Seréis representados por mi hermano.” Tal respuesta habría esparcido aún más té en el puerto de Boston.

Queremos el derecho a seleccionar a nuestros propios representantes. Queremos ser capaces de depositar nuestro propio voto, no que haya alguien que deposite ese voto por nosotros. La palabra voto viene del latín vótum, que significaba “deseo” o “elección”. Cuando depositamos nuestro voto, estamos expresando nuestros deseos, manifestando nuestras voluntades.

Supongamos que hubiésemos tenido plena libertad de votar a nuestro representante en el Edén. ¿Nos hubiera satisfecho eso? ¿Y por qué queremos el derecho a votar a nuestro representante? ¿Por qué ponemos objeciones si el rey o cualquier otro soberano quiere designar a nuestros representantes por nosotros? La respuesta es obvia. Queremos estar seguros que nuestra voluntad se cumpla. Si el rey designa a mi representante, entonces tendré poca confianza de que mis deseos se cumplan. Temería que el representante designado estaría más deseoso de cumplir los deseos del rey que mis deseos. No me sentiría representado justamente.

Pero aun si tenemos el derecho de escoger a nuestros propios representantes, no tenemos garantía de que nuestros deseos serán cumplidos. ¿Quién entre nosotros no ha sido embaucado por políticos que prometen una cosa durante una campaña electoral y hacen otra cosa después de ser elegidos? Una vez más, la razón por la que queremos seleccionar a nuestro propio representante es que queremos estar seguros de ser representados justamente.

En ningún otro momento de la historia humana hemos sido representados más justamente que en el huerto del Edén. Sin duda, nosotros no escogimos a nuestro representante allí. Nuestro representante nos fue escogido. Aquel que escogió a nuestro representante, sin embargo, no fue el rey Jorge. Fue el Dios omnipotente. Cuando Dios escoge a nuestro representante, lo hace perfectamente. Su elección es una elección infalible. Cuando yo escojo a mis propios representantes lo hago falíblemente. A veces, selecciono equivocadamente a una persona, y soy entonces injustamente representado. Adán me representó infaliblemente no porque el fuera infalible, sino porque Dios es infalible. Dada la infalibilidad de Dios, nunca podré argumentar que Adán fuese una mala elección para representarme.

Lo que muchos de nosotros asumimos en nuestro conflicto con la Caída es que si hubiésemos estado allí, habríamos hecho una elección diferente. No habríamos tomado una decisión que hubiera hundido al mundo en la ruina. Tal suposición no es posible dado el carácter de Dios. Dios no comete errores. Su elección de mi representante es mejor que cualquier acto de elección humana.

Aun si concedemos que en efecto, estábamos perfectamente representados por Adán debemos aún preguntar si es justo ser representados en absoluto con tan alto riesgo. Solamente puedo responder que agradó al Señor hacer esto. Sabemos que el mundo cayó por medio de Adán. Sabemos que en algún sentido, Adán nos representó. Sabemos que nosotros no le escogimos a él para ser nuestro representante. Sabemos que la selección que Dios hizo de Adán fue una selección infalible. ¿Pero fue justo todo el proceso?

Sólo puedo responder a esta pregunta en última instancia haciendo otra pregunta, una que hizo el apóstol Pablo: “¿Hay injusticia en Dios?” (Rom. 9:14). La respuesta apostólica a esta pregunta retórica es tan clara como enfática: “En ninguna manera.” Si conocemos algo en absoluto acerca del carácter de Dios, entonces sabemos que El no es un tirano y que nunca es injusto. Su estructuración de las condiciones para poner a prueba a la humanidad satisfizo la propia justicia de Dios. Esto debiera ser suficiente para satisfacernos.

Sin embargo, aún disputamos. Aún contendemos con el Todopoderoso. Aún asumimos que de alguna manera, Dios nos hizo una injusticia y que sufrimos como víctimas inocentes de Su juicio. Tales sentimientos sólo confirman el grado profundo de nuestra caída. Cuando pensamos así, estamos pensando como hijos de Adán. Tales pensamientos blasfemos sólo subrayan en rojo cuán ciertamente estuvimos representados por Adán.

Estoy convencido que la idea federal de la Caída es sustancialmente correcta. Sólo ésta, de las tres que hemos examinado, hace justicia a la enseñanza bíblica acerca de la caída del hombre. Me satisface que Dios no es un tirano arbitrario. Se que soy una criatura caída. Esto es, se que soy una criatura y se que estoy caído. También se que no es por “culpa” de Dios por lo que soy pecador. Lo que Dios ha hecho por mi es redimirme de mi pecado. No me ha redimido de Su pecado.

Aunque la idea federal representativa de la Caída es sostenida por la mayoría de los calvinistas, debemos recordar que la cuestión de nuestra relación con la caída de Adán no es un problema peculiar del calvinismo. Todos los cristianos deben contender con él.

Es también vital ver la predestinación a la luz de la Caída. Todos los cristianos están de acuerdo en que el decreto divino de la predestinación tuvo lugar antes de la Caída. Algunos argumentan que Dios predestinó primero a algunos para la salvación y a otros para la condenación y entonces decretó la Caída para asegurarse que algunos perecerían. A veces, esta terrible idea es aún atribuida al calvinismo. Tal idea era repugnante para Calvino y es igualmente repugnante para todos los calvinistas ortodoxos. La noción se llama a veces “hiper-calvinismo”. Pero aun eso es un insulto. Esta idea nada tiene que ver con el calvinismo. Más bien que hiper-calvinismo, es anti-calvinismo.

El calvinismo, juntamente con otras ideas acerca de la predestinación, enseña que el decreto de Dios tuvo lugar antes de la Caída, y a la luz de la Caída. ¿Por qué es esto importante? Porque la idea calvinista de la predestinación siempre acentúa el carácter benévolo de la redención de Dios. Cuando Dios predestina a la gente para la salvación, está predestinando a la salvación a los que El sabe que realmente necesitan ser salvados. Necesitan ser salvados porque son pecadores en Adán, no porque El les forzara a ser pecadores. El calvinismo ve a Adán pecando por su propio libre albedrío, no por presión divina.

Sin duda, Dios sabía antes de la Caída que habría con toda seguridad una Caída, y emprendió la acción para redimir a algunos. Ordenó la Caída en el sentido de que escogió permitirla, pero no en el sentido de que escogiera presionarla. Su gracia predestinante es benévola precisamente porque El escoge salvar a personas que sabe de antemano que estarán espiritualmente muertas.

Una última ilustración puede ser de ayuda aquí. Nos enojamos ante la idea de que Dios nos exige a ser justos cuando estamos obstaculizados por el pecado original. Decimos: “Pero, Dios, no podemos ser justos. Somos criaturas caídas. ¿Cómo puedes hacernos responsables cuando sabes muy bien que nacimos con el pecado original?”

La ilustración es como sigue. Supongamos que Dios dijera a un hombre, “Quiero que termines de podar estos arbustos a las tres de la tarde. Pero ten cuidado. Hay un gran pozo abierto al extremo del huerto. Si caes en ese pozo, no podrás salir por ti mismo. Así pues, por encima de todo, mantente lejos de ese pozo.”

Supongamos que tan pronto Dios sale del huerto, el hombre corre y salta dentro del pozo. A las tres regresa Dios y encuentra los arbustos sin podar. Llama al hortelano y oye un débil clamor desde el extremo del huerto. Camina hasta el borde del pozo y ve al hortelano agitándose desesperadamente en el fondo. Le dice al hortelano: “¿Por que no has podado los arbustos que te dije que podaras?” El hortelano responde airadamente, “¿Cómo esperas que pode esos arbustos cuando estoy atrapado en este pozo? Si no hubieras dejado este pozo vacío aquí, no estaría en este apuro.”

Adán saltó al pozo. En Adán todos hemos saltado al pozo. Dios no nos arrojó en el pozo. A Adán se le advirtió claramente acerca del pozo. Dios le dijo que se mantuviera apartado. Las consecuencias que Adán experimentó por estar en el pozo fueron un castigo directo por saltar a el.

Así ocurre con el pecado original. El pecado original es tanto la consecuencia del pecado de Adán como el castigo por tal. Nacemos pecadores porque en Adán todos caímos. Aun la palabra caída tiene un poco de eufemismo que le da color de rosa al asunto. La palabra caída sugiere algún tipo de accidente. Más bien, el pecado de Adán no fue un accidente. Adán no resbaló simplemente en el pecado; saltó al mismo con los dos pies. Nosotros a su vez, saltamos de cabeza con el. Dios no nos empujó. No nos engañó. Nos hizo una advertencia adecuada y justa. La culpa es nuestra y sólo nuestra.

No es que Adán comiera las uvas agrias y nuestros dientes tengan la dentera. La enseñanza bíblica es que en Adán todos comimos las uvas agrias. Esa es la razón por la que nuestros dientes tienen la dentera.

Resumen del capítulo 4

1. La presencia penetrante y universal del pecado no puede explicarse adecuadamente como un mito.

2. La pecaminosidad del hombre no puede explicarse por la “sociedad”.

3. La sociedad está formada por individuos, cada uno de los cuales debe ser pecador antes que la sociedad como un todo pueda estar corrupta.

4. El realismo también fracasa como explicación porque implica un enfoque fantasioso de la Escritura.

5. La idea federal de la Caída toma en serio el papel jugado por Adán como nuestro representante.

6. Adán nos representó perfectamente no en virtud de su perfección, sino en virtud de la selección perfecta de Dios.

7. Todos los cristianos deben tener alguna idea de la caída

8. La gracia salvadora de Dios se dirige hacia aquellos que El sabe que son criaturas caídas.

Sproul, R. C. (2002). Escogidos por Dios (pp. 55–70). Graham, NC: Publicaciones Faro de Gracia.

