7 de abril

«Líbrame de delitos de sangre, oh Dios, Dios de mi salvación; entonces mi lengua cantará con gozo tu justicia».
Salmo 51:14 (LBLA)
En esta solemne confesión, es grato observar que David claramente nombra su pecado. No lo llama meramente homicidio, ni se refiere al mismo como a un acto de imprudencia por el cual le ocurrió un desafortunado accidente a un hombre digno, sino que se refiere al mismo por su verdadero nombre: delito de sangre. En realidad, David no mató al esposo de Betsabé; pero, sin embargo, fue en su corazón donde se fraguó la muerte de Urías y, para Dios, fue él quien lo asesinó. Aprende a ser sincero con Dios en la confesión. No des nombres bonitos a los pecados inmundos. Los llames como los llames, eso no les proporcionará un olor más agradable. Procura ver el pecado como lo ve Dios y reconoce, con sinceridad de corazón, su verdadero carácter. Observa que David se sentía evidentemente oprimido por la enormidad de su pecado. Es fácil emplear palabras, pero difícil valorar el significado de las mismas. El Salmo 51 es la fotografía de un espíritu contrito. Busquemos ese mismo quebrantamiento de corazón; porque, aunque nuestras obras fueran excelentes, si nuestros corazones no tuviesen conciencia de que el pecado merece el Infierno, no podríamos esperar recibir el perdón.
Nuestro texto contiene una oración ferviente dirigida al Dios de la salvación: perdonar es su prerrogativa. Salvar a los que buscan su rostro constituye su fama y su función. Más aún, el texto lo llama Dios de mi salvación. Sí, bendito sea su nombre, mientras voy a él por medio de la sangre de Cristo, puedo regocijarme en el Dios de mi salvación.
El Salmista termina con un loable voto: si Dios lo libra, él cantará; más aún, cantará con gozo (v. 14). ¿Quién puede cantar de otra manera por tal bondad? Sin embargo, observemos el tema de la canción: «Tu justicia». Debemos cantar acerca de la obra consumada por el precioso Salvador, y los que mejor conozcan el amor perdonador cantarán con más gozo.
Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 106). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.