UN BUEN SOLDADO

UN BUEN SOLDADO

11/5/2017

Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. (2 Timoteo 2:3)

Valor, convicción e integridad son virtudes respetables desde un punto de vista secular, pero es necesario que se manifiesten en la vida de todos los cristianos. Es que el nombre “cristiano” nos identifica con Cristo, que nunca transigió ni se apartó de la verdad. Él es el ejemplo perfecto de integridad valerosa.

Es lógico entonces que se nos llame a ser estables y estar firmes como Cristo y no dudar (Stg. 1:6). Exhortaciones a estar firmes (Ef. 6:11, 13-14) y ser fuertes (1 Co. 16:13; 2 Ti. 2:1) confirman que hemos de ser valerosos al vivir para Jesucristo.

Casi todos deseamos verdaderamente estar firmes y no tropezar en nuestro andar con Cristo. Ninguno de nosotros quiere ser aplastado bajo el peso de las pruebas de la vida ni ser derrotado por el ataque furioso del mundo, de la carne y de Satanás. Pero debemos comprender que permanecer firmes y ser fuertes no es fácil porque libramos una lucha espiritual (2 Ti. 2:3-4). Tenemos que estar preparados para sufrir penalidades a lo largo del camino como buenos soldados de la fe.

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¿Está descuidando su salvación?

NOVIEMBRE, 05

¿Está descuidando su salvación?

Devocional por John Piper

¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? (Hebreos 2:3)

¿Lo invade una sensación de grandeza cuando piensa en su salvación? ¿O la está descuidando?

¿Cómo responde a la grandeza de su salvación? ¿Se ocupa de ella del mismo modo que se ocupa del título de su auto o de la escritura de su casa? Son papeles que en algún momento firmó y están archivados en algún cajón de su casa, pero no son gran cosa. No afectan su vida diaria, así que básicamente, lo tienen sin cuidado.

¿En qué consiste en realidad el cuidado de esta salvación tan grande? Lo que el pasaje bíblico en verdad quiere decir es:

  • No olvide el amor de Dios hacia usted.
  • No olvide recibir el perdón, la aceptación, la protección, las fuerzas y la guía del Dios Todopoderoso.
  • No olvide el sacrificio de la vida de Cristo en la cruz.
  • No descuide el don gratuito de la justicia conferida por la fe.
  • No olvide que la ira de Dios fue quitada de su vida y que Dios le sonríe gracias a la reconciliación.
  • No olvide al Espíritu Santo que habita en usted, ni la comunión y amistad del Cristo vivo.
  • No olvide el resplandor de la gloria de Dios en el rostro de Jesús.
  • No olvide que tiene libre acceso al trono de gracia.
  • No descuide el tesoro inagotable de las promesas de Dios.

Esta es una salvación en verdad grande, y es muy serio descuidarla. No descuide una salvación tan grande; pues si lo hace, perecerá y no habrá escapatoria.

Ser cristiano es un asunto muy serio; no un asunto amargo, sino serio. Simplemente, anhelamos de todo corazón regocijarnos en nuestra gran salvación.

No dejaremos que el mundo nos desvíe hacia los placeres temporales y suicidas del pecado. No descuidaremos nuestro gozo eterno en Dios, pues en eso consiste la salvación. Nos quitaremos los ojos antes de dejarnos llevar y apartarnos de la vida eterna.

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«Alabadle, bendecid su nombre»

5 de noviembre

«Alabadle, bendecid su nombre».

Salmo 100:4

Nuestro Señor quisiera que todos los suyos fuesen ricos en pensamientos elevados y dichosos respecto de su bendita persona. Jesús no se satisface con que sus hermanos piensen pobremente de él: su placer sería que su Esposa se deleitase con su belleza. No tenemos que considerar a Jesús meramente como un artículo necesario —como el pan o el agua—, sino como cosa altamente delicada, como un placer inusual y encantador. Con este fin él se reveló a sí mismo como la «perla de gran precio» en su incomparable belleza; como el «manojito de mirra» en su refrescante fragancia; como la «rosa de Sarón» en su persistente perfume; y como el «lirio» en su inmaculada pureza.

Para ayudarte a albergar elevados pensamientos acerca de Cristo, recuerda la estima en que se le tiene más allá del firmamento, donde las cosas se miden según patrones justos. Considera cómo Dios estima al Unigénito, que es el inefable don que él nos ha concedido. Reflexiona sobre lo que piensan de él los ángeles cuando reputan su más alto honor el cubrir sus rostros y estar a los pies de Jesús. Considera lo que piensan de él los lavados con su sangre, mientras de día y de noche le cantan sus merecidas alabanzas. Los pensamientos elevados acerca de Cristo nos permitirán conducirnos convenientemente para con él. Cuanto más exaltado le veamos en su Trono y más humildes nos postremos delante del mismo, mejor preparados estaremos para conducirnos bien respecto a él. Nuestro Señor quiere que pensemos bien de él, para que nos sometamos alegremente a su autoridad. Los pensamientos sublimes en cuanto a Cristo acrecientan nuestro amor. El amor y la estima van juntos; por tanto, creyente, piensa mucho en las excelencias de tu Señor. ¡Considérale en su primigenia gloria, antes de que tomara tu naturaleza! ¡Piensa en el poderoso amor que le trajo desde el Trono para morir en la cruz! ¡Admíralo mientras vence a todos los poderes del Infierno! ¡Mírale resucitado, coronado y glorificado! Inclínate delante de él como el Admirable, el Consejero, el Dios fuerte, porque solo así tu amor por él será lo que debe ser.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 320). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

