Los guías espirituales

Los guías espirituales

5/20/2018

Mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros. (Filipenses 3:17)

Los guías espirituales son esenciales para la iglesia porque necesitamos ver vivir el cristianismo delante de nosotros. Pablo le dijo a Timoteo: “Sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1 Ti. 4:12). Un guía espiritual debe llevar una vida ejemplar porque debe mostrarles a otros la senda. Las personas pueden ver la perfección en Cristo y pueden leer acerca de Pablo, pero también necesitan a alguien a quien puedan observar y con quien puedan hablar. Necesitan ver la virtud, la humildad, el servicio altruista, la disposición a sufrir, la devoción a Cristo, el valor y el crecimiento espiritual en la vida de alguien cerca de ellas.

Una gran carga en mi corazón es que los pastores y ancianos de todas las iglesias sean el tipo de ejemplos que Dios les ordena que sean. Es muy importante enseñar la verdad, pero es igualmente importante que esa verdad sea apuntalada por una vida virtuosa.

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Cómo aborrecer su propia vida

MAYO, 20

Cómo aborrecer su propia vida

Devocional por John Piper

En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto. El que ama su vida la pierde; y el que aborrece su vida en este mundo, la conservará para vida eterna. (Juan 12:24-25)

«El que aborrece su vida en este mundo, la conservará para vida eterna»: ¿Qué significa?

Significa, al menos, que no necesitamos preocuparnos demasiado por nuestra vida terrenal. En otras palabras, lo que nos suceda en este mundo simplemente no tiene mucha importancia.

Si los demás hablan bien de nosotros, no tiene mucha importancia.

Si nos odian, no tiene mucha importancia.

Si tenemos muchos bienes, no tiene mucha importancia.

Si tenemos pocos bienes, no tiene mucha importancia.

Si nos persiguen o calumnian, no tiene mucha importancia.

Si tenemos fama o si pocos nos conocen, no tiene mucha importancia.

Si estamos muertos, nada de esto tiene mucha importancia.

Significa algo mucho más radical. Hay decisiones que se deben tomar y que no son meramente experiencias pasivas. Jesús agrega: «Si alguno me sirve, sígame». ¿Adónde? Hacia Getsemaní y hasta la cruz.

Jesús no solo dice: «Si las cosas van mal, no hay que preocuparse, debido a que ya estamos muertos de todos modos». Lo que él dice es: «Elijan morir conmigo. Elijan aborrecer la vida en este mundo del mismo modo en que yo elegí la cruz».

A esto se refería Jesús cuando declaró: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame» (Mateo 16:24). Él nos llama a elegir la cruz. Las personas solo hacían una cosa en la cruz: morir. «Tome su cruz» significa que, como el grano de trigo, «cae en la tierra y muere». Escojamos eso.

¿Por qué lo haríamos? Por un compromiso radical con el ministerio. «No estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios» (Hechos 20:24). Creo escuchar a Pablo decir: «No importa lo que me pueda suceder, si tan solo puedo vivir para la gloria de su gracia».

Números 29 | Salmo 73 | Isaías 21 | 2 Pedro 2

20 MAYO

Números 29 | Salmo 73 | Isaías 21 | 2 Pedro 2

En 2 Pedro 2:1–3, y a lo largo de gran parte del resto del capítulo, Pedro advierte contra los falsos maestros.

(1) Estos falsos maestros surgen de dentro de la comunidad de los creyentes, precisamente de la misma forma que los más peligrosos profetas falsos del Antiguo Testamento eran los que lo hacían desde dentro de la comunidad del antiguo pacto (2:1). Todos ellos son más fáciles de reconocer cuando están fuera de la comunión del pueblo de Dios y critican. Un David Hume o un Bertrand Russell seducen a bastantes menos cristianos que muchos “teleevangelistas” populares. En una escala menor, los falsos maestros más peligrosos en una iglesia local son personas con un entendimiento limitado o perverso de las Escrituras, que tratan de que la congregación se amolde a sus propias ideas. Estemos preparados, porque encontraremos personas de este tipo. Toda la Biblia da testimonio de la frecuencia de sus ataques y del trágico daño que causan.

