12 de junio

«Quien nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo»
2 Timoteo 1:9 (LBLA)
El Apóstol utiliza el tiempo perfecto y dice: «Quien nos ha salvado». Los creyentes en Cristo Jesús son salvos. No se los considera como personas que se hallen en una posición de esperanza y que, al final, pueden ser salvados, sino que ya son salvos. La salvación no es una bendición que tenga que saborearse en el lecho de muerte y cantarse en el Cielo, sino algo que debe obtenerse, recibirse, ofrecerse y saborearse ahora. El cristiano es perfectamente salvo en el propósito de Dios: Dios lo ha destinado para la salvación, y ese propósito se ha cumplido. El cristiano es salvo también en cuanto al precio que se ha pagado por él. «Consumado es», ese fue el clamor de nuestro Salvador antes de morir. El creyente es también perfectamente salvo en Aquel que es la Cabeza del pacto divino; pues como cayó en Adán, así vive en Cristo. Esta completa salvación va acompañada de un llamamiento santo. Aquellos a quienes el Salvador salvó en la cruz son, a su debido tiempo, llamados por el poder del Espíritu Santo a la santidad. Dejan sus pecados y se esfuerzan por ser semejantes a Cristo; escogen la santidad, no por compulsión alguna, sino por el impulso de la nueva naturaleza que los lleva a regocijarse en la santidad tan naturalmente como antes se deleitaban en el pecado. Dios no los eligió ni los ha llamado porque fuesen santos, sino que los ha llamado para que pudiesen ser santos, y la santidad es la perfección producida por la obra divina en ellos. Las excelencias que vemos en un creyente son obra de Dios, como lo es también la Expiación. Así se revela admirablemente la plenitud de la gracia de Dios. La salvación tiene que ser por gracia, porque Dios es el autor de la misma. ¿Y qué motivo fuera de la gracia podrá moverlo a salvar al culpable? La salvación tiene que ser por gracia, porque el Señor actúa de tal manera que nuestra justicia queda completamente excluida. Tal es el privilegio del creyente: una salvación actual. Tal es la prueba de que ha sido llamado a gozarla: una vida santa.
Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 172). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.