SÚPLICA POR LA CONCORDIA

SÚPLICA POR LA CONCORDIA

11/7/2017

Completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. (Filipenses 2:2) 

El apóstol Pablo era un gran teólogo, y a menudo trató importantes temas doctrinales. Se opuso al legalismo de los judaizantes (Fil. 3:2) y a los criterios disolutos de otros falsos maestros (vv. 18-19). Sabía que tales enseñanzas pervertían la doctrina de la salvación y amenazaban la vida de la iglesia. Pero también comprendía que la discordia en la iglesia era igualmente una amenaza para su vida. Es que el conflicto le quita a la iglesia su poder y destruye su testimonio. Los enemigos de Cristo se afanan por buscar formas de desacreditar a la iglesia.

Por lo visto, la discordia en la iglesia de Filipos estaba a punto de destruir la integridad de su testimonio. Así que Pablo les dijo: “Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio” (1:27). Tenemos un Espíritu entre nosotros, de modo que no hay razón alguna para la discordia.

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El amor de Dios: ¿es condicional?

NOVIEMBRE, 07

El amor de Dios: ¿es condicional?

Devocional por John Piper

Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros. (Santiago 4:8)

Lo que este versículo quiere decir es que hay una preciosa experiencia de paz, seguridad, armonía e intimidad con Dios que no es incondicional: depende de que no contristemos al Espíritu.

Depende de que dejemos los malos hábitos. Depende de que abandonemos las triviales inconsistencias de nuestra vida cristiana. Depende de que caminemos a la par con Dios y aspiremos al mayor grado de santidad.

Si esto es verdad, me temo que las afirmaciones po o cuidadosas que hoy en día se hacen acerca del amor incondicional de Dios, podrían llevar a las personas a dejar de hacer justamente lo que la Biblia dice que necesitan hacer para lograr la paz que buscan con tanta ansiedad. En nuestro intento de traer paz a las personas por medio de la «incondicionalidad», podríamos estar privándolas del remedio mismo que la Biblia prescribe.

Declaremos con denuedo las buenas nuevas de que nuestra justificación está basada en el valor de la obediencia y el sacrificio de Cristo, no en los nuestros (como dice Romanos 5:19: «porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno los muchos serán constituidos justos»).

Pero declaremos también la verdad bíblica de que el deleite en esa justificación, que se manifiesta en el gozo, la confianza y el poder para crecer en semejanza a Jesús, está condicionado a nuestra renuncia activa al pecado y a las malas costumbres, a la mortificación de los deseos de la carne, a la búsqueda de la intimidad con Cristo y a no contristar al Espíritu.


Devocional tomado del articulo “Does Unconditionality Conceal the Remedy?”

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«Me seréis testigos»

7 de noviembre

«Me seréis testigos».

Hechos 1:8

Para aprender a cumplir tus deberes como testigo de Cristo, ten a Cristo mismo como ejemplo. Él está siempre testificando: ya sea junto al pozo de Samaria o en el templo de Jerusalén; bien junto al lago de Genesaret o bien en la cumbre del monte. Él testifica de día y de noche: las poderosas oraciones de Jesús son tan expresivas para Dios como su servicio diario. Él testifica bajo cualquier circunstancia. Los escribas y los fariseos no pueden cerrarle la boca. Aun delante de Pilato Cristo testificó de la buena profesión. Él testifica tan clara y distintamente que no comete ningún error. Cristiano, haz de tu vida un testimonio diáfano. Sé como un arroyo transparente y cristalino en cuyo fondo puedas ver cada una de las piedras, y no como un turbio riachuelo del cual lo único que ves es la superficie. Así, el amor de tu corazón hacia Dios y hacia los hombres será manifiesto a todos. No es necesario que digas: «Soy sincero»; sé sincero. No te jactes de que eres íntegro: sé íntegro. De este modo tu testimonio resultará tan evidente que los hombres no podrán dejar de verlo. Nunca, por temor al débil mortal, refrenes tu testimonio. Tus labios han sido encendidos con un carbón sacado del altar: deja, pues, que hablen como deben hablar unos labios tocados por el Cielo. «Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano». No mires a las nubes o al viento; testifica de tu Salvador a tiempo y fuera de tiempo. Y si aconteciera que por causa de Cristo y del evangelio tuvieses que soportar algún sufrimiento, no retrocedas, sino regocíjate por el honor que se te concede de ser tenido por digno de sufrir con tu Señor, y gózate también en esto: en que tus sufrimientos, tus pérdidas y tus persecuciones te prepararán una plataforma desde la cual, con más vigor y poder, podrás testificar a favor de Cristo Jesús. Medita en tu gran Ejemplo y sé lleno de su Espíritu. Recuerda que necesitas mucha instrucción, mucha perseverancia, mucha gracia y mucha humildad para que tu testimonio redunde en la gloria de tu Señor.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 322). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

