SÚPLICA POR LA CONCORDIA

Noviembre 7

SÚPLICA POR LA CONCORDIA

Completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. (Filipenses 2:2) 

El apóstol Pablo era un gran teólogo, y a menudo trató importantes temas doctrinales. Se opuso al legalismo de los judaizantes (Fil. 3:2) y a los criterios disolutos de otros falsos maestros (vv. 18-19). Sabía que tales enseñanzas pervertían la doctrina de la salvación y amenazaban la vida de la iglesia. Pero también comprendía que la discordia en la iglesia era igualmente una amenaza para su vida. Es que el conflicto le quita a la iglesia su poder y destruye su testimonio. Los enemigos de Cristo se afanan por buscar formas de desacreditar a la iglesia.

Por lo visto, la discordia en la iglesia de Filipos estaba a punto de destruir la integridad de su testimonio. Así que Pablo les dijo: “Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio” (1:27). Tenemos un Espíritu entre nosotros, de modo que no hay razón alguna para la discordia.

Del libro La Verdad para Hoy de John MacArthur DERECHOS DE AUTOR © 2001 Utilizado con permiso de Editorial Portavoz, www.portavoz.com

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EL GRAN MÉDICO

EL GRAN MÉDICO

Charles R. Swindoll

7 de noviembre, 2018

Proverbios 51423-2427

La envidia es una enfermedad del alma que uno puede ignorar por un tiempo, pero eventualmente hay que enfrentarla. Al igual que un cáncer que se esparce lentamente, la envidia llegará a consumirle. Con la edad, ira encontrando más injusticias en la vida y ya no podrá disfrutar de las ventajas que tiene ahora si pone su mirada en esas personas que, aunque no se lo merecen, parecen tener privilegios y posesiones que usted no tiene. En tanto que el tiempo transcurre, saber que esas personas tienen esos beneficios puede quitarle la paz. La envidia le torturará con sus susurros engañosos. Lo peor es que en vez de sentirse feliz porque Dios ha bendecido a otras personas, empezará a resentirle y eso le puede llevar incluso a la ira. La envidia, nos recuerda Salomón, hace enojar al ser humano.

Este es el momento de enfrentar la envidia.

La paz es de aquellos que están contentos con lo que Dios les provee. Con aquellos que se gozan con los que están felices. Una marca de madurez es la habilidad de apreciar a una persona más talentosa y aplaudir a otra persona más especial y más bendecida que nosotros.

Una reacción así nos alinea con la soberanía de un Dios que «a este abate y a aquel exalta» (Salmos 75:7).

Le aconsejo que se unas a Salomón, los sabios de Israel y a Asaf, exponiendo su lucha interna con la envidia y entregándosela al médico de nuestra alma. Al igual que la venganza, la envidia es un mal que no debemos ignorar. Pidámosle al médico que utilice su escalpelo y saque esa enfermedad. Si no lo hacemos, la envidia puede convertirse en una enfermedad terminal del alma. Pídale a Dios que se deshaga de ella hoy mismo.

Reflexión: Usted conoce los peligros de la envidia y ya ha descubierto la cura. No obstante, el corazón del ser humano disfruta los placeres temporales de la envidia. ¿Por qué cree que la envidia es tan atractiva? ¿Cuál efecto a largo plazo tiene la envidia en la vida espiritual de una persona? ¿De qué forma otras personas pueden ayudarle a vencer la envidia en su propia vida?

Adaptado del libro, Viviendo los Proverbios  (Editorial Mundo Hispano, 2014). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.

Miércoles 7 Noviembre

No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.

Éxodo 20:16

No andarás chismeando entre tu pueblo.

Levítico 19:16

La muerte y la vida están en poder de la lengua.

Proverbios 18:21

Noveno mandamiento: No hablarás contra tu prójimo falso testimonio

Sin duda alguna muchos de nosotros nunca hemos dado falso testimonio en un juicio. Pero en un sentido más amplio, este mandamiento también se refiere al que toma a la ligera sus promesas, o las niega. Se refiere a «la calumnia, la difamación, las mentiras, la exageración deliberada y el maquillaje de la verdad. Podemos dar un falso testimonio si contamos habladurías o las escuchamos, riéndonos de los demás, creando falsas impresiones, no corrigiendo afirmaciones erróneas… mediante nuestras palabras pero también mediante nuestros silencios» (John Stott).

El falso testimonio y la calumnia no solo hieren a nuestro prójimo, sino que deshonran a Dios. El Señor “aborrece… la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente” (Proverbios 6:16-17). David decía a Dios: “Tú amas la verdad en lo íntimo” (Salmo 51:6). El apóstol Pablo declaró: “El amor… no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad” (1 Corintios 13:4-6).

¿Cómo podemos mejorar en este ámbito? Siendo conscientes de que “de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34), y que nuestro corazón solo cambia cuando pertenece a Jesús. Si estamos llenos de nosotros mismos, deformaremos la verdad para nuestra conveniencia. Pero si Cristo es el Señor de nuestra vida, su verdad vivirá en nosotros; entonces nuestras palabras serán más verdaderas y bondadosas.

(continuará el próximo miércoles)

Deuteronomio 31 – Juan 20 – Salmo 119:145-152 – Proverbios 27:3-4

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