La casa edificada sobre la roca

La casa edificada sobre la roca

8/27/2018

No cayó, porque estaba fundada sobre la roca. (Mateo 7:25)

La casa fundada sobre la roca representa la vida de obediencia espiritual. Es la vida que tiene una perspectiva bíblica de sí mismo y del mundo, como se describe en las Bienaventuranzas de Cristo en el Sermón del Monte. Es la vida que se preocupa más por la justicia interna que por la forma externa. Es una vida de autenticidad y no de hipocresía, y de justicia de Dios en vez de justicia propia.

La casa fundada sobre la roca describe la vida que se deshace del orgullo y de las buenas obras humanas y es humilde y contrita debida a su propio pecado. Tal vida procura, con la ayuda del Espíritu, entrar por la puerta estrecha de la salvación y ser fiel al camino angosto de Cristo y de su Palabra. La vida edificada sobre la roca confía en la voluntad de Dios y espera en su Palabra por encima de todo. ¿Dónde descansa su esperanza y dónde radica su confianza?

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Todos nuestros enemigos bajo de los pies de Jesús

AGOSTO, 27

Todos nuestros enemigos bajo de los pies de Jesús

Devocional por John Piper

Entonces vendrá el fin, cuando [Cristo] entregue el reino al Dios y Padre, después que haya abolido todo dominio y toda autoridad y poder. (1 Corintios 15:24)

¿Cuán lejos se extenderá el reinado de Cristo?

El versículo 25 dice: «Pues Él debe reinar hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies». La palabra todos nos muestra la extensión.

Lo mismo hace la palabra todo en el versículo 24: «Entonces vendrá el fin, cuando [Cristo] entregue el reino al Dios y Padre, después que haya abolido todo dominio y toda autoridad y poder».

No hay enfermedad, ni adicción, ni demonio, ni mal hábito, ni falta, ni vicio, ni debilidad, ni temperamento, ni mal humor, ni orgullo, ni conmiseración por uno mismo, ni conflicto, ni envidia, ni perversión, ni codicia, ni pereza, que Cristo no haya planeado vencer por ser enemigos de su honor.

Esta promesa nos llena de aliento porque, cuando nos preparamos para pelear contra los enemigos de nuestra fe y nuestra santidad, sabemos que no peleamos solos.

Jesucristo está ahora, en esta era, poniendo a todos sus enemigos debajo de sus pies. Todo gobierno, toda autoridad y todo poder serán conquistados.

Por eso, recordemos que la extensión del reinado de Cristo tiene alcance sobre todos los enemigos de su gloria: desde el más pequeño hasta el más grande, todos serán derrotados.


Devocional tomado del sermón“He must reign”

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1 Samuel 19 | 1 Corintios 1 | Lamentaciones 4 | Salmo 35

27 AGOSTO

1 Samuel 19 | 1 Corintios 1 | Lamentaciones 4 | Salmo 35

La cuarta endecha (Lamentaciones 4) aporta diversas imágenes mentales para describir el sufrimiento del asedio final de Jerusalén y más allá. También expone algunas de las razones por las que se impuso el juicio, y acaba con un susurro de esperanza.

El poema comienza comparando a los habitantes de Jerusalén con oro que ha perdido su lustre (4:1). Como este, eran preciados, pero ahora son como los tiestos de arcilla más baratos (4:2). Bajo condiciones de asedio y deportación, la comida es tan escasa que las madres ya no pueden alimentar más a sus hijos; incluso los cachorros de chacal reciben un trato mejor (4:3–4). Dios destruyó Sodoma, conocida por su maldad, con un rápido holocausto, “en un instante” (4:6). Sin embargo, el castigo del pueblo del poeta es mayor que el de Sodoma (4:6); un asedio es algo espantoso y prolongado, y el exilio que le sigue es continuo. El supuesto teológico, desde luego, es que existen grados de culpa: los más conocedores de los caminos de Dios pueden tener menos excusa, y por tanto esperar un juicio más severo (p. ej., Mateo 11:20–24). En cuanto a los miembros de la nobleza, están tan consumidos, degradados y sucios como el resto, por lo que no se les puede distinguir (4:8–9); otra forma de decir que los líderes de la pequeña nación han sido destruidos. Son tan miserables que son inmundos, física y ceremonialmente, como los leprosos que deben sobrevivir a duras penas donde nadie quiere tener contacto con ellos (4:14–15). “El ungido del Señor” (4:20), una referencia al rey Sedequías en este caso, demuestra no servir para nada: “Era él de quien decíamos: ¡Viviremos bajo su sombra entre las naciones!” (4:20), es decir, seguros en el conocimiento de que pertenecía al linaje de David, el ungido del Señor. Sin embargo, al haber destruido la ciudad y el templo, Dios también echó del trono a los descendientes davídicos.

¿Por qué lo hizo? “Por los pecados de sus profetas. Por las iniquidades de sus sacerdotes” (4:13). El escritor no está queriendo decir que los líderes religiosos eran los únicos pecadores, sino que ellos, los que tendrían que haber hecho más para mantener la fidelidad al pacto en la nación, la llevaron a la corrupción y la infidelidad en su lugar. Debido a la posición que ostentaban, lejos de evitar el declive nacional, lo incitaron y aceleraron. ¿Dónde ocurre esto también actualmente?

La historia no acaba aquí. El escritor se mofa de sus vecinos paganos diciéndoles que pueden disfrutar también del momento, porque les llegará el turno. Dios los castigará, al igual que a Israel, y un día la comunidad del pacto, aunque afligida ahora, dejará tras de sí toda huella del exilio (4:21–22). El Ungido del Señor les dará descanso.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 239). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Dios me pidió que tomase una decisión

Lunes 27 Agosto

Os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia.

Deuteronomio 30:19

Jesús le dijo:… Sígueme tú.

Juan 21:22

Dios me pidió que tomase una decisión

«El arte se había convertido en el centro de mi vida; era mi pasión, sin embargo, seguía buscando un sentido a la vida… La muerte repentina de un amigo me hizo reflexionar. Leyendo nuevamente los evangelios descubrí que Cristo era el hombre a quien realmente estaba buscando. Bueno y respetuoso, lleno de dulzura pero firme a la vez, Jesucristo sabía responder bien a cada persona, o callar. No dejaba que nadie lo influenciase, incluso sus amigos y sus discípulos. Me di cuenta de que empezaba a admirarlo y a amarlo. Me hubiese gustado conocerlo cuando estaba en la tierra, caminar y hablar con él, escucharlo…

Un día, mientras oraba, le hablé y sentí la presencia tangible de Dios en mi apartamento. Poco a poco me fui abriendo a él. Fui sincera con Dios: le hablé de mis frustraciones y de todo lo que me impedía creer en él. Él me abrió sus brazos y me invitó a tomar una decisión, es decir, a pertenecerle, a hacerme su discípula. Yo lo acepté. Al principio mi nueva vida fue difícil, pues había muchos daños que reparar. El Señor me fue indicando cada uno de mis errores. Reconocí mis faltas pasadas y abandoné mis lazos sentimentales.

Ahora estoy casada, y cuando tenía 43 años, el Señor nos dio un hermoso hijo.

¿De qué me sirvió toda esa vida egoísta de creaciones artísticas insatisfactorias? Al final descubrí que había pasado al lado de la fuente de la verdadera felicidad. La pintura sigue siendo mi actividad favorita pero la dejo en segundo plano, después de mi relación con Dios».

Marjorie

Jeremías 30 – 1 Corintios 5 – Salmo 101:1-4 – Proverbios 22:7

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