15 de diciembre

«Sobre zafiros te fundaré».
Isaías 54:11
No solo lo que se ve de la Iglesia de Dios es hermoso y precioso. Sus cimientos, por ejemplo, no se ven y, mientras permanecen firmes, no es posible valorarlos; sin embargo, en la obra del Señor, todo forma un solo bloque: nada es despreciable, nada es insignificante. Los profundos cimientos de la obra de gracia son preciosos como zafiros; ninguna mente humana es capaz de medir su gloria. Nosotros edificamos sobre el pacto de gracia, que es más firme que el diamante y tan duradero como las joyas sobre las cuales los años pasan en vano. Los cimientos de zafiro son eternos y el pacto también permanece para siempre. Otro cimiento limpio e inmaculado, eterno y hermoso como el zafiro, es la persona del Señor Jesús, que funde en uno el azul del profundo y turbulento océano con el azul del dilatado firmamento. Una vez pudo compararse a nuestro Señor con el rubí, cuando estaba cubierto con su propia sangre, pero ahora lo vemos radiante con el suave color azul de un amor abundante, profundo, eterno. Nuestra esperanza perpetua está fundada en la justicia y la fidelidad de Dios, que es diáfana y transparente como el zafiro. No somos salvos por compromiso, ni por una gracia que anule la justicia, ni por una ley que suspenda sus funciones; no, nosotros desafiamos al ojo del águila a que descubra, si puede, siquiera una grieta en el fundamento de nuestra confianza; nuestro cimiento es de zafiro y resistirá al fuego.
El Señor mismo ha colocado el fundamento de la esperanza de su pueblo. Nosotros debiéramos inquirir seriamente para ver si nuestra esperanza está cimentada sobre esa base. Las buenas obras y las ceremonias no constituyen un fundamento de zafiro, sino de madera, heno y hojarasca; además, no fue Dios quien las puso, sino nuestra propia vanagloria. Dentro de poco, todos los fundamentos serán probados, ¡y pobre de aquel cuya elevada torre se derrumbe con estrépito por haberla cimentado en la arena movediza! El que está fundado sobre zafiros, puede aguardar las tormentas o el fuego con serenidad, porque soportará la prueba.
Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 360). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.