«Y las vacas de fea vista y enjutas de carne devoraban a las siete vacas hermosas y muy gordas … y las espigas menudas devoraban a las siete espigas gruesas y llenas.» Génesis 41:4, 7

Manantiales en el Desierto | Lettie B. Cowman

Abril 30
«Y las vacas de fea vista y enjutas de carne devoraban a las siete vacas hermosas y muy gordas … y las espigas menudas devoraban a las siete espigas gruesas y llenas.» Génesis 41:4, 7

En aquel sueño hay un gran aviso para nosotros. Es posible que los mejores años de nuestra vida, nuestras mejores experiencias, las mejores victorias que hemos ganado y los mejores servicios que hemos prestado sean destruidos por los fracasos, la derrota, el deshonor y la inutilidad en el reino. Las vidas de algunos hombres de gran valía y hechos extraordinarios han terminado de esa manera. Es terrible pensar en esto, pero ello es cierto. No obstante, nunca es necesario que esto suceda.
S. D. Gordon ha dicho, que la única salvación contra tal tragedia es «un nuevo contacto diario y a cada hora con Dios.»

Las benditas experiencias, fructíferas y victoriosas de ayer, no solamente no me sirven hoy para nada, sino que serán devoradas y trastornadas por los fracasos de hoy, a no ser que sirvan hoy de incentivo para experiencias más ricas y mejores.
«Un nuevo contacto con Dios,» permaneciendo en comunión con Cristo, impedirá que las vacas flacas y el mal grano se acerquen a nuestra vida.-Messages for the Morning Watch.

Mensajes de cristianos perseguidos

Domingo 30 Abril
Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre.
Salmo 16:11
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Hebreos 4:16
Experimentar la presencia de Jesús

Mensajes de cristianos perseguidos
Un cristiano de mi congregación estuvo prisionero durante más de quince años debido a su fe. No lo había visto desde su liberación. Pero un día nos encontramos y me dijo: «¡Solo la presencia de Jesucristo me mantuvo vivo! En medio de las noches de tinieblas y de miedo, él estuvo a mi lado». Yo sabía que era cierto, pues el Señor también había estado a mi lado cuando estuve en la misma situación.

«Estar en su presencia» no es solo una verdad teológica y teórica, ¡pues yo mismo experimenté esa realidad! Los momentos difíciles, el terror, la amargura, las dudas (¡sí, las dudas!) se olvidan cuando la presencia de Dios se manifiesta, y entonces nos llena de gozo y paz.

¿Es necesario estar en la cárcel para experimentar su presencia? ¡No, claro que no! En cualquier lugar podemos experimentar esta exhortación: “Acercaos a Dios”. Sin embargo, cuanto más sombrío es el lugar, tanto más resplandecerá la luz de su presencia. Acerquémonos a Dios continuamente, en los tiempos de prueba y en los tiempos de prosperidad, en los momentos de tristeza y en los de gozo.

“El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente” (Salmo 91:1). ¿Hay algo que lo atormenta? ¡Vaya a él, su refugio eterno, y descanse al abrigo del Altísimo, su Padre!.

Horacio Herrera, 30 años al servicio de Dios en un entorno ateo.
1 Reyes 1:1-27 – Marcos 5:1-20 – Salmo 50:7-15 – Proverbios 14:23-24

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
ediciones-biblicas.ch – labuena@semilla.ch

¿Por qué predicar? | Brad Wheeler

La semana pasada invertí cerca de 25 horas preparando el mensaje del domingo por la mañana de nuestra iglesia. El pasaje que prediqué fue 1 Samuel 9-11. Este sermón cubrió una porción extensa. Durante él, leí todo el pasaje y luego hablé por 40 minutos explicando el significado y aplicándolo a los corazones de los presentes. Este tipo de sermón puede ser llamado expositivo. Yo no vivo en la Inglaterra anterior a la época de la Ilustración, ni ofrecí el sermón en homenaje a la “Predicación Puritana” en nuestro calendario anual de la iglesia. Honestamente, nuestro pastor principal detesta esos calendarios anuales, pero ese es otro tema.

