Tu lista personal

Isha – Salmos

DÍA 139 – Salmo 103

Dosis: Bendiciones

Tu lista personal

“Alaba, alma mía, al SEÑOR; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios.” (Salmo 103:2) (NVI)

Este Salmo es hermoso porque revela el carácter de Dios. Y nos llama a la devoción, a bendecirlo y alabarlo por todos sus beneficios. Cuando estamos en problemas es fácil olvidarnos de las bendiciones que Dios nos ha dado, pero David nos ofrece en este salmo una lista que no debemos pasar por alto. Pero antes de comenzar, recordemos que todo esto lo hemos recibido ¡sin mérito alguno! Es decir, todo ha sido un regalo inmerecido, evidencias de su amor y su gracia.

El primer beneficio recibido es el perdón. El salmista dice: “Él perdona todos tus pecados…” El Padre nos ofrece perdón, y aunque a nosotros no nos cuesta, el precio fue grande: la vida de su Hijo en la cruz. Cuando estemos abatidas, recordemos que Dios nos ha perdonado, que Él nos otorga el perdón de nuestras culpas que es la base para recibir todas las otras bendiciones.

También dice que Dios “sana todas tus dolencias”. Él tiene el poder suficiente para obrar en nuestro cuerpo conforme a su voluntad. Jesús experimentó el dolor por eso puede identificarse con nosotras. Quizá sigues postrada en cama porque cierta enfermedad no se va de tu cuerpo, pero este verso sigue siendo verdad. ¡Él sana y restaura! Recuerda que la enfermedad más grave es el pecado. Todo lo demás tiene solución, e incluso la muerte no es el fin sino el principio. Pero el alma que pecare, esa morirá, así que si Jesús nos ha perdonado y sanado de este cáncer del pecado ¡somos dichosas!

Dice además“….él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión;” Dios nos ha dado el rescate de la muerte. Ciertamente la Biblia confirma que experimentaremos la muerte. Nuestros cuerpos yacerán en la tumba, pero la promesa es certera: resucitaremos y nuestros cuerpos serán glorificados. La vida eterna será nuestra. ¡Qué maravilla! Él también nos cubre de amor y compasión. Cuando tenemos el frío de la soledad o la angustia, nos pone el manto de su amor. Tal vez hemos tenido momentos difíciles, pero de modo extraordinario hemos sentido su presencia y su calor rodeándonos.

Dice el salmista que el Señor “colma de bienes tu vida y te rejuvenece como el águila.” Todas podemos hacer una lista de las cosas que Dios nos ha dado sin merecerlo, desde la vida, la salud, las fuerzas y la provisión para todas nuestras necesidades. Todo lo bueno proviene de Él. Además, él nos rejuvenece como las águilas. ¡Qué verdad tan hermosa!” Se dice que el águila puede vivir hasta cien años y que su vitalidad se renueva cada día. Hasta nuestra vitalidad viene proviene de su amor. No sé cuán dura o complicada sientas tu vida en este momento, siempre puedes contar las bendiciones: pasadas, presentes y futuras. Hoy toma prestada la lista del rey David y comienza a hacer la tuya alabando a Dios.

Oración: Señor, gracias por todo lo que me has dado sin yo merecerlo. Te alabo con todo mi corazón. Jamás olvidaré lo que has hecho por mí. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 155). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

Temporalidad y Eternidad

Isha – Salmos

DÍA 138 – Salmo 102

Dosis: Confianza

Temporalidad y Eternidad

“Ellos dejarán de existir, pero tú permaneces para siempre; se desgastarán como ropa vieja. Tú los cambiarás y los desecharás como si fueran ropa. Pero tú siempre eres el mismo; tú vivirás por siempre.” (Salmo 102:26–27) (NTV)

No se sabe quién escribió este salmo ni cuándo, pero los detalles sugieren que lo hizo un israelita enfermo y desanimando, probablemente durante el exilio. En los primeros versos, el salmista está enfermo y desesperado, entre otras cosas tiene fiebre, insomnio y quizá ha estado de luto. El salmista se compara con un pájaro solitario que no puede dormir, mientras el resto de la humanidad descansa. También habla de un búho en el desierto, solitario y sin compañía. ¿Te has sentido así?