1 Crónicas 17 | Santiago 4 | Jonás 1 | Lucas 6

22 NOVIEMBRE

1 Crónicas 17 | Santiago 4 | Jonás 1 | Lucas 6

1 Crónicas 17 es un paralelo bastante cercano de 2 Samuel 7. En ambos pasajes, David expresa su deseo de edificar una “casa” a Dios. El profeta Natán aprueba inicialmente el proyecto, pero luego, habiendo recibido una revelación explícita de Dios, le presenta a David un cuadro muy distinto. No es que David le construirá una “casa” a Dios, sino que Dios le construirá una “casa” a David; es decir, una “familia” (como la palabra original es ambigua, el juego de significados es intencionado). La “casa” que Dios le edificará a David es la dinastía davídica. El linaje de David jamás sufrirá la suerte de Saúl y su estirpe. Cuando la descendencia de David peque, los juicios de Dios serán temporales (17:12–14); el linaje no será destruido.

David responde con una oración conmovedora (17:16–27) que respira gratitud. La oración es maravillosa porque se centra en Dios; David es plenamente consciente de que si a su linaje se le trata de manera distinta que al de Saúl, la diferencia final es la gracia. Así que las últimas palabras de la oración son francamente emotivas y reveladoras: “Tú, Dios mío, le has revelado a tu siervo el propósito de establecerle una dinastía, y por eso tu siervo se ha atrevido a dirigirte esta súplica. Oh Señor, ¡tú eres Dios y has prometido este favor a tu siervo! Te has dignado bendecir a la familia de tu siervo, de modo que bajo tu protección exista para siempre. Tú, Señor, la has bendecido, y por eso quedará bendita para siempre” (17:25–27).

No debemos olvidar, sin embargo, que estas palabras se tienen que leer como parte de una obra de dos volúmenes—1 y 2 Crónicas—cuyo relato termina en un absoluto desastre para el linaje davídico, con la excepción de los últimos dos versículos de 2 Crónicas, que ofrecen un rayo de esperanza. Hoy día, los ubicamos automáticamente dentro del marco global del relato bíblico y vemos dónde encajan en el patrón que levanta a Jesús, el máximo rey davídico. Pero los primeros lectores no disponían de nuestra perspectiva; tampoco la tenía el compilador desconocido que organizó todos los registros de la corte y de otras fuentes, cubriendo cerca de quinientos años de historia, para crear lo que hoy conocemos como “1 y 2 Crónicas”.

El mero cinismo o la brutalidad de su experiencia en el exilio, pudieron haberles llevado a minimizar las palabras que vemos en 1 Crónicas 17:27: “Te has dignado bendecir a la familia de tu siervo, de modo que bajo tu protec ción exista para siempre. Tú, Señor, la has bendecido, y por eso quedará bendita para siempre”. En cambio, las palabras les sirvieron de promesa estabilizadora cuando todas sus experiencias recientes parecían contradecirlas. En resumen, nos muestran lo que significa caminar por fe en las promesas de Dios, y no por vista.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 326). Barcelona: Publicaciones Andamio.

La madera de cedro

El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano.

Salmo 92:12

El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.

Isaías 40:29, 31

La madera de cedro

¡Allí estaba la pirámide más antigua del mundo! Se decía que tenía más de 4.000 años. Nuestro grupo escuchaba atentamente al egiptólogo darnos todos los detalles históricos concernientes a ese gigantesco edificio. Luego señaló un punto particular, y todas las miradas se dirigieron hacia algo color marrón que no era de piedra. Nuestro guía nos explicó: «Son vigas de madera de cedro del Líbano; fueron transportadas hasta aquí en barco, y se han conservado durante 4.000 años sin pudrirse».

El cedro es un árbol de crecimiento lento, cuya madera resiste especialmente a la podredumbre y a las agresiones de los insectos.

Amigos cristianos, a veces nos parece que nuestro crecimiento y desarrollo espirituales llevan mucho tiempo. ¡Pero nuestra formación dura toda nuestra vida! No somos nosotros los que debemos observar y evaluar nuestro desarrollo espiritual. Dejemos esto al Señor y tratemos de agradarle cada día. Estamos en la escuela de un Dios paciente y sabio. Ahí, ante nuestras responsabilidades diarias, en el trabajo, en la familia, somos formados por él para tener más comunión, más dependencia y confianza solo en él.

“El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”, escribió el apóstol Pablo (Filipenses 1:6). Oremos al Señor Jesús, leamos su Palabra, reunámonos con otros cristianos, y “no nos cansemos, pues, de hacer bien” (Gálatas 6:9).

Job 28 – Hebreos 11:1-22 – Salmo 131 – Proverbios 28:9-10

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
ediciones-biblicas.ch – labuena@semilla.ch

PIENSE DEBIDAMENTE

PIENSE DEBIDAMENTE

11/21/2017

Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.  (Hechos 17:11)

Es alarmante ver que nuestra cultura tiene más interés en la emoción y el pragmatismo que en pensar. Eso es evidente cuando las personas se preguntan muchas veces “¿Cómo me hará sentir eso?”, en vez de preguntarse “¿Es esa la verdad?” Ese enfoque equivocado también es evidente en la teología actual, en la que predominan las preguntas “¿Dividirá?” y “¿Ofenderá?” en lugar de “¿Es correcto?” No hay muchas personas como las de Berea, a quienes la Biblia describe como “más nobles” porque estaban interesadas en buscar la verdad, no en las emociones ni en las circunstancias agradables.

Muchísimas personas van actualmente a la iglesia no a pensar ni a razonar acerca de la verdad, sino a experimentar ciertas emociones. Pero vivir de emociones en vez de pensar debidamente producirá inestabilidad. En su libro Your Mind Matters [Su mente tiene importancia], John Stott explica este punto: “El pecado tiene más efectos peligrosos en nuestra facultad de sentir que en nuestra facultad de pensar, ya que nuestras opiniones pueden comprobarse y regularse más fácilmente que nuestras experiencias con la verdad revelada”.

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La seriedad de la gratitud

NOVIEMBRE, 21

La seriedad de la gratitud

Devocional por John Piper

En los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, avaros, jactanciosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos…(2 Timoteo 3:1-2)

Notemos que la ingratitud aparece junto a la soberbia, las blasfemias y la insubordinación.

En otro pasaje, Pablo dice: «Ni siquiera se mencionen entre vosotros… ni obscenidades, ni necedades, ni groserías… sino más bien acciones de gracias» (Efesios 5:4). Al parecer, la gratitud es lo opuesto a la maldad y la violencia.

Esto se debe a que la gratitud es un sentimiento humilde, y no soberbio. Exalta a los demás, no a uno mismo. Surge de un corazón alegre, no de la ira ni de la amargura.

La clave para tener un corazón agradecido y sobreponerse a la amargura, la maldad, la irreverencia y la violencia es una fe firme en Dios, el Creador, Sustentador, Proveedor y Dador de Esperanza. Si no creemos que estamos totalmente en deuda con Dios por todo lo que tenemos o esperamos tener, entonces la misma fuente de la gratitud se ha agotado.

Por eso concluyo que el aumento en la violencia, el sacrilegio, la maldad, y la insubordinación que se ve en los últimos tiempos está relacionado con Dios. El problema fundamental es la falta de sentimientos de gratitud en los niveles más altos de nuestra dependencia.

Cuando la fuente de gratitud dirigida a Dios, en lo alto de la montaña, se seca, pronto los depósitos de gratitud empiezan a secarse en las partes más bajas de la montaña. Y cuando la gratitud se agota, la soberanía de la persona sobre sí misma permite más y más corrupción para su placer.

Oremos para que haya un gran avivamiento de humilde gratitud.


Devocional tomado del articulo “Violence, Ugliness, and Thanksgiving”

Todos los derechos reservados ©2017 Soldados de Jesucristo y DesiringGod.org

Viendo la cruz desde la perspectiva de Dios

Viendo la cruz desde la perspectiva de Dios

John MacArthur

http://www.gracia.org/AudioPlayer.aspx?ID=479

En este viaje en particular, en el último mes, tuve la oportunidad de estar con incrédulos más de lo que normalmente estoy, estar en su presencia y estar, en cierta manera, desconectado del círculo normal de amigos cristianos en el que vivo y me muevo y estoy. Y continúa haciéndome estar agradecido por la salvación que Dios me ha dado el ver cómo la gente sin Cristo lucha en la vida tratando de llenarla con algo de significado. Y de reconocer al mismo tiempo, que tengo tantos privilegios, soy tan indigno del privilegio que Dios me ha dado y que Dios, en Su gracia infinita ha diseñado salvarme es causa de gran gozo.

Y entonces, he estado pensando mucho acerca simplemente de la simplicidad y el centro del enfoque del cristianismo, el cual es la muerte de Jesucristo en la cruz y lo que significa en mi propia vida como alguien que enseña la Biblia y la estudia y que escribe libros y que está inmerso en la teología y los comentarios. Es fácil para mí ser arrastrado por las olas de los detalles con los que vivo mi vida y fue bueno para mí estar algo aislado y con mucha frecuencia, en un contexto de incrédulos y ser traído de regreso a la simplicidad de mi relación con Jesucristo provisto a través de Su muerte en la cruz y en Su resurrección.

Al mismo tiempo, estoy muy consciente del hecho de que las iglesias están llenas de personas que realmente no entienden este mensaje salvador que continuamente tengo en mi mente. Cuando estuve de regreso en Maryland, en una conferencia bíblica en Chesapeake Bay, tuve la ocasión de ser recordado diariamente, por parte de personas que habían asistido a iglesias durante años ahí y nunca habían llegado a una relación personal con Jesucristo hasta que escucharon Grace To You y oyeron un mensaje claro del Evangelio. Continúa sorprendiéndome el hecho de que hay gente que puede existir en iglesias durante largos períodos de tiempo y no conocer la Verdad salvadora.