¿Por qué gastar todo este tiempo estudiando detenidamente la Palabra de Dios? ¿Y por qué como congregación nos dedicamos una hora a mi monólogo (que a veces debe ser soportado dolorosamente)? Me han hecho este tipo de preguntas antes. También he sido reprendido por amigos bien intencionados. Preguntan cosas como: “¿Por qué destacar la predicación sobre otras partes del servicio de adoración? ¿Acaso esto no refleja su prejuicio occidental hacia el discurso racional y ordenado? Nadie va a recordar el 95% de lo que dices de todos modos”. En otras palabras, ellos dicen, “¡Deja de perder tu tiempo y no nos hagas perder el nuestro!”.

Sin embargo, antes de renunciar a la Escritura en pro de las bellas artes en su reunión dominical, permítanme ofrecerles algunas razones por las que la predicación no sólo debe estar presente, sino ser primordial en la vida de su iglesia local.

El pueblo de Dios se reúne para escuchar la Palabra de Dios
Tal vez no me creas, pero por naturaleza no disfruto sentarme para escuchar a alguien hablar conmigo. Prefiero el cine, escuchar un solo de batería o ver una pieza de arte. Pero el patrón consistente en la Escritura es que el pueblo de Dios se reúne alrededor de la Palabra de Dios. Tenemos que permanecer en silencio, mientras Él habla.

Cuando Dios estableció su pacto con su pueblo en el Éxodo, utilizó palabras y ordenó a su pueblo que se reuniese y oyera esas palabras (Éx. 24:7). Si bien Israel tenía sus enemigos en la carrera rumbo a la Tierra Prometida, Dios les mandó detenerse y marchar 20 millas hacia el norte hasta el lugar donde están dos acantilados opuestos. Allí, con las montañas escarpadas proporcionando un anfiteatro natural, “Josué leyó todas las palabras de la ley, la bendición y la maldición, conforme a todo lo que está escrito en el Libro de la Ley. No hubo ni una palabra de todo lo que había ordenado Moisés que Josué no leyera delante de toda la asamblea de Israel, incluyendo las mujeres, los niños y los extranjeros que vivían entre ellos” (Jos. 8:34-35).

¿No te parece curioso que con el plan de conquistar un territorio se presente esta situación donde se lee un libro? Ahora bien, la guerra que se avecinaba no era una guerra común ni la gente de este pueblo era gente común. La palabra que los creó como nación continuaba siendo la palabra que los definía como pueblo de Dios. Años más tarde, cuando Josías condujo a su pueblo de regreso al Señor, lo hizo mediante la lectura: “Y subió el rey a la casa del Señor con todos los hombres de Judá, los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes, los Levitas y todo el pueblo, desde el mayor hasta el menor, y leyó en su presencia todas las palabras del Libro del Pacto que había sido hallado en la casa del Señor” (2 Cr. 34:30). Cuando el pueblo de Dios se reunió como un todo después del exilio, Nehemías no les enseñó una rutina de ejercicios, tampoco les enseñó a pintar con los dedos ni les pidió hacer una obra dramatizada. En cambio, colocó a Esdras sobre una plataforma de madera (Neh. 8:4) y mientras el pueblo permanecía en sus lugares (8:7), Esdras y los escribas “leyeron en el Libro de la Ley de Dios, interpretándolo y dándole el sentido para que entendieran la lectura” (8:8).

El ministerio público de Jesús en Lucas comenzó entrando en la sinagoga, recogiendo el rollo de Isaías, leyéndolo, y enseñando de él (Lc. 4:14-22). En Hechos 2 el pueblo no se salvó al ver un gran dirigible con palabras “cristianas” o algún otro truco, sino a través de la exposición pública que hizo Pedro de Joel 2. En Hechos 6 se establecieron diáconos no para que los apóstoles pudieran tener más tiempo para estudiar lo último en técnicas de teatro o de vestidos de moda, sino para que pudieran tener la libertad de predicar la Palabra de Dios (Hch. 6: 2). Pablo exhorta a Timoteo a predicar la palabra (2 Ti. 4:2).

