Una decisión consciente

septiembre 24

Una decisión consciente

Sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.

Colosenses 3:14

Todos los creyentes tenemos que tomar la decisión consciente de amar a los demás. Hace algún tiempo aconsejé a una pareja que había estado luchando seriamente en su matrimonio durante mucho tiempo. Les conté que tenían que tomar una decisión consciente de amarse el uno al otro. Tenían que adiestrarse en amar a veces cuando se sentían enojados. Tenían que sustituir la rudeza y las palabras ásperas con el amor.

Dos días después de nuestra conversación, el esposo me llamó y me dijo: “Solo quería que usted supiera que cada vez que surge un problema estamos esforzándonos por hacer todo lo que podamos en el Espíritu de Dios a fin de tomar una decisión consciente de amar, estar en paz y demostrar bondad sin que importe el precio para nuestro ego”. El optar por ser bondadoso con los demás y perdonarlos es un factor en aprender a amar. El Espíritu Santo lo capacita para hacer eso cuando usted adiestra su mente y se compromete a obedecer al Señor.

Del libro La Verdad para Hoy de John MacArthur DERECHOS DE AUTOR © 2001 Utilizado con permiso de Editorial Portavoz, www.portavoz.com

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Jesús y su búsqueda de gozo

SEPTIEMBRE, 24

Jesús y su búsqueda de gozo

Devocional por John Piper

Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios. (Hebreos 12:2)

¿Será que el ejemplo de Jesús contradice el principio del hedonismo cristiano? Ese principio consiste en que el amor es el camino al gozo y que uno debiera elegirlo por esa misma razón, no vaya a ser que nos encontremos obedeciendo al Todopoderoso de mala gana, o que nos irrite el privilegio de ser un canal de la gracia, o que estemos menospreciando la recompensa prometida.

Hebreos 12:2 demuestra de un modo bastante claro que Jesús no contradice este principio.

La mayor obra de amor de todos los tiempos fue posible porque Jesús iba en pos de un gozo mayor de lo que podamos imaginar, es decir, el gozo de ser exaltado a la diestra de Dios en medio de la asamblea de un pueblo redimido: «por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz».

Al decir esto, el escritor tiene la intención de poner a Jesús como otro ejemplo, junto con los santos mencionados en Hebreos 11: aquellos que estaban tan entusiasmados y confiados en el gozo que Dios les ofrecía, que rechazaron los «placeres temporales del pecado» (11:25) y que eligieron ser maltratados con tal de estar alineados con la voluntad de Dios.

Por lo tanto, no es contrario a la Biblia afirmar que lo que sostuvo a Cristo en las horas oscuras en Getsemaní fue la esperanza del gozo que hallaría más allá de la cruz. Esto no cambia la realidad y la grandeza de su amor por nosotros, porque el gozo en el que su esperanza estaba puesta era el gozo de llevar muchos hijos a la gloria (Hebreos 2:10).

Su gozo radica en nuestra redención, que redunda en la gloria de Dios. La posibilidad de abandonar la cruz y, por lo tanto, abandonarnos a nosotros y renunciar a cumplir la voluntad del Padre, presentaba un panorama tan horroroso a la mente de Cristo que él rechazó esta posibilidad y abrazó la muerte.


Devocional tomado del libro “Deseando a Dios”, páginas 132-134

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2 Samuel 20 | 2 Corintios 13 | Ezequiel 27 | Salmos 75–76

24 SEPTIEMBRE

2 Samuel 20 | 2 Corintios 13 | Ezequiel 27 | Salmos 75–76

La estructura del Salmo 76 es de una simplicidad elegante, con una lección teológica que explicaré al final de esta meditación. Los seis primeros versículos recuerdan una gran liberación, un acontecimiento histórico concreto; los seis últimos pintan un cuadro a escala cósmica, cuyas perspectivas indican el triunfo de Dios también en este ámbito.

