Goce anticipado de la gloria

Goce anticipado de la gloria

5/30/2018

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo. (Efesios 1:3)

En la actualidad no vivimos físicamente en el cielo, pero en cierto sentido sí vivimos en el reino celestial. Aunque no estamos en el cielo, estamos experimentando la vida celestial. Tenemos la vida de Dios en nosotros. Estamos bajo el gobierno de un Rey celestial, y obedecemos las leyes del cielo.

Como resultado, recibimos “gracia divina, santo poder”, como escribiera Fanny Crosby en el himno “Dulce consuelo”, es decir, un goce anticipado de la gloria divina. Estamos viviendo en una nueva comunidad, disfrutando de una nueva comunión que llegará a su cumplimiento en un lugar llamado cielo.

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Algo para gloriarse

MAYO, 30

Algo para gloriarse

Devocional por John Piper

Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe. (Efesios 2:8)

El Nuevo Testamento establece una correlación entre la fe y la gracia para dejar en claro que no nos podemos jactar de lo que la gracia sola logra.

Uno de los ejemplos más conocidos dice: «Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe» (Efesios 2:8). Por gracia, por medio de la fe. Existe una correlación que protege la libertad de la gracia.

La fe es el acto del alma que nos lleva a alejarnos de nuestras propias carencias y a buscar los recursos libres y absolutamente suficientes de Dios. La fe se centra en la libertad de Dios para conceder gracia a los indignos; confía en la abundancia de Dios.

Por consiguiente, la fe, por su propia naturaleza, anula la jactancia y se ajusta a la gracia. Dondequiera que la fe mire, ve la gracia detrás de todo acto digno de elogio. Así que no podemos jactarnos, excepto en el Señor.

Por eso Pablo, después de decir que la salvación es por gracia por medio de la fe, agrega: «Y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe» (Efesios 2:8-9). La fe no puede gloriarse en la bondad o competencia o sabiduría humanas, porque la fe se enfoca en la gracia libre y abundante de Dios, que satisface todas nuestras necesidades. Toda bondad que la fe ve, la ve como fruto de la gracia.

Cuando la fe observa nuestra «sabiduría de Dios, justificación y santificación y redención», declara: «El que se gloría, que se gloríe en el Señor» (1 Corintios 1:30-31).

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Deuteronomio 3 | Salmo 85 | Isaías 31 | Apocalipsis 1

30 MAYO

Deuteronomio 3 | Salmo 85 | Isaías 31 | Apocalipsis 1

Aunque Isaías 31 comienza en un plano histórico, el texto se fija en un horizonte más distante y en una esperanza más amplia, como ocurre tantas veces en esta profecía.

Por un lado, Isaías sigue pronunciando lamentos divinos sobre “los que descienden a Egipto en busca de ayuda, de los que se apoyan en la caballería, de los que confían en la multitud de sus carros de guerra… pero no toman en cuenta al Santo de Israel, ni buscan al Señor” (31:1). El profeta recurre al sarcasmo: Dios “es también sabio, y traerá calamidad” (31:2), así como a la metáfora: el Señor puede asemejarse a un león perfectamente capaz de luchar (31:4) o a una bandada de aves que saben cómo proteger a los suyos (31:5). Esta idea lleva al lector a los versículos esenciales de este capítulo, los únicos escritos en prosa: “Israelitas, ¡volveos a aquel contra quien os habéis rebelado tan abiertamente! Porque en aquel día cada uno de vosotros rechazará los ídolos de plata y oro que vuestras propias manos pecadoras fabricaron” (31:6–7).

No hay alternativa al arrepentimiento, no hay otra forma de experimentar la bendición del Señor. La naturaleza del arrepentimiento en la Escritura descarta el sinsentido de un arrepentimiento parcial o supeditado. El arrepentimiento genuino no se aparta de un pecado mientras sigue en los demás; si este fuese parcial, sería tan incongruente como un embarazo parcial. La lealtad a Dios solo en áreas selectivas no es lealtad, sino traición. Arrepentirse de ser desleal en ciertos aspectos, prefiriendo seguir siéndolo en otros, no es en absoluto arrepentimiento. Dios no nos pide que dejemos a este ídolo o a aquel, permitiéndonos seguir alimentando a muchos otros; él exige que abandonemos totalmente la idolatría y volvamos al Dios contra el que nos hemos “rebelado tan abiertamente”, porque él es más que capaz de defender a su pueblo del poder de Asiria, de blandir una espada “no de hombre” (31:8). El cumplimiento literal de esta promesa es 37:36 (véase la meditación del 5 de junio).

Los indicios de una liberación aún mayor en un futuro lejano no son difíciles de encontrar. Una vez más, Isaías predice lo que ocurrirá “en aquel día” (31:7), esa significativa expresión que señala tan habitualmente el escorzo profético. Aunque la pérdida de casi doscientos mil soldados asirios, referida en 37:38, tuvo lugar en 701 a.C., la caída definitiva de Asiria y de su capital, Nínive, descrita en los versículos finales de este capítulo, no ocurriría hasta un siglo después (612). Además, las referencias al fuego de Dios en Sion (31:9) recuerdan 4:2–6 y 29:5–8, visiones de la destrucción de todos los enemigos de Sion y del reinado futuro del Señor.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 150). Barcelona: Publicaciones Andamio.

La gracia se ha manifestado

Miércoles 30 Mayo

La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres.

Tito 2:11

La gracia se ha manifestado (1)

¿Cómo una noción abstracta, como la gracia, pudo manifestarse?

Dios nos reveló su gracia mediante su Hijo, enviado a la tierra entre los hombres. El Hijo de Dios, Jesucristo, tomó forma humana e hizo visibles los caracteres esenciales de Dios: “la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17). Todos los que abrían los ojos y prestaban atención podían conocer la gracia de Dios mediante las palabras y los hechos del Señor.

A través de la predicación del Evangelio, la buena nueva, la gracia también se manifestó como un mensaje nuevo que ofrece la libertad a todo hombre culpable. Este mensaje no afirma que Dios pase por alto ciertas cosas, o que no mire de cerca todo lo que tenga que ver con el pecado. Esto no sería la gracia divina, que es inseparable de la verdad. No, en el Evangelio la justicia de Dios también fue revelada: la justicia mediante la fe, la justicia que justifica en vez de condenar, porque los culpables saben que Alguien sufrió en su lugar el castigo que ellos merecían (Romanos 3:22-26). Esta es la fe en Jesucristo, quien murió en la cruz por nuestros pecados.

La gracia que trae la salvación es ofrecida a todos los hombres, sin excepción. Todos son invitados a apropiarse de ella. No es un derecho, sino un don gratuito de parte de Dios. Le costó muy caro, pues lo pagó con la vida de su Hijo unigénito.

Esta gracia de Dios, ¿se ha manifestado en su vida?

“Se ha manifestado… la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron” (Romanos 3:21-23).

Levítico 11:1-28 – Romanos 8:1-17 – Salmo 65:9-13 – Proverbios 16:13-14

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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