DÍA 8

Salmo 5
Enfermas de angustia
Dosis: Confianza en su poder
“Tenme compasión, SEÑOR, porque desfallezco; sáname, SEÑOR, que un frío de muerte recorre mis huesos. Angustiada está mi alma; ¿hasta cuándo, SEÑOR, hasta cuándo?” (Salmo 6:2–3) (NVI)
Recuerdo la última crisis que atravesé, mi primera reacción fue llamar a mi esposo. ¡Estaba ocupado en una reunión de trabajo! El asunto era muy grave, así que desesperadamente marqué el celular de mi mejor amiga, ¡también estaba apagado! Entonces comprendí, que por más que necesitara el apoyo humano, Dios estaba esperando por mí con los brazos abiertos. Me arrodillé en mi habitación y desahogué el clamor de mi alma, oré y lloré. Aunque sabemos que en el nombre de Jesús podemos llegar directamente a Dios, a veces tardamos en hacerlo. Cuando estás en angustia, ¿a quién acudes?
El escritor de este salmo también sufría una angustia profunda, se sentía enfermo y le pide a Dios que no lo castigue implorando su misericordia. Es interesante notar que el problema que tiene afecta integralmente su persona. Él menciona sus huesos y su alma, aludiendo a un sufrimiento físico y emocional. ¿Te has sentido así? Abatida, turbada, enferma y también le has inquirido a Dios: “¿hasta cuándo?”.
El salmista es muy explícito al describir su dolor, dice que sufre de día y de noche, que se ha consumido a fuerza de llorar, que se siente débil y sin fuerzas. ¿Te parece familiar? Tal vez pienses que esas mismas palabras se aplican a tus circunstancias. Pero ¿cómo salir de un estado así?.
Una vez más vemos la transición de la angustia a la confianza, él dice: “…el SEÑOR ha escuchado mi llanto!
El SEÑOR ha escuchado mis ruegos; el SEÑOR ha tomado en cuenta mi oración.” Por tanto ya no temerá a sus adversarios y fortalecido con esa fe asume otra actitud: “¡Apártense de mí, todos los malhechores, que el SEÑOR ha escuchado mi llanto!”,20 “Todos mis enemigos quedarán avergonzados y confundidos; ¡su repentina vergüenza los hará retroceder!”.
¡Qué poderosa es la oración! ¡Qué efecto sobrenatural y transformador produce en nosotras estar en su presencia, presentarle nuestra causa y descansar en su misericordia! Recuerdo el efecto restaurador aquel día, cuando me levanté del suelo de mi habitación, mi alma ya no estaba humedecida, una pequeña llama ardía en mi corazón y con ella enfrenté mis circunstancias.
Oración: Señor enséñame a fortalecerme en tu santa presencia y a confiar en tu misericordia. Amén.
De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 23). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.