(2) Lo que “encubiertamente introducirán” son “herejías destructivas, al extremo de negar al mismo Señor que los rescató” (2:1). Ellos nunca describen así su enseñanza, por supuesto, ni se suben al púlpito diciendo: “reniego de Jesús” o “niego que Jesús me redimió totalmente de mi pecado”. Si lo hiciesen, nadie les escucharía. Su estrategia es casi siempre relativizar a Cristo, quitarle importancia o permitirle formar parte del ruido de fondo mientras dirigen la atención de los creyentes hacia sus propios fines, el legalismo quizás, o una autoayuda sin fin, o una terapia imbuida de sentimientos, o un Jesús que no es más que una de muchas opciones. Así pues, por medio de su enseñanza, reniegan del Jesús cuya muerte englobó potencialmente a todos, en particular los falsos maestros que se someten nominalmente a él, pero que en realidad lo domestican o reinventan.

(3) Es muy frecuente que estos falsos maestros sean populares (2:2). De hecho, su popularidad tiene dos dolorosos efectos. A ojos de muchos, legitima a estos individuos, lo cual destruye la credibilidad del auténtico cristianismo, porque su conducta “difamará el camino de la verdad”.

(4) Es muy común que estos falsos maestros se aprovechen de los creyentes: “os explotarán” (2:3). En ocasiones, esta explotación es descaradamente económica: es necesario saber a dónde va el dinero. También es frecuente que sea manipuladora: influencian la mente y el rumbo de las personas con su fluida narrativa.

(5) Dios tiene la última palabra; la condenación de estos falsos maestros es inevitable (2:3). Como dejan claro los siguientes versículos (2:4–10), Dios es perfectamente capaz de salvar al remanente justo y condenar a aquellos.

Piensa en dos ejemplos para cada uno de los cinco puntos precedentes, uno sacado de la Biblia y otro de la historia cristiana.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 140). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Edificaré mi iglesia.

Domingo 20 Mayo

No os dejaré huérfanos… Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.

Juan 14:18, 26

Edificaré mi iglesia.

Mateo 16:18

Pentecostés

Lea Hechos capítulos 1 y 2

Sucedió en Jerusalén, un domingo por la mañana, el día de Pentecostés, 50 días después de la resurrección de Jesucristo. Muchos judíos piadosos, procedentes de diferentes naciones, se encontraron para celebrar “la fiesta de las semanas” (Éxodo 34:22; Levítico 23:15-16). Los discípulos estaban reunidos en una casa. Desde que Jesús fue alzado al cielo, estaban felices, alababan y bendecían a Dios en el templo (Lucas 24:53), perseverando en la oración. También esperaban que la promesa de Jesús se cumpliese: Os enviaré el Espíritu Santo (Juan 16:7). Aquella mañana esa promesa se hizo realidad: “Fueron todos llenos del Espíritu Santo” (Hechos 2:4). La Iglesia, o Asamblea, nació.

La primera manifestación del poder del Espíritu Santo permitió a los discípulos anunciar “las maravillas de Dios” en las diferentes lenguas de las personas que se habían agrupado (Hechos 2:8-11). Los auditores quedaron estupefactos: “¿Qué quiere decir esto?”. Entonces el apóstol Pedro les recordó la crucifixión de Cristo, su resurrección y su ascensión al cielo. Sus palabras alcanzaron el corazón de muchas personas: “¿Qué haremos?”, preguntaron. Pedro respondió: “Arrepentíos”, es decir, reconoced que Jesucristo murió por vuestros pecados. Aceptadle como su Salvador, luego sed bautizados en el nombre de Jesucristo, y recibiréis el Espíritu Santo.

Aquel día 3.000 personas recibieron la palabra de Dios y fueron bautizadas.

Joel 3 – Marcos 15:1-20 – Salmo 60:6-12 – Proverbios 15:27-28
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