8 de junio

«Ahora verás si se cumple mi palabra o no».
Números 11:23
Dios le había hecho a Moisés la promesa de que por espacio de todo un mes alimentaría a aquel numeroso ejército en el desierto con carne. Moisés, viéndose sorprendido por un ataque de incredulidad, considera los medios externos y no es capaz de saber cómo la promesa en cuestión puede cumplirse. Moisés miró a la criatura más bien que al Creador. Sin embargo, ¿espera el Creador que la criatura cumpla la promesa por él? No: Dios, que es quien hace la promesa, siempre la cumple por su propia omnipotencia sin ayuda alguna. Si él habla, su Palabra puede considerarse un hecho que él mismo llevará a cabo. El cumplimiento de su promesa no depende de la cooperación de la débil fuerza del hombre. Enseguida podemos observar el error que cometió Moisés; y, sin embargo, ¿con cuánta frecuencia hacemos nosotros lo mismo? Dios ha prometido suplir nuestras necesidades y nosotros esperamos que sea la criatura quien aquello que Dios ha prometido hacer; luego, al ver que la criatura es débil y frágil, nos entregamos a la incredulidad. No obstante, ¿por qué recurrimos a ese lugar? ¿Recurrirías tú a la cima de los Alpes en busca de calor estival? ¿Irías al polo norte para cosechar frutas maduradas por el sol? Sin embargo, si lo hicieras, no estarías obrando más neciamente que cuando recurres al débil en busca de fuerza y a la criatura para que haga la obra del Creador. Pongamos, pues, esta cuestión sobre una base razonable. El fundamento de la fe no es la suficiencia de los medios visibles para el cumplimiento de la promesa, sino la completa suficiencia del Dios invisible que, con toda seguridad, hará según lo que ha dicho. Si nos atrevemos a entregarnos a la desconfianza, después de comprender claramente que el actuar corresponde al Señor y no a la criatura, la pregunta de Dios vendrá a nosotros con poder: «¿Está limitado el poder del Señor?» (LBLA). Puede acontecer también que, en su misericordia, con dicha pregunta fulgure sobre nuestras almas la bendita declaración que dice: «Ahora verás si se cumple mi palabra o no».
Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 168). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.