Reaccione ante los problemas con acción de gracias

Reaccione ante los problemas con acción de gracias

11/17/2017

Sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. (Filipenses 4:6)

En vez de orar a Dios con duda o descontento, el creyente ha de acercarse a Dios con un espíritu de acción de gracias. Por eso Dios prometió que nada en nuestra vida será demasiado para que lo soportemos (1 Co. 10:13). Él ha prometido hacer que todo obre para nuestro bien (Ro. 8:28), y «perfeccionarnos, afirmarnos, fortalecernos y establecernos” en medio de nuestro sufrimiento (1 P. 5:10).

Todas las dificultades están dentro del propósito de Dios, de modo que podemos darle gracias por su poder y sus promesas. Pedro dijo que echemos “toda [nuestra] ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de [no­so­tros]” (1 P. 5:7). Al hacerlo, hemos de ser agra­de­ci­dos por su providencia, su promesa de per­fec­cio­nar­nos, la gloria que Él recibirá del cumplimiento de su voluntad, y por las misericordias pasadas que son la promesa de bendiciones futuras.

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El cambio es posible

NOVIEMBRE, 17

El cambio es posible

Devocional por John Piper

Y os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad. (Efesios 4:24)

El cristianismo implica que los cambios son posibles. Cambios profundos y de raíz. Es posible que el corazón se vuelva amable aunque antes haya sido cruel e insensible. Es posible dejar de ser dominado por la amargura y la ira. Es posible convertirse en una persona afectuosa sin importar cómo haya sido su pasado.

La Biblia da por sentado que Dios es el factor decisivo que nos convierte en lo que deberíamos ser. Con una franqueza maravillosa, la Biblia dice: «Sea quitada de vosotros… toda malicia. Sed más bien amables unos con otros». No dice «si pueden», ni «si sus padres fueron amables con ustedes», ni «a menos que los hayan tratado con una terrible injusticia». Simplemente dice que seamos amables.

Esto nos trae una libertad increíble. Nos libera del terrible fatalismo que dicta que es imposible que yo cambie. Nos libera de las teorías mecanicistas que hacen de nuestro pasado nuestro destino.

Los mandamientos de Dios siempre traen verdades para creer que son liberadoras y que nos cambian la vida. Por ejemplo:

• Dios nos adoptó como hijos suyos. Tenemos un nuevo Padre y una nueva familia. Esto rompe el poder fatalista que nuestra familia y orígenes puedan tener sobre nuestra vida: «Y no llaméis a nadie padre vuestro en la tierra, porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos» (Mateo 23:9).

• Dios nos ama como a hijos. Somos sus «hijos amados». El mandamiento de imitar el amor de Dios no pende del aire, sino que tiene un fundamento firme: «Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados». Amar es el mandamiento y ser amados es lo que nos da poder para amar.

• Dios nos perdonó en Cristo. «Sed más bien amables… perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo». Lo que Dios hizo nos da poder para cambiar. El mandato de ser amables está más relacionado con lo que Dios hizo por usted que con lo que su madre le hizo a usted. Esta clase de mandato implica que usted puede cambiar.

• Cristo nos amó y se dio a sí mismo por nosotros. «Y andad en amor, así como también Cristo os amó». El mandato viene con una verdad que cambia la vida. Cristo nos amó. En el momento en que tenga la oportunidad de ejercitar el amor y una voz le diga: «Tú no eres una persona amable»; puede responderle: «El amor de Cristo por mi me hace una nueva persona. Su mandamiento a amar es tan posible para mi como verdadera es la promesa de su amor hacia mí».


Devocional tomado del articulo “Todos los Mandamientos de Dios Son Posibles con Dios”

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«El que parte leña, en ello peligra»

17 de noviembre

 

«El que parte leña, en ello peligra».

