Predica la sana doctrina

Predica la sana doctrina – 1 Timoteo 1:3–11

Autor: Estudios Bı́blicos ELA.

a1Los apóstoles velaban por la sana doctrina. Esta enseñanza da vida y salud espiritual porque es la doctrina cristiana verdadera. En todas las epístolas del apóstol Pablo, en total trece cartas del Nuevo Testamento, él expuso las bellas verdades de la salvación que se obtienen por medio de Jesucristo e instruyó a los cristianos acerca de su nueva vida. Pero también, en todas sus epístolas, tuvo que combatir las enseñanzas equivocadas que amenazaban la salud de las iglesias.

Las verdades del mensaje de la Biblia son el corazón del cristianismo. Cuando los hombres se apartan de esa verdad, debilitan el mensaje. Si cambian las verdades fundamentales, la doctrina deja de ser el mensaje cristiano bíblico. Son herejías, enseñanzas que no redimen al hombre de sus pecados, que no le proporcionan la vida eterna, que no lo transforman en una nueva criatura ni le ubican en el camino que se dirige al cielo.

Las doctrinas falsas toman muchas formas. En nuestro día, algunos grupos ponen la tradición de la iglesia, la experiencia personal u otros escritos en lugar de la Biblia, como la autoridad final del cristianismo. Algunos elevan al hombre al nivel de Dios y bajan a Jesucristo al nivel de un profeta o maestro. Otros enseñan que el bautismo o el cumplimiento de otro rito es necesario para recibir la vida eterna. Según otros, las Escrituras, aún en su forma original, contenían errores.

Entre los errores que más amenazaban a las nuevas iglesias del primer siglo, estaba el legalismo, la trágica enseñanza que dice que el hombre puede ser redimido o que el cristiano puede ser santificado si cumple con ciertos ritos, normas o reglamentos. Lamentablemente, este error continúa en las iglesias cristianas, minando sutilmente la pureza del evangelio y fomentando una “santidad” externa y superficial.

El ser humano ama el legalismo. Siempre se ha sentido atraído a él, porque piensa que cumpliendo ciertos ritos y reglas le hacen ser cristiano y no tiene que humillarse y aceptar por fe la salvación de Dios que no merecemos. El legalismo supuestamente da al hombre el control sobre su vida y destino. El cristiano también ama el legalismo, porque al conformarse a algunos requisitos de su iglesia y evitar algunos pecados escandalosos, le da la apariencia de santo, sin que haya una entrega del corazón a la voluntad de Dios. No experimenta una transformación interna del afecto, los móviles, las actitudes y los pensamientos. Sólo Dios, por el Espíritu Santo, puede obrar estos cambios, y solamente cuando el hombre se somete de corazón al control de él.

Una iglesia ejemplar conserva la sana doctrina, evita el error del legalismo y mantiene la pureza del evangelio de la gracia de Dios. ¿Cómo pueden los cristianos evitar el error del legalismo y otras doctrinas falsas?

¡PENSEMOS!

¿Dónde estaba trabajando Timoteo? (v. 3) Según los versículos 3–4, ¿Por qué había dejado Pablo a Timoteo en Éfeso? Haga una lista de las características del error que se enseñaba (vv. 3–4). ¿Qué es una fábula? Piense en alguna leyenda, regla, creencia o superstición que es común, aún entre los cristianos pero que no es bíblica. Según el v. 5, ¿cuál era la meta de Pablo al mandar prohibir la doctrina falsa? Según los vv. 8–9 y Tito 1:14, ¿cuál fue el origen de la falsa enseñanza que había en esa época?

DEBEMOS PROHIBIR LAS DOCTRINAS FALSAS 1:3

A primera vista, la instrucción de Pablo parece muy drástica: “que no enseñan diferente doctrina”. Algunos dirían: “A Pablo le faltaba tolerancia. No tenía una mente abierta. Además, era soberbio porque pensaba que sólo él tenía razón. Ser tan drástico causaría más problemas en la congregación, debía tener más amor”.

Pero recordemos la naturaleza del cristianismo. No es una filosofía humana, con la cual debemos comparar otras formas de pensamiento para decidir cuál tiene la razón. La fe cristiana llegó al hombre por revelación divina en las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamentos. Una parte de la revelación fueron los eventos históricos ineludibles de la venida, vida, enseñanza, muerte y resurrección del Hijo de Dios. Esta revelación divina concluyó con las enseñanzas autorizadas y normativas de los apóstoles. Los cristianso no tienen la opción de introducir nuevos pensamientos al cristianismo. Han de comparar toda enseñanza con la norma divina que se encuentra en las Escrituras.

