El juzgar los frutos espirituales

19 de agosto

El juzgar los frutos espirituales

No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.

Mateo 7:18

Un árbol frutal puede ser hermoso y decorativo, y dar una sombra refrescante en el verano. Pero su principal propósito es dar frutos, y por tanto se le juzga por lo que produce y no por lo que aparenta. De igual manera, a cualquiera que diga que habla en nombre de Dios se le ha de juzgar por su vida, no simplemente por su apariencia ni por sus palabras.

A veces los falsos profetas pueden engañar incluso a los cristianos genuinos. Si se vuelve descuidado respecto a la Palabra de Dios, perezoso en cuanto a la oración e indiferente acerca del reino de Dios, es fácil que lo engañe un maestro talentoso, ameno y con facilidad de palabra que aparenta ser ortodoxo.

Por lo tanto, es importante que siga vigilante y preparado. Los malos frutos de un árbol malo son sencillamente inaceptables, sin que importe cuán buenos puedan ambos parecer. Se les debe examinar con cuidado (vea He. 5:14). Pero para el creyente de experiencia hay una verdadera garantía en las palabras de Jesús: «por sus frutos los conoceréis» (Mt. 7:20). No hay por qué ser engañado si se observa cuidadosamente.

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El significado de la resurrección

AGOSTO, 19

El significado de la resurrección

Devocional por John Piper

Si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo. (Romanos 10:9)

El significado de la resurrección es que Dios está a nuestro favor. Su objetivo es afianzar una relación estrecha con nosotros, y vencer nuestro sentido de abandono y distanciamiento.

La resurrección de Jesús es la declaración de Dios a Israel y al mundo de que nosotros no podemos abrirnos camino hacia la gloria, pero que su intención es hacer lo imposible para que lleguemos allí.

La resurrección es la promesa de Dios de que todos los que confíen en Jesús serán beneficiarios del poder de Dios que nos conduce por el camino de justicia y a través del valle de sombra de muerte.

Por lo tanto, creer de corazón que Dios levantó a Jesús de entre los muertos implica mucho más que la aceptación de un acontecimiento: implica la confianza en que Dios esta a nuestro favor, en que él ha afianzado una relación estrecha con nosotros, en que él está transformando nuestra vida y en que él nos salvará para su gozo eterno.

Creer en la resurrección implica creer en todas las promesas de vida y de esperanza y de justicia por las que la resurrección tuvo lugar.

Significa estar tan confiados en el poder y amor de Dios que ningún temor a perder bienes mundanos ni la codicia por las ganancias de este mundo podrán tentarnos a desobedecer a su voluntad.

Esa es la diferencia entre Satanás y los santos. Oh, Dios quiera circuncidar nuestros corazones para que lo amemos y hallemos descanso en la resurrección de su Hijo.


Devocional tomado del libro “Crea en su corazón que Dios levantó a Jesús de los muertos”

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1 Samuel 11 | Romanos 9 | Jeremías 48 | Salmo 25

19 AGOSTO

1 Samuel 11 | Romanos 9 | Jeremías 48 | Salmo 25

Uno de los temas impactantes en los salmos, especialmente los de David, es el de los enemigos, algo que inquieta a muchos cristianos. ¿Acaso no nos dice Jesús que amemos a nuestros enemigos (Mateo 5:43–47)? Aquí, David pide a Dios que no los deje triunfar sobre él (Salmos 25, especialmente v. 1), los llama traidores (25:3) y se queja de que han aumentado y le odian desmedidamente (25:19). No debemos atribuir estas dos posturas a diferencias entre el nuevo pacto y el antiguo.

Detengámonos en algunas reflexiones preliminares:

(1) Incluso las enseñanzas de Jesús que instan a sus seguidores a amar a sus enemigos presuponen que los tienen. El mandato de Jesús de amar a nuestros enemigos no debe reducirse a la noción sentimental de que todos nos volvamos tan “buenos” que nunca los tengamos.