Eclesiastés. 10:9

Los tiranos podían conseguir aquello que querían de los pobres y necesitados con la misma facilidad con que se corta la leña en el bosque; pero tenían que pensárselo bien, pues este es un asunto peligroso y, muchas veces, una astilla que salta de un árbol ha matado al leñador. Jesús se siente perseguido en cada santo al que se injuria, pero es poderoso para defender a sus amados. Debería temblarse ante el éxito obtenido en la vejación del pobre y del necesitado. Si los perseguidores no corriesen peligro aquí, lo correrían en mayor escala en el Más Allá.

Cortar leña es un trabajo común de todos los días; sin embargo, tiene sus peligros. Así también, querido lector, hay peligro en relación con tu llamamiento y con tu vida diaria, y sería conveniente que te dieras cuenta del mismo. No nos referimos a los peligros de la tierra y el mar, de la enfermedad y la muerte repentina, sino a los peligros de orden espiritual. Quizá tu ocupación sea tan humilde como el cortar leña; pero, sin embargo, el diablo puede tentarte en ella. Tal vez seas un sirviente, un jornalero del campo o un mecánico, y posiblemente no corras el riesgo de verte tentado por los vicios más groseros; sin embargo, algún pecado secreto puede perjudicarte. Los que están en casa y no se mezclan con el mundo malvado pueden, no obstante, hallarse en peligro por su mismo aislamiento. En ninguna parte está seguro el que piensa estarlo. El orgullo puede entrar en el corazón de un hombre pobre; la avaricia predominar en el pecho de un aldeano; la impureza introducirse en el hogar más tranquilo; y la ira, la envidia y la malicia insinuarse en las residencias más rústicas. Podemos pecar aun hablando unas pocas palabras a algún sirviente. Una simple compra en algún comercio es susceptible de convertirse en el primer eslabón de una cadena de tentaciones. El solo mirar a través de una ventana puede ser el principio de un mal. ¡Oh Señor, cuán expuestos estamos! ¿Cómo nos protegeremos? El cuidarnos a nosotros mismos es un trabajo demasiado difícil para nosotros; solo tú puedes preservarnos en un mundo lleno de peligros. Extiende tus alas sobre nosotros,

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 332). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

La Paz de Dios al Alcance del Creyente

Iglesia Bautista Ozama

La Paz de Dios al Alcance del Creyente

Otto Sánchez

 

Rolando Otoniel (Otto) Sánchez Pérez, nació el 24 de febrero del año 1966 en la ciudad de Santo Domingo. Viene de un hogar cristiano y conoció la gracia de Jesucristo en su adolescencia. Es pastor de la Iglesia Bautista Ozama desde el año 1992. Sus primeros estudios universitarios fueron en el área de Publicidad. Realizó estudios ministeriales en el Seminario Teológico Bautista Dominicano. Tiene una Maestría en Teología del Southern Baptist School for Theological Studies y candidato al Phd, por la misma casa académica. El pastor Otto está dirigiendo el STBD (Seminario Teológico Bautista Dominicano) desde enero del 2008. Está casado con Susana Almanzar y tienen dos niñas, Elizabeth Marie y Alicia.

http://ibozama.org/

1 Crónicas 9–10 | Hebreos 12 | Amós 6 | Lucas 1:39–80

17 NOVIEMBRE

1 Crónicas 9–10 | Hebreos 12 | Amós 6 | Lucas 1:39–80

Los esfuerzos del autor de la epístola a los hebreos para ayudar a sus lectores a captar la importancia y transcendencia de Jesús y del nuevo pacto, por encima del antiguo pacto dado por Dios en el Sinaí, producen un contraste nuevo e interesante en Hebreos 12:18–24.

Por un lado, los cristianos “no se han acercado a una montaña que se pueda tocar o que esté ardiendo en fuego” (12:18). Claramente, hace referencia al Monte Sinaí, cuando Dios descendió sobre él y se encontró con Moisés. El terror de esa teofanía se expresa en términos gráficos. Dios mismo declaró: “¡Será apedreado todo el que toque la montaña, aunque sea un animal!” (12:20). Hasta Moisés experimentó un temor profundo (Deuteronomio 9:19; Hebreos 12:21). Los cristianos no se han acercado a esta montaña en particular.