 6 – [6]  La Santidad de Cristo

Ligonier Español     

 6 – [6] – La Santidad de Cristo

Dr. R.C. Sproul

 

 

Hace más de 30 años que el Dr. R.C. Sproul escribió su afamado libro “La Santidad de Dios”, el cual por la gracia de Dios ha sido de bendición y edificación a una multitud de personas alrededor del mundo. En esta serie de 6 estudios, R.C. Sproul explora bien de cerca el carácter de Dios, llevándonos a nuevas percepciones sobre el pecado, la justicia y la gracia. La Santidad de Dios examina el significado de la santidad y por qué las personas están fascinadas y aterrorizadas por un Dios santo. R.C. Sproul dice: “La santidad de Dios afecta cada aspecto de nuestras vidas – economía, política, atletismo, romance – todo con lo que estamos involucrados”.
http://www.ligonier.org/

El rey Ezequías reinó sobre Judá

7 NOVIEMBRE

2 Reyes 20 | Hebreos 2 | Oseas 13 | Salmos 137–138

Uno de los capítulos más tristes de las Escrituras es 2 Reyes 20. Nos presenta a un hombre que ha sido fiel en el pasado y ahora se está marchitando en la autocomplacencia del egoísmo.

El rey Ezequías reinó sobre Judá, el reino del sur, en los últimos días del reino del norte, Israel. Una vez los asirios habían derrotado a Israel y transportado a sus ciudadanos principales, dejando atrás sólo una nación en ruinas, había suficiente motivo para desalentarse en el sur. Pero, de manera verdaderamente heroica, Ezequías, guiado en parte por el profeta Isaías, resistió el agotador asedio del rey Senaquerib de Asiria, simplemente confiando en la misericordia de Dios el Señor. Enviada por Dios mismo, una plaga arrasó el campamento asirio, matando a casi doscientas mil personas. Se salvan Jerusalén y Judá (2 Reyes 18–19; Isaías 36–37). Además, el compromiso de Ezequías con Dios en los años iniciales de su reinado no se caracterizó por la transigencia típica que mantenía algún tipo de lealtad a Yahvé aunque sin tocar los altares y otros lugares de adoración pagana. Todo lo contrario: purificó la nación, ganándose la afirmación: “Ezequías hizo lo que agrada al Señor, pues en todo siguió el ejemplo de su antepasado David” (18:3–4). Incluso reconoció que la serpiente de bronce que Moisés había hecho (Números 21:4–9) se había convertido en una trampa supersticiosa y la destruyó.

Luego, cayó enfermo y lloró amargamente. De alguna forma, llegó a pensar que por sus actos de justicia, Dios le debía una vida larga y próspera (20:2–3). En su misericordia, Dios le asignó quince años más y le dio una señal milagrosa para confirmar la promesa (20:1–11). Durante esos quince años, sin embargo, Ezequías fracasó en una prueba importante: cuando vinieron emisarios de Babilonia, en vez de buscar el rostro del Señor y andar con humildad, Ezequías se comportó como un potentado presumido, mostrándoles con orgullo la creciente riqueza del reino. Todo fue debidamente registrado en los libros de Babilonia, en preparación para el día—más de un siglo después—en el que Babilonia sería la superpotencia y aplastaría a Jerusalén, exiliando a su gente (20:12–18).