De repente, el salmo cambia. En el versículo 12 nos dice: “Pero tú… te sentarás en el trono.” Todo se transforma cuando reconocemos a Dios. El salmista habla de la majestad de Dios y de su misericordia. Le recuerda sus promesas y le pide que les dé libertad nuevamente. ¿Y sabes qué es lo más increíble de esta oración? Que el salmista está seguro de la respuesta de Dios. El salmista no duda que Dios actuará.

¿De dónde proviene la confianza del salmista? De la eternidad de Dios. Este mundo y todo lo que en él hay es finito. El salmista utiliza la figura de una ropa gastada para comparar la temporalidad y la eternidad de Dios: “Ellos perecerán, pero tú permaneces. Todos ellos se desgastarán como un vestido. Y como ropa los cambiarás, y los dejarás de lado.” El salmista nos dice que los cimientos de la tierra y los cielos se desgastarán como ropa vieja y Dios mismo los botará. Todo en esta vida terminará, aún la creación. Dios ha prometido cielos nuevos y tierra nueva, así que lo que hoy vemos está de paso.

Pero entonces el salmista apela a la eternidad de Dios. Si bien todo se acaba, desde la ropa hasta el planeta, Dios siempre es el mismo. Él vivirá por siempre. Quizá hoy te encuentras como el salmista o conoces a alguien que está enfermo. Tal vez clamas: “Oh mi Dios, el que vive para siempre, ¡no me quites la vida en la flor de mi juventud!” ¡Qué maravilla saber que Dios nos escucha. Podemos venir a él en medio de los problemas y desahogarnos ante el Señor y suplicar que no acorte nuestros días.

Él es eterno, y ha puesto eternidad en nuestros corazones. Lo importante es saber dónde pasaremos la eternidad: ¿en su presencia? ¿Lejos de él? Los hijos de tus siervos se establecerán, y sus descendientes habitarán en tu presencia.» Todo depende de si ponemos en Él nuestra confianza o no.

Oración: Señor, gracias porque tú vives por siempre, por eso puedo vivir segura delante de tu presencia.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 154). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

Propósitos del corazón

Isha – Salmos

DÍA 137 – Salmo 101

Dosis: Integridad

Propósitos del corazón

“Quiero cantar al amor y a la justicia: quiero, SEÑOR, cantarte salmos. Quiero triunfar en el camino de perfección: ¿Cuándo me visitarás? Quiero conducirme en mi propia casa con integridad de corazón. No me pondré como meta nada en que haya perversidad.” (Salmo 101:1–3) (NTV)

En este salmo David menciona cualidades y principios que quiere que sean los rectores en su vida. Luego de haber sufrido las injusticias y los errores de Saúl, anhela ser un gobernante íntegro delante de los ojos de Dios. Por eso afirma: “Tendré cuidado de llevar una vida intachable, ¿cuándo vendrás a ayudarme? Viviré con integridad en mi propio hogar.”

Integridad significa ser completo. Implica ser igual en dondequiera que estemos. David declara que para ser una persona íntegra en la sociedad hay que empezar por casa. ¡Y qué difícil es ser íntegros en el hogar! Allí nos observan veinticuatro horas al día, siete días a la semana. Sin darnos cuenta muchas veces hacemos cosas que terminan siendo lo opuesto a la integridad como predicar sobre la paciencia, y gritarle a nuestros hijos por cualquier cosa, condenar la mentira, y pedir a otros en casa que digan que no estamos al recibir una llamada telefónica que no deseamos tomar.

David, el autor de este salmo, sabía la importancia de vivir en integridad, así que propone ideas prácticas de cómo lograrlo. En principio declara: “Las acciones de gente desleal las aborrezco; no tendrán nada que ver conmigo. Alejaré de mí toda intención perversa; no tendrá cabida en mí la maldad.” David nos recomienda empezar por nuestra mente, rechazar las ideas perversas. Nuestra mente es el lugar donde anidan los pensamientos, y éstos dictan nuestras acciones. Si estamos todo el día pensando en cosas que no valen la pena, no seremos íntegras.

