El grupo correcto

El grupo correcto

8/14/2018

Pocos son los que la hallan. (Mateo 7:14

Quienes son atraídos por el Espíritu de Dios para que entren por la puerta estrecha y anden por el camino angosto están en el grupo espiritual correcto. Quienes están en el grupo espiritual equivocado son todos los paganos y cristianos nominales, todos los ateos y devotos fanáticos superficiales, todos los teístas nominales y humanistas seculares, y personas de todos los grupos étnicos y económicos que no tienen una fe salvadora en Jesucristo. Entran por la puerta ancha y van por el camino espacioso que lleva a la destrucción.

Jesús dijo: “Muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mt. 22:14). El grupo correcto no es pequeño sencillamente porque la puerta de entrada es demasiado estrecha o el camino es muy limitado. Los creyentes son pocos porque muchas personas se niegan a arrepentirse de sus pecados y a confiar en Cristo para salvación. Prefieren morir en las tinieblas (vea Jn. 3:19).

Todo el que quiera ir a Jesucristo puede hacerlo con la ayuda de Dios: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera” (Jn. 6:37). Y quienes van a Cristo estarán para siempre en el correcto grupo espiritual.

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Dios perdona y aun así es justo

AGOSTO, 14

Dios perdona y aun así es justo

Devocional por John Piper

El Señor ha quitado tu pecado; no morirás. Sin embargo, por cuanto con este hecho has dado ocasión de blasfemar a los enemigos de Señor, ciertamente morirá el niño que te ha nacido. (2 Samuel 12:13-14)

Esto es indignante. Urías estaba muerto, Betsabé había sido violada, el bebé iba a morir, y Natán dijo: «El Señor ha quitado tu pecado».

¿Así de simple? David había cometido adulterio, había ordenado el asesinato de un hombre, había mentido, había «hecho lo malo a los ojos del Señor», había «dado ocasión de blasfemar» a Dios, y el Señor quitó su pecado.

¿Qué clase de juez justo es Dios? Uno no pasa por alto tan fácilmente un abuso sexual y un asesinato y la mentira. Los jueces justos no hacen eso.

Veamos lo que dice Pablo en Romanos 3:25-26:

Dios exhibió públicamente [a Cristo] como propiciación por su sangre a través de la fe, como demostración de su justicia, porque en su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente, para demostrar en este tiempo su justicia, a fin de que Él sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús.

En otras palabras, la indignación que podamos sentir cuando Dios parece simplemente pasar por alto el pecado de David sería una indignación valida si Dios simplemente hubiera escondido el pecado de David debajo de la alfombra, pero no hizo eso.

Dios ve desde los tiempos de David, y por los siglos siguientes hasta la muerte de su Hijo, Jesucristo, quien moriría en el lugar de David, para que la fe de David en la misericordia de Dios y en su obra redentora del futuro lo uniera con Cristo. En la mente omnisciente de Dios, los pecados de David eran contados como pecados de Cristo, y la justicia de Cristo contada como justicia de David. Por eso, Dios pasó por alto el pecado de David justamente.

La muerte del Hijo de Dios es tan indignante, y la gloria de Dios que esta sostiene es tan grandiosa, que Dios es vindicado de pasar por alto el adulterio y el asesinato y las mentiras de David.

Por lo tanto, Dios conserva su justicia intachable mientras que, al mismo tiempo, muestra misericordia a aquellos que tienen fe en Jesús, sin importar cuántos o qué tan monstruosos fueran sus pecados. Esas son buenas nuevas.


Devocional tomado del sermón“A Broken and Contrite Heart God Will Not Despise”

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1 Samuel 4 | Romanos 4 | Jeremías 42 | Salmo 18

14 AGOSTO

1 Samuel 4 | Romanos 4 | Jeremías 42 | Salmo 18

Se cuenta una vieja anécdota de un hombre disoluto que escuchó un mensaje religioso, el cual le hizo pensar que debía reordenar su vida. Fue a hablar con un pastor. Este le dijo que lo mejor para él era dejar el alcohol, las mujeres y el juego. El hombre se quedó pensativo unos instantes, y dijo: “¿Sabe? Creo que no merezco lo mejor”. ¿Qué es lo segundo mejor?