Pero este no fue el error más grave de Ezequías. Cuando el profeta Isaías le dijo lo que iba a suceder, el rey no se arrepintió de su arrogancia, ni buscó el perdón ni intercedió ante Dios. La amenaza del juicio iba a ocurrir en el futuro: Ezequías se niega a aceptar ninguna responsabilidad profundamente sentida. Expresa piadosamente: “El mensaje del Señor que tú me has traído es bueno”, mientras que el escritor comenta: “es que pensaba: ‘Al menos mientras yo viva, sin duda que habrá paz y seguridad’ ” (20:19). Ezequías se ha convertido en un pigmeo en términos morales y estratégicos.

Es mucho mejor morir joven, tras una serie de logros genuinos y piadosos, que morir viejo y amargado, envenenando a tu propia descendencia.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 311). Barcelona: Publicaciones Andamio.

El yugo desigual 

Coalición por el Evangelio

El yugo desigual

Miguel Núñez

El apóstol Pablo dice en 2 de Corintios 6:14-16 “No estéis unidos en yugo desigual con los incrédulos, pues ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas? ¿O qué armonía tiene Cristo con Belial? ¿O qué tiene en común un creyente con un incrédulo? ¿O qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos? Porque nosotros somos el templo del Dios vivo, como Dios dijo: HABITARÉ EN ELLOS, Y ANDARE ENTRE ELLOS; Y SERE SU DIOS, Y ELLOS SERAN MI PUEBLO”.

Noten que el énfasis que Pablo está haciendo cuando habla de yugo desigual es sobre el hecho de que entre el creyente que ha seguido a Cristo y el incrédulo que no ha creído en Cristo no hay nada en común. Esa es la pregunta que Pablo hace en el versículo 15 “¿O qué armonía tiene Cristo con Belial? ¿O qué tiene en común un creyente con un incrédulo?”. Por tanto creemos que las asociaciones de cristianos y no cristianos para el matrimonio están prohibidas por la Palabra de Dios, porque constituiría un yugo desigual.

Por otro lado algunos se preguntan si un evangélico pudiera casarse con un católico. Nosotros creemos que Pablo en 2 de Corintios 6:14 no está tratando de hacer esa diferenciación de denominaciones, pero sí está tratando de hacer la diferencia de que un creyente no debe casarse con un incrédulo. Por tanto, si a la luz de las Escrituras ese evangélico o ese católico realmente no llena los requisitos para ser considerado como creyente, entonces obviamente el matrimonio no debiera darse entre el que cree y el que no cree. Es posible llamarse evangélico y no ser creyente. Es posible llamarse católico y no ser creyente. La diferenciación no podemos hacerla entre una denominación y otra, sino entre el verdadero estado espiritual de un individuo y el otro.

Ahora bien, sí es bueno que se defina desde el principio qué va a pasar a la hora del matrimonio, porque si el evangélico va a asistir a su iglesia evangélica y el católico va a ir a su iglesia católica, pues obviamente eso es una contradicción porque eso no sería consistente con el ser una sola carne. Por otro lado, la denominación católica tiene múltiples creencias que son contrarias a la Palabra de Dios, y por tanto ese hermano creyente que pudiera casarse con un católico no debe y no puede consentir en que ellos como pareja vayan a una iglesia con doctrinas tan diferentes a lo que la palabra enseña. Con esto no queremos decir que ese hermano católico no pudiera ser un creyente verdadero, si ha creído que la salvación es por gracia a través de la fe solamente, y no por obras para que nadie se gloríe (Efesios 2:8-9 ); y no le rinde culto a ningún otro ser que no sea Dios, no haciendo uso de intermediarios para llegar hasta Dios (Hechos 4:12 y 1 Timoteo 2:5). [Nota del editor: Con esto no queremos decir que no es importante la diferencia entre Católicos y Evangélicos, pero no es el tema de este escrito. Para un mayor entendimiento sobre los problemas doctrinales del Catolicismo, recomendamos leer “¿Se terminó la Reforma?”, o esta entrada sobre el Papa].

