“El buen pastor da su vida por las ovejas”

20 MARZO
Éxodo 31 | Juan 10 | Proverbios 7 | Gálatas 6
En la metáfora del pastor en Juan 10, Jesús continúa repasando el alcance y las aplicaciones de la misma, y de esta manera remata varios puntos, algunos de los cuales podremos recoger:
(1) Para los que conocen la Biblia, es difícil no pensar en Ezequiel 34. Allí, Dios denuncia a los falsos profetas de Israel, y declara repetidamente que vendrá un día cuando él mismo será el pastor de su pueblo, alimentándoles, dirigiéndoles, disciplinándoles. La insistencia por parte de Jesús en que, en lo que se refería a los pastores de Israel, los que le habían precedido “eran unos ladrones” (Juan 10:8), recordaría Ezequiel 34. Hacia el final de aquel capítulo de las Escrituras del Antiguo Testamento, Dios dice que pondrá sobre su rebaño a un solo pastor – su siervo David. Ahora, ha llegado este Pastor, uno con Dios (1:1), y además de la línea de David.
(2) Definiéndose como el “buen pastor”, Jesús dice luego que el “El buen pastor da su vida por las ovejas” (10:11). Aquí amplía la metáfora al máximo. En la vida real, un buen pastor arriesga su vida por las ovejas, y la puede perder. Pero no sacrifica voluntariamente su vida por las ovejas. Para comenzar, en este caso, ¿quién se encargaría de las otras ovejas? De todas formas, sería un acto poco apropiado: arriesgar la vida para salvar un rebaño de ovejas es una cosa, pero escoger morir por ellas sería desproporcionado. Una vida humana es de más valor que un rebaño de ovejas.
(3) Sin embargo, por si no hemos asimilado del todo la incongruencia de esta reivindicación por parte de Jesús, luego la expone con mayor claridad aun. No se trata de arriesgar su vida simplemente. No es ningún peón en medio de unas circunstancias amenazadoras: nadie puede arrancarle la vida. Él mismo la pone por iniciativa propia (10:18). De hecho el motivo por el cual el Padre continúa amándole es que el Hijo es perfectamente obediente – y es de acuerdo con el buen mandato del Padre el Hijo pone su vida (10:17; cf. Filipenses 2:6–8).
(4) Las ovejas de Jesús responden a su voz; otras le rechazan. La elección implícita está presente de forma constante en el pasaje (10:27–28).
(5) La misión de Jesús incluye no sólo ovejas de entre los propios israelitas, sino “otras ovejas que no son de este redil” (10:16). Pero si son ovejas de Jesús, sean judíos o gentiles, “escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor” (10:16). Aquí tenemos el cumplimiento de la promesa según la cual todas las naciones serían bendecidas en la descendencia de Abraham. Y es también por esto por lo que, a fin de cuentas, sólo puede haber una cabeza de la iglesia – Jesucristo mismo.
Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 79). Barcelona: Publicaciones Andamio.