No puedo continuar así

Lunes 3 Abril

Sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.

1 Juan 5:20

Si el Hijo (de Dios) os libertare, seréis verdaderamente libres.

Juan 8:36

No puedo continuar así

Jason, un niño maltratado por su padrastro, se refugió en el rugby para escapar de su difícil vida. A los 17 años huyó de su casa y cayó en la terrible espiral del alcoholismo. Él confesó:

–Estaba buscando algo. Buscaba la felicidad en el dinero, en los bienes materiales, el alcohol, las relaciones… ¡Pero nada de esto podía llenar el vacío que había en mí! La bebida se convirtió en un refugio, y cuantos más problemas tenía, más bebía…

Un día conoció a Inga, un jugador de rugby extranjero. Este le habló del gozo que había encontrado al conocer a Jesús, y le dijo que orar a Dios podría ayudarle.

La curiosidad de Jason se despertó. Luego, al ver el interés con que Inga leía la Biblia, Jason quiso saber más y se preguntaba cómo este hombre podía ser tan feliz. Sus conversaciones se fueron profundizando. Jason sintió que debía tomar una decisión en su vida:

–No puedo continuar así. No quiero vivir más de esta manera; necesito ayuda.

Una conversación decisiva con su amigo terminó con esta pregunta:

–¿Quieres invitar a Jesús a tu corazón? Jason aceptó.

–Aquella mañana pedí a Jesús que entrara en mi vida. Sus palabras eran realmente para mí: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). En ese momento, cuando entregué mi vida al Señor Jesús, sentí que se me quitaba un gran peso.

“Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros” (Santiago 4:8).

Ezequiel 27 – Gálatas 4 – Salmo 38:15-22 – Proverbios 12:25-26

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Necesitas una iglesia presencial, no una virtual | Marcos Peña

Marcos Peña

Nota del editor: Este artículo es un resumen de las notas para este sermón predicado en la Iglesia Biblica del Señor Jesucristo (República Dominicana).

Debemos agradecer al Señor por permitirnos vivir en este tiempo de avances tecnológicos durante la pandemia, en el que las iglesias han podido mantener cierto tipo de contacto unos con otros y recibir la enseñanza de la Palabra en cualquier lugar donde se encuentren.

Sin embargo, algo tan bueno puede ser convertido en algo malo por nuestro pecado. En este caso, cuando queremos establecer una excepción como la regla. Me refiero al hecho de haber escuchado que algunos creyentes en diversos lugares se acostumbraron tanto a los cultos virtuales, que ahora no solo no añoran las reuniones presenciales, sino que sueñan con que la iglesia siempre sea virtual por las “comodidades” que esto brinda.

¿Por qué decimos que esto es malo? Porque la propia naturaleza de la iglesia implica reuniones e interacción presencial entre sus miembros.

Miembros de un cuerpo

La Biblia usa diferentes metáforas para referirse a la iglesia, y una de las más usadas es la de un cuerpo cuya cabeza es el Señor Jesucristo (1 Co 12:12-27; Ro 12:4-5). De hecho, el apóstol Pablo usó en sus cartas la palabra “cuerpo” más de 30 veces para ilustrar a la iglesia funcionando.

¿Qué enfatiza esta metáfora? Enfatiza que, aunque los creyentes somos muchos miembros diferentes y con diversas funciones, pertenecemos a una unidad como cuerpo.  De hecho, una unidad que carece de diversidad no será capaz de funcionar como un cuerpo orgánico (1 Co 12:19). Por tanto, tenemos la responsabilidad de usar nuestros dones sin importar que tan insignificantes puedan parecernos. Dios espera de cada miembro la misma fidelidad y rendimiento.

