No se permite el favoritismo

No se permite el favoritismo

7/23/2018

Porque no hay acepción de personas para con Dios. (Romanos 2:11)

Es pecado que un cristiano muestre favoritismo con las personas. Es decir, no debe estar prejuiciado ni a favor ni en contra de otra persona basándose en posición social, riqueza, influencia, po­pu­laridad o apariencia física.

La más clara y más práctica enseñanza neotestamentaria acerca de la imparcialidad está en la carta de Santiago a los creyentes:

Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida… ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pen­sa­mien­tos? …pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores (2:1-4, 9).

Si Dios nunca obra con favoritismo, ¿no debiera procurar usted el mismo carácter virtuoso, “no haciendo nada con parcialidad” (1 Ti. 5:21)?

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Cómo resistir a los deseos pecaminosos

JULIO, 23

Cómo resistir a los deseos pecaminosos

Devocional por John Piper

Por la fe Moisés… [abandonó] los placeres temporales del pecado… porque tenía la mirada puesta en la recompensa. (Hebreos 11:24-26)

La fe no se contenta con los «placeres temporales». Tiene un hambre voraz por el gozo, y la Palabra de Dios dice: «en tu presencia hay plenitud de gozo; en tu diestra, deleites para siempre» (Salmos 16:11). Por lo tanto, la fe no se desviará hacia el pecado. No se rendirá tan fácilmente en la búsqueda del máximo gozo.

El rol de la Palabra de Dios es alimentar el apetito de la fe por Dios. Al hacerlo, aleja nuestro corazón de los sabores engañosos de la lujuria.

Al principio, la lujuria comienza a engañarme y a hacerme sentir que realmente me perderé alguna gran satisfacción si continúo en mi camino hacia la pureza. Pero entonces tomo la espada del Espíritu y comienzo a pelear.

· Leo que mejor es sacarme un ojo que caer en la lujuria (Mateo 5:29).

· Leo que si pienso acerca de lo que es puro, amable y honorable, la paz de Dios estará conmigo (Filipenses 4:8).

· Leo que poner la mente en la carne trae muerte, pero ponerla en el Espíritu trae vida y paz (Romanos 8:6).

· Leo que los deseos carnales batallan contra mi alma (1 Pedro 2:11) y que los placeres de esta vida ahogan la vida del Espíritu (Lucas 8:14).

· Lo que es aún mejor, leo que Dios no negará ningún bien a aquellos que caminan en integridad (Salmos 84:11) y que los puros de corazón verán a Dios (Mateo 5:8).

En la medida en que oro para que mi fe sea saciada con la paz y la vida de Dios, la espada del Espíritu rasga la cubierta de azúcar del veneno de la lujuria. La veo por lo que realmente es y, por la gracia de Dios, su poder seductor es destrozado.


Devocional tomado del libro “Future Grace” (Gracia Venidera), página 335-336

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Jueces 6 | Hechos 10 | Jeremías 19 | Marcos 5

23 JULIO

Jueces 6 | Hechos 10 | Jeremías 19 | Marcos 5

La curación del hombre gadareno que estaba poseído por una “legión” de demonios (Marcos 5:1–20) exige algunas explicaciones y reflexiones en muchos puntos. Nos detendremos en seis de ellos:

(1) El escenario es un territorio gentil en el lado oriental del Mar de Galilea, en la región de Decápolis (5:20), las diez ciudades de población mayoritariamente helenística. La piara de cerdos deja claro este punto, ya que ningún judío respetable tendría estos animales. (2) El hombre pobre descrito en estos versículos estaba sometido a algún tipo de ataque cíclico. En ocasiones, era lo suficientemente dócil como para que lo encadenasen, pero después era tan increíblemente poderoso que podía romper las cadenas y liberarse. Expulsado de su hogar, vivía entre las tumbas, por donde deambulaba gritando y lacerándose. Era un hombre en la última agonía de la destrucción a manos de fuerzas demoníacas (5:5). No debemos dar por sentado que todos los casos de lo que hoy llamamos locura sean consecuencia de una actividad demoníaca; tampoco caigamos en el reduccionismo que achaca todos estos fenómenos de posesión a desequilibrios químicos en el cerebro. (3) Las palabras dirigidas a Jesús (5:6–8), aunque salen de los labios de un hombre, son producto del “espíritu maligno”. Este sabe muy bien (a) reconocer quién es Jesús y (b) vivir con el horrible conocimiento de la condena final que le espera. (4) Este diálogo entre Jesús y el “espíritu maligno” contiene dos elementos que no se encuentran en ningún otro exorcismo en los evangelios canónicos. Primero, la extraña interacción entre el singular y el plural: “Me llamo Legión… porque somos muchos”. Esta respuesta indica una ambigüedad en cierta actividad demoníaca. Además, como Jesús deja entrever en otros pasajes, la posesión múltiple por espíritus inmundos es una condición “peor” que debe evitarse escrupulosamente (Mateo 12:45). Segundo, estos demonios no desean marcharse de la zona y quieren entrar en otros cuerpos (5:10, 12). Jesús accede a ambas peticiones, lo cual presumiblemente refleja en parte el hecho de que aún no ha llegado la hora de su expulsión definitiva. (5) Aunque es esencial tener en cuenta el señorío absoluto de Jesús sobre esos espíritus malignos, debemos añadir que él no requiere la presencia de todos ellos individualmente, ni pregunta por sus nombres, ni entra en conversación con ellos, ni otras muchas cosas puestas en práctica habitualmente por algunos que se dedican a “ministerios de liberación”. (6) Las respuestas a esta liberación son asombrosas. El hombre salvado quiere seguir a Jesús, que lo comisiona a dar testimonio, en su mundo gentil, de lo mucho que el Señor ha hecho por él y de su misericordia (5:18–20). Los habitantes de la región ruegan a Jesús que se vaya (5:17): prefieren los cerdos a las personas, su tranquilidad financiera a la transformación de una vida.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 204). Barcelona: Publicaciones Andamio.

¿Qué me dice la Biblia?

Lunes 23 Julio

No hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.

Romanos 3:22-23

Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores.

1 Timoteo 1:15

¿Qué me dice la Biblia?

La Biblia nunca fue tan difundida y traducida en tantos idiomas y dialectos como ahora. En muchos países está al alcance de todos los que desean leerla y escucharla. Pero, ¿cuál es nuestra actitud ante este Libro? ¿Qué tiene la Biblia más que otro libro?

A diferencia de todos los demás, nos pone directamente en contacto con Dios, quien se dirige así a cada lector. La Biblia nos revela la apreciación de Dios sobre nuestra vida. Declara que todos los hombres son pecadores y van hacia el juicio, hacia un futuro eterno lejos de él.

¿Qué debemos hacer al leer esto? Simplemente aceptar esta declaración de Dios, reconociendo que estamos en ese camino, que somos culpables ante él. Pero también debemos leer la continuación del texto para descubrir que Dios preparó el medio de salvación para nosotros, y creer simplemente en Jesucristo. Cada persona es responsable de aceptarlo.

Solo Jesús puede liberar del juicio a todo el que cree en él, y darle la vida eterna. Tomó nuestro lugar en la cruz, llevando el castigo que nosotros merecíamos debido a nuestros pecados. Jesucristo también nos dice: La voluntad de mi Padre es “que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna” (Juan 6:40). El amor de Dios quiso acercarse a mí. El poder de este mensaje y el impacto que tiene en mi vida me dan la convicción de que la Biblia es verdaderamente la Palabra de Dios.

Números 32 – Lucas 9:1-20 – Salmo 87 – Proverbios 20:1

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