Compartí con ustedes que en una de mis vacaciones en el pasado tuve la ocasión de leer el libro de Ian Murray acerca de Jonathan Edwards y leí ese libro con gran interés porque al final de ese libro, aunque él fue el más grande teólogo quizás esta nación jamás haya producido, ciertamente uno de los más profundos, y aunque durante 22 años él predicó en la Iglesia de Northampton, las riquezas inescrutables de Cristo y expuso las Escrituras y fue el instrumento primordial en el gran avivamiento, y aunque él fue fiel en predicar todo el consejo de Dios, después de 22 años como pastor de su Iglesia, su iglesia lo expulsó mediante un voto.

Y la razón por la que votaron por expulsarlo fue porque él quiso demandar que nadie podía tomar la comunión a menos de que hubiera confesado a Jesús como Señor y Salvador. Ellos pensaron que eso era excesivo. Y entonces, lo expulsaron. Y entonces, después de que él estuvo 22 años enseñando teología y doctrina y su gran profundidad a esa congregación, él se dio cuenta de que había todavía personas no convertidas cuando él llegó y que todavía había suficientes personas no convertidas después de 22 años para terminar votando en contra de él y expulsarlo de la Iglesia. Quizás, si él hubiera regresado, el habría predicado más mensajes acerca del Evangelio simple, no fuera que alguien de alguna manera no comprendiera y se perdiera el mensaje que se encuentra en el corazón de nuestra fe. Es a la luz de eso que quiero pedirle que abra su Biblia al capítulo 3 de Romanos en esta mañana. Y quiero llevarlos al principio por así decirlo.

Ha pasado mucho tiempo desde que tomamos un domingo por la mañana para ver la obra de Jesucristo en la cruz. El tiempo ha llegado para que repasemos eso. Ahora, la muerte de Jesucristo puede ser vista de diferentes maneras y desde diferentes perspectivas, como usted bien sabe. En la mayoría de los casos, cuando examinamos la muerte de Jesucristo lo vemos desde nuestro punto de vista. Llegamos a la cruz y la vemos a través de los ojos del hombre. Vemos la cruz de Jesucristo como ese acto mediante el cual Cristo proveyó la salvación para nosotros, mediante el cual Él nos salvó del pecado y la muerte y el infierno y el poder de la carne, mediante el cual Él nos libró del reino de las tinieblas y nos colocó en el Reino de Su amado Hijo, mediante el cual Él nos llevó a ese lugar en donde somos bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales, mediante el cual Él nos libró de la ira venidera, mediante el cual Él nos tomó a nosotros, quienes éramos enemigos y nos hizo amigos de Dios. Mediante el cual Él nos concedió vida eterna y todo lo que eso involucra. Lo vemos desde nuestro punto de vista. Podría ser visto desde ese punto de vista y es legítimo hacerlo. También podríamos venir a la cruz y verlo desde el punto de vista de los ángeles santos.

Los ángeles, por cierto, ven la cruz y están viendo la cruz y la están examinando y están viendo la obra expiatoria de Cristo tratando de comprender y entender sus grandes misterios profundos, misterios que ellos no pueden entender de manera plena porque no experimentarán de manera plena, ya que los ángeles santos no necesitan redención. Ellos ven la maravilla y la majestad y la gloria de la mente de Dios y la bondad de Dios y el amor de Dios conforme Él provee para pecadores indignos. Ellos tienen una perspectiva fascinante. Podríamos ver la cruz desde el punto de vista de Satanás y sus demonios. Ellos ven la cruz en el punto en el cual el Hijo hirió la cabeza de la serpiente. Es el punto en el que tenía el poder de la muerte, Satanás, fue destruido por el que ahora tiene el poder de la muerte, el Señor Jesucristo quien es el Alfa y el Omega, el principio y el fin. Los demonios ven la cruz a través de sus propios ojos. Ellos pensaron que era su momento de victoria y en una milésima de segundo, Jesús apareció en el foso para anunciar Su triunfo sobre ellos; y Él ha desplegado de manera abierta Su victoria sobre los principados y las potestades y los gobernadores y demás.

Podríamos ver la cruz desde el punto de vista de los demonios. Inclusive, podríamos ver la cruz a través de los ojos de Jesucristo. Inclusive, podríamos verla como Él la debió haber visto. Podríamos verla a través de la agonía abrumadora de este tipo de situación en la que Él llevó el pecado y ese rechazo y oírlo clamar ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?’ También podríamos ver la cruz como el momento de Su gloria porque Él dijo: ‘si Yo soy levantado, Yo atraeré a todos los hombres a Mí mismo.’ También podríamos verla como la verificación de Su palabra, porque Él prometió que Él moriría y Su promesa se cumplió ahí.

También podríamos verla como el momento de Su triunfo más grande, cuando Él de hecho hirió la cabeza de la serpiente. Podríamos verla como la gran demostración de Su amor, porque Él dijo, ‘ningún hombre tiene mayor amor que este, que el poner la vida por sus amigos.’ Usted puede ver la cruz, por así decirlo, a través de Sus ojos. Usted puede verla a través de los ojos de los ángeles santos, ángeles caídos, a través de los ojos de Cristo mismo y ver Su gloria; pero en esta mañana, quiero que veamos la cruz en relación a Dios, a Dios mismo, Dios Padre.

¿Qué significó para Dios? Nosotros sabemos lo que significó la muerte de Jesús para nosotros. Nosotros sabemos lo que significó para los ángeles santos. Les dio un nuevo versículo para sus grandes himnos de alabanza. Nosotros sabemos lo que significó para los demonios, fue el fin de su control sobre su propio destino. Sabemos lo que significó para Cristo. Pero, ¿qué es lo que significó para Dios? ¿Qué es lo que la muerte de Cristo significó para Dios? ¿Cómo representó a Dios? ¿Cómo glorificó a Dios, cuál es Su perspectiva acerca de este gran acontecimiento?

Y para entender eso, observe Romanos, capítulo 3 y siga conforme leo en el versículo 24. “Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en Su sangre, para manifestar Su justicia, a causa de haber pasado por alto, en Su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo Su justicia, a fin de que Él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús. ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley. ¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles. Porque Dios es uno, y Él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión. ¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley.”

Ahora, este gran texto nos dice lo que la cruz significó para Dios. Lo que la muerte de Cristo, la muerte expiatoria de Cristo, el sacrificio en donde Cristo derramó Su sangre significó para Dios. Cuatro cosas sobresalen. Declaró la justicia de Dios. Exaltó la gracia de Dios. Reveló la coherencia de Dios y confirmó la Palabra de Dios. Estamos en un servicio de adoración en esta mañana. Nuestra intención es adorar a Dios; y entonces, es apropiado que al adorarlo, veamos la cruz en relación a Él, para que podamos adorarlo por Su justicia, Su gracia, Su coherencia y Su ley o Su Palabra.

Veamos la primera, la cruz reveló la justicia de Dios. Versículo 24. “Siendo justificados gratuitamente por Su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en Su sangre, para manifestar Su justicia.” Y nos detendremos ahí por un momento. Cristo murió en la cruz para demostrar o revelar o declarar la justicia de Dios. Este es un tema muy, muy, esencial y muy, muy importante. Los hombres siempre han luchado con este asunto. ¿Por qué?

Porque cuando usted entiende que Dios es un Dios justo y usted entiende que usted es un pecador, lo coloca a usted en una posición muy difícil. ¿Cómo puede un hombre pecaminoso estar bien con Dios? Esta es la pregunta del corazón del hombre de años, ¿cómo puedo conocer a Dios? ¿Cómo puedo ser perdonado por Dios? ¿Cómo puedo estar bien con Dios? Es esa misma pregunta la que ha producido la religión. La religión en todo sentido es un intento por responder esa pregunta. Por resolver el clamor del corazón de un hombre o apaciguar sea cual sea la deidad en la que pueda creer. Bajo cuya autoridad se sienta a sí mismo y bajo cuyo juicio, él tiembla. ¿Cómo puedo estar bien con Dios? ¿Es Dios un Dios justo, santo?; y si lo es entonces ¿cómo puedo apaciguarlo? ¿Cómo puedo satisfacer Sus requisitos de santidad, perfección, justicia y estar bien con Él?

Un pecador, de una manera más bien prosaica, expresó sus reflexiones de esta manera: “aunque alguien quiera quisiera disputar con Él, no podría responderle una vez de mil, Su sabiduría es profunda, Su poder es vasto, ¿quién ha resistido a Él y ha salido sin ninguna herida? Él mueve montañas sin que lo sepan y Él las voltea en Su enojo. Él sacude la tierra de su lugar y hace que los pilares tiemblen. Él le habla al sol y no brilla. Él sella la luz de las estrellas. Sólo Él estira los cielos y Él pisa las olas del mar. Él hace las constelaciones de la Osa Mayor, Orión, las Pléyades y las constelaciones del sur. Él hace maravillas que no pueden ser escudriñadas. Milagros que no pueden ser contados. Cuando Él me pasa, no lo puedo ver. Cuando Él pasa, no lo puedo percibir. Si Él arrebata, ¿quién lo puede detener? Y quién le puede decir: ¿qué estás haciendo? Dios no restringe Su enojo, inclusive los grupos de Rahab se acobardan a Sus pies. ¿Cómo puedo yo disputar con Él? ¿Cómo puedo yo encontrar palabras para discutir con Él aunque yo fuera inocente, no le podría responder? Yo no podría rogar con Mi juez por misericordia. Aún si lo llamare y Él respondiere, no creo que Él me diera un oído. Él me aplastaría con una tormenta y multiplicaría mis heridas sin razón alguna. Él no me permitiría recuperar mi aliento, sino que me abrumaría con miseria. Si es cuestión de fortaleza, Él es poderoso. Si es cuestión de justicia, ¿quién lo va a llamar a cuentas? Inclusive si yo fuera inocente, mi boca me condenaría. Si yo fuera irreprensible, me pronunciaría culpable.” Las reflexiones de un hombre que teme que nunca podría estar bien con Dios.

