¡Modelación!

2 JUNIO

¡Modelación!

Deuteronomio 6 | Salmo 89 | Isaías 34 | Apocalipsis 4

Ya hemos reflexionado sobre otros textos bíblicos que tratan sobre la importancia de transmitir el legado de la verdad bíblica a la próxima generación. Este tema constituye el meollo del Deuteronomio 6. Nuevas aportaciones en las que se hace un hincapié especial incluyen:

(1) Los antiguos israelitas tenían el encargo divino de enseñar a la generación siguiente a temer al Dios de la alianza. Moisés enseña al pueblo: “para que durante toda tu vida tú y tus hijos y tus nietos honren al Señor tu Dios cumpliendo todos los preceptos y mandamientos que te doy, y para que disfrutes de larga vida” (Deuteronomio 6:2). Cuando, a partir de aquel momento, un hijo preguntaba a su padre acerca del significado de las leyes, el padre debía explicar el trasfondo, el Éxodo, y el pacto: “El Señor nuestro Dios nos mandó temerle y obedecer estos preceptos, para que siempre nos vaya bien y sigamos con vida. Y así ha sido hasta hoy” (6:24). Por ello debemos preguntarnos qué pasos estamos dando para enseñar a nuestros hijos a temer al Señor nuestro Dios, no con el terror del que se acobarda ante la maldad caprichosa, sino con la profunda convicción que Dios es perfectamente justo, y que no juega con el pecado.

(2) Moisés enfatiza la constancia con la que se debe enseñar a la próxima generación. Los mandamientos que Moisés transmite deben permanecer en el “corazón” del pueblo (6:6; tal vez deberíamos decir “la mente”). Desde esta abundancia siguen las próximas palabras: “Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes” (6:7). Incluso la ropa que vestían y la manera como decoraban sus casas servirían de recordatorio de la Ley de Dios (6:8–9). Cabe que nos preguntemos con qué constancia enseñamos a nuestros hijos el contenido de las escrituras. En el antiguo Israel, los hijos solían aprender sus competencias vocacionales de sus padres, pasando muchas horas a su lado, lo cual facilitaba muchas ocasiones de transmitir las bendiciones del pacto. Nuestra cultura fragmentada implica que estas oportunidades se tienen que forjar y crear.

(3) Ante todo, la generación mayor debía ser modelo de la lealtad absoluta a Dios (6:13–19). Esta “modelación” constante debía incluir el rechazo total y absoluto de la idolatría, la obediencia a las demandas del pacto, la reverencia al nombre de Yahvé, haciendo “lo que es recto y bueno a los ojos del Señor” (6:18) ¿Con qué fidelidad hemos nosotros, por nuestra propia manera de vivir, transmitido a nuestros hijos una vida auténticamente centrada en Dios?

(4) Debe haber de nuestra parte una sensibilidad consciente a las oportunidades de responder a las preguntas de nuestros hijos (6:20–25). Sin cortinas de humo. Si no se sabe la respuesta es mejor buscarla, o encontrar a alguien que la sepa. Debemos preguntarnos si aprovechamos al máximo las preguntas que nuestros hijos nos hacen.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 153). Barcelona: Publicaciones Andamio.


Deja un comentario