9-¿Debo o no cambiar de iglesia?

¿Debo o no cambiar de iglesia?

a1Después de haber considerado el material presentado en este libro, usted puede llegar a la conclusión de que la iglesia donde se congrega cuenta con varias marcas de una secta. Surge entonces una pregunta lógica: ¿Debo o no cambiar de iglesia? Antes de intentar una contestación, es imperioso establecer un principio bíblico: El Nuevo Testamento enseña lealtad a la iglesia local.

Un abogado cristiano guatemalteco, preocupado por la salud de la iglesia, me dijo que actualmente existe una iglesia «ambulante» que va de congregación en congregación como un picaflor. Un grupo se ofende en una iglesia y busca otra. Otro grupo anda de un lugar a otro en una búsqueda desesperada para encontrar «la bendición». Otros cambian de acuerdo a qué grupo tiene algo novedoso. Sin embargo, los escritores del Nuevo Testamento ni una sola vez nos animan a cambiar de iglesia sino a servir, ayudar, exhortar, someterse y solucionar problemas si los hubiera. Cuando «los de Cloé» (1 Corintios 1:12) acudieron a Pablo con una lista de problemas en la iglesia de Corinto, el consejo del apóstol no fue que salieran de la congregación o formaran su propio grupo sino que les dio indicaciones sobre cómo resolver los problemas y vivir más conforme a la voluntad de Dios.

Fidelidad a los líderes

Le ruego que abra su Biblia en Hebreos 13:7–17. Este pasaje no tiene igual en cuanto a su enseñanza sobre lealtad a los líderes de la iglesia donde uno se congrega.

Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe… Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes ha de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.

(7, 17)

El escritor de Hebreos nos enseña cinco principios sobre lealtad a los líderes de la iglesia local.

1. Recordar a los líderes (v.7). En el griego original la palabra aquí traducida «acordaos» significa «contemplar intensivamente». Nos está pidiendo que apartemos tiempo para meditar sobre quienes nos predicaron el evangelio.

En el caso de los hebreos, la Palabra del Señor llegó de una sola fuente para todos. Sin embargo, en una iglesia típica de nuestro continente casi todos fuimos ministrados por diferentes personas. Por consiguiente, antes de continuar apartemos un momento para considerar a quienes se sacrificaron para ministrarnos la Palabra de Dios. Pudo haber sido un evangelista itinerante, un pastor, un maestro de la escuela dominical o un amigo.

Cuando yo era joven, un hombre llamado David abrió su corazón y su hogar para que entráramos un grupo de desordenados. Nos habló del evangelio, nos aguantó, nos enseñó amar la Palabra, nos discipuló. Como resultado de su ministerio, dos de esos muchachos hoy son pastores; dos son esposas de pastores; otro es profesor en un seminario; yo ministro con el equipo de Luis Palau; otra mujer tiene un ministerio en una misión; otra es fiel al Señor en su iglesia local a pesar de la traición de su esposo.

Pero por otro lado, ¿qué hago si descubro que la persona que me llevó el evangelio no terminó bien su carrera o no anda bien con Cristo? En realidad es lo que sucedió con nuestro mentor espiritual. Cuarenta años después de su labor con nosotros, hoy David está divorciado, distanciado de sus hijos y casado de nuevo. Después de no haberlo visto por más de treinta años, nos encontramos y fue posible para nosotros ministrarle a él.

Al margen de lo que haya pasado, siempre será posible honrarlos; y aunque sea por vía negativa, podemos aprender de las vidas de quienes se sacrificaron para darnos el evangelio.

2. Imitar la fe de los líderes (v.7). De la raíz de la palabra «imitar» en el griego surgen las palabras mímica y mimo. El segundo principio es imitar la fe de los líderes pero no los errores que hayan cometido. Pablo explica: «Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo» (1 Corintios 11:1).

3. Obedecer a los líderes (v.17). En este versículo de Hebreos 13 no encontramos la palabra más usual para hablar de «obedecer» (que sí encontramos en Romanos 13:1). En su lugar hay una palabra rica en significación que da la idea de «ser persuadido». El escritor, entonces, no habla de obediencia ciega a los líderes sino obediencia con discernimiento («no os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas» v. 9). Connota examinar la vida de líder, los mensajes que enseña y la doctrina del grupo, y una vez persuadido de que pertenece a la verdad, obedecer. Obediencia ciega es lo que caracteriza a las sectas. El escritor puritano John Owen explicó que la obediencia ciega «ha sido la ruina de las almas de los hombres».

4. Someterse a los líderes (v.17). Éste es el único lugar en el Nuevo Testamento donde se encuentra la palabra que aquí se traduce «someterse». El término era común en el griego secular para expresar la idea de sujetarse a las autoridades.

