¿Quién es el Dios verdadero?

¿Quién es el Dios verdadero?

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5 MARZO

Éxodo 16 | Lucas 19 | Job 34 | 2 Corintios 4

Los últimos versículos de Éxodo 15 son un anticipo de lo que vendrá. A pesar de las intervenciones milagrosas por parte de Dios que acompañaban su salida, el pueblo no termina de poner su confianza en él; ante la primera aparición de adversidad, comienzan a murmurar y a quejarse. Éxodo 16 nos lleva más adelante en esta narrativa, y nos muestra cómo esta murmuración va unida, a varios niveles, a una actitud de desafío abierto a Dios.

No nos imaginemos que los israelitas no pasaban hambre. Por supuesto que estaban hambrientos. El problema es su respuesta ante el hambre. Podían haberse dirigido a Dios, suplicándole que satisficiera sus necesidades. Aquel que había efectuado su rescate de una manera tan dramática, ¿no proveería también lo que necesitaban? Sin embargo, lo que hacen es invocar con sarcasmo y con romanticismo su experiencia de la esclavitud en Egipto (16:3), y se quejan contra Moisés y Aarón (16:2).

Sin duda, Moisés quedó muy decepcionado a causa de la terrible ingratitud del pueblo. Es lo suficientemente sabio como para reconocer su auténtico foco y el verdadero mal que había detrás de ella. Aunque se quejan contra Moisés y Aarón, el objeto de sus quejas era ni más ni menos que Dios mismo (16:7–8): “¡Vosotros no estáis murmurando contra nosotros sino contra el Señor!

Durante todo este proceso, Dios continúa siendo paciente. De la misma manera como convirtió las aguas amargas de Mara en aguas dulces (15:22–26), así también les envía carne, en forma de perdices, y maná. Esta provisión, a todas luces milagrosa, no sólo satisface su hambre, sino también se efectúa a fin de que vean “la gloria del Señor” (16:7). Y sepan “yo soy el Señor su Dios” (16:12). Además, anuncia el Señor, “Voy a ponerlo a prueba, para ver si cumple o no mis instrucciones” (16:4).

Por desgracia, no pocos miembros de esta comunidad suspenden esta prueba miserablemente. Intentan almacenar el maná a pesar de que se les había dicho explícitamente que no lo hiciesen; luego buscan seguir haciéndolo cuando, en el sábado, no hay nada que recoger. Moisés se enfurece (16:20), y el Señor mismo interviene para desafiar su desobediencia crónica (16:28).

¿Por qué gente que ha presenciado una manifestación tan espectacular de la gracia y del poder de Dios caen con tan tanta facilidad en la queja y la murmuración y con tan poca gracia en una desobediencia indiferente? La respuesta es que muchos de ellos llegan a ver a Dios como el que existe para servirles a ellos. Él les servía en el Éxodo, Y al facilitarles agua pura. Ahora exigían que les cubriese no sólo las necesidades, sino también sus caprichos. Si no era así, estaban más que dispuestos a abandonarle. Mientras Moisés insiste ante el faraón que el pueblo tenía que salir del país al desierto para servir a Dios y rendirle culto, el pueblo parece creer que Dios existe para servirles a ellos.

La pregunta fundamental es: “¿Quién es el Dios verdadero?” Los creyentes del nuevo pacto también tienen que plantearse la misma pregunta (1 Corintios 10:10).

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 64). Barcelona: Publicaciones Andamio.


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