Vencer con el bien el mal

Vencer con el bien el mal

7/29/2018

No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal. (Romanos 12:21)

Devolver bien por mal es una de las obligaciones más difíciles de un cristiano. Pero desde la época del Antiguo Testamento, esa ha sido la orden de Dios para el creyente: “Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan, y si tuviere sed, dale de beber agua; Porque ascuas amontonarás sobre su cabeza, y Jehová te lo pagará” (Pr. 25:21-22).

La expresión “ascuas amontonarás sobre su cabeza” se refería a una antigua costumbre egipcia. Una persona que quería mostrar arrepentimiento público llevaba sobre la cabeza una sartén de carbones encendidos para simbolizar el ardiente dolor de su vergüenza y de su culpa. Cuando usted ama a un enemigo tanto como para esforzarse por satisfacer sus necesidades, espera avergonzarlo por el odio que le tiene a usted.

A fin de evitar ser vencido por el mal que se le ha hecho, en primer lugar no debe dejar que lo agobie. En segundo lugar, no debe permitir que lo opriman sus propias reacciones indebidas. En ambos casos, el mal mismo debe ser vencido por el bien.

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El plan de Dios para los mártires

JULIO, 29

El plan de Dios para los mártires

Devocional por John Piper

Y se le dio a cada uno una vestidura blanca; y se les dijo que descansaran un poco más de tiempo, hasta que se completara también el número de sus consiervos y de sus hermanos que habrían de ser muertos como ellos lo habían sido. (Apocalipsis 6:11)

Por casi trescientos años, el cristianismo creció sobre un suelo mojado con la sangre de los mártires.

Hasta el período del emperador Trajano (cerca del año 98), la persecución estaba permitida pero no era legal. Desde Trajano hasta Decio (cerca del año 250), la persecución era legal, pero principalmente local. Desde Decio, quien odiaba a los cristianos y temía el impacto que ellos podrían tener en sus reformas, hasta el primer edicto de tolerancia en el 311, la persecución no era solo legal, sino que también fue difundida y generalizada.

Un escritor describió la situación de este tercer periodo en las siguientes palabras:

El horror se esparció por todas las congregaciones, y el número de los lapsi [aquellos que renunciaban a la fe cuando recibían amenazas]… era enorme. Sin embargo, no faltaban aquellos que se mantenían firmes y sufrían el martirio antes que ceder; y a medida que la persecución crecía y se intensificaba, el entusiasmo de los cristianos y su poder de resistencia se volvía más y más fuerte.

Por trescientos años, ser cristiano era un acto de gran riesgo para la vida de uno y las posesiones y la familia. Era una prueba para ver qué era lo que uno amaba más, y la situación extrema de esa prueba era el martirio.

Por encima de ese martirio, había un Dios soberano, que dijo que hay un número designado de mártires. Ellos tienen un rol especial en el establecimiento y empoderamiento de la iglesia. Tienen un papel especial en cerrarle la boca a Satanás, quien constantemente dice que el pueblo de Dios le sirve solo porque todo en la vida les va bien (Job 1:9-11).

El martirio no es accidental. No es encontrar a Dios con la guardia baja. No es inesperado. Y, lo afirmo categóricamente, no es una derrota estratégica por la causa de Cristo.

Podrá parecer una derrota, pero es parte de un plan celestial que ningún estratega humano podría haber concebido o trazado jamás. Y triunfará para todos aquellos que permanezcan firmes hasta el fin por la fe en la gracia de Dios.


Devocional tomado del libro “Future Grace” (Gracia Venidera), página 342-343

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Jueces 12 | Hechos 16 | Jeremías 25 | Marcos 11

29 JULIO

Jueces 12 | Hechos 16 | Jeremías 25 | Marcos 11

La profecía de Jeremías 25 data del cuarto año del reinado de Nabucodonosor, es decir, 605 a.C., el año en que los babilonios derrotaron a los egipcios en Carquemis, obligando a Judá a cambiar su lealtad hacia la nueva potencia creciente. En ese momento, Jeremías ha estado profetizando ya durante veintitrés años, desde el reinado del último rey bueno, Josías, hasta ese día (25:3).