Un claro reconocimiento de la autoridad que Dios le ha dado al liderazgo de la iglesia es esencial para que haya harmonía y unidad en la congregación. En contraposición al Antiguo Testamento donde Dios reinó de una forma más directa, en la iglesia neotestamentaria Él ha optado por reinar por medio de sus líderes (presbíteros, pastores, ancianos, obispos o como se llamen). En realidad, cuando nos sometemos a los líderes nos estamos sometiendo a Dios. Sin embargo, en algunos casos los mismos líderes se han abusado de los privilegios correspondientes al liderazgo, por eso la necesidad de este libro.

5. Por qué sujetarse. El autor de Hebreos habla sin rodeos cuando instruye: Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta (RV); Procuren hacerles el trabajo agradable y no penoso, pues lo contrario no sería de ningún provecho para ustedes (13:17 VP)

Hay cuatro motivos por los cuales debemos sujetarnos a nuestros pastores:

a) Porque ellos tienen que rendir cuentas a Dios por la vida espiritual de la grey. Note que ellos «velan por vuestras almas». Velar da la idea de estar atento, despierto, sin dormir. ¿Por qué velan?

Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. Por tanto, velad[énfasis agregado], acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno.»

Hechos 20:28–31

b) Para que su trabajo sea alegre y agradable. No existe mayor gozo para un pastor que ver a sus feligreses creciendo en la fe. «No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad» (3 Jn. 4). «Así que, hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor, amados» (Fil. 4:1).

c) Para que su labor no sea penosa ni sea una carga. La palabra griega que la VP traduce «penoso» da la idea de una carga, un gemir internamente. ¿Cuándo el pastorado se convierte en una carga? Cuando la congregación se vuelve indiferente, se opone a los pastores o entra en actitudes divisivas.

d) Para que su ministerio tenga provecho. La frase «sin provecho» viene del mundo comercial. El provecho del ministerio de los pastores está íntimamente vinculado con la actitud de sujeción de los congregantes. Su labor (enseñar, orar, velar, aconsejar, tomar decisiones, supervisar) no resultará provechosa si la congregación se queja y no se sujeta con alegría.

Fidelidad a la Palabra de Dios

En el mismo contexto, el escritor de Hebreos nos exhorta a ser leales a la doctrina bíblica:

«No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas; porque buena cosa es afirmar el corazón con la gracia» (13:9). Para poder ser fiel a lo que enseña la Biblia es necesario:

1. Dejar doctrinas extrañas (v.9). El sentido del griego de «no dejarse llevar por doctrinas extrañas» es suspender algo ya comenzado. Evidentemente la comunidad de la fe ya había sido infiltrada con enseñanzas extrañas, por lo cual el autor está llamando a los creyentes a regresar a la verdad. Las doctrinas extrañas son una plaga de todas las sectas.

2. En su lugar, afirmar la gracia (v.9). La gracia es Dios obrando en el corazón por medio del Espíritu Santo y conformando al creyente a la imagen de Cristo. Si uno se fortalece con la gracia no andará tras doctrinas erróneas.

Sin embargo, muchos me han preguntado por qué son tan atractivas las doctrinas extrañas. Una variedad de características las hacen llamativas, fascinantes y a la larga seductoras. Las doctrinas extrañas ofrecen cambios rápidos en la vida. En esta sociedad de comida instantánea, televisión en vivo, comunicación rápida, es entendible que la gente busque cambios instantáneos. En segundo lugar, las doctrinas no bíblicas ofrecen una vía corta a Dios. ¿Quién no desea tener una vida más cerca de Dios? En tercer lugar, siempre (de una manera explícita o bien implícita) las nuevas doctrinas cuestionan la verdad de que el corazón puede ser afirmado sólo con gracia. Como ya hemos visto, la gracia obra en el ser interior mientras las doctrinas extrabíblicas, como no vienen de Dios, se ven obligadas a obrar en el hombre exterior, es decir en algo más visible, y terminan apelando al ego del ser humano.<

Cuándo cambiar de iglesia

Después de apreciar la importancia que el Nuevo Testamento asigna a la fidelidad hacia la iglesia local y a la doctrina bíblica, volvemos a la pregunta de cuándo resulta apropiado cambiarse de iglesia. No es fácil contestar la pregunta ni hacer una lista específica que se aplicable a cada persona. Sin embargo, intentaremos ofrecer pautas que con oración y la ayuda del Espíritu Santo, uno puede utilizar para luego tomar una decisión.

