16 de agosto

«Nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu…».
Romanos 8:23
Aquí se declara una posesión actual. En este preciso momento nosotros tenemos las primicias del Espíritu: arrepentimiento, una piedra preciosa de primera agua; fe, una perla inapreciable; esperanza, una esmeralda celestial; amor, un glorioso rubí… Ya hemos sido hechos nuevas criaturas en Cristo Jesús por la obra eficaz del Espíritu Santo. Se llama a esto primicias porque viene primero. Como la gavilla mecida era la primera de la cosecha, así la vida espiritual y todas las virtudes que adornan esa vida constituyen las primeras acciones del Espíritu de Dios en nuestras almas. Las primicias son la prenda de la cosecha. Tan pronto como los israelitas arrancaban el primer manojo de grano maduro, contemplaban con gozosa anticipación el tiempo cuando el carro había de chirriar bajo el peso de las gavillas. Así, hermanos, cuando Dios nos concede cosas que son puras, amables y de buen nombre como obra del Espíritu Santo, debemos considerarlas un presagio de la gloriosa Venida. Las primicias siempre han sido santas al Señor, y nuestra nueva naturaleza, con todas sus virtudes, es también sagrada. La nueva vida no nos pertenece; no debemos, pues, atribuir sus excelencias a nuestros méritos. Esa vida es creación e imagen de Cristo y está destinada para su gloria. Sin embargo, las primicias no eran la cosecha, y las obras del Espíritu en nosotros en este momento no son tampoco su consumación: la perfección está aún por venir. No debemos jactarnos de haberla alcanzado y, en consecuencia, considerar la gavilla mecida como todo el producto del año. Debemos tener hambre y sed de justicia y suspirar por el día de completa redención. Querido lector, abre bien tu boca esta noche, y Dios la llenará. Deja que la bendición que gozas en la actual posesión estimule en ti una santa codicia de más gracia. Gime dentro de ti por grados superiores de consagración, y el Señor te los concederá; pues él puede hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos.
Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 239). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.
Hermosa reflexión, la verdad no tenía mucho entendimiento sobre las primicias.
Pero ya que resuelto muchas gracias por la explicación.
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