David avanza en sus propósitos y determina ser íntegro también su propio corazón y defender la verdad y la justicia: “Al que en secreto calumnie a su prójimo, lo haré callar para siempre, al de ojos altivos y corazón soberbio no lo soportaré.” “Pondré mis ojos en los fieles de la tierra, para que habiten conmigo; sólo estarán a mi servicio los de conducta intachable. Jamás habitará bajo mi techo nadie que practique el engaño; jamás prevalecerá en mi presencia nadie que hable con falsedad.345 En pocas palabras, debemos cuidar también nuestras amistades. En ocasiones nos preocupan las amistades de nuestros hijos, ¿pero qué de las nuestras?

Finalmente, para ser íntegros David propone que no soportemos la presunción ni el orgullo. No podemos ser íntegros y presumir que lo somos. No importa dónde estemos: de vacaciones, en el trabajo, en la casa, en la iglesia, en la tienda, en una fiesta, seamos íntegras, es decir, completas. Que lo que digamos vaya de la mano con lo que hacemos y decimos, y todo dé gloria a Dios.

Oración: Señor, enséñame a ser una mujer íntegra ante tus ojos, los de mi familia y los demás. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 153). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

Un diseño perfecto

Isha – Salmos

DÍA 136 – Salmo 100

Dosis: Gratitud

Un diseño perfecto

“Reconozcan que el Señor es Dios; él nos hizo, y somos suyos. Somos su pueblo, ovejas de su prado.” (Salmo 100:3) (NVI)

Una vez más el tema es la alabanza y la acción de gracias. El salmista empieza diciendo: “Aclamen alegres al SEÑOR, habitantes de toda la tierra; adoren al SEÑOR con regocijo. Preséntense ante Él con cánticos de júbilo.” Pero este salmo añade un ingrediente especial. Un motivo diferente de alabanza. Que tiene que ver con gozarnos y alegrarnos porque Dios es nuestro Creador y no solamente le pertenecemos sino que hizo un diseño único en cada una de nosotras.

Mi amiga Claudia nació con la piel morena. De niña, en la escuela, le hacían burla y le decían: “La negrita de los hot cakes”, en referencia a la imagen de la caja de la harina para preparar panquecillos, donde se mostraba la cara de una mujer africana. Estas risas y burlas fueron minando su confianza en sí misma. En la adolescencia anduvo encorvada, siempre pensando en que no era hermosa y detestando su color de piel.

En su juventud conoció a Cristo y conociéndole a Él, comenzó a verse de manera distinta. Aceptó su cuerpo, su color y sus circunstancias. Se apasionó por el trabajo misionero y por un continente en especial: África. Con ansias se preparó para su primer viaje al país de Ghana y llegó con una sonrisa. Caminando por una aldea, comenzó a oír que los niños le gritaban: “¡Zulaminga!” (se pronuncia “zalaminga”). No bien se detuvo, preguntó a su intérprete qué le gritaban los niños. Ella sonrió y le dijo: “Te están diciendo mujer blanca”. Dios le dio un regalo a Claudia en esas palabras aquel día, lo que en su país había sido un color oscuro, para otros era blanco. Todo dependía de los ojos con que se mirara. Entonces ella elevó su gratitud a Dios. Si ella hubiera escogido ser blanca, quizá se hubiera equivocado. Pero el Señor eligió lo mejor para ella. Pues su color de piel, entre otras cosas, la protegió del clima, el calor y le dio aceptación entre las mujeres a quienes iba a servir.

No conozco hasta hoy una mujer que no quiera cambiar algo de su cuerpo: cutis, ojos, nariz, cabello, estatura. Pero haríamos bien en detenernos este día y mirar aquello en nuestro cuerpo que no nos agrada particularmente y dar gracias a Dios por ello. Y decir: “es bueno”. Sí, aún esa nariz aguileña y ese cabello crespo y ese color de piel “todo es bueno.” Lo que hoy vemos como un defecto, puede ser usado por Dios para abrirnos puertas en el futuro. Claudia ha aprendido que el color de la piel no es importante. Ama a los niños blancos y de piel más oscura, pero sobre todo ama a su Creador.

