El pozo de Beer

17 de junio

«Entonces cantó Israel este cántico: Sube, oh pozo, a él cantad».

Números 21:17

El pozo de Beer, en el desierto, fue famoso por ser el tema de una promesa: «Este es el pozo donde el Señor le dijo a Moisés: «Reúne al pueblo y les daré agua» (Nm. 21:16 LBLA). El pueblo necesitaba agua, y el Dios de la gracia se la prometió. Necesitamos provisiones de gracia celestial y, en el pacto, Dios se ha comprometido a darnos todo aquello que le pedimos. El pozo, en segundo lugar, fue motivo de un cántico. Antes de que el agua brotara, la fe alentadora estimuló a la gente a cantar y, al ver borbotar la cristalina fuente, la música se hizo aún más alegre. De la misma manera, los que creemos en la promesa de Dios, debiéramos regocijarnos ante la perspectiva de que nuestras almas gocen de avivamientos divinos; y, al experimentarlos, nuestro santo gozo se desbordará. ¿Estamos sedientos? No murmuremos, sino cantemos. La sed espiritual resulta difícil de soportar; pero no es necesario que la soportemos, pues la promesa nos señala un pozo. Alentémonos y busquémoslo. Además, el pozo fue el centro de una oración: «¡Sube, oh pozo!». Debemos reclamar aquello que Dios se ha comprometido a darnos, de lo contrario manifestaremos que ni tenemos deseos de ello ni fe alguna. Roguemos esta noche que tanto el pasaje leído como nuestras devociones no sean una formalidad vacía, sino un canal de gracia para nuestras almas. ¡Ojalá el Espíritu Santo actúe en nosotros con todo su poder, llenándonos de toda la plenitud de Dios! Finalmente, el pozo en cuestión fue el objeto de un esfuerzo: «Lo cavaron los príncipes del pueblo […] con sus báculos». El Señor quiere que seamos activos para obtener gracia. Nuestros báculos no son aptos para cavar en la arena, pero debemos usarlos con toda nuestra fuerza: no se debe descuidar la oración; ni han de abandonarse las reuniones; un tampoco hay que menospreciar el bautismo y la Cena del Señor. El Señor nos dará su gracia muy abundantemente, pero no por la vía de la ociosidad. Movámonos, pues, para buscar al Señor, en quien se encuentran todos los frescos manantiales.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 177). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.


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