4 – [6] – La demencia de Lutero

Ligonier Español     

4 – [6] – La demencia de Lutero

Dr. R.C. Sproul

 

 

 


Hace más de 30 años que el Dr. R.C. Sproul escribió su afamado libro “La Santidad de Dios”, el cual por la gracia de Dios ha sido de bendición y edificación a una multitud de personas alrededor del mundo. En esta serie de 6 estudios, R.C. Sproul explora bien de cerca el carácter de Dios, llevándonos a nuevas percepciones sobre el pecado, la justicia y la gracia. La Santidad de Dios examina el significado de la santidad y por qué las personas están fascinadas y aterrorizadas por un Dios santo. R.C. Sproul dice: “La santidad de Dios afecta cada aspecto de nuestras vidas – economía, política, atletismo, romance – todo con lo que estamos involucrados”.
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¡Onésimo se convirtió!

5 NOVIEMBRE

2 Reyes 18 | Filemón | Oseas 11 | Salmos 132–134

En el siglo I, se podía ejecutar legalmente a un esclavo que se escapara. Puede que su amo no empleara ese castigo, pero, como mínimo, si se encontraba a un esclavo que había huido, este sufriría un trato muy brutal.

Onésimo era un esclavo que había escapado de Filemón. En algún momento, Onésimo se convirtió. Ya sea que haya buscado a Pablo antes de su conversión, o después, Onésimo ahora está con Pablo, probablemente en Roma. El apóstol se halla en la cárcel esperando un juicio y Onésimo, ahora un creyente, está haciéndole recados y ayudándole.

Pero Pablo sabe que esto no puede continuar. El apóstol mismo podría ser acusado de asistir a un fugitivo. Legalmente, e incluso moralmente, Onésimo tenía que retornar con Filemón y arreglar las cosas. ¿Pero hasta que punto era moral la propia esclavitud romana?

Así que Pablo escribe a Filemón y a Apia, sabiendo que son cristianos, probablemente adinerados, con una casa lo suficientemente grande como para acomodar a la iglesia de su localidad. La carta es una obra maestra de diplomacia firme y piadosa.

Pablo felicita a Filemón por su amor y ánimo (v. 7). Menciona que sencillamente podría ordenarle tomar determinada acción (v. 8), pero prefiere apelar a él como “Pablo ya anciano, y ahora, además, prisionero de Jesucristo” (v. 9) para que Filemón actúe por amor. Entonces es cuando menciona a Onésimo y expone su petición. Pablo quiere que Filemón reciba de vuelta a Onésimo, a quien Pablo describe como su “hijo”, ahora una persona “útil” (eso es lo que significa el nombre Onésimo) y tan amada por el apóstol que es como si fuera el “propio corazón” de Pablo (vv. 10–12). Pablo con gusto se hubiera quedado con él, pero no quiere hacer nada sin el “consentimiento” de Filemón (v. 14). Es cierto que Onésimo se había escapado, pero, a pesar de lo reprensible que fue ese acto, en la perspectiva más amplia, “quizás para esto se apartó de ti por algún tiempo, para que lo recibieses para siempre; no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado” (vv. 15–16). Seguramente, será por ello, amado por Filemón, “como persona y como hermano en el Señor” (v. 16).

De manera que Filemón debe darle la bienvenida a Onésimo como se la daría al propio apóstol Pablo (v. 17), quien espera visitarles pronto para ver cómo van las cosas (v. 22). Parece ser que Onésimo le robó a Filemón cuando se fue: Pablo dice que con gusto pagará la cantidad total, aunque le recuerda gentilmente a Filemón la enorme deuda que este tiene con el hombre que le trajo el evangelio.

Nada destruye la crueldad en las relaciones con mayor rapidez que el evangelio cuando se aplica correctamente.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 309). Barcelona: Publicaciones Andamio.

¡Ni condenado, ni siquiera juzgado!

(Jesús dijo:) De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.

Juan 5:24

¡Ni condenado, ni siquiera juzgado!

Juicio y condenación tienen un sentido diferente. El juicio precede una eventual condena. El juicio del que la Biblia nos habla es aquel en el cual cada ser humano comparecerá ante Dios como un acusado. La condenación es el veredicto del juicio, juicio definitivo, sin apelación posible, porque es Dios quien lo pronuncia.

El creyente, nacido de nuevo, comparecerá ante el tribunal de Cristo, pero no como acusado para ser juzgado. Al contrario, se presentará como una persona perdonada, y más aún, como un justo, porque sus pecados fueron perdonados. Toda su vida pasará ante sus ojos, bajo el enfoque de la santidad y de la gracia de Dios. “Es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Corintios 5:10).

El creyente nunca irá, pues, a juicio, sea debido a su mala naturaleza o a sus pecados. Pero, ¿quién hace tal declaración? ¡El Juez supremo! (Juan 5:22). Jesús dijo: “El que oye mi palabra, y cree al que me envió (Dios), tiene vida eterna; y no vendrá a condenación” (Juan 5:24).

Como víctima expiatoria en la cruz, Jesús “llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo” (1 Pedro 2:24). Perdona sin enjuiciar a aquellos por quienes murió. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1). Tenemos la seguridad de que no hay condenación, ni siquiera juicio, para nosotros los creyentes, ni ahora ni en el futuro.

Job 1 – Juan 19:1-30 – Salmo 119:129-136 – Proverbios 26:27-28

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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