Y muchas sugerencias se hacen acerca de cómo un hombre puede estar bien con Dios, las llamamos religión. Pero fuera del cristianismo, todos ellas involucran el mérito humano y las obras. Y ellas no satisfacen a Dios. No proveen nada para nosotros. No nos hacen estar bien con Él. ¿Se acuerda usted de Bildad, el amigo de Job? Haciendo un eco del clamor de Job, ‘¿Cómo puede un hombre estar bien con Dios? ¿Cómo puede ser limpio?’ Y usted se acuerda de Pablo en el camino a Damasco, ¿qué quieres que haga? ¿Y se acuerdan ustedes de aquello que oyeron a Pedro clamar ¿qué haremos? ¿Y se acuerda usted de aquellos que estaban oyendo a Jesús y dijo ¿qué haremos para hacer las obras de Dios? Y se acuerda usted del carcelero de Filipos que pregunto qué debía hacer para ser salvo. ¿Cómo puedo estar en relación con un Dios justo, santo? Ese siempre ha sido el clamor del corazón del hombre.

Ahora, si Dios simplemente descendiera y perdonara al hombre, le daría un golpe a Su justicia y algunos dirían: “Bueno, la justicia de Dios es un capricho y Él entra y sale de ella y la cambia, porque a algunos pecadores los juzga y a otros los condena y a otros perdona. Y no puedes confiar en Su justicia y no puedes confiar en Su santidad y no puedes confiar que Su justicia sea absoluta.” No obstante, Dios quiere que usted sepa que Su naturaleza es inmutable en todo atributo y así como Su justicia, santidad, son inmutables e incambiables y son absolutamente coherentes. Y entonces, Dios diseñó un plan que demostraría, revelaría Su justicia, dice el versículo 24, que somos justificados, que somos llamados a estar en una relación correcta con Dios como un regalo por Su gracia. A través de la redención que es en Cristo Jesús.

Ahora escuche, no hay nada que ninguna persona pueda hacer para estar bien con Dios. No hay nada que ninguna persona pueda hacer para satisfacer el requisito de Dios de santidad y justicia. No hay nada que ningún algún ser humano pueda hacer para satisfacer la justicia de Dios.

Y entonces, si no podemos hacer nada, ¿la iniciativa tiene que estar en quién? Con Él. Y entonces, dice Pablo, somos justificados como un regalo por Su gracia. Dios nos da una justificación, una justicia. Dios nos da una relación correcta con Él. Nosotros no podríamos hacerlo. Nosotros nunca podríamos satisfacer Sus demandas justas. Después de todo, si Jesús dijo, ‘sed pues vosotros perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.’ Y recordamos las palabras de Isaías, ‘todas vuestras justicias son como trapos de inmundicia.’ En nuestra mejor condición, sólo podríamos ser trapo de inmundicia, nunca podríamos ser perfectos, por lo tanto nunca podríamos alcanzar una relación con Dios que satisficiera a Dios.

Entonces, Dios nos dio un regalo. Él lo tuvo que dar, en otras palabras, lo que no podríamos ganar. Eso es un regalo, ¿no es cierto? Usted no se gana un regalo. Si usted lo ganara, no es un regalo, es paga. Entonces, Él nos dio un regalo, y al darnos un regalo, alguien podría decir que Dios entonces no es un Dios justo, porque no es justo que te de un regalo cuando no lo mereces. Dios no es un Dios santo porque Él está pasando por alto tu pecado. Dios no es un Dios justo porque Él está tolerando tu injusticia. Dios te está aceptando como eres, lo cual significa que Él ha rebajado Su estándar. Esa sería la acusación y eso estaría en los labios de un fariseo, créame.

Y entonces, Pablo dice: pero Dios nos dio un regalo y salió de Su gracia, lo cual significa que fue inmerecido y no nos lo ganamos. Y nos lo dio a través de la redención que es en Cristo Jesús.’ La palabra redención significa un rescate, ¿sabe usted lo que significa un rescate?, alguien secuestra a un niño y lo lleva a un lugar y dice el rescate es de $200,000 si quieres comprar de regreso el niño, ése es el precio. El rescate significa pagar un precio para comprar a alguien de regreso. Era usado en tiempos antiguos para comprar a un esclavo de la esclavitud y sacarlo a libertad, llevarlo a la libertad. Y entonces, Dios dice ‘mira, te voy a dar el regalo de una relación correcta conmigo, el regalo del perdón de pecados, el regalo de la vida eterna pero el precio será pagado.’ Y fue pagado, Él dice, en Cristo Jesús. No es que Dios de manera caprichosa simplemente hace a un lado Su justicia, hace a un lado Su santidad y dice ‘te voy a amar por un rato. Yo voy a mostrar gracia por un tiempo. Voy a ser misericordioso por un tiempo y voy a ignorar esas cosas.’ No. La santidad de Dios y la justicia de Dios nunca pueden ser hechas a un lado. Dios siempre operará de manera coherente con Su naturaleza.

Y entonces, lo que Él hace, que es bueno y lleno de gracia y misericordioso, también será santo justo y recto. ¿Cómo es que Él hizo eso? Lo hizo a través del precio pagado por Cristo Jesús. En otras palabras, Él era tan santo y justo y recto, que algún precio tuvo que ser pagado por el pecado, el precio fue establecido, muerte, pero Él el fue tan amoroso, tan lleno de gracia y misericordia que dio a Su propio Hijo para pagar el precio. La justicia fue satisfecha y también lo fue la gracia. La santidad fue satisfecha y también lo fue la misericordia. La justicia fue satisfecha y también lo fue el amor.

Y entonces, dice en el versículo 25 que Dios manifestó a Cristo públicamente como propiciación en Su sangre. Deténgase en ese punto. Dios desplegó a Cristo públicamente. ¿Qué significa eso? Simplemente lo que dice, Él lo levantó en donde todos lo pudieron ver. Lo puso como propiciación, esa palabra, hilastērion en el griego significa una satisfacción. Una satisfacción. La crítica, como puede usted ver, es que Dios no fue justo, recto y santo. Si Él simplemente pasara por alto el pecado, porque como puede ver, al final del versículo 25, dice: “…para manifestar Su justicia, a causa de haber pasado por alto, en Su paciencia, los pecados pasados…” ¿Cómo puede Dios hacer eso y ser Dios? ¿Cómo podía Él pasar por alto, como dice en Hechos, los pecados de todas esas generaciones? ¿Cómo podía tolerar todo eso? Porque alguien tenía que pagar el precio.

¿Cómo podía Él perdonar a los pecadores? ¿Cómo Él simplemente perdonarlos y todavía ser justo? Porque el precio sería pagado. Su justicia y santidad y rectitud serían satisfechas. Y supongo que para algunas personas les parece como si la justicia divina estuviera dormida, como si la rectitud divina se hubiera ido de vacaciones, como de la santidad divina estuviera en coma. Los hombres pecaron aquí abajo y se salieron con la suya. Ellos vivieron,  prosperaron, ¿dónde está la paga del pecado? ¿Qué hay acerca del alma que pecare morirá? Y luego, están todos estos predicadores que dicen que Dios va a perdonar, que Él perdonará. Él es un Dios de misericordia y amor y gracia, Él perdonará. Y entonces surge la pregunta inmediatamente: ‘espera un minuto, espera un minuto, Dios es Santo y justo y Él no puede estar simplemente pasando por alto el pecado. Tiene que ser castigado. No puede nada más ser disculpado, no puede desaparecer, no puede ser ignorado. Ninguna cantidad de optimismo. Ninguna cantidad de amor o misericordia o gracia puede hacer al pecado a un lado y dejar de demandar su paga. Un Dios tan santo nunca podría pasar por alto el pecado y estar contento con la maldad y aunque Él ama al pecador profundamente, Él no puede perdonar al pecador a menos de que Su justicia fuera satisfecha.

Y entonces, la pregunta es ¿cómo puede un hombre pecador ser aceptable para un Dios justo? Alguien tiene que pagar el precio. Y Dios, a partir de Su amor, escoge no castigar al pecador, sino castigar a Su Hijo. Por lo tanto, Él así preserva la integridad de Su naturaleza y Su reputación y también le da lugar a Su gracia. Si el pecador fuera a sufrir por su propio pecado, él sufriría eternamente e inclusive la eternidad no podría pagar el precio o la eternidad terminaría.

Pero Dios es un Dios de gracia y provee un sacrificio. Jesucristo murió la muerte que usted merecía. El que no conoció pecado, por nosotros le hizo pecado. El murió en nuestro lugar. Él es nuestro sustituto. Él tuvo que ser hombre para morir como hombre. Él tuvo que ser Dios para vencer la muerte y el pecado y entonces el Dios hombre tuvo que sufrir. Jesús dijo que el Hijo del Hombre tiene que sufrir y ser matado. Él lo sabía. Y la primera Iglesia predicaba por qué Cristo necesitaba haber sufrido. Los sacrificios de todos los bueyes y todas las cabras no lo podían hacer. Hebreos 10 dice, por la sangre de los bueyes y las cabras ninguna sangre ha sido santificada. Era un sacrificio animal lo que lo hizo. Era simplemente un retrato del sacrificio que estaba por venir. No es mérito humano. Nada de lo que usted puede hacer puede satisfacer a Dios. Tiene que ser pagado un precio. Es el precio de derramar la sangre y la muerte, Cristo lo pagó.