Aunque los creyentes somos muchos miembros diferentes y con diversas funciones, pertenecemos a una unidad como cuerpo

 Al mismo tiempo, como miembros del cuerpo no somos independientes. Dependemos de la cabeza, quien es Cristo. Él es soberano y propietario de la iglesia. Él provee al cuerpo de todo lo necesario para subsistir (Col 2:19; Ef 4:15). Es en virtud de nuestra unión con Cristo que podemos crecer como cuerpo. Él es quien brinda simetría y dirección al cuerpo, capacitándolo para servirle y que le seamos útiles.

Pero no solo dependemos de Cristo. También dependemos de los demás miembros del cuerpo, pues tenemos con ellos una interrelación vital (1 Co 12:21). Cuando cada miembro de la iglesia emplea bien los dones que el Señor le ha dado, la iglesia funciona eficazmente para el bien de todos (Ef 4:15-16). Así que la interacción entre las partes del cuerpo es indispensable. La iglesia, como el cuerpo humano, es una unidad viva. Es un organismo y el bienestar o malestar de sus miembros afecta al todo (1 Co 12:26).

Por lo tanto, no tenemos la más mínima probabilidad de sobrevivir separados de la cabeza y de los demás miembros. Necesitamos desarrollar comunión con Cristo, y esto puede ser obvio para muchos. Pero de igual modo necesitamos desarrollar nuestra comunión con los hermanos. Es a través de ellos que Cristo suplirá lo que nos falta.

Nos necesitamos unos a otros

El deseo de independencia en los miembros es dañino, pues es contrario al verdadero cristiano. Lamentablemente, es fácil ser muy independientes cuando solo nos relacionamos virtualmente con los demás.

Así como cada uno de nosotros necesita de los demás miembros, los demás miembros también necesitan de nosotros. Es nuestra responsabilidad cumplir nuestra función en el cuerpo. Debemos estar comprometidos con el buen funcionamiento de toda la iglesia, ya que cuando nos negamos a ser parte de la vida de la iglesia, la estamos privando de aquello que Dios quiso darle a través de nosotros (1 Co 12:7).

La idea que el Señor tiene de su iglesia requiere la interacción y presencia física de sus miembros

 

Tristemente, el egocentrismo de nuestra época hace que muchos se acerquen a la iglesia como se acercan a un buffet: eligen lo que les gusta y desechan todo lo demás. Este egocentrismo lleva al hombre posmoderno a un fuerte individualismo, por lo que el concepto de ser parte de una comunidad (con todo lo que eso conlleva) es difícil de aceptar. Es la misma razón que lleva a una pareja a vivir juntos sin casarse, pues así ambos reciben los beneficios sin ningún tipo de compromiso.

Queremos escuchar buena predicación de la Palabra, participar del compañerismo de algunos y disfrutar las alabanzas de la iglesia (si ellas nos gustan, pues de lo contrario escuchamos solo el sermón). Todo ello sin comprometernos como miembros.

La visión de la Escritura es otra: cada creyente guarda una relación íntima con Cristo y los demás creyentes. Por eso se nos ordena amarnos unos a otros (Ro 12:10), edificarnos unos a otros (1 Ts 5:11), animarnos unos a otros (1 Tes 5:11), tener preferencia los unos por los otros (Ro 12:10), aceptarnos unos a otros (Ro 15:7), amonestarnos unos a otros (Ro 15:14), saludarnos unos a otros (Ro 16:16), servirnos unos a otros (Gá 5:13), sobrellevar las cargas los unos con los otros (Gá 6:2), y soportarnos unos a otros (Ef 4:21).

¿Se puede hacer todo eso efectivamente de manera virtual?

Es cierto que ningún creyente está obligado a ser miembro de una iglesia local en particular, pero todo creyente debe ser parte de un cuerpo local. Si su conciencia no le permite delante de Dios ser parte de un cuerpo específico, tiene la libertad y el deber de buscar a cuál cuerpo local quiere pertenecer. Lo que no es correcto es pretender ser miembro de un cuerpo y comportarse como si no perteneciera a él.