El salmo 100 nos invita a alabar a Dios. Nos pide reconocer que Él es Dios y Él nos creó. ¡Cuántas teorías existen sobre la creación! Pero existe una sola verdad: Dios nos hizo y con un diseño perfecto. Por esa razón, vengamos hasta su presencia con las manos llenas de gratitud y alabanza. Porque Él es bueno.

Oración: Señor, gracias porque tú me hiciste, enséñame a ser agradecida por tu diseño perfecto en mi vida. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 152). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

Cuidando la naturaleza

Isha – Salmos

DÍA 135 – Salmo 98

Dosis: Alabanza

Cuidando la naturaleza

“¡Brame el mar y todo lo que él contiene; el mundo y todos sus habitantes! ¡Batan palmas los ríos, y canten jubilosos todos los montes!” (Salmo 98:7–8) (NVI)

Este salmo es una canción de gozo y victoria por la salvación y la redención. El salmista anima a cantar y alabar porque Dios siempre triunfa. Después del llamado a la oración, Israel adora a Dios, seguido por todas las naciones y terminando con el universo entero. Todos debemos regocijarnos, el salmista pinta una fiesta con coros melodiosos, arpas, clarines y trompetas y se invita a la creación misma para que también participe de la alabanza a Dios. ¿Es posible que la creación alabe a Dios? Hemos visto en otros salmos que ella también participa como expresión del poder y el amor de Dios por la humanidad.

Sin embargo este salmo nos recuerda también que hoy podemos tener una mirada diferente de la naturaleza. La descripción de una naturaleza viva y activa contrasta con la descripción que el apóstol Pablo hace de la misma después del pecado del hombre: “Pues toda la creación espera con anhelo el día futuro en que Dios revelará quiénes son verdaderamente sus hijos. Contra su propia voluntad, toda la creación quedó sujeta a la maldición de Dios. Sin embargo, con gran esperanza, la creación espera el día en que se unirá junto con los hijos de Dios a la gloriosa libertad de la muerte y la descomposición. Pues sabemos que, hasta el día de hoy, toda la creación gime de angustia como si tuviera dolores de parto.”

Hoy, en lugar de ver el mar bramando, lo vemos asfixiándose por el petróleo y la basura derramada en sus costas. Los ríos no baten sus palmas sino que acarrean peces muertos por intoxicación. ¿Cantan los montes jubilosos cuando sus árboles son incendiados y talados? Sin irnos a los extremos, debemos recordar que somos guardianes de este planeta, y al proteger la creación, adoramos al Creador.

Existen muchas maneras de cuidar del ambiente, pero más que hacer una lista de reglas, recordemos que nuestros hábitos espirituales pueden reflejarse en nuestros hábitos externos. Finalmente, los hábitos crean el carácter. Así que aprendamos a amar la limpieza. Cuidemos la limpieza de nuestro corazón porque de él mana la vida, y de ese mismo modo tengamos limpia nuestra casa, nuestro auto, nuestra ropa. Amemos también el orden. Si tenemos nuestras prioridades en el orden correcto, también aprenderemos a guardar cada cosa en su lugar.

Amemos la creatividad. Alabemos a Dios por lo que ha creado, aprendamos a maravillarnos con los animales, las plantas y las flores, y de ese modo, sabremos cuidarlas, valorarlas y protegerlas. Amemos la obediencia. Si aprendemos a obedecer a Dios, con facilidad podremos obedecer a nuestras autoridades cuando se nos pida separar basura o usar ciertos contenedores o evitar ciertas prácticas. Un día la creación dejará de gemir. Un día volverá a su gloria original. ¡Y nosotros también!

Oración: Señor, enséñame a alabarte con todo el corazón y a cuidar el mundo que has creado. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 151). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

 

El Mismo Menú

Isha – Salmos

DÍA 134 – Salmo 97

Dosis: Rectitud

El Mismo Menú

“¡Ustedes, los que aman al Señor, odien el mal! Él protege la vida de sus justos y los rescata del poder de los perversos.” (Salmo 97:10) (NTV)

El matrimonio es un misterio. Dos personas se unen para formar una nueva unidad. Mi abuelita contaba que cuando salía con mi abuelo a un restaurante, sin ponerse de acuerdo, terminaban pidiendo lo mismo. Estaban tan conectados que adquirieron los mismos gustos a través de los años.

