Sirviendo al Señor. (Romanos 12:11)

Verdadero servicio

7/16/2018

Sirviendo al Señor. (Romanos 12:11)

Todo lo que usted haga en la vida cristiana debe ser compatible con la Palabra de Dios y verdaderamente en su servicio y para su gloria. En Romanos 12:11, la palabra que Pablo empleó para describir el servicio cristiano se refiere al servicio de un esclavo, cuya única tarea era llevar a la práctica la voluntad de su amo. Así es como usted debe servir a Dios: como siervo de Jesucristo.

Pero no puede servir al Señor con sus propias fuerzas así como no pudo ir a Él por su propio poder y voluntad. El poder de servir a Cristo viene de Dios. “Para lo cual también trabajo”, dijo Pablo, “luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí” (Col. 1:29).

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Energía para los quehaceres de hoy

JULIO, 16

Energía para los quehaceres de hoy

Devocional por John Piper

…Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito. (Filipenses 2:12-13)

Dios es el actor decisivo aquí. Él obra tanto el querer como el hacer para su beneplácito. Pero creer esto no hace que los cristianos sean pasivos, sino que los llena de esperanza y los vuelve vigorosos y valientes.

Cada día hay trabajo que hacer en nuestro ministerio específico. Pablo nos manda trabajar en ello, pero nos dice cómo hacerlo en el poder de la gracia venidera: creer en la promesa de que este día Dios estará obrando en nosotros el querer y el hacer para su beneplácito.

Es Dios mismo, en su gracia llegando a cada momento, quien trae el futuro al presente. Pablo no hace hincapié en la gratitud por la gracia pasada para explicar cómo ha «trabajado mucho más que todos ellos». Es gracia nueva para cada nueva conquista de su labor misionera.

El poder de la gracia venidera es el poder del Cristo vivo —siempre listo para obrar en nosotros en cada momento futuro al que entramos—. Por lo tanto, cuando Pablo describe los efectos de la gracia de Dios en él, dice: «no me atreveré a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, en palabra y en obra» (Romanos 15:18).

Entonces, dado que no se atrevía a hablar de nada sino de lo que Cristo había hecho a través de su ministerio, pero aun así hablaba de lo que la gracia había hecho a través de su ministerio (1 Corintios 15:10), esto debe significar que el poder de la gracia es el poder de Cristo.

Por lo tanto, el poder que necesitamos para el ministerio de mañana es la gracia venidera del Cristo omnipotente, quien siempre estará allí para nosotros —listo para obrar el querer y el hacer para su beneplácito—.


Devocional tomado del libro “Future Grace” (Gracia Venidera), página 291-292

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Josué 23 | Hechos 3 | Jeremías 12 | Mateo 26

16 JULIO

Josué 23 | Hechos 3 | Jeremías 12 | Mateo 26

En el siglo VIII a.C., Oseas pasó por la terrible experiencia de la traición de una mujer unida a él por el pacto del matrimonio y que se entregó a la prostitución. De ese modo, comprobó un poco cómo percibe el Señor la prostitución espiritual del pueblo con el que estaba vinculado por el pacto. De una forma en cierto sentido parecida, Jeremías ha sufrido el rechazo de sus amigos y familiares (11:18–23, meditación de ayer). Su angustia y su ira por la situación establecen el escenario propicio para que Dios explique su propia respuesta al pueblo que lo había rechazado (Jeremías 12).

La pregunta planteada por Jeremías surge de sus experiencias en los versículos inmediatamente precedentes. Ha estado poniendo su grano de arena para fomentar la reforma, pero su vida se ve amenazada por sus familiares y los demás habitantes de su propio pueblo. Aunque sigue declarando la justicia de Dios, el profeta se queja: “Tú, Señor, eres justo cuando discuto contigo. Sin embargo, quisiera exponerte algunas cuestiones de justicia. ¿Por qué prosperan los malvados? “¿Por qué viven tranquilos los traidores?” (12:1). Sumergido en la desesperación y desbordado por un sentimiento de desigualdad absoluta, Jeremías pregunta a Dios en los primeros versículos de este capítulo por qué no arranca simplemente a los malos y los destruye.

El Señor no responde directamente (12:5–6). En su lugar, dice al profeta que en realidad aún no ha visto nada. Si Jeremías flaquea de manera tan dolorosa en su propio pueblo, ¿cómo le irá entonces en la atmósfera mucho más complicada y perversa de Jerusalén? “Si los que corren a pie han hecho que te canses, ¿cómo competirás con los caballos? Si te tambaleas en el entorno relativamente seguro de Anatot, ¿qué harás en la espesura del Jordán?” (En el período anterior al exilio, la llanura aluvial del Jordán se cubría de una vegetación exuberante que protegía a muchos animales salvajes, incluyendo al león asiático). Muchos líderes cristianos han tenido que aprender que los sufrimientos iniciales simplemente preparan el camino para mucho más de lo mismo.

Al menos, Jeremías es un poco más capaz de comprender lo que Dios quiere decir cuando dice: “He abandonado mi casa, he rechazado mi herencia, he entregado a mi pueblo amado en poder de sus enemigos. Mis herederos se han comportado conmigo como leones en la selva. Lanzan rugidos contra mí; por eso lo aborrezco” (12:7–8). Por tanto, los versículos siguientes describen el juicio que llegará inevitablemente.

Sin embargo, la gracia de Dios brilla incluso aquí. Después de haberlos “arrancado”, los traerá de vuelta a su propia heredad (12:14–15). Si el exilio es inevitable debido a su pecado, seguidamente llegará la restauración, porque Dios es compasivo. Incluso las naciones paganas se unirán en la bendición del Señor, allá donde repudien a los baales y juren por el Dios viviente (12:16).

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 197). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Hombres de valor

Lunes 16 Julio

Fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir… no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.

1 Pedro 1:18-19

Hombres de valor

Para usted, ¿cuál es la definición de un hombre de valor? ¿Una persona que durante su vida manifestó grandes cualidades o hizo cosas sobresalientes? La Biblia evoca numerosos personajes que jugaron un papel en la historia de Israel y en la de los pueblos circundantes.

Sin embargo deja casi completamente en el olvido a la mayoría de los hombres de la Antigüedad que marcaron su época y a quienes la humanidad recuerda y honra.

Dios no da la misma importancia que nosotros a las cualidades y capacidades naturales, o incluso a las hazañas que constituyen el orgullo de la vida de una persona. Para Dios el valor de un ser humano no reside en lo que este es, en lo que hizo o en lo que posee, sino en el precio pagado para salvarlo. Antiguamente un esclavo quedaba en libertad si alguien pagaba en su lugar cierta cantidad de dinero. Así Jesucristo rescató a todos los que creen en él, pagando su liberación con su propia vida. ¡Ninguna otra cosa era suficiente! ¡Quizá su conducta fuese buena, pero de ninguna manera podría ser comparada al valor de la preciosa sangre de Cristo!

Con respecto a sus rescatados, Dios declara: “No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú… Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé” (Isaías 43:1, 4). “Serán para mí especial tesoro, ha dicho el Señor” (Malaquías 3:17).

¡Todos los que han sido rescatados mediante la sangre preciosa de Cristo tienen un inmenso valor para Dios!

Números 26 – Lucas 5:17-39 – Salmo 84:5-7 – Proverbios 19:17

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