Por eso, Pablo puede hablar de diferente doctrina. ¿Diferente de qué? De la que enseñaban los apóstoles. La doctrina de ellos es norma para todos los cristianos. Pablo dice en Gálatas que no hay otro evangelio, porque ningún otro mensaje trae “buenas nuevas”. Escribió: “Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gálatas 1:6–10). Veremos más adelante que esta “falta de tolerancia” no implica que el cristiano no tiene amor. Por el contrario, ser fiel al mensaje cristiano manifiesta verdadero amor.

DEBEMOS MANDAR:

1. “QUE NO ENSEÑEN DIFERENTE DOCTRINA” (v. 3)
2. “NI PRESTEN ATENCIÓN A FÁBULAS.…” (v. 4)

NO DEBEMOS ESCUCHAR ERRORES HUMANOS 1:4

“No presten atención a fábulas y genealogías interminables”. Algunos maestros de la iglesia de Éfeso habían introducido enseñanzas que no eran bíblicas. En Creta, Tito se enfrentó con doctrinas semejantes: “…no atendiendo a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad” (Tito 1:14). “Pero evita las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones, y discusiones acerca de la ley…” (3:9).

¿Cuáles eran esas fábulas y genealogías? Había una práctica que había comenzado entre los judíos que consistía en ampliar las listas de nombres que aparecían en las genealogías del Antiguo Testamento añadiendo historias ficticias, supuestamente para ilustrar el trato de Dios con el pueblo judío. Estaban agregando material mitológico a la palabra de Dios.
De estas fábulas y de la ley mosaica los maestros habían sacado aplicaciones y mandamientos para la vida de los creyentes. Esto no producía la salvación ni la espiritualidad como ellos decían, sino disputas, contenciones y discusiones vanas y sin provecho (Tito 3:9).

Hoy en día, algunos cristianos siguen reglamentos y normas que no vienen de las Escrituras, y se consideran más espirituales por guardar esos mandamientos de hombres. El legalismo surge de ideas humanas que no están basadas en la palabra de Dios, sino que está motivado por el deseo de ser exaltado a los ojos de los demás. El legalismo produce orgullo, en el hombre, porque éste se cree superior a los demás.

Los cristianos tenemos que rechazar la enseñanza que dice que para ser cristiano, el hombre necesita hacer algo más que confiar en la muerte de Cristo. Al testificar del Señor, debemos tener cuidado de no agregar alguna norma humana o un reglamento de nuestra iglesia como requisito para que la gente se haga cristiana.

No midamos nuestra santidad o espiritualidad sólo porque no practicamos ciertos vicios o actividades que los cristianos desaprueban. La santidad es una condición interna que brota del amor y temor a Dios. Es motivada por el deseo de agradar y glorificarlo a él. La santidad comienza con entregarnos totalmente al dominio divino para cumplir su voluntad. El Espíritu obra cuando nos alimentamos con la palabra de Dios y cuando la obedecemos. Es experimentar una transformación interna de los móviles, actitudes, afectos y pensamientos. Entonces la santidad interna producirá la conducta correcta. El Espíritu Santo quiere conformarnos a la imagen de Jesucristo, desde lo más profundo de nuestro ser.

DEBEMOS TENER AMOR Y HUMILDAD 1:5–7

El v. 5 es muy importante. Pablo afirma que si la iglesia enseña sólo la doctrina bíblica, esto producirá amor entre los cristianos. Las enseñanzas no bíblicas producen disputas y disensiones. Ser fiel a las Escrituras une a los miembros de la congregación en una sola convicción. Están de acuerdo en su enseñanza. A su vez, la enseñanza correcta resulta en: 1) un cambio en el corazón de la persona, no sólo en la superficie; 2) una conciencia que no le acusa porque es obediente a Dios; y 3) una confianza en Dios que no es hipócrita, sino que es genuina y de corazón.

DOCTRINA CORRECTA → AMOR Y UNIDAD

Estos cambios profundos en la vida crean relaciones de verdadera comunión, unidad y afecto entre los miembros de la congregación.
Los que enseñaban cosas diferentes en Éfeso habían dejado la obediencia y la comunión. A través de las cartas pastorales se nota el contraste de la vida que Pablo manda con la que proponían los maestros del error. En vez de tener un corazón sincero, engañaban y eran engañados (2 Timoteo 3:13). En vez de una buena conciencia, la tenían cauterizada (4:2). En vez de una fe no fingida, habían naufragado en cuanto a la fe (1:19).