Salmo 49:7 y 8 dice ‘ninguno de ellos pudo redimir a su hermano ni darle a Dios un rescate por él, porque la redención de sus almas es costosa, el precio es más elevado de lo que cualquier ser humano puede pagar’. Pero fue pagado por Cristo. Ningún pecador podía expiar por los pecados de otros pecadores, y entonces Cristo, el Perfecto, pagó el precio de la justicia de gran divina y llevó los pecados del mundo entero. La muerte de Cristo, entonces, no sólo fueron acto de gracia, sino que fue un acto de justicia.

Sería tan amable de observar en el versículo 25, dice que ‘Él es la propiciación por medio de la fe en Su sangre’. Y al final del versículo 26, ‘y el que justifica es de la fe en Jesús’. Esta provisión, este sacrificio de Cristo es apropiado a través de la fe. A través de la fe, a través de creer, eso es tan esencial. Tan elemental para nuestra fe. Usted se apropia de la obra de Cristo al creer.

La verdadera fe. Entonces Dios, en la cruz, despliega Su justicia, rectitud, santidad, tan justo y recto y santo es Él que por mucho que quiera perdonar al pecador, no lo puede hacer a menos de que el precio sea pagado, inclusive si el precio tiene que ser pagado por Su propio Hijo. Así de justo es Dios. Él nunca puede ser acusado de ser injusto o alguien no recto. Su justicia quedó satisfecha por el Cordero perfecto sin mancha que pagó el precio perfecto. Entonces, nosotros no fuimos redimidos por cosas corruptibles, sino por la sangre preciosa de Cristo. Vemos entonces en la cruz, la justicia, la rectitud de Dios.

En segundo lugar, la cruz exalta la gracia de Dios. La cruz exalta la gracia de Dios. Versículo 27. Nuevamente, alguien va a hacer otra pregunta, si esto es todo de Dios, entonces ¿qué parte tenemos en esto? Y la respuesta es ninguna básicamente. No hay lugar para la jactancia. ¿Dónde pues está la jactancia? Queda excluida. Queda excluida; la salvación es la obra de Dios en su totalidad. Las Escrituras presentan eso de manera abundantemente clara y profundamente clara: “porque por gracia sois salvos por medio de la fe y esto no de vosotros porque es don de Dios, no por obras para que nadie se gloria.”

Todo componente en la salvación es la obra de Dios. Él inclusive activa, da vida a nuestra fe. Para que podamos creer. Y entonces, Pablo dice, ¿dónde pues esta la jactancia? Queda excluida. No hay lugar alguno para la jactancia. Queda afuera en su totalidad. Por cual ley, dice el versículo 27. ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. En otras palabras, si no tengo nada que ver en esto, si esto no es por obras, ¿cómo es que esto funciona? Cuando él pregunta por qué tipo de ley, permítame ayudarle con eso, la palabra ley aquí significa principio. No tanto como un fiat, como pensamos en una ley, como en los diez mandamientos o en alguna ley que Dios haya establecido, sino un principio, un principio operativo, es usado de la misma manera en Romanos 7 y en otros lugares.

Pero él dice, muy bien entonces, si esta salvación no es algo que yo hago por mis obras y no me puedo jactarme de ello, entonces, ¿por qué tipo de principios funciona? ¿De obras? No, sino por el principio de la fe. Sólo el principio de la fe va a exaltar a Dios, glorificar a Dios, porque quita todo de las manos del hombre.

Y la ley aquí o el principio aquí o el método mediante el cual la salvación opera es el principio, el método del principio de la ley de la fe. Y entonces, cuando no podemos hacer nada más que tan sólo recibir el regalo por fe sabemos que es el regalo de gracia. Y entonces, la gracia de Dios es exaltada aquí. Y el único que se puede jactar es Dios, porque Él por gracia, regresando al versículo 24, nos ha dado un regalo, una dádiva, el cual puedo recibir o rechazar. No tenemos ninguna parte en él fuera de tomarlo. Y ya. Él quita los recursos de aquellos que dicen que siempre hacen lo mejor que pueden, que siempre viven una vida decente, que son una buena persona, que seguro que Dios no los va a pasar por alto. Y él simplemente dice que todo es la obra de Dios.

Después, en el versículo 28, concluimos pues que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley. La única contribución que hacemos es creer e inclusive el creer es una obra de Dios dentro de nosotros. ¿Se acuerda de lo que Pablo dijo en 1 Corintios 10? ‘Yo soy lo que soy, ¿por qué? Por la gracia de Dios; el escritor del himno dijo: ‘mi esperanza no está edificada sobre nada más que la sangre y la justicia de Jesús. No me atrevo a confiar en la estructura más dulce, cualquier cosa que sea que el hombre pueda diseñar, sino a apoyarme de manera total en el nombre de Jesús.” Y entonces, el principio, Pablo dice, bajo el cual operamos en términos de salvación, es un principio de fe en respuesta a la gracia. Vemos la cruz y vemos la gracia de Dios en despliegue. Él lo hace todo. Cristo paga el precio; y Dios se mueve hacia nosotros en gracia, dándonos un regalo. Todo lo que nosotros podemos hacer es rechazarlo o recibirlo.

Ahora, éste es el corazón mismo de la salvación, la fe salvadora. Y debido a que él habla de una manera tan importante de esto, versículo 24, él lo dice, justificados por la gracia; versículo 25, lo recibimos por medio de la fe. Versículo 26, nosotros lo recibimos por medio de la fe. Versículo 27, no es ley, es fe. Versículo 28, es fe, no ley. Eso es mucho énfasis en la fe. Y debido a eso, necesito decirle, que es la fe lo que se encuentra en el corazón de nuestro cristianismo. Y quiero darle un pequeño examen para ayudarle a exterminar su fe. Estoy convencido que las iglesias están llenas de personas que tienen un tipo de fe que no salva. Santiago la llamó una fe muerta. Segunda de Corintios 13:5 dice ‘examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe’. Usted debe asegurarse de que su fe es real. Ahora, conforme se ve a su mismo y se está preguntando si realmente es un cristiano, si realmente se ha apropiado de este regalo que Dios da. ¿He creído genuinamente? ¿Qué es lo que usted busca en su fe para discernir si su fe es real? ¿Cuáles son las marcas?

En primer lugar, permítame mostrarle algunas cosas que ni prueban ni descalifican la fe salvadora, ¿muy bien? Le voy a dar un la pequeña lista de cosas que no prueban nada. Usted podría ser un cristiano, usted podría no ser un cristiano y todavía tener esas cosas. Estas cosas no prueban ni desaprueban la fe salvadora, pero necesita saber lo que son para que no se engañe.

Número uno, la vida dice la moralidad visible. Moralidad visible. ¿Qué quiero decir con eso? Bueno, algunas personas, simplemente son buenas personas. Algunas de ellas son muy religiosas, como las personas mormonas que por fuera parecen ser muy morales o las personas católicas romanas o cualquier otro tipo de secta o religión. Algunas personas simplemente son buenas personas. Son honestas, son transparentes en su trato, son personas agradecidas. Son personas amables y tienen una moralidad externa visible. Y por cierto, los fariseos realmente descansaban en eso para su esperanza. Son personas amorosas, algunas de ellas son personas tiernas de corazón; pero de amar y servir a Dios, no saben nada ni sienten nada.

Sea lo que sea que la persona hace o deja de hacer, no involucra a Dios. Esta persona es honesta en su trato con todo el mundo excepto con Dios. Él no va a robar a nadie más que a Dios. Él está agradecido y es leal con todos, excepto con Dios. Él no desprecia a nadie ni habla mal de nadie, más que de Dios. Él tiene buenas relaciones con todas las personas, menos con Dios. Él es muy parecido al joven rico y él dijo’ todo esto he guardado, ¿qué me falta?’ Esto es moralidad visible, pero no necesariamente significa salvación. La gente puede limpiar su vida mediante reforma en lugar de que sea mediante regeneración.

En segundo lugar, otra cosa que no aprueba ni desaprueba la fe salvadora es conocimiento intelectual. Conocimiento intelectual. Esto no prueba que una persona tiene una fe verdadera. El conocimiento de la Verdad es necesario para salvación y la moralidad visible es el fruto de la salvación, pero ninguno de los dos es equivalente a la salvación. Como puede ver, usted puede saber todo acerca de Dios y puede saber todo acerca de Jesús y quién fue, y Él vino al mundo y resucitó y Él regresará e inclusive puede saber más de los detalles de Su vida y puede entender todo eso y darle la espalda a Cristo. El escritor de Hebreos describe a esas personas en el capítulo 6, quienes sabiendo todo esto rechazaron a Cristo. En el capítulo 10, él dice, están pisando la sangre de Cristo al no creer lo que ustedes saben que es verdad. Hay muchas personas que conocen las Escrituras y que tienen conocimiento, pero van camino al infierno. Usted nunca será salvo sin ese conocimiento, pero tener ese conocimiento no necesariamente lo salva a usted.

En tercer lugar, involucramiento religioso, el involucramiento religioso no necesariamente es prueba de fe verdadera. Hay personas quienes tienen, de acuerdo con Pablo, escribiéndole a Timoteo, 2 Timoteo 3:5, tienen una forma de piedad, pero no tienen poder, es un tipo de religión vacía, ¿se acuerda de las vírgenes en Mateo 25 quienes estaban esperando y esperando y esperando por la llegada del novio, quien es Cristo? y ellas están esperando y esperando pero Él viene y no entra. Ellas tenían todo excepto el aceite en sus lámparas. Aquello que era lo más necesario, no lo tenían. El aceite, probablemente es emblemático, de la morada del Espíritu Santo. No eran regeneradas. Ellas eran religiosas, pero no eran regeneradas. Usted puede tener moralidad visible externa, conocimiento intelectual e involucramiento religioso y quizás no indique fe genuina.