Podría seguir mencionando ejemplo tras ejemplo. Lo que miras te emociona, pero lo que escuchas te capacita. No necesitamos obras teatrales con las puertas del cielo y las llamas del infierno. El pueblo de Dios necesita reunirse para escuchar la predicación de la Palabra de Dios.

Predicar la Palabra de Dios enseña a tu gente cómo leer la Palabra de Dios
No hace mucho tiempo, David Wells lamentó que los evangélicos ya no tienen valor de ser protestantes. Hoy en día, luchamos por el valor de ser, en un sentido, históricamente cristianos. A medida que la ola cultural de género y sexualidad cae sobre nosotros los cristianos, algunos no tenemos nada que decir porque no creemos que la Biblia tiene algo que decir al respecto, o no sabemos lo que dice, o se ha convertido en poco más que una colección de cuentos morales, una versión religiosa de las fábulas de Esopo que tenemos que reinterpretar para que encaje con nuestras costumbres culturales.

Pero mantener la Palabra de Dios en el centro de la vida de su iglesia local, especialmente mediante la predicación de textos consecutivos de la Escritura, le enseña a tu gente a leer la Biblia. No necesitan una clase de hermenéutica en un seminario para conseguir esto. Lo que necesitan es una predicación fiel. Lo que necesitan es escuchar una predicación que conecte la historia redentora que nos presenta la Biblia. Desde la creación del universo por la palabra de Dios hasta el sacrificio y el regreso del Segundo Adán. Una predicación que explique tanto el rechazo que sufrió Jesús de parte de la nación de Israel como la sumisión a Jesús del nuevo Israel de Dios.

Al inicio de mi vida cristiana formé parte de iglesias que amaban la Palabra de Dios, sin embargo, no la trataban como una montaña de la que se extrae oro, sino más bien como una colina con un par de rocas que se puede recoger y observar con cierto interés. Fue sólo cuando aterricé en una iglesia que extrae oro de la palabra, que conecta con cuidado ricos temas bíblicos y muestra cómo todo apunta a Cristo, que comencé a abordar el Antiguo Testamento con confianza y aliento. Mantener la Palabra de Dios como el centro de tu predicación y enseñanza, no sólo ayudará a las personas a saber leer, sino que les dará el estímulo para sumergirse en ella por sí mismas.

Predicar la Palabra de Dios cambia la vida de los oyentes una semana a la vez

¿De qué sirven todos esos sermones, si olvidamos la mayor parte de lo que hemos escuchado poco después? Bueno, no nos olvidamos de todo lo que oímos. Confío en que la mayoría de nosotros podemos recordar sermones que han desafiado nuestra vida, han cambiado la manera en que pensamos acerca de Dios, el matrimonio, el dinero, etc., y nos cambiaron para siempre. Así que no debemos menospreciar todo el esfuerzo de predicar un sermón.

Pero más importante aún es saber que la palabra semanal en nuestros mensajes del Día del Señor tienen como intención ¡darnos fuerza para llegar al próximo domingo! En el ritmo semanal de Dios, parece que Él entiende que viene el próximo domingo, que estamos hambrientos y tenemos que ser alimentados una vez más.

Mis sermones y tus sermones no tienen que permanecer en la mente de nuestros oyentes por toda la eternidad. No predicamos con la intención cambiar sus vidas en ese sentido. Más bien, esos sermones tienen el propósito de sostenerlos hasta la próxima semana. Una semana a la vez. Hasta llegar el cielo. Allá la Palabra hecha carne morará con nosotros para siempre y no habrá más necesidad de sermones.

Brad Wheeler es Pastor Asociado de Capitol Hill Baptist Church en Washington, D. C.