21 de junio

«Pero el fundamento de Dios está firme».
2 Timoteo 2:19
El fundamento sobre el cual descansa nuestra fe es este: «Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados» (2 Co. 5:19). El gran hecho en que confía la fe genuina es que «el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn. 1:14), y también que «Cristo padeció una vez por los pecados, el justo por los injustos para llevarnos a Dios» (1 P. 3:18). O, dicho en otras palabras: «[Cristo] llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero» (1 P. 2:24); «el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados» (Is. 53:5). En una palabra: el gran pilar de la esperanza cristiana es la sustitución; el sacrificio vicario de Cristo por el pecado. Cristo fue hecho pecado por nosotros para que nosotros pudiésemos ser justicia de Dios en él. Cristo, ha ofrecido un sacrificio verdadero, expiatorio y vicario por todos aquellos que el Padre le dio, a quienes Dios reconoce por nombre y cuyo reconocimiento se basa en que confían de corazón en Jesús. Este es el hecho cardinal del evangelio. Si se quitara este fundamento, ¿qué haríamos nosotros? No obstante, el mismo permanece tan firme como el trono de Dios. Nosotros lo sabemos, y descansamos y nos regocijamos en él. Nuestro gozo es conservarlo, meditar en él y proclamarlo, mientras deseamos vernos impulsados y movidos por la gratitud a Cristo en cada acto de nuestra vida y conversación. En estos días se está atacando directamente la doctrina de la Expiación: los hombres no pueden tolerar la Sustitución; crujen los dientes ante el pensamiento de que el Cordero de Dios cargue con el pecado del hombre. Sin embargo, nosotros, ni la diluimos ni la cambiamos, ni la desmenuzamos en forma o de manera alguna. Cristo seguirá siendo un verdadero Sustituto, cargando con el pecado humano y sufriendo en lugar de los hombres. Nosotros no podemos ni nos atrevemos a abandonar esta verdad, porque ella es nuestra vida; y, a pesar de cualquier controversia, sentimos que «el fundamento de Dios está firme».
Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 182). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.