En cuarto lugar, ministerio activo. Balam fue un profeta. Saulo de Tarso pensó que estaba sirviendo a Dios al matar a cristianos. Judas fue un predicador público, Judas fue un apóstol. ¿Se acuerda de Mateo 7?, ‘muchos me dirán en aquel día Señor, Señor ¿no profetizamos en Tu Nombre y en Tu Nombre hicimos muchos milagros y echamos fuera demonios? Y Él les dice ‘apartados de Mí, para hacedores de maldad. Nunca os conocí.’’ Actividad ministerial. Eso no es necesariamente una prueba de fe salvadora.

Número cinco, convicción de pecado. Convicción de pecado. Muchas personas se sienten mal por el pecado. Escuche, este mundo entero está lleno de personas que simplemente están llenas de culpabilidad hasta la médula. ¿Sabe una cosa?, hace 15 años atrás solíamos hablar de personas que iban al psicólogo y solíamos decir que realmente era verdad, a partir de los exámenes, que la mayoría de la gente que iba al psicólogo estaba sufriendo de culpabilidad. La gente solía escribir libros acerca de eso. Me acuerdo que la clínica Menninger publicó una cantidad tremenda de material acerca de esas personas que sufrían de culpabilidad. Bueno, los psicólogos del mundo no tienen una respuesta en absoluto a la culpabilidad porque la única respuesta es el Evangelio.

Y lo que ha sucedido en los últimos 15 años es que usted no tiene a ninguna persona en la actualidad que se sienta culpable porque se nos ha ocurrido una nueva psicología que elimina la culpabilidad. Ahora, todo lo que hacemos es colocar la culpabilidad en alguien más y la nueva terapia es hacer que la persona se sienta totalmente irresponsable por cualquier tipo de culpabilidad que sienta adentro y liberarlo de esa culpabilidad y lo puede hacer al hacer que la virtud definitiva, el orgullo, la virtud definitiva sea la satisfacción personal, el engrandecimiento personal, la gloria personal, la autoestima; y eso elimina la necesidad de sentirse culpable. Entonces, realmente hemos inventado una psicología totalmente impía, no cristiana, no bíblica que se ha apoderado del tema de la culpabilidad y lo ha eliminado.

Ahora, lo que sucede en la Iglesia, en lugar de que el predicador se ponga de pie para predicar libertad de la culpabilidad a pecadores culpables, lo esperan que predique autoestima a personas egocéntricas. El clima entero ha cambiado. Y hemos torcido a nuestro mensaje porque hemos permitido que la filosofía del día produzca un nuevo tipo de pecador que cree que no siente culpabilidad y lo más importante que usted le puede predicar a un grupo de pecadores es el pecado en sus vidas y la ley de Dios de la cual están lejos de cumplir y hablar del juicio que les espera; pero ese mensaje no es popular porque la nueva filosofía y la nueva psicología hace mucho tiempo atrás han eliminado la culpabilidad. Ya no tenemos personas que se sientan culpables, porque hemos aprendido que la terapia le puede decir que pueden colocar esa culpabilidad en alguien que les hizo algo a ellos y no importa con quién usted hable, cuando usted entra en esa situación de consejería, ellos inevitablemente dirán que han sido abusados. Yo soy una víctima, yo no soy responsable por la manera en la que yo soy.

Entonces, el pecador es desposeído de su culpabilidad y es desposeído de un enfoque directo del Evangelio. A mí me caían mejor los pecadores cuando se sentían culpables. Era mucho más fácil tratar con ellos. Pero hay algunas personas que se sienten culpables, algunas personas que se sienten culpables por el pecado. Félix tembló bajo la predicación de Pablo, pero nunca dejó sus ídolos. El Espíritu Santo convence a muchos de pecado, justicia y juicio y muchos de ellos que Él convence no responden con arrepentimiento genuino. Algunos inclusive pueden confesar sus pecados. Inclusive algunos pueden abandonar sus pecados y decir que no quieren vivir de ese modo. Que quieren reformarse y corregir su vida, pero no necesariamente llegar a la fe salvadora. Eso es reforma, no regeneración y ningún grado de convicción del pecado es evidencia conclusiva de la fe salvadora. Créame. Inclusive los demonios son convertidos de su pecado y por eso tiemblan. Pero no son salvos.

Número seis, certeza. Certeza. Algunas personas dicen bueno, yo debo ser un cristiano, me siento como uno, creo que soy uno. Escuche, ¿simplemente pensar que usted es cristiano lo hace a usted cristiano? Entonces, nadie podría engañarse, porque tan pronto como usted pensara que usted es cristiano, usted sería uno. Entonces, usted nunca podría ser engañado. Y el punto entero del engaño de Satanás es hacer pensar a la gente que son cristianos cuando no lo son. Ése es el punto. Muchas personas están seguras de que son salvas. No lo son. Le quiero decir algo, hay millones de mormones y testigos de Jehová y científicos cristianos que creen que van camino al cielo. Y no van camino al cielo. La gente dice ‘Dios no me va a condenar. Me siento bien acerca de mí mismo. Yo tengo certeza, estoy bien.’ Eso no significa nada necesariamente.

Número siete, el último. El tiempo de decisión. Oigo que la gente dice ‘bueno, yo sé que soy cristiano porque me acuerdo cuando firmé la tarjeta, me acuerdo cuando repetí la oración. Me acuerdo cuando pasé al frente en un servicio en la Iglesia. Me acuerdo en donde estaba. Yo he oído a personas decir que se acuerdan dónde estaban cuando hicieron eso. ¿Oh, en serio? Escuche, debido a que usted se acuerda de un momento, no significa que ese momento significó algo, no significa que esa decisión fue válida. La salvación de nadie es verificada por un momento pasado. La gente ha hecho oraciones y ha pasado al frente de servicios de la Iglesia y ha firmado tarjetas y ha entrado a cuartos de oración y han sido bautizados y se han unido iglesias y nunca tuvieron fe salvadora. Entonces, esas son algunas de las cosas que no prueban realmente nada.

Usted preguntará entonces Qué es lo que prueba una fe salvadora. Bueno, permítame darle una lista rápidamente. Número uno, el amor a Dios. Ahora estamos hablando del corazón, porque Romanos 8:7 dice que la mente carnal es enemistad en contra de Dios, el no cristiano resiente a Dios, se rebela contra Dios en la profundidad de su ser, pero la mente regenerada ama al Señor con todo su corazón, alma, mente y fuerzas. Su deleite está en excelencia de Dios, quien es el afecto más elevado y el primero de su alma renovada. Dios se vuelve su felicidad primordial.

Por cierto, hay una gran diferencia entre un amor así por Dios y una actitud egoísta que se enfoca sólo en mi propia felicidad y ve a Dios como un medio para mi fin, en lugar de que yo sea el fin medio para llegar al fin de glorificarlo a Él. De hecho, Jesús dijo, si alguien ama a padre, madre más que a Mí no es Mi discípulo. Mateo 10:37. ¿Ama usted a Dios? ¿Ama Su naturaleza? ¿Ama Su Nombre? ¿Ama Su Reino? ¿Ama Su santidad, ama Su voluntad? El amor supremo por Dios es una evidencia decisiva de la fe verdadera. ¿Se eleva su corazón cuando usted canta Sus alabanzas porque lo ama?

En segundo lugar, arrepentimiento del pecado. El amor apropiado por Dios debe involucrar un odio hacia el pecado, eso es obvio. Quien no entendería eso. Si yo amo a alguien, usted asumiría que mi amarlo significa que yo busco su bienestar, ¿verdad? Si yo le dijera que yo amo a mi esposa, y no me importa lo que le sucede a mi esposa, usted cuestionaría mi amor porque el verdadero amor busca el mayor bien de su objeto. Entonces, si yo digo que amo a Dios, entonces tengo que odiar el pecado porque el pecado ofende a Dios. El pecado blasfema a Dios. El pecado maldice a Dios. El pecado busca destruir a Dios y Su obra y Su Reino. El pecado mató a Su Hijo. Y si yo digo que amo a Dios pero tolero el pecado, entonces usted tiene toda razón para cuestionar mi amor. No puedo amar a Dios sin odiar aquello que busca destruirlo a Él.

Entonces, el verdadero arrepentimiento involucra confesión, involucra volverse del pecado. Debo estar triste por el pecado. Debo preguntarme a mí mismo si tengo una convicción determinante de la maldad del pecado. ¿Me parece el pecado como lo malo y amargo que realmente es? ¿Acaso la convicción de pecado en mí incrementa conforme camino con Cristo? ¿Lo odio no meramente porque arruina mi propia alma, sino porque es ofensivo a mi Dios, a quien amo? ¿Me entristece más cuando yo peco que cuando tengo problemas? En otras palabras, ¿qué es lo que más me entristece? ¿Mi sufrimiento o mi pecado? ¿Parecen mis pecados ser muchos, frecuentes y gravosos? ¿Me encuentro a mí mismo entristecido más por mi pecado que por los pecados de otros? Y esta es la marca de salvación, de verdadera fe salvadora. Amo a Dios. Odio lo que Dios odia, lo cual es el pecado.

En tercer lugar, manifiesta humildad genuina. Manifiesta humildad genuina. Esto obviamente se manifiesta en las bienaventuranzas, los pobres en espíritu. Aquellos que tienen hambre y sed de justicia. Aquellos que en Mateo 18 son como un niño pequeño, humildes y dependientes. Aquellos que están en una negación de sí mismos, que están dispuestos a tomar su cruz y seguirle. El Señor recibe a aquellos que vienen con un espíritu contrito y humillado. Santiago dice, que Él da gracias al humilde. Nosotros debemos venir como el hijo pródigo, usted recuerda lo que él dijo en Lucas 15, creo que en el versículo 21, él dijo ‘Padre, no soy digno de ser llamado tu hijo’. No hay orgullo, no hay ego acerca del mérito religioso. Mérito espiritual, sino humildad genuina.

