¿Quién sobreviviría al holocausto divino?

27 ABRIL

¿Quién sobreviviría al holocausto divino?

Números 4 | Salmo 38 | Cantar de Cantares 2 | Hebreos 2

Una de las características más atrayentes de David es su candidez. En sus mejores momentos es absolutamente transparente. Esto significa que, entre otras cosas, cuando hay un abanico de problemas en su vida, no se hunde, ni los convierte en un gran y único problema.

El Salmo 38 no podría ser más claro como prueba de este hecho. Hay comentaristas que intentan encajar los distintos elementos de este salmo en una única situación, pero la mayoría de estos intentos resultan algo forzados. Vale la pena identificar algunos de los elementos más destacados de la aflicción de David.

(1) Se enfrenta con la ira de Dios (38:1) y (2) sufre una variedad de problemas físicos (38:3–8). (3) Como consecuencia, no cesa de suspirar con frustración y se ha hundido en una depresión. (38:9–10). (4) Sus amigos le han abandonado (38:11). (5) Mientras tanto, sigue padeciendo las estrategias y los engaños de sus (habituales) enemigos políticos (38:12). (6) Se encuentra tan debilitado, que parece un sordomudo (38:13–14), incapaz de hablar, puesto que sus enemigos son tan numerosos y fuertes (38:19). (7) Y, además, está sufriendo dolor a causa de su propia iniquidad (38:18).

Es posible imaginarse varias formas de ligar todos estos cabos, pero haría falta bastante especulación. Lo que se destaca en el salmo es que aunque David pide vindicación en relación con sus enemigos, lo hace en el contexto de la confesión de su propio pecado, del hecho de que él también tiene que enfrentarse con la ira de Dios. Es bien posible que interprete tanto su sufrimiento físico, como el abandono de sus amigos, como incluso la oposición por parte de sus enemigos como expresiones de la ira de Dios – la cual, implícitamente, reconoce merecer. En este salmo, David no pide una vindicación que esté fundada en su propia fidelidad al pacto. Confiesa su pecado con candidez (38:18), espera en el Señor (38:15), implora a Dios que no le abandone (38:21) y que le ayude (38:22), y que no lo deje a causa de su ira (38:1). En definitiva, David implora misericordia.

He aquí otro elemento del tema de la vindicación (ver la meditación del 24 de abril). Si, nosotros queremos que Dios manifieste su justicia. En situaciones en las que hemos sido víctimas de una injusticia, es reconfortante recordar que, al final, la justicia de Dios triunfará. Pero ¿Qué de aquellas ocasiones cuando somos nosotros los culpables? ¿Basta que se haga justicia? Si sólo fuera justicia lo que esperamos de Dios, ¿Quién sobreviviría al holocausto divino?

Mientras reclamamos la vindicación es de suma importancia que confesemos nuestro propio pecado y que imploremos la misericordia de Dios, pues el Dios de justicia es también Dios de gracia. Si no fuese así, no habría esperanza para ninguno de nosotros.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 117). Barcelona: Publicaciones Andamio.


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