Lo virtual no se compara a lo presencial

Gracias a la tecnología, muchas iglesias han estado celebrando sus servicios por Internet, de manera virtual. Aunque esto puede ayudarnos en este tiempo, nunca podrá compararse a las reuniones presenciales. La idea que el Señor tiene de su iglesia requiere la interacción y presencia física de sus miembros, y muchos de los mandamientos “unos a otros” asumen el roce presencial de los hermanos y son difíciles de cumplir virtualmente.

Soñar con una iglesia virtual es fallar en entender la naturaleza de la iglesia

 Además, lo virtual tiene complicaciones. Es más fácil distraernos con llamadas o mensajes, o poner el sermón en pausa para hacer otra cosa. Estamos acostumbrados a ver todo tipo de cosas por Internet solo para entretenernos. Corremos el peligro de olvidar qué significa reunirnos como pueblo para escuchar la voz de Dios a través de la predicación.

Soñar con una iglesia virtual es fallar en entender la naturaleza de la iglesia y lo que dice Hebreos 10:24-25: “Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros , y mucho más al ver que el día se acerca”.

Las Escrituras ordenan a cada creyente a que se involucre profundamente en la vida de los demás. Si no consideramos o planeamos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, y hacerlo de todo corazón, entonces estamos desobedeciendo al Señor. Necesitamos a los demás para crecer como Dios espera y para vencer el pecado, y es muy difícil hacer esto virtualmente.

Aprecia la reunión presencial de tu iglesia

Sabemos que hay hermanos con condiciones particulares de fragilidad (ancianos o con condiciones médicas previas) que los lleva a ser prudentes y no exponerse mientras exista, temporalmente, un serio riesgo de contagio. Sin embargo, es lamentable oír de algunos creyentes que van a sus trabajos, al supermercado, o salen de sus casas para hacer diligencias, pero dicen no asistir a la iglesia por la pandemia. Ese cuidado selectivo puede denotar una condición peligrosa del corazón.

Hay hermanos en diferentes partes del mundo que se reúnen clandestinamente sabiendo que ponen en juego sus vidas, mientras muchos de los que viven en países donde hay libertad de culto escogen las reuniones virtuales. Y conocemos a hermanos y familias que cada domingo manejan una hora o más con tal de congregarse en una buena iglesia, en lugar de conformarse con ver los cultos por Internet.

Menospreciar la importancia de ser dependiente de una iglesia local no está en armonía con la mente y el corazón de Dios

 

Así que una cosa es reunirnos virtualmente por razones de salud, y otra muy diferente por comodidad. Menospreciar la importancia de ser dependiente de una iglesia local no está en armonía con la mente y el corazón de Dios. Es por eso que me encantó una carta que el pastor Gerson Morey envió a su iglesia, donde decía:

“Extraño los abrazos, los saludos, las conversaciones, las bromas, y todo lo que hacemos juntos. Es lo que el salmista describía: ‘Habitar los hermanos juntos en armonía’ (Sal 133:1). Ese día será hermoso, como cada domingo o cada vez que nos reunimos…

Las llamadas, los mensajes de texto, los saludos por las redes, y las reuniones por Google Hangouts son una gran herramienta; pero nunca reemplazarán los saludos, los abrazos, el café, el gozo y la emoción que experimentamos al estar presentes.

Hablar en persona con los hermanos es un suceso sin comparación. Esa sensación de pertenencia, de bienestar, de comodidad que se siente cuando estamos juntos son privilegios de los que la tecnología no dispone. Los abrazos son experiencias extrañas para nuestros teléfonos. El toque personal y la mirada a los ojos son eventos únicos e irremplazables”.

Somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. Por lo tanto, vivamos de acuerdo a esta verdad. Solo así la iglesia de Cristo crecerá saludablemente.