En cuarto lugar, hay una devoción a la gloria de Dios. La fe la salvadora verdadera que manifiesta salvación genuina muestra devoción a la gloria de Dios, sea lo que hagamos, comamos o debamos, nosotros estamos literalmente consumidos con la gloria de Dios. Hacemos lo que hacemos porque queremos glorificarlo. Claro, seguro que fallamos en todas estas cosas, pero la dirección en nuestra vida es amarlo y odiar el pecado y ser humildes de manera genuina y negarnos a nosotros mismos y conocer nuestra indignidad y estar totalmente entregados a la gloria de Dios.

Número cinco, oración continua, oración humilde, sumisa, de fe, marca la fe verdadera. Nosotros clamamos Abba Padre porque el Espíritu en nosotros motiva este clamor. Jonathan Edwards predicó una vez un sermón titulado Hipócritas son deficientes en el deber de la oración secreta. Es verdad. Los hipócritas pueden orar públicamente porque eso es lo que los hipócritas hacen para impresionar a las personas. Pero ellos son deficientes en el deber de la oración secreta. Un creyente verdadero con fe salvadora verdadera tiene una vida de oración personal, una vida de oración privada. Busca comunión con Dios.

Número seis, otra marca de fe salvadora es amor abnegado. Juan dice que si no amas a tu prójimo, a tu hermano, o a alguien en necesidad, ¿cómo vamos a creer que el amor de Dios mora en ti? También en 1 Juan 3, Juan dice ‘si amas a Dios, vas a amar a aquel a quien Dios ama’. Y nosotros lo amamos a Él y a otros porque esa es la respuesta de Él amándonos a nosotros, dice Juan 13, ‘por éstos sabrán los hombres que somos verdaderos discípulos, por nuestro amor unos por otros.’

Número siete, separación del mundo. Pablo le dijo a los corintios que no hemos recibido del espíritu del mundo, sino el Espíritu que es de Dios; y Juan lo expresó de esa manera. No améis al mundo ni a las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en Él. Un creyente verdadero está separado del mundo, de nuevo lo digo, fallamos en todas estas áreas. Pero estas son la dirección de nuestras vidas. Nosotros no somos perfectos, no hemos llegado adonde debiéramos estar, pero amamos a Dios y queremos amarlo más. Odiamos el pecado y queremos a odiarlo más. Tenemos una humildad genuina y queremos más de ella. Estamos entregados a la gloria de Dios. Tenemos una vida de oración que es privada y personal. Tenemos un amor hacia otros que viene de Dios y nos encontramos a nosotros mismos separados del mundo como una regla general.

Y después, tan sólo dos más, crecimiento espiritual es otra marca. Si usted es un verdadero cristiano, usted está creciendo y eso significa que usted será más y más como Cristo. La vida se produce a sí misma, si usted está visto, usted va a crecer, no hay otra manera. Usted va a mejorar, usted incrementará, usted crecerá, porque Aquel quien ha comenzado esa nueva obra, Filipenses 1:6 la va a ver perfeccionada, va a continuar moviéndose, el Espíritu lo va a mover de un nivel de gloria al siguiente. Y entonces, si usted mira a su vida, ¿ve usted crecimiento espiritual? ¿Ve usted una frecuencia decreciente de pecado, un patrón que se incrementa de justicia y devoción a Dios?

Y después, finalmente, la obediencia. Vida obediente. Todo pámpano en Mí da fruto. Da fruto, dice Juan 15 y en Efesios 2:10. Pablo dice ‘miren, ustedes son hechura Suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para quien anduviéramos ellas’. Eso es obediencia. Somos salvos por la obediencia de la fe. Vea su vida, ¿ve a todas esas cosas incluyendo amor abnegado, separación del mundo, crecimiento espiritual y obediencia? Si es así, eso es evidencia de fe salvadora.

Ahora, regresamos a nuestro texto. La cruz declara la justicia y rectitud de Dios. La cruz exalta la gracia de Dios, la cual es apropiada por la fe. En tercer lugar, y de manera muy breve, la cruz revela la coherencia de Dios. La cruz revela la coherencia de Dios. Observe el versículo 29. ¿Cuál es el punto aquí? Bueno, los judíos dirán, ‘mira, nosotros somos justificados por las obras de la ley. Y ahora, tú vienes y estás predicándole a todos estos gentiles que son justificados por la fe. ¿Acaso Dios tiene dos caminos? ¿Acaso Dios demanda obras de nosotros y gracia y fe de ellos? ¿Es Dios un Dios misericordioso y salvador hacia los gentiles, pero un Dios legal condenador hacia los judíos? ¿Tenemos dos medios diferentes de salvación?’ Y claro, usted se da cuenta, ¿no es cierto?, de que los judíos creían que eran salvos por sus obras.

Y entonces, estaban concluyendo que Pablo estaba predicando un nuevo camino de salvación que no era coherente con el camino de Dios. Pablo dice, ¿es Dios solamente Dios de los judíos? No. ¿No es también Dios de los gentiles? Sí, ciertamente. Y ellos también tendrán que estar de acuerdo. Sí, Dios es el Dios de todos los hombres, Isaías 54 dice que Dios de toda la tierra será llamado Él. Jeremías 16:19, la nación vendrá a Mí de todos los confines de la tierra. Ellos sabían eso. Zacarías 2:11, y muchas naciones se unirán al Señor y serán Mi pueblo. Ellos sabían que Él era el Dios del judío y del gentil.

Muy bien, entonces debido a que Dios es uno, ese es el orden en el griego, en el versículo 30. Y como usted puede ver, debido a que Dios de hecho es uno, Él justificará a los circuncisos, esto es a los judíos, por la fe. Y a los incircuncisos, esto es a los gentiles, mediante la fe.

Ahora, usted ve aquí la coherencia de Dios. Usted ve la cruz. Y como ve, debido a que Dios es uno, si Dios es un Dios y Él es el Dios de todos los hombres y Él es el Dios de los judíos y los gentiles, entonces Él es un Dios sobre todos los hombres, quien tiene un camino de salvación. Él va a justificar a todos por la fe. Él salvará a todos de la misma manera y siempre lo ha sido así. Siempre por la fe, siempre de manera independiente de las obras. Él es un Dios, con un camino para todos los hombres. Dios nunca cambia, es absolutamente coherente.

La cruz no presentó un nuevo medio de salvación, simplemente cubrió los pecados de todos los creyentes del pasado. Y todos los creyentes futuros, que vendrían por la fe. ¿Cómo fue salvo Noé? Regrese hasta Noé. Génesis dice que Noé halló gracia a los ojos de Jehová. ¿Cómo fue Moisés salvo? Regrese usted hasta Éxodo, Moisés halló gracia en los ojos del Señor. ¿Cómo fue Abraham salvo? Romanos 4 es acerca de eso. El versículo 3 dice que Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia. Eso claramente se remonta a Génesis 15. Siempre lo mismo, por gracia a través de la fe. Por gracia a través de la fe.

En el Antiguo Testamento, ellos creyeron todo lo que Dios reveló. Todavía no tenían a Cristo. Ellos creyeron todo lo que Dios reveló. Igual en el Nuevo, después de Cristo, nadie es salvo, nadie ha sido salvo, nadie jamás será salvo de ninguna otra manera que por la fe, conforme Dios ofrece perdón a través del sacrificio de Su Hijo, el cual cubre los pecados de los pecadores antes y después de Él. Entonces, la cruz desde la perspectiva de Dios declara Su justicia, exalta Su gracia y revela Su coherencia.

Y finalmente, esto es rico, confirma la ley de Dios. Confirma la ley de Dios. Versículo 31. Algunos de los judíos iban a decir muy bien, la salvación es por gracia a través de la fe, olvídate de la ley. No hay ley. Si no hay obras, entonces la ley no sirve de nada. Entonces, ¿porque Dios atravesó por todo eso? ¿Por qué atravesó por todos estos asuntos de la ley sino somos salvos al guardar la ley? Luego por la fe, ¿invalidamos la ley? Y él dice me genoito en el griego, no, no, no; de ninguna manera. Por el contrario, confirmamos la ley. ¿Qué quieres decir? Colocar a Jesucristo en la cruz para pagar la paga del pecado debería mostrarle a usted lo serio que Dios toma Su ley, aun cuando demandó la vida de Su propio Hijo para satisfacer las demandas de esa ley para morir por el pecado Él estuvo dispuesto a pagar. Su ley es santa, Su ley es justa y Su ley es recta; y la muerte de Cristo lo prueba.

Nada es un reflejo de la ley de Dios como santa tanto como lo es la muerte de Cristo. Fue la ley de Dios lo que colocó a Cristo ahí, porque todas las violaciones de esa ley tenían que ser satisfechas con una paga. Y Dios no podía violar Su ley o la paga o castigo y entonces, Él colocó a Cristo en la cruz. Y entonces, la ley de Dios es establecida como santa, justa y buena. Y es afirmada como el estándar mediante el cual debemos vivir. Su propósito fue para mostrarnos el pecado. Y así fue. Su propósito fue para mostrarnos el patrón de Dios para la vida santa; y así es. Su cumplimiento, en términos de la demanda de muerte por Cristo, su cumplimiento en términos de la demanda de vida, es hecha posible a través de la salvación. ¡Qué gran afirmación de la ley! Observe la cruz. En ella, usted ve la justicia de Dios, la gracia de Dios, la coherencia de Dios, usted ve la ley de Dios; y todo eso es para Su gloria.

No es sorprendente que los reformadores dijeran sola gratiasola fidesoli Deo gloria, por gracia únicamente, por fe únicamente, para la gloria de Dios únicamente. Y el escritor de la canción dijo ‘¡oh, qué Salvador es el mío!, en Él las misericordias de Dios se combinan. Su amor nunca disminuirá y Él me ama a mí.’

