Motivación espiritual

Motivación espiritual

5/12/2018

Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:14)

La meta del apóstol Pablo era ser semejante a Cristo. Él sabía que recibiría su recompensa cuando llegara el supremo llamamiento de Dios. Al igual que Pablo, no alcanzaremos la meta de la semejanza a Cristo en esta vida, pero la recibiremos en la vida futura: “Aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Jn. 3:2).

El supremo llamamiento de Dios es nuestra motivación para correr la carrera. Debemos vivir pensando que se nos puede llamar en cualquier momento a la presencia de Dios, donde recibiremos nuestra recompensa eterna. Éramos pecadores camino del infierno cuando Dios nos escogió en su soberanía para salvación a fin de hacernos eternamente como su propio Hijo. ¡Qué gracia inefable! ¡Qué motivación para alcanzar la meta!

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Por qué debemos amar a nuestros enemigos

MAYO, 12

Por qué debemos amar a nuestros enemigos

Devocional por John Piper

Amad a vuestros enemigos; haced bien a los que os aborrecen. (Lucas 6:27)

Hay dos razones principales por las que los cristianos debemos amar a nuestros enemigos y hacerles bien.

La primera es que esto revela un aspecto del carácter de Dios: Dios es misericordioso.

  • «Él hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos» (Mateo 5:45).
  • «No nos ha tratado según nuestros pecados, ni nos ha pagado conforme a nuestras iniquidades» (Salmos 103:10).
  • «Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo» (Efesios 4:32).

Por lo tanto, cuando los cristianos vivimos de este modo, mostramos una parte del carácter de Dios.

La segunda razón es que el corazón de los cristianos está satisfecho en Dios y no se deja llevar por la sed de venganza, ni por el deseo de exaltarse a sí mismo, ni por el dinero, ni por la seguridad terrenal.

Dios se ha convertido en nuestro tesoro que todo lo satisface, y es por eso que no tratamos a nuestros adversarios conforme a nuestras propias necesidades e inseguridades, sino conforme a nuestra plenitud en la gloria de Dios, que todo lo satisface.

Hebreos 10:34 dice: «Aceptasteis con gozo el despojo de vuestros bienes [es decir, sin tomar represalias], sabiendo que tenéis para vosotros mismos una mejor y más duradera posesión». Lo que nos libra del impulso de tomar venganza es la confianza profunda en que este mundo no es nuestro hogar, y que Dios es nuestra recompensa, absolutamente segura y suficiente.

Por lo tanto, podemos apreciar que ambas razones para amar a nuestros enemigos producen un resultado fundamental: Dios se muestra como realmente es, es decir, como un Dios misericordioso y gloriosamente suficiente para nosotros.

El objetivo más importante de ser misericordiosos es glorificar a Dios: hacer que se vea grandioso a los ojos de los hombres.

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Números 21 | Salmos 60–61 | Isaías 10:5–34 | Santiago 4

12 MAYO

Números 21 | Salmos 60–61 | Isaías 10:5–34 | Santiago 4

La idea central de Isaías 10:5–34 está muy clara. Tanto al principio como al final (10:5–19, 28–34), hace hincapié en el hecho de que Dios aplastará a la poderosa Asiria después de utilizarla para castigar a su propio pueblo del pacto. En la parte central (10:20–27), se insta a los israelitas a no temer a los asirios ni confiar en ellos, y apoyarse solo en el Señor.

Comenzaremos con esta sección central (10:20–27). Uno de sus temas importantes es “el remanente”. El juicio caerá, pero el pueblo de Dios no desaparecerá por completo: quedará un grupo de sus miembros. Probablemente, “el remanente de Israel” (10:20) no se refiere al del reino norteño de Israel, sino al de los israelitas del norte y del sur (nótese la analogía “pueblo de Jacob”, el antepasado común, y “remanente de Jacob”, 10:20, 21). “Se ha decretado destrucción, abrumadora justicia” (10:22) “en medio de todo el país” (10:23). Sin embargo, un remanente regresará, no sólo a un lugar, sino “al Dios poderoso” (10:21). A la luz de tales promesas, el pueblo del reino del sur, “que vive en Sion” (10:24), no debe temer a los asirios, ni siquiera cuando estos los derroten. La ira de Dios contra Israel acabará, volviéndose en breve contra los propios asirios (10:25–27).

Eso nos lleva a las secciones a ambos lados de 10:20–27. Por un lado, el tema está muy claro. El Dios que utiliza a Asiria para castigar a la obstinada comunidad del pacto, la hace responsable de sus propios pecados y la destruirá finalmente. El imperio que no es sino un hacha de guerra en la mano de Dios, blandida contra una nación rebelde (10:15), acabará reducido a la nada (10:34). El pronunciamiento de este juicio tiene el propósito de promover la fe y la perseverancia entre el remanente.

Hay un importante tema teológico subsidiario en este capítulo; la tensión bíblica entre la soberanía de Dios y la responsabilidad humana aparece con fuerza. El Señor utiliza a la poderosa Asiria como si fuese solo una herramienta en sus manos (10:5, 15). Él mismo la envía para castigar a Israel (10:6). Por supuesto, Asiria no es consciente de ese control por parte de Dios. Sin embargo, él la hace responsable de sus propias acciones y actitudes, en particular su arrogancia y soberbia (10:7–11, 13–14). Por tanto, la castigará (10:12). Esta tensión entre la soberanía de Dios y la responsabilidad humana no debe despreciarse o rechazarse, sino aprovecharse con gratitud, porque nos guardará de negar la realidad del mal y de imaginar que este puede triunfar finalmente. Meditemos en Hechos 2:23; 4:27–28.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 132). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Una oveja perdida

Sábado 12 Mayo

Así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.

Lucas 15:7

(Jesucristo) puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios.

Hebreos 7:25

Una oveja perdida

Algunas parábolas (11): Lucas 15:1-7

Resumen: Un hombre tenía 100 ovejas, pero una de ellas se perdió. Entonces dejó las 99 y se fue a buscar la perdida, “hasta encontrarla”. Luego, muy feliz, la llevó a casa sobre sus hombros y llamó a sus amigos y vecinos para compartir su gozo con ellos.

Significado: La oveja perdida representa al hombre sin Dios, perdido en el mal, consciente o no de su triste condición. El hombre que busca la oveja es Jesucristo, “el buen pastor” (Juan 10:11). Los hombros del pastor son una imagen de la seguridad y la fuerza que hallamos en el Salvador. Los amigos y los vecinos representan a los demás creyentes, así como a los ángeles de Dios, que se gozan por un pecador que se arrepiente. ¿Y las otras 99 ovejas? Son todos aquellos que se creen justos por sí mismos y no piensan estar perdidos.

Aplicación: ¿Qué creyente podría decir que fue al Señor por sí mismo? Ninguno, pues fue el Señor quien vino a nosotros mediante algo que oímos, un pasaje de la Biblia que nos impactó, un acontecimiento significativo… Jesús vino a buscarnos, nos halló y se ocupó de nosotros. Su objetivo es salvarnos y llevarnos un día a la casa del Padre. Para ello dio su propia vida; la entregó por sus ovejas. Luego resucitó, ahora está vivo en el cielo y nos conduce manifestándonos cada día su gracia y sus cuidados. ¡El buen Pastor todavía desea compartir su gozo con otros más!

(continuará el próximo sábado)

Isaías 59 – Marcos 11:1-19 – Salmo 56:8-13 – Proverbios 15:11-12

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