Los cimientos de nuestra seguridad

MAYO, 24

Los cimientos de nuestra seguridad

Devocional por John Piper

Porque Dios os ha escogido desde el principio para salvación mediante la santificación por el Espíritu. (2 Tesalonicenses 2:13)

Docenas de pasajes de la Biblia nos hablan de que nuestra salvación final (aunque no nuestra elección) depende de tener una vida y un corazón que han sido transformados. La pregunta que surge entonces es la siguiente: ¿Cómo puedo tener la seguridad de que perseveraré en la fe y en la santidad necesarias para heredar la vida eterna?

La respuesta es que la seguridad está cimentada en nuestra elección (2 Pedro 2:10). La elección divina es la garantía de que Dios se encargará de completar, a través de la gracia santificadora, lo que la gracia electiva ha comenzado.

Ese es el significado del nuevo pacto: Dios no solo manda que lo obedezcamos; él produce en nosotros la obediencia. «El Señor tu Dios circuncidará tu corazón y el corazón de tus descendientes, para que ames al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas» (Deuteronomio 30:6). «Pondré dentro de vosotros mi Espíritu y haré que andéis en mis estatutos» (Ezequiel 36:2711:20).

La elección asegura que «a los que justificó, a estos también glorificó» (Romanos 8:30), de modo que todas las condiciones establecidas para la glorificación se cumplirán por el poder de la gracia de Dios.

La elección es el fundamento definitivo de la seguridad de salvación, ya que si Dios es el que se compromete a salvar, también es él quien se compromete a producir todo lo necesario para la salvación.

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Números 33 | Salmo 78:1–39 | Isaías 25 | 1 Juan 3

24 MAYO

Números 33 | Salmo 78:1–39 | Isaías 25 | 1 Juan 3

Isaías 25 se divide en tres partes. En la central, tenemos un banquete festivo (25:6–8) y, a cada lado de esta, un cántico. El primero lo interpreta un cantor solitario, sin duda el propio Isaías (25:1–5); el segundo es una alabanza conjunta (25:9–12).

En la fiesta (25:6–8), la comida es la mejor y es gratuita, “un banquete de manjares especiales para todos los pueblos”. El “velo” o “manto” que “cubre a todos los pueblos” (25:7) es la propia muerte, la consecuencia de la maldición mencionada en el capítulo anterior. Esta fiesta es una celebración porque Dios “devorará a la muerte para siempre” (25:8). De hecho, todas las consecuencias de la maldición se anularán: “Enjugará las lágrimas de todo rostro “(25:8; compárese con Apocalipsis 21). Jesús garantiza las bendiciones descritas en este versículo (véase Lucas 14:15–24), porque él vence a la muerte (1 Corintios 15:25–26, 51–57; 2 Ti. 1:10). Esta fiesta es para “todos los pueblos” (25:6), otra de las muchas prefiguraciones, que hallamos en Isaías, de la aplicación universal del evangelio, pero deben ir a “este monte” (25:7); la salvación, como Jesús declara a la mujer samaritana, “proviene de los judíos” (Juan 4:22). Cuando Isaías añade que Dios eliminará el oprobio de “su pueblo” de toda la tierra, el sentido es algo ambiguo: puede ser una referencia a Israel, o quizás a aquellos que, sacados de “todos los pueblos”, han demostrado verdaderamente ser su pueblo en el día final.

El cántico del cantor solitario (25:1–5) está lleno de alabanza a Dios porque él es totalmente fiel. Esta fidelidad se demuestra tanto en los juicios devastadores que ha desencadenado como en su cuidado perenne de los pobres y los necesitados (25:4). En otras palabras, Dios es alabado por la justicia fiel de sus juicios. El cántico comunitario final (25:9–12) muestra al pueblo de Dios alabándolo unánime: “¡Sí, este es nuestro Dios; en él confiamos, y él nos salvó!” (25:9). Sin embargo, aquí también, debemos alabar la actividad inversa del Señor: él ha llevado el juicio sobre los que están llenos de soberbia. Se distingue a Moab como un ejemplo de esa obstinación. Así pues, al final existirán dos comunidades: el pueblo de Dios en el banquete festivo, donde el Señor mismo es el anfitrión y se destruye a la muerte, y los totalmente soberbios, que doblarán su rodilla pero a los que Dios reducirá a “polvo “(25:12). Barry G. Webb, un comentarista, escribió que o bien el arrepentimiento nos lleva a la fiesta, o bien la soberbia nos aparta de ella, y que las consecuencias de ello serán un gozo impoluto o un juicio indescriptiblemente terrible. Las alternativas que el evangelio pone ante nosotros son así de duras.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 144). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Examen para un cristiano

Jueves 24 Mayo

Por el fruto se conoce el árbol.

Mateo 12:33

Yo pues… os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados.

Efesios 4:1

Examen para un cristiano

Un predicador se sentó en el bus que lo llevaría al lugar donde iba a predicar el Evangelio en público. Al contar el dinero que le devolvió el conductor, se dio cuenta de que había 40 centavos de más. Cuando llegó a su destino, en el momento de bajarse del bus, devolvió los 40 céntimos al conductor, diciéndole: –Me dio de más.

El conductor sonrió y le preguntó: –¿Es usted el nuevo predicador del barrio?

–Sí.

–Pues fíjese, continuó diciendo el conductor, desde hace algún tiempo he pensado ir a una iglesia, y solo quería ver cómo reaccionaría usted si le devolvía más de la cuenta… ¡Hasta el próximo domingo! Nos veremos en la sala de reuniones…

Cristianos, a menudo nuestra vida diaria es la primera manera de dar a conocer el Evangelio de Cristo a aquellos que nos rodean. La Palabra de Dios incluso afirma que para ellos somos “carta de Cristo” (2 Corintios 3:3): nuestra vida muestra lo que creemos. El ejemplo de este evangelista ilustra la manera como nos miran quienes nos rodean, y también la manera como a veces podemos ser probados mediante nuestro comportamiento. Somos llamados a actuar honestamente ante todos los hombres (Romanos 12:17), tanto en los pequeños detalles como en aquello que es más importante.

Recordemos que un cristiano lleva el nombre de Jesucristo. ¡Velemos sobre nuestras palabras, nuestros actos y nuestro comportamiento!

Levítico 5 – Romanos 2 – Salmo 62:9-12 – Proverbios 16:1-2

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