Marcos Peña ha sido parte del liderazgo de la Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo, en República Dominicana, desde sus inicios. Tiene estudios teológicos formales del Instituto Bíblico Quisqueyano, y ha dado clases de Antiguo Testamento en el Instituto Bíblico Logos. Actualmente sirve como líder del grupo de jóvenes en su iglesia, es maestro de Escuela Dominical y predicador. Está casado con Carmen Julia Linares, y es padre de tres hijas: Ika Marcel, Jennifer y Susan.

Un amor duradero

Domingo 2 Abril

Que (las ancianas) enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos.

Tito 2:4-5

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo… todo lo espera.

1 Corintios 13:4-7

Un amor duradero

Bernardo y Sonia estaban casados desde hacía diez años y tenían cuatro hijos. Al principio estaban muy enamorados, pero con el paso del tiempo, poco a poco, se fueron alejando uno del otro. Bernardo pasaba más tiempo frente al ordenador que con su familia… y la responsabilidad del hogar pesaba cada vez más sobre Sonia.

Un día ella contó su situación a una amiga cristiana de más edad, y terminó diciendo con amargura:

–De todos modos ya no lo amo…

Llena de simpatía, su amiga la escuchó y le respondió:

–¿Crees que amar al marido consiste solo en tener por él los mismos sentimientos del principio? Si así fuera, ¿por qué Dios manda a las mujeres mayores que enseñen a las más jóvenes a amar a sus maridos? ¡Amar a nuestro marido es algo que se aprende! No es una actitud pasiva, sino una decisión personal y voluntaria, una búsqueda concreta, práctica y cotidiana. El apóstol Pablo dice que el verdadero amor “no busca lo suyo”. En vez de pensar en lo que te frustra, pide cada día a tu Señor la fuerza para aplicar este simple principio, y que te libere del egoísmo que te hace infeliz. Ora por tu marido; pide a Dios que te ayude a hacerlo feliz; así lo verás de una forma diferente, y tú misma serás más feliz. Dios mismo se encargará de obrar en él para que una feliz relación se restablezca entre ustedes, para el gozo de su hogar y para la gloria de Dios.

Ezequiel 26 – Gálatas 3 – Salmo 38:9-14 – Proverbios 12:23-24

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
ediciones-biblicas.ch – labuena@semilla.ch

El juicio de Jehová | Josías Grauman

SHEPHERD’S CONFERENCE 2023 | SESIÓN 3 
Predicador: Josías Grauman 
Tema: El juicio de Jehová
Texto: Sofonías 1–3 

Resumen del mensaje:

El libro de Sofonías nos ayuda a comprender la idea de un juicio global. Revela la gloria del odio de Dios hacia el pecado y la maravilla de su ira y justicia.

En el pasado, Dios ha juzgado al mundo entero con agua. Jehová sigue siendo un guerrero, y aunque «puso su arco los cielos» después del diluvio, nunca renunció a su espada. Viene el día en que Jehová traerá su juicio sobre el mundo, y esta vez, lo hará de cerca.

Un remanente es un pequeño grupo que permanece. Noé permaneció después de la destrucción del diluvio, y un remanente será salvado del día del juicio de Jehová. El remanente se compone de aquellos que permanezcan después del día en que el Señor finalmente limpie su creación. 

La necesidad de salvación

La humanidad es tan malvada que Dios promete aniquilarla por completo. El pecado del hombre trae destrucción, y debido al pecado, Dios promete borrar la creación—acabar con todo y con todos.

Las primeras personas a las que Jehová se dirige en juicio son su propio pueblo, aquellos que confiesan su nombre. Los más responsables son los que tienen la verdad de la palabra de Dios. De todas las personas en la historia, nosotros somos los más responsables. Tenemos a Jesús, y tenemos la plenitud de la palabra de Dios. Si lo rechazamos, nos enfrentaremos a la terrible realidad de caer en las manos del Dios vivo, quien es un fuego consumidor.

