Miércoles 10 Abril

Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, (Jesús) salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.
Marcos 1:35
Él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.
Lucas 6:12
¿Por qué orar? (2)
Al orar seguimos el ejemplo de Jesucristo, de sus apóstoles y de sus siervos.
El Señor Jesús era verdaderamente el Hombre de oración. Sus primeras y sus últimas palabras en la cruz fueron dirigidas a su Padre. Oró toda una noche antes de elegir a sus discípulos. Más tarde, en respuesta a su oración, el Padre envió al Espíritu Santo. Oraba antes de comer, oraba ante el sufrimiento de los hombres… Oraba especialmente por los demás, y ahora vive e intercede por los que buscan a Dios (Hebreos 7:25).
El apóstol Pablo también era un hombre de oración, y lo fue durante su ministerio público como en prisión. Él y uno de sus compañeros, después de haber sido azotados y encarcelados en Filipos, “orando… cantaban himnos a Dios” (Hechos 16:25). Preso en Roma, Pablo oraba por las iglesias de creyentes. También les pedía orar por él y combatir con él mediante la oración (Romanos 15:30; 1 Tesalonicenses 5:25).
Todos los que han sido celosos y útiles en la Iglesia en el transcurso de los siglos, han sido hombres de oración. Por medio de la oración la Palabra de Dios se extendió a través del mundo. Una reina escocesa del siglo 16, María Estuardo, decía temer más a las oraciones del predicador John Knox que a todo un ejército. Trátese de evangelistas por medio de los cuales un gran número de personas ha llegado al Señor, o de predicadores que han enseñado la Palabra de Dios para la vida cristiana, todos han comprendido la importancia de la oración. ¡Sigamos su ejemplo!
(mañana continuará)
Ezequiel 33:21-34:10 – 1 Tesalonicenses 5 – Salmo 41:7-13 – Proverbios 13:9-10
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