Del mismo modo, al ir conociendo a Dios vamos imitando sus gustos. Él no se amolda a nosotros, sino que quiere que nuestros deseos se alineen con los de Él. Esto hará que amemos lo que Dios ama y odiemos lo que Él odia. En este verso en particular leemos que Él odia la maldad. ¿Y nosotras? Pensemos en algunos ejemplos. ¿Nos incomoda cuando otros toman ventaja sobre los demás? ¿Arde nuestro corazón cuando alguien miente? ¿Queremos ser como aquellos que reciben riquezas aún cuando lo hacen de manera deshonesta? ¿Cuál es nuestro deseo en la vida: complacer a otros o al Señor? Si fuéramos a un restaurante con Dios (en sentido figurado), ¿pediríamos el mismo platillo que Él?

El salmo dice: “El SEÑOR ama a los que odian el mal; él protege la vida de sus fieles, y los libra de manos de los impíos. La luz se esparce sobre los justos, y la alegría sobre los rectos de corazón. Alégrense en el SEÑOR, ustedes los justos, y alaben su santo nombre.” ¡Qué hermoso saber que su luz nos alumbra para distinguir el bien del mal sobre todo en una época donde impera el relativismo moral!

Sin embargo a veces permitimos que ambos convivan con nosotras. Se cuenta de una mujer que vivía en la sierra. Siempre andaba tan ocupada que no se detenía a matar los alacranes que entraban a su casa. Varias veces le sugirieron que pusiera veneno o trampas, pero ella decía que tenía que aprender a convivir con la naturaleza. Entonces un día, un alacrán picó a su hijo y éste murió. Jamás se perdonó el haber sido tan descuidada.

Seamos precavidas. Muchas veces cuidamos a nuestros hijos de peligros físicos, pero dejamos que los escorpiones de las fuerzas espirituales aniden en nuestros hogares. Permitimos prácticas nocivas porque ahora todo se tilda de “normal.” No le advertimos lo suficiente acerca de las malas influencias y amistades Somos condescendientes en pro de la tolerancia aún con nosotras mismas. Si amamos a Dios, estaremos sintonizadas con él y pediremos el mismo menú que hará bien a nuestras vidas y a nuestras familias.

Oración: Señor, enséñame a amarte más, a discernir y odiar más lo malo. Muéstrame cómo proteger a mis hijos del peligro. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 150). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

 

Un Salmo Misionero

Isha – Salmos

DÍA 133 – Salmo 96

Dosis: Alabanza Y Adoración

Un Salmo Misionero

“Ustedes, familias de los pueblos, ¡tributen al Señor la gloria y el poder! ¡Tributen al Señor la honra que merece su nombre! ¡Traigan sus ofrendas, y vengan a sus atrios! ¡Adoren al Señor en la hermosura de la santidad! ¡Tiemblen ante él todos en la tierra!” (Salmo 96:7–9) (RV Contemporánea)

Parece ser que este salmo se compuso también para ser entonado cuando se trasladaba el arca. Aquí el salmista nos insta a que alabemos al Dios santo, glorioso y majestuoso y a la vez que todos reconozcan su gobierno universal. En este último sentido podemos decir que también es un salmo misionero.

Desde el principio, Dios ha llamado a hombres y mujeres para anunciar quién es y qué hace. Un misionero es un enviado, pero en cierto sentido todos lo somos cuando participamos activamente de la obra misionera. Dios ha elegido a algunos para que vayan hasta lo último de la tierra, otros asumimos un compromiso misionero apoyando económicamente a los que van y otros se comprometen a orar para acompañar a los misioneros en la batalla espiritual.

¿Cuál es la motivación principal para la obra misionera? Que la gloria de Dios brille en cada rincón y que las familias de los pueblos conozcan y adoren a Dios. ¿Cómo estás ayudando para que esto sea posible? Elige una de las tres formas que hemos descrito pero no dejes de participar en esta gran obra. Ya sea aquí o allá, sé parte de la misión de Dios para el mundo.

