«Santo y Profano»

7 ABRIL

«Santo y Profano»

Levítico 10 | Salmos 11–12 | Proverbios 25 | 1 Tesalonicenses 4

En Levítico 8, Aarón y sus hijos, mediante un ritual prescrito por Dios, son ordenados sacerdotes. En Levítico 9, comienzan su ministerio. Aquí, en Levítico 10, transcurridos menos de siete días desde la ceremonia de ordenación, dos de los hijos de Aarón, Nadab y Abiú, meten carbones en sus incensarios y ponen incienso, aparentemente con la intención de añadir algo propiamente suyo a las ceremonias y ritos que Dios había instituido. Pero “salió de la presencia del Señor un fuego que los consumió, y murieron ante él” (10:2). Antes de que Aarón pudiese protestar, Moisés pronuncia un oráculo de Dios: “Entre los que se acercan a mí manifestaré mi santidad, y ante todo el pueblo manifestaré mi gloria. Y Aarón guardó silencio” (10:3).

Y hay más. Moisés insiste en que Aarón y sus otros dos hijos, Eleazar e Itamar, no rompiesen el ciclo sagrado de la ordenación participando en un acto de duelo público para Nadab y Abiú. No deben salir del tabernáculo, pues “el aceite de la unción del Señor está” sobre ellos (10:7). Los primos de los difuntos serán más bien los que se ocupen de las obligaciones familiares (10:4–5).

¿Qué hay que pensar sobre este episodio? Un cínico opinaría que de lo que se trata es de elevar el ritual por encima de las personas. ¿No es muy insensible que Dios destruya a dos hijos hechos y derechos de Aarón tan sólo porque quisieran animar un poco más el culto de alabanza?

No pretendo conocer la respuesta a esta pregunta. No obstante, tengamos en cuenta lo siguiente:

(1) Dios había dicho repetidamente que todo lo relacionado con los servicios del tabernáculo tenía que ejecutarse exactamente conforme a la pauta que él había provisto en la montaña. Ya había demostrado ser el Dios que no tolera rivales, y que espera obediencia. Lo que está en juego aquí es si Dios realmente es Dios.

(2) A lo largo de la Biblia, cuanto más cerca se esté de un momento de revelación o de renovación espiritual, más contundente es la sanción divina contra aquellos que desafíen a Dios. Uza extiende la mano para estabilizar el arca, y muere; Ananías y Safira mueren porque mienten. En tiempos espiritualmente más fríos y rebeldes, parece que Dios permite que la gente se tome unas libertades extraordinarias antes de intervenir para pararles los pies. No obstante, son los primeros tiempos, los tiempos de renovación espiritual, los que traen mayores bendiciones: más experiencias de la presencia inmediata de Dios, más celo disciplinado entre los fieles.

(3) En este contexto, es casi seguro que Nadab y Abiú tenían unas motivaciones desafiantes y egoístas. Pues, cuando Aarón propone una modificación diferente de la ceremonia, siendo buenas las motivaciones que le llevaron a hacerlo, vemos una flexibilidad sorprendente (10:16–20).

(4) Esta dura lección sirvió para preparar a los sacerdotes para otro aspecto primordial de su ministerio: “para que puedan distinguir entre lo santo y lo profano, y entre lo puro y lo impuro, y puedan también enseñar a los israelitas todos los estatutos que el Señor les ha dado a conocer por medio de Moisés”, (10:10–11).

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 97). Barcelona: Publicaciones Andamio.


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