El comienzo de la supremacía babilónica es una ocasión apropiada para que el profeta reitere algunos de sus principales temas: un repaso de la desobediencia crónica del pueblo, de las advertencias de no seguir a otros dioses, la negativa del pueblo a escuchar las palabras del Señor (25:4–8). Sin embargo, existen varios elementos en este capítulo que no se han mencionado anteriormente o que apenas se han tratado hasta este momento.

Primero, en un lenguaje que recuerda el que encontramos en Isaías, Nabucodonosor recibe el calificativo de “siervo” de Dios (25:9). Es una forma de decir que el propio Todopoderoso provocará la destrucción de Jerusalén, aunque el poder temporal que está haciendo el trabajo es Babilonia y su rey.

Segundo, el servicio al rey de Babilonia durará “setenta años” (25:11). Existen diferentes maneras de calcular la duración del exilio. En esta caso, se trata de una cifra redondeada que abarca desde el auge de Babilonia en 609 hasta su derrota ante los persas (539), o quizás desde la primera deportación de líderes en 605 hasta el primer retorno de los judíos a su tierra bajo el régimen del rey Ciro de Persia (536; cp. 2 Crónicas 36:20–23; Zacarías 1:12).

Tercero, recordando lo que hará con los asirios después de haberlos utilizado para castigar al reino del norte (Isaías 10:5ss.), Dios dice que Babilonia pagará “por su iniquidad” y quedará “en desolación perpetua” (25:12). “Haré que vengan sobre este país todas las amenazas que le anuncié, y todo lo que está registrado en este libro y que Jeremías ha profetizado contra las naciones” (25:13).

Cuarto, en los siguientes versículos, se pide a Jeremías, en una experiencia visionaria, que obligue a las naciones a beber “la copa del vino de mi ira” (25:15; compárese con Apocalipsis 14:10). El Dios de la Biblia no es una simple deidad tribal; todas las naciones deben rendirle cuentas. El juicio puede comenzar con la comunidad del pacto, pero abarcará finalmente a todo el mundo sin excepción. “’Seréis castigados’, afirma el Señor Todopoderoso, ‘porque yo desenvaino la espada contra todos los habitantes de la tierra’ ” (25:29). ¿A dónde huiremos para escapar del juicio, si no es al refugio que sólo él provee?

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 210). Barcelona: Publicaciones Andamio.

No se quede con nada

Domingo 29 Julio

Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.

1 Pedro 5:7

Bienaventurados todos los que en él confían.

Salmo 2:12

No se quede con nada

Me sentí muy abatido después de la sorpresa que me llevé cuando me anunciaron la grave enfermedad de nuestro nieto. Durante una conversación, un amigo me dijo sencillamente: «No pueden llevar una carga así, deben dejarla completamente en las manos de Dios». Esto me parecía tan evidente que realmente no presté atención.

La noche siguiente me debatía con el peso de esta prueba sin darme cuenta de que yo mismo trataba de llevar una parte. Entonces tomé conciencia del valor de aquellas palabras consoladoras: no había dejado todo en las manos de mi Señor. Me dejaba llevar por mis razonamientos, y ellos me empujaban a sentir una gran ansiedad, o bien, cierta esperanza. Actuando así, dudaba del perfecto amor de Jesús y seguía turbado.

Amigos cristianos, ¿se sienten oprimidos, agobiados y abatidos por el peso de sus dolores y preocupaciones? Entonces vayan al Señor Jesús y cuéntenle su tristeza, su inquietud, no se queden con nada. Pongan todo a sus pies y déjenlo actuar solo a él. Nos pide que depositemos nuestra confianza en él, no de vez en cuando, sino en todo tiempo y en todas las circunstancias, incluso en los asuntos que más nos preocupan. Sin Cristo no podemos hacer nada. Él nos pide que caminemos con él paso a paso y cada día. Descansemos en él, y la paz de Dios guardará nuestros corazones y nuestros pensamientos (Filipenses 4:6).

El Señor Jesús vino “a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel” (Isaías 61:1).

Jeremías 2 – Lucas 11:29-54 – Salmo 89:15-18 – Proverbios 20:12-13

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