EL ATAQUE A LA IGLESIA

noviembre 1

EL ATAQUE A LA IGLESIA

En el mundo tendréis aflicción. Juan 16:33

No debiéramos sorprendernos cuando se ataca a la iglesia porque Cristo dijo que así sucedería. Como el mundo, la carne y Satanás están detrás de tal hostilidad, Cristo nos ordenó que veláramos y oráramos “para que no [entremos] en tentación” (Mt. 26:41). Pedro advirtió: “Sed sobrios y velad, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 P. 5:8). Para estar preparados, Pablo dijo: “Nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo” (1 Ts. 5:8).

Puede ser difícil mantener su testimonio cristiano cuando la persecución es sutil y no manifiesta. Recuerdo haberle preguntado a un pastor ruso: “¿Es difícil pastorear una iglesia en su país?” El pastor respondió: “No, es fácil porque sé cuál es la posición de todo el mundo. Pero ¿cómo puede alguien pastorear una iglesia en los Estados Unidos, donde la avenencia es tan común y sutil?” Muchos que se dicen cristianos quieren la aceptación del mundo y por lo tanto, no están dispuestos a defender la causa de Cristo.

Del libro La Verdad para Hoy de John MacArthur DERECHOS DE AUTOR © 2001 Utilizado con permiso de Editorial Portavoz, www.portavoz.com

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UN LADRÓN Y UN TIRANO

UN LADRÓN Y UN TIRANO

Charles R. Swindoll

1 de noviembre, 2018

Proverbios 31423-2427

Petrarch dio en el blanco cuando escribió: «Existen cinco grandes enemigos dentro de nosotros que nos roban la paz. Estos enemigos son la avaricia, la ambición, la envidia, la ira y la arrogancia. Si pudiésemos deshacernos de esos enemigos, disfrutaríamos inevitablemente de paz perpetua».

La envidia definitivamente es uno de los enemigos más grandes de la paz interna. Así como un ladrón, la envidia se mete en el corazón encubierto entre tinieblas y se roba el contentamiento.

La envidia es ese deseo de ser mejor o al menos igual que otra persona en términos de logros, excelencia o posesiones.

Los antiguos se referían a la envidia como un sentimiento hostil o maligno. Agustín la mencionó como una de esas pasiones que «luchan como tiranos y confunden toda el alma y la vida de un hombre atormentándolo desde todos los ángulos». Agustín sigue diciendo que un alma que vive con envidia tiene «un deseo de obtener lo que no posee. . .  A donde sea que vaya, la avaricia lo confina, la autoindulgencia lo disipa, la ambición se adueña de él, la arrogancia lo infla, la envidia lo tortura y la pereza lo droga».2

La tortura es una descripción apropiada de lo que hace la envidia. Esta enfermedad del espíritu causa un daño terrible a sus víctimas.

Los celos y la envidia con frecuencia van de la mano, pero hay una diferencia, muy profunda por cierto, entre ambas cosas. Los celos comienzan con las manos llenas y luego van por la vida aterrorizados de perder algo. El combustible de los celos es el temor a la pérdida y causa una lucha de vida o muerte con tal de mantener esas posesiones. La envidia, sin embargo, comienza con las manos vacías, lamentándose de lo que no se tiene. Dante Alighieri categorizó este pecado como uno de los que se sufrían en el purgatorio, y representaba este defecto de carácter como un «ciego pordiosero cuyos párpados estaban cosidos con alambre». Una persona envidiosa sufre grandemente porque internamente está cauterizada.

Los celos quieren preservar lo que ya se tiene; la envidia quiere obtener lo que otro posee.

Reflexión: En una escala del uno al diez, catalogue su nivel de contentamiento con su estado actual de riqueza y posesiones. ¿Qué es lo que comúnmente le impulsa a desear tener más? Si pudiera mantener su estilo de vida actual en un país del tercer mundo, ¿de qué forma cree que su actitud cambiaria con respecto a la riqueza material?

Los celos quieren preservar lo que ya se tiene; la envidia quiere obtener lo que otro posee.

Charles R. Swindoll

Adaptado del libro, Viviendo los Proverbios  (Editorial Mundo Hispano, 2014). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos. 1. San Agustin, On Free Choice of the Will. (La libre elección de la voluntad), l. xi. 22. 2. Ibíd.

Ante la muerte

Jueves 1 Noviembre

No hay hombre que tenga potestad sobre… el día de la muerte.

Eclesiastés 8:8

Buscad al que… vuelve las tinieblas en mañana.

Amós 5:8

Ante la muerte

Antiguamente se decía que el hombre tiene siete compañeros: el hambre, la sed, el calor, el frío, el cansancio, la enfermedad y la muerte. Actualmente, una pequeña parte de la humanidad está afortunadamente libre de los cuatro primeros malos compañeros. Sin embargo, el cansancio y la enfermedad siguen existiendo, a pesar de los esfuerzos de la Medicina. En cuanto a la muerte, la Biblia la llama “el postrer enemigo” (1 Corintios 15:26) y el “rey de los espantos” (Job 18:14).

¡Nadie puede escapar de ella, y puede alcanzarnos en cualquier momento! Ante esta realidad, podemos adoptar dos actitudes:

1. “Comamos y bebamos, porque mañana moriremos” (1 Corintios 15:32). En vez de enfrentarnos a la realidad de la muerte, preferimos cerrar los ojos y no pensar en ella.

2. Aceptar esta realidad y hacerse las preguntas adecuadas sobre el más allá y el sentido de la vida. Escuchando lo que Dios nos dice en la Biblia, encontramos respuestas seguras:

–¿Qué sentido quiere dar Dios a mi vida? “Que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). Lo que Dios quiere es que tengamos una relación con él.

–¿Qué hay después de la muerte? “Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). Pero “el que en él cree (Jesucristo), no es condenado” (Juan 3:18).

El Señor Jesús nos lo confirma: “El que oye mi palabra, y cree al que me envió (Dios), tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24).

Deuteronomio 26 – Juan 16 – Salmo 119:97-104 – Proverbios 26:19-20

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