En cuanto a si el yugo desigual aplica para otras asociaciones, creemos firmemente que el principio del yugo desigual aplica a cualquier asociación de negocios donde individuos creyentes y no creyentes quieran entrar en una especie de sociedad. Creemos firmemente en esto porque una vez más tenemos que hacernos la pregunta “¿qué tiene en común un creyente con un incrédulo?” (2 Co. 6:15). Sabemos por experiencia que con frecuencia hay grandes conflictos que se producen cuando estas asociaciones se dan porque los principios usados para hacer negocios, para comprar y vender, para pagar salarios, para pagar impuestos, para contratar y cancelar personal no son los mismos en el creyente como en el incrédulo. El peligro mayor está también en que sea el incrédulo el que termine influenciando al creyente, como es usualmente la costumbre. Cuando usted pone un guante blanco en el lodo, decía Charles Swindoll, no es el lodo que toma el color blanco del guante sino que es el guante blanco que toma el color sucio del lodo. Y nosotros creemos que esta es una buena ilustración de qué ocurre frecuentemente en estas asociaciones de negocios.

Recordemos que uno de los problemas del pueblo de Israel fue que al mantenerse viviendo alrededor de los tribus paganas que estaban ya en el área de Canaan terminaron adoptando sus costumbres, porque es mucho mas fácil ser influenciado que ser influyente.

PUBLICADO ORIGINALMENTE EN INTEGRIDAD & SABIDURÍA.  

El Dr. Miguel Núñez sirve como Pastor Titular de la Iglesia Bautista Internacional en Santo Domingo y es el presidente y fundador del Ministerio Integridad & Sabiduría, que tiene como visión impactar la generación de hoy con la revelación de Dios en el mundo hispano-parlante. Tiene una maestría en teología del Southern Baptist School for Theological Studies y un doctorado en ministerio del Southern Baptist Theological Seminary. El pastor Núñez,forma parte del cuerpo docente del Instituto Bíblico de Integridad & Sabiduría y de la facultad docente del Southern Baptist Theological Seminary. Además es autor de varios libros y contribuidor en varias otras obras.

Una página de Orígenes

martes 7 noviembre

 

Los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!

Mateo 14:26-27

Una página de Orígenes

Lea Mateo 14:22-36

«Si un día somos sorprendidos por inevitables pruebas, recordemos esto: Jesús nos ordenó embarcarnos y quiere que le precedamos “a la otra ribera”. Es difícil, en efecto, para quien no soportó la prueba de las olas y del viento contrario, poder llegar a esa orilla.

Así, cuando nos veamos rodeados por múltiples y dolorosas dificultades, cansados de navegar en medio de ellas con la pobreza de nuestros medios, imaginamos que nuestra barca está en medio del mar, zarandeada por las olas que quieren hacernos naufragar “en cuanto a la fe” (1 Timoteo 1:19).

Cuando confrontados a estos sufrimientos hayamos combatido durante largas horas de la oscura noche que reina en los momentos de prueba, cuando hayamos luchado tratando de evitar el naufragio de la fe, estemos seguros de que hacia el final de la noche, cuando despunte el día (Romanos 13:12), el Hijo de Dios vendrá a nosotros, caminando sobre las aguas, para hacer que el mar se calme.

Cuando lo veamos aparecer, quizás tendremos miedo, hasta que comprendamos claramente que es el Salvador que está presente. El viento se calmará; y comprendiendo de qué peligros escapamos, adoraremos a Jesús diciendo: Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios».

Orígenes (Alejandría, 183-253)

El Señor “cambia la tempestad en sosiego, y se apaciguan sus ondas. Luego se alegran, porque se apaciguaron; y así los guía al puerto que deseaban” (Salmo 107:29-30).

Job 4-5 – Juan 20 – Salmo 119:145-152 – Proverbios 27:3-4

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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