Por otro lado, los cristianos se han acercado a otra montaña. Pero aquí el autor da un giro inesperado. Al principio, parece que está diciendo que la montaña a la que nos acercamos no es el Sinaí (que está conectado con el desierto y la llegada de la ley), sino al Monte Sión, el lugar donde se construyó el templo en Jerusalén, la sede de la dinastía davídica. Y de pronto, queda claro que el texto no se está centrando en la Sión geográfica e histórica, sino en su tipo: “la Jerusalén celestial, la ciudad del Dios viviente” (12:22).

Podría decir mucho sobre esta tipología, pero me limitaré a dos observaciones:

Primero, se extiende a otros libros de la Biblia. La tipología en sí está fundamentada sobre el regreso del exilio. La esperanza de todos los exiliados era regresar a Jerusalén. Esta ciudad se convirtió en el símbolo de la restauración en todos sus sentidos. Ya en la literatura del judaísmo del segundo templo, los judíos a veces hablan de “la nueva Jerusalén” o frases similares, lo cual es celestial o perfecto. De igual manera, en el Nuevo Testamento, Pablo puede hablar de “la Jerusalén de arriba” (Gálatas 4:26). El último libro de la Biblia visualiza la Nueva Jerusalén descendiendo del cielo (Apocalipsis 21).

Segundo, si los cristianos se han “acercado” a esta “Jerusalén celestial”, ¿qué quiere decir esto? Significa que, al convertirnos en cristianos, nos hemos unido a la asamblea de los que se han congregado ante la presencia del Dios vivo. Nuestra ciudadanía está en el cielo; nuestros nombres están inscritos allí. Nos unimos a la asamblea gozosa de millares y millares de ángeles alrededor del trono. En resumen, nos hemos “acercado a Dios, el juez de todos”; nos hemos unido “a los espíritus de los justos que han llegado a la perfección” (Hebreos 12:23). Sobre todo, nos hemos acercado “a Jesús, el mediador de un nuevo pacto” (12:24). Esta es la máxima visión de lo que significa ser la “iglesia de los primogénitos” (Hebreos 12:23).

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 321). Barcelona: Publicaciones Andamio.

¿Quiénes son los verdaderos adoradores?

viernes 17 noviembre

La hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.

Juan 4:23

¿Quiénes son los verdaderos adoradores?

El principio mismo de la mayoría de las religiones consiste en realizar obras y ritos, los cuales hay que cumplir obligatoriamente para apaciguar al Ser supremo y satisfacer su justicia. Incluso los paganos llevan ofrendas a sus ídolos para que les sean favorables.

Pero no es por esas razones interesadas que nosotros, los cristianos, rendimos culto a Dios el Padre y a su Hijo Jesucristo. No lo alabamos para ser salvos, protegidos o liberados, sino porque lo somos. Por nosotros mismos no podemos hacer nada para obtener nuestra salvación: ni amar a Dios, ni agradarle, ni obedecerle. Fue Dios quien hizo todo al darnos un Salvador.

El culto que rendimos a Dios es simplemente la expresión de nuestro agradecimiento, la ocasión de celebrar su grandeza. Insistamos sobre esta diferencia fundamental entre el verdadero culto y lo que entendemos generalmente por la práctica de una religión. En tal práctica, el hombre quiere llevar algo a Dios y piensa que Dios lo tendrá en cuenta perdonándolo y ocupándose de él.

Pero comprendamos que fue Dios quien empezó obrando en gracia para con nosotros, y que debemos creer y darle las gracias por lo que Él es y lo que hizo. Nuestro amor, que se expresa en alabanza, es solo la justa respuesta al suyo. “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” (1 Juan 4:19). Eso tendría que expresarse también de forma natural en nuestra manera de vivir y actuar. ¡Que cada uno de nuestros actos honre a nuestro Dios salvador!

Job 20 – Hebreos 8 – Salmo 126 – Proverbios 27:23-27

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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