«Y vi que en medio del trono […] estaba en pie un Cordero como inmolado»

23 de abril

«Y vi que en medio del trono […] estaba en pie un Cordero como inmolado».

Apocalipsis 5:6

¿Por qué tenía nuestro exaltado Señor que aparecer con sus heridas en la gloria? Las heridas de Jesús son sus glorias, sus joyas y sus sagrados ornamentos. Para el ojo del creyente, Jesús es muy hermoso porque es «blanco y sonrosado» (Cnt. 5:10, RVR 1977); blanco por su inocencia y sonrosado por su propia sangre. Lo vemos como el lirio de incomparable pureza y como la rosa enrojecida con su sangre misma. Cristo es hermoso en el monte de los Olivos y en el Tabor, y cuando está en el mar, pero nunca fue tan incomparable como cuando pendía de la cruz. Allí contemplamos todas sus bellezas en perfección, todos sus atributos revelados, todo su amor manifestado, todo su carácter expresado. Querido amigo, las heridas de Jesús son mucho más hermosas a nuestros ojos que todos los esplendores y las pompas de los reyes. La corona de espinas es más que una diadema imperial. Es cierto que él ya no empuña el cetro de caña; sin embargo, en ese cetro hubo una gloria que no tuvo jamás el cetro de oro. Como traje de corte, Jesús utiliza el del Cordero inmolado, con el cual corteja a nuestras almas y las redime por su perfecta expiación. Y no son solo estos los ornamentos de Cristo. Están también aquellos trofeos de su amor y su victoria: él ha repartido despojos con los fuertes; ha redimido para sí a una gran multitud, la cual ninguno puede contar; y esas cicatrices son los recuerdos de la batalla. ¡Ah, si Cristo se complace en conservar el recuerdo de sus sufrimientos por su pueblo, cuán preciosas deberían ser sus heridas para nosotros!

De sus heridas la viva fuente

de pura sangre veo manar;

y salpicando mi impura frente,

la infame culpa logra borrar.

Veo su angustia ya terminada,

hecha la ofrenda de expiación;

su noble frente mustia, inclinada,

y consumada la redención.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 122). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.


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