Esto, amados, es un tesoro preciado. La salvación no como la vemos nosotros, o como los ángeles la ven, o los demonios, o como inclusive Cristo la ve, sino como Dios la ve, nos abre la avenida de adoración en la cual valoramos, apreciamos, adoramos, expresamos nuestro amor y afecto para nuestro gran Dios por lo que Él ha hecho por nosotros. Inclinémonos en oración.

Nuestro Padre, un hombre lo ha expresado de esta manera, cuando estoy delante de Tu trono, vestido en belleza que no es mía, cuando te veo como Tú eres, te amo con un corazón sin pecado; entonces, Señor, conoceré manera plena y sólo entonces, sabré cuánto te debo. Te adoramos. Te adoramos. Expresamos nuestro amor y afecto a Ti. Te exaltamos por esta gran salvación que Tú has provisto para nosotros.

Mientras que sus cabezas están inclinadas por un momento, si usted no conoce a Cristo, pero usted desea recibir la salvación que Él ofrece, el perdón del pecado y la vida eterna, en el silencio de su propio corazón puede clamar a Él y decirle: “Señor, Dios, creo en Jesucristo. Creo que Él, Dios en carne murió en la cruz para pagar el castigo por mi pecado, resucitó, proveyó satisfacción perfecta y yo recibo el regalo de salvación en Su Nombre. Volviéndome de mi pecado, me entrego a seguirlo a Él.” Oramos porque esa oración sea de usted y que la salvación genuina sea suya en este día. Amén.

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Engaño para el ojo

Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran.

Marcos 7:6-7

El que camina en integridad anda confiado.

Proverbios 10:9

Engaño para el ojo

El enchapado, en ebanistería, consiste en recubrir mediante encolado una madera ordinaria o un aglomerado con una fina plancha de madera de una especie más noble: nogal, palisandro, caoba… Los muebles fabricados a partir de planchas recubiertas de esta forma dan la impresión de estar totalmente hechos de una madera fina. ¡Pero no trate de limarlos o cepillarlos, pues rápidamente aparecerá la madera ordinaria!

Nuestro cristianismo, ¿es un «enchapado de piedad»? Exteriormente nuestra conducta es honorable, frecuentamos los servicios religiosos, contribuimos con las obras caritativas… Pero todo esto puede ser superficial.

A veces las pruebas de la vida cumplen la función de la lima o del cepillo. Si aparece una dificultad en la que la fe, el amor, la piedad, la paciencia deberían mostrarse, y nuestro cristianismo no es real, ¡la fina capa religiosa desaparece! Las bases de la vida divin

a, las relaciones conscientes con Dios mediante el Espíritu Santo, fuente de esta vida, ya no están o perdieron una parte de su realidad por un tiempo, y aparece el fondo natural.

La religión forma parte de la vida social: para muchos constituye una capa de honorabilidad. Pero, ¿qué piensa Dios de ese barniz de piedad? ¿Puede conformarse con él? ¡De ninguna manera! Él quiere “la verdad en lo íntimo” (Salmo 51:6). ¡Así es cómo experimentamos la serenidad y la confianza en Dios!

Job 25-27 – Hebreos 10:19-39 – Salmo 130 – Proverbios 28:7-8

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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LA ACCIÓN DE GRACIAS DE JONÁS

LA ACCIÓN DE GRACIAS DE JONÁS

11/20/2017

Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; pagaré lo que prometí. La salvación es de Jehová. (Jonás 2:9) 

Es asombroso que el profeta Jonás diera gracias a Dios mientras estaba en el vientre del gran pez (Jon. 2:1). ¿Cómo reaccionaría usted si estuviera en el lugar de Jonás? Tal vez clamaría: “¿Qué estás haciendo, Dios? ¿Dónde estás? ¿Por qué está sucediendo esto?” Pero Jonás reaccionó de manera diferente: “Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó; desde el seno del Seol clamé, y mi voz oíste” (v. 2). Después describió su hundimiento en el mar y la seriedad de su dilema (vv. 3-5)

No obstante, en medio de tan difícil situación, Jonás oró: “Tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío. Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo” (vv. 6-7). Aunque tenía sus debilidades, Jonás demostró una gran estabilidad espiritual en su oración. Confió en el poder de Dios para librarlo si quería. De igual manera, la paz de Dios lo ayudará a usted si reacciona ante las circunstancias con acción de gracias.

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Cinco razones por las cuales la muerte es ganancia

NOVIEMBRE, 20

Cinco razones por las cuales la muerte es ganancia

Devocional por John Piper

Pues para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia. (Filipenses 1:21)

¿En qué sentido la muerte es «ganancia»?

1) Nuestros espíritus serán hechos perfectos (Hebreos 12:22-23).

No habrá más pecado en nosotros. Se habrá acabado la guerra interna, y las profundas decepciones por haber ofendido al Señor que nos amó y se dio a sí mismo por nosotros.

Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sion y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, a la asamblea general e iglesia de los primogénitos que están inscritos en los cielos, y a Dios, el Juez de todos, y a los espíritus de los justos hechos ya perfectos.

2) Seremos librados del dolor de este mundo (Lucas 16:24-25).

El gozo de la resurrección tendrá que esperar un poco más, pero tendremos gozo por ser libres del dolor. Jesús cuenta la historia de Lázaro y el rico para mostrar cómo serán revertidos los roles:

Y gritando, [el hombre rico] dijo: «Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, pues estoy en agonía en esta llama». Pero Abraham le dijo: «Hijo, recuerda que durante tu vida recibiste tus bienes, y Lázaro, igualmente, males; pero ahora él es consolado aquí, y tú estás en agonía».

3) Nuestra alma entrará en un descanso profundo (Apocalipsis 6:9-11).

Habrá tal serenidad bajo la mirada vigilante de Dios, que sobrepasará todo lo que hemos conocido aquí. La calma será mayor que la del más cálido atardecer, junto al más pacífico de los lagos, en el más feliz de los momentos de nuestra vida.

Vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos a causa de la palabra de Dios y del testimonio que habían mantenido; y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, oh Señor santo y verdadero, esperarás para juzgar y vengar nuestra sangre de los que moran en la tierra? Y se le dio a cada uno una vestidura blanca; y se les dijo que descansaran un poco más de tiempo.

4) Sentiremos una profunda sensación de estar en nuestro hogar (2 Corintios 5:8).

Toda la raza humana tiene una gran añoranza por Dios, sin saberlo. Cuando vayamos a nuestra morada en Cristo, habrá un contentamiento que superará toda sensación de seguridad y paz que podamos haber experimentado antes.

Pero cobramos ánimo y preferimos más bien estar ausentes del cuerpo y habitar con el Señor.

5) Estaremos con Cristo (Filipenses 1:21-23).

Cristo es más maravilloso que cualquier otra persona sobre la faz de la tierra. Es más sabio, más fuerte, más amable que cualquier otra persona con la que disfrutemos pasar el tiempo. Es infinitamente interesante. Sabe con exactitud qué hacer y qué decir en cada situación para hacer que sus invitados se sientan tan a gusto como sea posible. Su amor se desborda, y cuenta con incontables formas de expresar este amor, de modo que aquellos a quienes él ama se sientan amados. Por eso es que Pablo dice:

Pues para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia. Pero si el vivir en la carne, esto significa para mí una labor fructífera, entonces, no sé cuál escoger, pues de ambos lados me siento apremiado, teniendo el deseo de partir y estar con Cristo, pues eso es mucho mejor.


Devocional tomado del articulo “El morir es ganancia”

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«Los conejos, pueblo nada esforzado, y ponen su casa en la piedra»

20 de noviembre

«Los conejos, pueblo nada esforzado, y ponen su casa en la piedra».

Proverbios 30:26

Conscientes de su natural debilidad, los conejos recurren a las madrigueras de las rocas en donde se sienten protegidos de sus enemigos. Corazón mío, disponte a sacar una lección de este «pueblo nada esforzado». Tú eres tan débil como un tímido conejo y estás tan expuesto a los peligros como él; sé, por tanto, sabio y busca un refugio. Mi mejor seguridad se halla en las fortalezas del inmutable Señor, en donde sus inalterables promesas permanecen como gigantescas murallas de roca. Será un bien para ti, corazón mío, si siempre puedes ocultarte en los baluartes de sus gloriosos atributos, todos los cuales son garantía de seguridad para los que ponen su confianza en él. Yo, bendito sea el nombre del Señor, lo hice así y me hallé como David en la cueva de Adulam, protegido de la crueldad de mis enemigos. No tengo ahora que buscar la felicidad del hombre que pone su confianza en el Señor, porque, hace tiempo, cuando Satanás y mis pecados me acosaban, huí a la hendidura de la roca, Cristo Jesús, y hallé en su costado herido un seguro refugio. Corazón mío, corre de nuevo a él en esta noche, cualquiera que sea el pesar que te acongoja. Jesús se compadece de ti; Jesús te consuela; Jesús te ayudará. Ningún monarca en su inexpugnable fortaleza está más seguro que el conejo en su madriguera de rocas. El dueño de diez mil carrozas no se halla un ápice mejor protegido que el animalito que habita en la hendidura de una montaña. En Jesús, el débil es fuerte y el indefenso está seguro. No podría ser más fuerte si fuera un gigante, ni estar más seguro si estuviese en el Cielo. La fe da a los hombres en la tierra la protección del Dios del Cielo, más no pueden necesitar ni necesitan desear. Los conejos no son capaces de construir un castillo, pero se valen de lo que ya existe. Yo no puedo hacer mi propio refugio, pero Jesús me lo ha provisto, el Padre me lo ha dado y su Espíritu me lo ha revelado; he aquí que, otra vez, en esta noche entro en él y me protejo de todos mis enemigos.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 335). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.