Si tu dios es únicamente amor, no es YHWH. Si predicas a un dios que es todo amor y nada de ira, no estás predicando al Dios de la Biblia. YHWH es un Dios celoso y un día desatará toda la furia de su ira. En ese día, nadie quedará en pie, el mundo entero tendrá que rendir cuentas. Necesitamos vivir diariamente a la luz de aquel día: Odiando nuestro pecado. Matando nuestro pecado por cualquier medio necesario. Huyendo de ese juicio.

El llamado a la salvación

No puedes evitar que llegue este día de juicio, pero puedes hacer algo antes de que llegue. ¡Huye de la ira de YHWH! Pero, ¿a dónde podemos huir? ¿Quién puede proporcionarnos refugio de la ira del Omnipotente? Dios no nos ha dejado otra opción que Él mismo. Para huir de Jehová, debemos huir a Jehová. Sólo el poder omnipotente del Hijo podría soportar la ira omnipotente del Padre en nuestro favor.

No huyas de Dios, búscalo. Entrégale toda tu lealtad.  

Si conoces el fin de cada incrédulo, responderás con compasión, no con ira, cuando te agravian. Saber que cada incrédulo que nos lastima enfrentará la ira del Señor nos libera de la necesidad de venganza. Nos hace unirnos a YHWH para llamar a los pecadores al arrepentimiento. Les suplicamos: «Reconcíliate con Dios».

La promesa de salvación

Dios promete regenerar a su remanente. Su ira viene para todos los pecadores, pero su remanente ya no será pecador después de que Él los limpie y purifique. Los que permanecen y son salvos de la ira de Dios son aquellos a quien Él escogió para nacer de nuevo y ser hechos nuevos.  

YHWH promete salvar a personas aun desde los confines de la tierra. Esta es una regeneración futura de todas las cosas, cuando Jesús se siente en su trono en la nueva creación. Nuestra regeneración actual nos está preparando para la gloriosa regeneración de todas las cosas en la era venidera. En aquel día, Dios nos mirará y no encontrará reproche. Estaremos delante del Padre y no tendremos nada que esconder. Esto es purificación absoluta.

En Cristo, eres es soberanamente parte del remanente porque Dios te ha llamado a serlo. Somos un remanente escogido por gracia. No solo somos justificados y perdonados, sino totalmente glorificados. El pueblo de Dios llegará a ser como su Hijo, y en ese día, le adoraremos perfectamente.  

En conjunto, todo el remanente irradiará la gloria y hermosura de Cristo por todo el mundo. Ningún prisionero, ningún cojo, ningún soldado desterrado será dejado atrás—YHWH traerá a todos sus hijos a casa.

El Evangelio de YHWH no es sólo ser un remanente librado de su ira, es permanecer para ser el objeto de su amor eterno. El Evangelio es que este Juez perfecto y justo nos declara justos para poder adoptarnos en su familia, darnos la misma herencia que a su eterno Hijo, celebrarnos, cantar sobre nosotros, obrar sus perfecciones en nosotros y disfrutarnos por toda la eternidad. Tan cierto como que viene el día de la ira de Jehová contra el pecado, viene el día en el que YHWH cantará sobre su remanente. Vivamos hoy a la luz de ese día. 

Josías Grauman

Josías Grauman es decano de educación en español y profesor de exposición bíblica en The Master’s Seminary. El Dr. Grauman comenzó su ministerio a tiempo completo como capellán de hospital, sirviendo durante 5 años en el Hospital del Condado de Los Ángeles. Más tarde, él y su esposa sirvieron en la Ciudad de México como misioneros, donde Josías ayudó al Seminario Palabra de Gracia a lanzar su programa de idiomas bíblicos. Josías fue ordenado en Grace Community Church, donde actualmente sirve como anciano en el ministerio en español, junto con su esposa y tres hijos. Josías estudió un B.A. en idiomas bíblicos en The Master’s University, un M.Div. y un D.Min. en The Master’s Seminary. Entre sus obras se encuentran las siguientes: Griego para pastores y Hebreo para pastores.