1) Es nuestra convicción que uno debe comenzar con lo que la iglesia enseña sobre la doctrina de la salvación. Sería provechoso repasar el capítulo 3, en forma específica lo referente a la prueba teológica. Si determinado grupo no enseña la doctrina de Cristo, entonces no constituye una iglesia verdadera y es hora de dejarlo. ¡Hay que abandonar la iglesia si ésta es apóstata!

La excepción es cuando Dios llama al individuo a quedarse para evangelizar. Sin embargo, es imperioso que lo vea como campo misionero y no como un lugar para «comunión». Para poder ministrar en un grupo así, es imprescindible mantener comunión con otro grupo, un grupo verdadero donde uno goce de comunión, reciba edificación —un lugar donde pueda «recargar las pilas». Tenemos amigos que recibieron a Cristo mientras asistían a una congregación que no enseña la doctrina de Cristo. Sin embargo, no han salido porque están seguros de que Dios los ha llamado a ministrar a los centenares que están allí atrapados. (Cabe mencionar que estuve presente en el bautismo de cinco personas que han podido sacar de dicho grupo.) Nuestros amigos están conscientes del peligro, por lo tanto mantienen comunión con una iglesia bíblica donde, durante los días de semana, se reúnen para orar, cantar y estudiar la Palabra de Dios.

2) En segundo lugar, recomendamos un cambio si la iglesia lo está obligando a pecar. En el caso del grupo documentado en capítulo 11, los miembros se vieron obligados a mentir y a vivir vidas falsas a fin de atraer a personas nuevas. En un caso más extremo, durante una etapa para ganar a nuevos miembros, la Familia de Dios empleaba con el sexo opuesto lo que llamaban «pesca con flirteo», un método que no descartaba las relaciones sexuales con aquel a quien se quería atraer al grupo.

3) En tercer lugar, es hora de cambiar de iglesia cuando para obedecer los dictámenes del grupo uno es obligado a desobedecer la Palabra de Dios. No nos referimos a interpretaciones de la Escritura que son de importancia secundaria, sino a cuando, por sujetarse a la iglesia, uno tiene que cerrar ojos a la clara enseñanza de la Biblia. Hemos visto que a veces las «profecías» son aceptadas por encima de la Biblia. En otros casos la palabra del líder es recibida por encima de la Palabra de Dios. Existen claras enseñanzas escriturales con relación a la familia, pero lamentablemente ciertos grupos exigen a sus feligreses no cumplir con las responsabilidades familiares para ser fiel a la iglesia. Si ése fuere el caso, sería hora de buscar otra iglesia.

4) Es hora de salir cuando el pecado es tolerado, cuando no se administra disciplina bíblica. No me refiero a los «pecados culturales» o a cosas dudosas cuando hay diferencias de opiniones sino a casos cuando el liderazgo tolera el pecado agudo en la congregación. Peor todavía es cuando se tolera el pecado en el liderazgo. Siempre habrá pecado en los miembros de todas las iglesias del mundo, pero es cuestión de qué se hace frente al pecado.

El otro lado de la moneda, y quizá más común en las sectas y semisectas, es cuando existe una disciplina sofocante, cuando se castiga a quienes no obedecen al pie de la letra los muchos mandamientos impuestos por el grupo.

Según la información ofrecida en este libro, habrá también otros motivos que compelan a una persona o a una familia a buscar otra congregación. Sin embargo, creemos firmemente que nunca es bíblico dejar una iglesia para eludir disciplina verdadera, para esquivar responsabilidades, para no consultar con los ancianos, para seguir con la costumbre de cambiar cada dos años, o porque uno se ofendió. Aun cuando alguien llegue a la conclusión de que es hora de irse por uno de los motivos mencionados más arriba (o por otra razón), es imperioso ir directamente a los líderes para intentar resolver el conflicto (Mateo 18:15–17). Le aseguro que si se trata de una secta no logrará absolutamente nada, y este paso verificará que ha tomado la decisión correcta.

Conclusión

Una vez que haya llevado a cabo las pruebas mencionadas y cuando haya tomado su decisión sobre el grupo, recuerde que con palabras terminantes Juan nos indica cómo tratarlos: «Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina [la doctrina de Cristo], no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras» (2 Juan 9–11).1

RV Citas Bíblicas tomadas de Reina Valera, (RV) revisión 1960© Sociedades Bíblicas Unidas.

VP «Dios Habla Hoy», 1994© por Sociedades Bíblicas Unidas.

VP «Dios Habla Hoy», 1994© por Sociedades Bíblicas Unidas.

1 Para una explicación de este pasaje, ver capítulo 10.

Mirón, J. (1997). ¿Iglesia o secta? (pp. 73–87). Miami, Florida, EE. UU. de A.: Editorial Unilit


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