REGOCÍJESE EN EL SEÑOR

Noviembre 9

REGOCÍJESE EN EL SEÑOR

Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! (Filipenses 4:4)

Muchos creyentes se convierten en víctimas de sus circunstancias y como consecuencia viven en altibajos espirituales. Para ellos, una orden de que se regocijen parece irracional. Pero la orden del versículo de hoy es regocijarse “en el Señor”.

No siempre podemos regocijarnos en nuestras circunstancias o en las de otras personas porque ambas pueden ser malas. Sin embargo, podemos regocijarnos en el Señor porque Él es siempre bueno y sabemos que nunca cambia. De modo que nuestra estabilidad espiritual se relaciona directamente con nuestro conocimiento de Dios. El conocerlo nos ayuda a vivir por encima de nuestras circunstancias y nos da estabilidad. Por eso se escribieron los Salmos en forma poética y se les puso música, para que el pueblo de Israel pudiera memorizar las Escrituras y cantar himnos a fin de profundizar su conocimiento de Dios. El conocerlo hace que todo lo demás parezca menos importante.

Del libro La Verdad para Hoy de John MacArthur DERECHOS DE AUTOR © 2001 Utilizado con permiso de Editorial Portavoz, www.portavoz.com

Usted podrá reproducir este contenido de Gracia a Vosotros sin fines comerciales de acuerdo con la política de Derechos de Autor de Gracia a Vosotros. Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org

EL LADO OSCURO DE LA TOLERANCIA

EL LADO OSCURO DE LA TOLERANCIA

Charles R. Swindoll

9 de noviembre, 2018

Proverbios 192428-30

Los fundadores de los Estados Unidos de Norteamérica formaron esa naciónn bajo la premisa de que cada individuo tendría que enfrentarse a Dios algún día y dar cuentas por sus creencias y conducta. Así, Estados Unidos de Norteamérica se convirtió en el primer estado moderno que estableciera un designio oficial de tolerancia religiosa, que se formalizó en la primera enmienda de la constitución:

«El Congreso no hará ley alguna con respecto a la adopción de una religión o la prohibición del libre ejercicio de dicha actividad, o coartar la libertad de expresión o de impresión, o el derecho del pueblo de reunirse pacíficamente y de solicitar al gobierno reparación de agravios».

Con estas palabras, los fundadores de los Estados Unidos de Norteamérica concedieron a todos los ciudadanos «la gracia para permitir que los demás fuesen diferentes». La constitución nos protege de una interferencia gubernamental o de la intromisión de nuestro prójimo con respecto a nuestra relación con Dios. Esto se puede resumir como la tolerancia en su máxima expresión en lo que respecta a la legislación política y religiosa. Esta legislación permite que las personas que están en desacuerdo puedan vivir en una armonía razonable los unos con los otros.

En años recientes, sin embargo, el término tolerancia ha dado un giro preocupante. Se ha convertido en una palabra común en la sociedad actual y ahora significa que no solo debemos vivir pacíficamente con aquellas personas que tienen creencias contrarias a las nuestras sino que también debemos aceptar que sus creencias sean verdaderas como las nuestras. Por ende, si no afirmamos la conducta o las creencias de los demás, se nos culpa de intolerantes. Considere, por ejemplo, un grupo de personas que decide que la poligamia es un estilo de vida alternativo y le exige al gobierno que los reconozca legalmente y afirme los matrimonios múltiples. Si usted o yo utilizamos el derecho de la primera enmienda para mostrarnos en desacuerdo abiertamente, automáticamente nos convierten en culpables de «intolerancia». Por esta razón, la tolerancia se ha vuelto un término negativo entre muchos fieles creyentes en Cristo.

Claramente, esta no es la clase de tolerancia que se muestra en las Escrituras. Cuando hablamos de tolerancia e intolerancia, tenga en mente que un creyente genuino no puede respaldar nada que sea contrario a la Biblia.

Reflexión: ¿De qué forma ha sido impactado por la definición incorrecta de tolerancia o intolerancia? ¿Cómo reacciono? Ahora que tiene una mejor definición de esos términos, ¿de qué forma reaccionará ante futuras acusaciones de que es intolerante?

Adaptado del libro, Viviendo los Proverbios (Editorial Mundo Hispano, 2014). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

No habrá guerra de Troya

Viernes 9 Noviembre

¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?

Santiago 4:1

Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Romanos 5:1

No habrá guerra de Troya

Este es el título de una obra teatral, escrita en la víspera de la segunda guerra mundial (1939-1945). En esta obra, Héctor y Ulises tratan de obtener la paz a toda costa; y parece que lo logran después de largas negociaciones. Pero un gesto inoportuno desencadena la catástrofe, y Héctor, afligido por ello, exclama: «Habrá guerra de Troya».

Para este escritor, la guerra es una fatalidad y no depende de la voluntad de los hombres. Es como si cayese sobre ellos, algo así como una obligación exterior.

Pero si abrimos la Biblia, descubrimos que la fuente de la violencia entre los hombres no es algo externo, ¡sino que está en ellos! “Del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios” (Mateo 15:19). ¡Deseamos que no haya más guerras en el planeta, y es un buen deseo! Pero en nuestras vidas, ¿buscamos evitar peleas, amargura y discordia? ¿Estamos en paz con Dios?

Ese camino que todos podemos hallar para experimentar la paz, es el de la fe en el Señor Jesús, el Príncipe de paz. Vayamos a él mediante la fe; él nos dará un corazón nuevo y, por su Espíritu, nos liberará del espíritu de violencia. Entonces descubriremos una paz nueva, la paz profunda de aquel que sabe que está reconciliado con Dios y que por ello también tiene la fuerza para reconciliarse con su prójimo.

Deuteronomio 32:29-52 – Hebreos 1 – Salmo 119:161-168 – Proverbios 27:7-8

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
ediciones-biblicas.ch – labuena@semilla.ch