“fiestas que yo he establecido”

19 ABRIL

“fiestas que yo he establecido”

Levítico 23 | Salmos 30 | Eclesiastés 6 | 2 Timoteo 2

Levítico 23 ofrece una descripción de las principales “fiestas que yo he establecido” (23:2). Estas incluyen el Sábado, el cual no se podía observar si se hacía un peregrinaje a Jerusalén. Las fiestas que se mencionan, sin embargo, están estrechamente ligadas con el templo de Jerusalén. Hay tres fiestas de esta clase, junto con las celebraciones relacionadas con las tres principales. (Más adelante, los judíos añadieron una cuarta fiesta.)

Aparte del propio Sábado, la primera de las fiestas designadas (o par de fiestas) era la Pascua emparejada con la Fiesta del Pan Sin Levadura. “La Pascua de Yahvé” comenzaba al atardecer del día 14 del primer mes judío (Nisán), cuando se comían los alimentos de la Pascua, y el pueblo se reunía para rememorar su liberación espectacular de Egipto. El próximo día era el comienzo de la Fiesta del Pan Sin Levadura, que duraba una semana, un recordatorio no sólo de su fuga rápida de Egipto, sino también de la instrucción por parte de Dios de dejar al lado toda levadura durante aquel período – símbolo de la decisión de descartar toda mala conducta. El primer y el séptimo día tenían que quedar libres del trabajo y solemnizados por las asambleas sagradas.

La Fiesta de las Primicias (23:9–14), seguida por la Fiesta de las Semanas (23:15–22) – las siete semanas inmediatamente después de las Primicias, que culminaban en el día cincuenta en una asamblea sagrada – era una manera poderosa, especialmente en una sociedad profundamente agraria, de recordar que Dios es quien nos provee todo lo que nos haga falta para vivir. Era una forma de dar testimonio a nuestra dependencia de Dios, de expresar nuestra gratitud individual y colectiva a nuestro Hacedor y Sustento. Hay cierto paralelismo con la Fiesta de “la Cosecha” en Inglaterra y del “Agradecimiento” en Canadá (la Fiesta del “Agradecimiento” en los EE.UU. es sólo en parte una fiesta de la cosecha, a la vez está cargada de un simbolismo fundamental que tiene que ver con la búsqueda de libertad en la nueva tierra). Pero no hay ninguna fiesta de agradecimiento que tenga más valor que la calidad de la gratitud entre los que participaban.

EL primer día del séptimo mes, otra asamblea sagrada, la Fiesta de las Trompetas, que se conmemoraba con trompetazos (23:23–25), anticipaba el Yom Kippur – el Día de la Propiciación (23:26–33) – el cual caía en el décimo día del séptimo mes. Este era el día en el que el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo llevando la sangre prescrita, para cubrir con ella tanto sus propios pecados como los del pueblo (ver la meditación del 12 de abril). El día quince de aquel mes comenzaba la Fiesta de los Tabernáculos, que duraba ocho días (23:33–36), cuando el pueblo tenía que vivir en “barracas” o “tabernáculos”, chozas y tiendas, para recordar los años de peregrinaje antes de entrar en la tierra prometida.

¿Cómo debería el pueblo del nuevo pacto recordar y conmemorar las provisiones de gran Dios de la alianza?

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 109). Barcelona: Publicaciones Andamio.


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