La particularidad histórica de los primeros seis versículos queda clara en los dos iniciales: “Dios es conocido en Judá; su nombre es exaltado en Israel. En Salén [otro nombre de Jerusalén, Génesis 14:18; Hebreos 7:2] se halla su santuario; en Sion [la fortaleza sobre la colina que David capturó] está su morada” (76:1–2). El centro de atención es, pues, Jerusalén, la ciudad en la que Dios se reveló. La referencia al “santuario” puede indicar que el tabernáculo seguía en pie, por lo que el templo aún no se habría edificado. Otra opción es que este existiese, pero se siguiese empleando el lenguaje del tabernáculo al ser la terminología utilizada en el pacto mosaico. En cualquier caso, fue en esta ciudad donde Dios “hizo pedazos las centelleantes flechas” (76:3, literalmente, “centellas”, cp. 78:48) y otras armas de guerra. Los versículos 4–6 sugieren un rescate repentino y espectacular como cuando el ángel del Señor destruyó por la noche al ejército de Senaquerib (Isaías 37:36; véase la meditación del 5 de junio). Dios mismo declaró: “No entrará en esta ciudad, ni lanzará contra ella una sola flecha” (Isaías 37:33). Compárese con: “Ninguno de estos hombres aguerridos volverá a levantar sus manos”.

El resto del salmo pinta con un pincel más grande. Ahora, Dios no reina desde Jerusalén, sino desde el cielo (76:8). Las lecciones de los seis primeros versículos se universalizan: “Tú, y solo tú, eres temido. ¿Quién puede hacerte frente cuando se enciende tu enojo?” (76:7). El versículo 10 es notablemente difícil de traducir. La “furia” de la primera línea puede ser la de Dios o la de las personas (véase nota a pie de página en la NVI). Cualquiera de las dos opciones es posible. Si es la “furia del hombre” (Coverdale) la que se vuelve alabanza a Dios, lo hace en este contexto porque él tiene la última palabra y responde con juicio, aunque también es cierto que el Señor obra con tal sabiduría providencial que puede hacer que la ira de los seres humanos le sirva incluso bajo las condiciones más extraordinarias (Hechos 2:23). Lo que queda claro en los versículos finales es que Dios reina sobre todas las cosas y nadie puede resistirse ante él.

Así pues, la estructura del salmo refleja en algunos aspectos la de la línea argumental de toda la Biblia, permitiendo a los lectores contemporáneos ver en los relatos de gracia y juicio del antiguo pacto representaciones de la revelación absoluta de Dios en gracia y juicio.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 267). Barcelona: Publicaciones Andamio.

No buscaba a Dios (1)

Lunes 24 Septiembre

No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.

Romanos 3:11-12

No buscaba a Dios (1)

«No buscaba a Dios. Me era indiferente, pese a que mis padres habían dejado las comodidades de la vida en Suiza para ser misioneros en África del Sur. Vivían una fe vigorosa y gozosa, fundada en la Biblia, leída y meditada en familia, y sobre todo obedecida. Yo admiraba todo esto, lo respetaba, pues amaba a mis padres. Pero su religión no me interesaba…

En el año 1960 dejé mi familia y África del Sur, mi país natal, para empezar mis estudios de Historia en la Sorbona, en Francia.

En nuestra vieja Europa descubrí el enfrentamiento inmisericorde de dos civilizaciones, la del ser y el parecer, las apariencias (estar de moda –el espíritu de la corte de todas las épocas– que hoy seduce a las almas a través de la televisión, Internet…), y la de las realidades temporales, morales y espirituales.

Un domingo en la tarde, en los años sesenta, en una estación de tren, todo se derrumbó… Repentinamente perdí incluso el sentimiento de existir. La sensación de la presencia de mi cuerpo me abandonó…

En su misericordia Dios, en un abrir y cerrar de ojos, quitó el velo sobre la vanidad de mi vida, sobre mi orgullo sin límite, mostrándome que el fruto, el único salario del pecado, es la muerte; que sin Él yo estaba espiritualmente muerto. Dios revelaba en mí mismo esta maldad, esta privación de sentido y de vida que, hasta entonces, había visto con repugnancia en los demás».

(continuará mañana)

“Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños” (Mateo 11:25).

Jeremías 52:17-34 – 2 Corintios 12 – Salmo 107:1-9 – Proverbios 24:1-2

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