Cada uno en el estado en que fue llamado, en él se quede

27 de junio

«Cada uno en el estado en que fue llamado, en él se quede».

1 Corintios 7:20

Algunas personas tienen la estúpida idea de que la única manera de vivir para Dios es siendo pastores, misioneros o maestros de escuela dominical. ¡Ay, a cuántos se privaría de una oportunidad de alabar al Altísimo si esto fuera verdad! Querido amigo, no se trata del cargo, sino de la diligencia; no es la posición, sino la gracia, aquello que nos capacita para glorificar a Dios. A Dios se le glorifica mucho, sin duda, en el taller del zapatero remendón: donde el trabajador piadoso canta del amor del Salvador mientras maneja la lesna. Sí, ahí se le glorifica mucho más que en innumerables templos donde una religiosidad oficial cumple con sus míseros deberes. El nombre de Jesús lo glorifica también el carretero indocto, mientras guía su caballo bendiciendo a su Dios y hablando tanto en el camino a sus compañeros como el predicador conocido que, cual un Boanerges, hace tronar el evangelio por todo el país. Glorificamos a Dios cuando le servimos según nuestra propia vocación. Ten cuidado, querido lector, de no olvidar la senda del deber abandonando tu trabajo, y cuida de no deshonrar tu profesión mientras la ejerces. Piensa poco de ti mismo, pero no pienses demasiado poco de tu llamamiento. Todo negocio legítimo puede santificarse mediante el evangelio para los fines más nobles. Vuelve a la Biblia y hallarás las formas más vulgares de trabajo relacionadas, bien con los hechos más arriesgados, bien con personas cuyas vidas fueron insignes por su santidad. Por consiguiente, no estés descontento con tu vocación. Cualquiera que sea la posición o la obra en que Dios te haya puesto, permanece en ella, a no ser que estés completamente seguro de que él te llama a otra cosa. Que tu primera preocupación sea glorificar a Dios hasta lo sumo en el lugar donde estás; ocúpate de alabarle en tu presente esfera de acción y, si él te necesita en otro lugar, te lo hará saber. Deja de lado esta noche cualquier ambición enojosa y confórmate con lo que tienes.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 188). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.


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