«Y a la honra precede la humildad».

5 de abril

«Y a la honra precede la humildad».

Proverbios 15:33

La humildad en el alma siempre trae consigo bendición. Si vaciamos nuestros corazones de nosotros mismos, Dios los llenará de su amor. El que desee íntima comunión con Cristo tendrá que recordar la palabra del Señor que dice: «Pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu y que tiembla a mi palabra» (Is. 66:2). Agáchate, pues, si quieres subir al Cielo. ¿No decimos de Jesús que «descendió para que pudiese ascender»? Así debes hacer tú también: has de bajar para poder subir; pues la comunión más dulce con el Cielo la obtienen las almas que son humildes y solo ellas. Dios no negará ninguna bendición a un espíritu verdaderamente humilde: «Bienaventurados los pobres en espíritu porque de ellos es el reino de los cielos», con todas sus riquezas y tesoros. Todo el tesoro de Dios se le transferirá por escritura de donación al alma suficientemente humilde como para recibir tal riqueza sin enorgullecerse. Dios nos bendice a todos en la medida máxima y hasta el extremo que conviene hacerlo. Cuando no obtienes una bendición es porque no es conveniente que la tengas. Si nuestro Padre celestial permitiera que tu espíritu sin humillar lograra una victoria en su santa guerra, hurtarías la corona y, al encontrarte con un nuevo enemigo, caerías víctima del mismo. Por eso, para tu propia seguridad, él te mantiene humilde. Cuando un hombre es verdaderamente humilde y no se atreve a tocar siquiera un grano de alabanza, no hay límite para lo que Dios puede hacer por medio de él. La humildad nos prepara para ser bendecidos por el Dios de toda gracia y para tratar eficazmente con nuestros prójimos. La humildad es una flor que adornará cualquier jardín, una especia con la que sazonar cualquier plato de la vida y que te hará avanzar en todos los casos. Tanto en la oración como en la alabanza, en el trabajo como en el sufrimiento, jamás podremos excedernos echando la verdadera sal de la humildad.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 104). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.


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