Podríamos pensar que, tras la catastrófica destrucción de Jerusalén, anunciada durante mucho tiempo por Jeremías, el profeta gozaría de una enorme credibilidad entre los supervivientes. La triste realidad es que sólo la tiene hasta el punto de que se dirigen a él para consultarle, pero nada más (Jeremías 42). Únicamente les interesa la aprobación divina para el plan que ellos mismos han elaborado. No quieren lo mejor de Dios, o su voluntad, sino que él apruebe lo que ellos desean. Jeremías busca a Dios prudentemente y, diez días más tarde (42:7), la palabra del Señor viene a él. El contenido del mensaje es el siguiente: permanece en Judá y Dios te protegerá; huye a Egipto y él lo considerará como una señal más de rebelión. Si lo haces, su ira te perseguirá hasta allí y te destruirá, tal como ha hecho con tantos en Jerusalén y sus alrededores. Incluso en el momento en que está comunicando este mensaje, el profeta ve que las cosas no van bien y que la hostilidad contra el mismo y contra sí mismo se acentúa. El capítulo siguiente (Jeremías 43) recoge el escepticismo burlón de los líderes y su determinación de ignorar al profeta y sus mensajes, de desechar sus palabras por no ser ciertas y de reunir al remanente del pueblo con el fin de viajar a Egipto. Es lo que acaban haciendo, llevando a Jeremías con ellos.

La mayor parte de los movimientos que surgen del fértil terreno de la cristiandad apelan, de una forma u otra, a la voluntad de Dios. Pocos indagan en ella con demasiada profundidad. El Señor está por la evangelización; por tanto, está por la manera en que propongamos llevarlo a cabo y pedimos que su voluntad apruebe nuestros métodos. Dios es amor; así pues, está en contra de la disciplina en la iglesia excepto en los casos más graves (que nunca se dan y, si lo hacen, quedan rápidamente cubiertos por el amor del Señor), y suplicamos que su voluntad apruebe nuestra determinación de ser buenos. Dios quiere que su pueblo sea santo y apartado para él; por tanto, debemos unirnos, aislarnos del mundo y lanzar púas llenas de odio a todos los que no estén de acuerdo con nosotros. De nuevo, pedimos que la voluntad de Dios autorice nuestra dureza y cruel condescendencia. Resulta terriblemente fácil caer en esos desdichados pozos. Tan solo hace falta decidirse a no mostrar más interés en la voluntad de Dios que el necesario para la aprobación de nuestras preferencias.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 226). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Leamos la Biblia

Martes 14 Agosto

(Los creyentes de Berea) recibieron la palabra (de Dios) con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.

Hechos 17:11

No seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina.

Efesios 4:14

Leamos la Biblia

En Tesalónica, la enseñanza del apóstol Pablo se había vuelto rápidamente una fuente de conflicto para los religiosos de la ciudad, quienes se habían rebelado contra él. En Berea, al contrario, los que conocían el Antiguo Testamento tenían sentimientos más nobles y habían recibido “la palabra con toda solicitud”. No era por credulidad, sino porque cada día comparaban lo que habían escuchado con las Escrituras que poseían. Mediante el Antiguo Testamento, Pablo les demostraba que Jesús era el Mesías prometido. En las Escrituras hallaban la confirmación de lo que el apóstol les enseñaba.

Todavía hoy, cuando se trata del mensaje cristiano, es necesario que los que lo exponen y los que lo escuchan sigan este ejemplo. El siervo de Dios tiene la gran responsabilidad de no dar una interpretación particular ni añadir sus ideas personales a la enseñanza de la Palabra de Dios. Tiene que exponer la Palabra tal como es, con convicción y referencias bíblicas.

En cuanto a los oyentes, siempre deben asegurarse de que lo que oyen es conforme a la Biblia. Ya al principio del cristianismo, los apóstoles hablaban de creyentes que alteraban, falsificaban y torcían las Escrituras (2 Corintios 2:17; 4:2; 2 Pedro 3:16). Hoy, ante la abundancia de doctrinas difundidas por todos los medios, es muy importante que nos esforcemos en conocer la Palabra de Dios y lo que realmente nos enseña.

Jeremías 18 – Lucas 21:1-24 – Salmo 94:8-15 – Proverbios 21:13-14

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