EL PROPÓSITO DE ESTE MANDAMIENTO ES EL AMOR NACIDO:

1) DE CORAZÓN LIMPIO,
2) DE BUENA CONCIENCIA,
3) DE FE NO FINGIDA…” (v. 5)

El v. 7 señala otra debilidad de los que querían imponer mandamientos y reglamentos no bíblicos “queriendo ser doctores de la ley” Se creían superiores a los demás porque suponían que guardando algunos reglamentos externos se hacían más espirituales que los demás. Esta actitud de soberbia es una de las consecuencias del legalismo. En realidad, es relativamente fácil conformarse a ciertas normas externas. No requiere someter la vida a la voluntad de Dios y alimentarse diariamente con su palabra. Tampoco exige edificar a otros y ser edificado por ellos, ni crecer en el conocimiento de Dios y experimentar progresivamente la transformación de las ambiciones y los móviles humanos. No requiere el cambio del carácter egocéntrico en una persona que manifiesta el fruto del Espíritu Santo.
Por otra parte, la persona que está creciendo espiritualmente no siente orgullo, sino humildad, porque reconoce cuánto le falta para llegar a ser como Jesucristo.

DEBEMOS USAR LA BIBLIA CORRECTAMENTE 1:8–11

En el v. 8, Pablo llega al corazón del problema doctrinal de Éfeso. Algunos maestros no usaban las Escrituras correctamente. Se basaban en el Antiguo Testamento y especialmente en las leyes. Exigían que los hombres guardaran las normas de la ley de Moisés para ser salvos y para ser más espirituales.
Vimos en el v. 4 que algunos enseñaban fábulas que habían sido agregadas a las Escrituras. Ahora, vemos que usaban la ley de Dios, pero no en forma legítima.
Es importante observar que Pablo no sólo señala los errores de estos maestros, sino también provee enseñanza positiva para aclarar el buen uso que se debe dar a la ley de Dios. En los sermones y enseñanzas de la iglesia, se deben señalar los errores y también exponer la doctrina bíblica. La ley no tiene poder para salvar al pecador ni santificar al pueblo de Dios. Tiene la función de manifestar la justicia divina y la desobediencia de los humanos. Pablo insistió en Romanos 3:20: “Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él, porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado”.

“…PORQUE POR MEDIO DE LA LEY ES EL CONOCIMIENTO DEL PECADO” Romanos 3:20

Nótese una nueva expresión que se encuentra varias veces en las epístolas pastorales: la sana doctrina. La enseñanza de los apóstoles es sana porque es saludable y produce sanidad. En cambio, la doctrina falsa produce enfermedad espiritual, como Pablo escribió en 6:4 del que “delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas”. En 2 Timoteo 2:17, el autor advirtió refiriéndose a estos maestros que “su palabra carcomerá como gangrena”. La doctrina que no es bíblica contagia a las personas y enferma a la congregación y por lo mismo, no produce una iglesia saludable.
El v. 11 dice que esta enseñanza está basada en “el glorioso evangelio del Dios bendito”. El evangelio dice que por la gracia de Dios somos salvos y santificados, no por el esfuerzo de la carne ni por el mérito humano:

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efesios 2:8–10).

¡PENSEMOS!

Evalúe su vida personal con respecto al amor que siente hacia otros creyentes, a un corazón limpio, a una buena conciencia y a una fe genuina. ¿Qué debe hacer el cristiano a quien le falta alguna de estas características?
Si usted tiene oportunidad de enseñar o predicar la palabra de Dios, ¿se cuida de no agregar sus propias ideas al mensaje de Dios? ¿Interpreta y utiliza bien la palabra? ¿Ha vencido la ambición de ser conocido como “experto” y “erudito” en materia espiritual? ¿Hay alguna norma de conducta sobre la cual los miembros de su iglesia no están de acuerdo? ¿Existen disensiones por eso? ¿Es posible que se está exigiendo una norma que no tiene base bíblica o que se basa solamente en una norma de la ley de Moisés? ¿Cómo podría usted contribuir a resolver el conflicto, sin manifestar un espíritu de superioridad.

Orth, S. (1996). Estudios Bı́blicos ELA: Una iglesia ejemplar (1ra Timoteo) (pp. 15–23). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.


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