(2) Los creyentes del Nuevo Testamento pueden tener enemigos a los que deben enfrentarse en ciertos ámbitos. El apóstol Pablo, por ejemplo, dice que ha entregado a Himeneo y Alejandro a Satanás para que aprendan a no blasfemar (1 Timoteo 1:20). Tanto 2 Pedro 2 como Judas emplean un lenguaje muy elocuente para denunciar a los principales enemigos del Evangelio. Aunque esté hablando en un sentido hiperbólico, Pablo desea que los agitadores de Galacia se mutilen (Gálatas 5:12). El propio Señor Jesús, el mismo que, muriendo en la cruz, clamó: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (23:34), denuncia a sus enemigos en otros pasajes con un lenguaje espectacularmente vívido (Mateo 23). Es difícil no llegar a la conclusión de que, a no ser que acusemos a Jesús y los apóstoles de contradecirse de forma hipócrita, la exigencia de amar a nuestros enemigos no debe reducirse a una necedad sentimental que simplemente pretende que estos no existen.

(3) Se puede defender muy bien la opinión de que el objetivo principal de Mateo 5:43–47 es erradicar las represalias personales, evitar la venganza, vencer el mal que recibimos con el bien que hacemos, asumir el odio de un oponente y devolver amor. No obstante, ninguna de estas cosas niega en absoluto que la otra persona sea un enemigo. Además, los que ostentan el liderazgo pueden, desde el amor, sentirse obligados a proteger el rebaño persiguiendo al lobo con piel de oveja, dejando en entredicho al charlatán y denunciando al malvado, sin caer en la tentación de llevarlo al terreno personal.

(4) Existe un indicio que muestra si nuestra reacción se produce por el odio y el deseo de venganza o por una cuestión de principios basados en el amor a la santidad de Dios, que dejan lugar a la paciencia y el amor. Se trata de los compromisos relacionados con la misma. En el caso de David, estos incluyen la confianza (25:1–3, 4–5, 7b, 16, 21), el arrepentimiento y la fe (25:7, 11, 18), y la fidelidad al pacto (25:10).

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, pp. 231–232). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Mi destino es el cielo

Domingo 19 Agosto

Sabemos que… tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.

2 Corintios 5:1

Regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.

Lucas 10:20

Mi destino es el cielo

Corrie Ten Boom, superviviente del campo de concentración de Ravensbrück, viajó por el mundo para testificar sobre el amor de Jesucristo, amor experimentado aun en los peores momentos de su detención. Aprovechaba todas las ocasiones para dar su mensaje, a veces incluso con humor.

Cierto día, mientras estaba preparando su regreso a Holanda después de una gira por el Extremo Oriente, fue a reservar un vuelo que comprendía muchas escalas: Hong-Kong, Sydney, Auckland, El Cabo, Tel-Aviv y Amsterdam.

–¿Cuál es su destino final?, preguntó la empleada.

–El cielo, contestó Corrie.

La azafata, confundida, le respondió: ¿Cómo se escribe?

Corrie deletreó: – E L C I E L O

Después de un momento de reflexión, sonrió y dijo a Corrie: –¡Ah, ya comprendo! Pero no era eso lo que le preguntaba.

–Es en lo que estoy pensando. Sin embargo, es inútil hacer la reservación, pues ya tengo el billete.

–¿Tiene su billete para el cielo?

–Sí, hace aproximadamente dos mil años, respondió Corrie, Alguien lo pagó por mí. ¡Solo tuve que aceptarlo! Mi benefactor se llama Jesucristo, él pagó mi viaje al morir en la cruz por mis pecados. Después añadió: Por lo general, es difícil tener un asiento en sus aviones sin reservación, pero todavía es más difícil con respecto al cielo. ¡Espero que hoy mismo usted piense en reservar su lugar!

Jeremías 23:1-20 – Lucas 23:1-25 – Salmo 96:7-13 – Proverbios 21:23-24

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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