UN BUEN SOLDADO

Noviembre 5

UN BUEN SOLDADO

Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. (2 Timoteo 2:3)

Valor, convicción e integridad son virtudes respetables desde un punto de vista secular, pero es necesario que se manifiesten en la vida de todos los cristianos. Es que el nombre “cristiano” nos identifica con Cristo, que nunca transigió ni se apartó de la verdad. Él es el ejemplo perfecto de integridad valerosa.

Es lógico entonces que se nos llame a ser estables y estar firmes como Cristo y no dudar (Stg. 1:6). Exhortaciones a estar firmes (Ef. 6:11, 13-14) y ser fuertes (1 Co. 16:13; 2 Ti. 2:1) confirman que hemos de ser valerosos al vivir para Jesucristo.

Casi todos deseamos verdaderamente estar firmes y no tropezar en nuestro andar con Cristo. Ninguno de nosotros quiere ser aplastado bajo el peso de las pruebas de la vida ni ser derrotado por el ataque furioso del mundo, de la carne y de Satanás. Pero debemos comprender que permanecer firmes y ser fuertes no es fácil porque libramos una lucha espiritual (2 Ti. 2:3-4). Tenemos que estar preparados para sufrir penalidades a lo largo del camino como buenos soldados de la fe.

Del libro La Verdad para Hoy de John MacArthur DERECHOS DE AUTOR © 2001 Utilizado con permiso de Editorial Portavoz, http://www.portavoz.com

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EL POTENCIAL DESTRUCTIVO DE LA ENVIDIA

EL POTENCIAL DESTRUCTIVO DE LA ENVIDIA

Charles R. Swindoll

5 de noviembre, 2018

Proverbios 51423-2427

Seamos honestos. A veces el pecado parece ofrecernos más que lo que la justicia puede darnos. Si observamos el mundo actual, el impío parece tener todas las ventajas, ¿lo ha notado?

Ellos van por la vida con relativa facilidad, evitan los problemas por medio de mentiras y trampas, pueden tener el automóvil que desean, vivir donde quieran y dañar a cualquiera con tal de obtener lo que quieren. Y parece que, por lo general, se salen con la suya, sin tener que enfrentar ninguna clase de responsabilidad. Es como si supieran que, cuando tienen que enfrentar algo difícil, simplemente lo pasan por alto. Si alguien se entromete en su camino, lo pasan por encima. Cuando comparamos ese estilo de vida egocéntrico con la disciplina de la devoción a Dios y los límites de sus parámetros justos, no se necesita ser muy inteligente para comprender cómo la envidia puede tentarnos.

Ahora bien, nosotros no solo envidiamos al impío. También podemos tener esa clase de envidia respecto de nuestros propios hermanos. La envidia puede darse de un momento a otro y puede ocurrir en una gran cantidad de situaciones:

  • Cuando escuchamos a un orador más elocuente.
  • Cuando observamos a un líder más capaz.
  • Cuando visitamos una iglesia más grande.
  • Cuando leemos un mejor libro.
  • Cuando conocemos a una mujer más hermosa o a un hombre más exitoso.
  • Cuando escuchamos a un evangelista más efectivo.
  • Cuando deseamos manejar un automóvil más lujoso.
  • Cuando escuchamos a un cantante más popular.

La lista de la envidia no tiene fin. Ni siquiera los predicadores son inmunes a ella.

Quizás este sea su afán diario y puede intensificarse cuando ve que su edad es mayor que sus logros. Hubo un tiempo cuando podría deshacerse de ese sentimiento y no darle demasiada importancia. Pero al ir envejeciendo y al ver cómo los problemas acaban con su paciencia, quizá su fe esté alcanzando una crisis significativa. Mañana, descubriremos el remedio para la enfermedad de la envidia. Por ahora, piense en los efectos de la envidia en su vida espiritual.

Reflexión: ¿Cuáles circunstancias, con frecuencia, hacen que dude de su fe o pongan en duda su manera piadosa de vivir? ¿Cómo reacciona ante estas crisis? ¿Qué le puede ayudar a volver al curso correcto?

Seamos honestos. A veces el pecado parece ofrecernos más que lo que la justicia puede darnos.

Charles R. Swindoll

Adaptado del libro, Viviendo los Proverbios  (Editorial Mundo Hispano, 2014). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

Lo que va a suceder

Lunes 5 Noviembre

El día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán.

1 Tesalonicenses 5:2-3

Lo que va a suceder

¿A dónde va nuestro mundo? Los progresos técnicos son innegables. Igual de innegable es la pérdida de toda referencia moral, cosa que deteriora las relaciones humanas, y sobre todo la familia. Entonces, ¿hay un verdadero progreso? Algunos creen que la sociedad se va a derrumbar, otros esperan que un cambio político mejore la situación. Durante esos tiempos de confusión, Jesucristo va formando su Iglesia. Un día vendrá a buscar a aquellos que creen en él y lo esperan, quienes, todos juntos, forman Su Iglesia. Es lo que llamamos el arrebatamiento (1 Tesalonicenses 4:13-18).

Luego se presentará un hombre con soluciones radicales. La Biblia, ese libro profético, nos anuncia la venida de tal hombre (quizá ya exista…). Seducirá a las multitudes mediante sus palabras y su poder. Dará la impresión de traer la solución a los problemas mundiales. Durante un corto período la gente exclamará: “paz y seguridad”, pero entonces vendrá “una destrucción repentina” (texto de la fecha; Apocalipsis 8 y 9), pues Dios enviará terribles juicios sobre la tierra, principalmente sobre los que no hayan creído.

Luego Jesucristo vendrá a establecer su reino milenial en la tierra y reinará con justicia (Isaías 32:1). Será aclamado como “Rey de reyes y Señor de señores” (Apocalipsis 19:16), y toda rodilla se doblará ante él (Filipenses 2:10). Entonces habrá una verdadera paz y se aplicará la justicia.

El Evangelio es anunciado hoy: acepte ahora mismo a Jesús como Salvador, ore y diga: Señor Jesús, te confieso mis pecados, sálvame.

Deuteronomio 29 – Juan 19:1-30 – Salmo 119:129-136 – Proverbios 26:27-28

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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