En el salmo se repiten los verbos: “tributen, traigan”. Muchas veces vamos al templo para recibir. Sin embargo, aquí aprendemos que debemos dar, principalmente la gloria a Dios. El principio básico de la oración verdadera también es dar, no recibir. ¿Cuánto dejas que Dios hable y cuánto hablas tú? Pero a la vez están los verbos: “Alégrense, canten, póstrense”. Indicando que todo esto debemos hacerlo con alegría.

Nosotras también tenemos el privilegio de adorar a Dios en su hermoso santuario. Su santidad es uno de los atributos que encierra muchos más. Dios es santo, y su santidad es hermosa. Un día todas las naciones temblarán ante su presencia. Algunos la haremos con familiaridad, pues le hemos adorado aquí en la tierra y le conocemos. Otros lo harán con terror, pues le rechazaron y tarde comprenderán la verdad del evangelio. Pero lo más hermoso será reunirnos como un pueblo redimido, y qué alegría saber que de algún modo participamos en la misión de llevar el Evangelio a tierras lejanas.

Oración: Señor, quiero ser parte de tu trabajo misionero, ya sea que me envíes o que pueda yo apoyar a los que van. Enséñame qué hacer y cómo. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 149). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

 

 

Un solo pueblo

Isha – Salmos

DÍA 132 – Salmo 95

Dosis: Unidad

Un solo pueblo

“Vengan, postrémonos reverentes, doblemos la rodilla ante el Señor nuestro Hacedor. Porque él es nuestro Dios y nosotros somos el pueblo de su prado; ¡somos un rebaño bajo su cuidado!” (Salmo 95:6–7) (NVI)

Vivimos en una sociedad que exalta el yo. Palabras con “auto” se han vuelto comunes: auto-disciplina, auto-estima, auto-control y muchas más. El individualismo impera. Pero la Biblia nos enseña a pensar en el “nosotros”. Y el salmista lo sabía bien. Dios vino a salvar y redimir un pueblo. Un pueblo está formado por personas, y por lo tanto, debemos pensar en “plural”. Ahora bien esa pluralidad misteriosamente nos conduce a la unidad. Recordemos el deseo del Señor Jesús en su oración: “No ruego sólo por éstos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos, para que todos sean uno.” Este salmo nos alienta también a experimentar la unidad en aspectos fundamentales de nuestra vida espiritual como:

1. La oración. Generalmente oramos por peticiones personales “Señor, te pido por mi… te doy gracias porque…” Pero cuando nos unimos como iglesia, debería abundar el “nosotros”, porque nos reunimos para clamar a una voz. “Señor, venimos… te pedimos… agradecemos…” Dejemos nuestras peticiones personales para nuestros tiempos a solas con Dios y usemos nuestro tiempo en conjunto para clamar por las necesidades del pueblo de Dios en nuestra ciudad, nuestro país y el mundo.

2. La alabanza. ¡Qué maravilloso es juntarnos para alabar a Dios! El salmista enumera al principio del salmo cómo lo podemos hacer: “Vengan, cantemos con júbilo al SEÑOR; aclamemos a la roca de nuestra salvación. Lleguemos ante él con acción de gracias, aclamémoslo con cánticos. Si bien existen momentos apropiados para el silencio y la meditación, también los hay para la alabanza, el gozo y la alegría

3. La obediencia: Hay un clamor del salmista porque el pueblo escuche la voz de Dios, la obedezca y permanezca fiel: “Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón, como en Meribá, como aquel día en Masá, en el desierto, cuando sus antepasados me tentaron, cuando me pusieron a prueba, a pesar de haber visto mis obras.” ¡Qué interesante que en un salmo de gratitud y alabanza se haga énfasis en la fidelidad de corazón!

4. La Adoración: Todo esto nos conducirá a una adoración comunitaria genuina. El salmista pide que vengamos y nos postremos con reverencia, reconociendo a nuestro Hacedor, como ovejas de su prado. Después de la alabanza, viene el silencio. A veces nos incomoda el silencio, pero haríamos bien en ponerlo en práctica más seguido. Guardemos silencio en conjunto, cuando nos reunimos, y escuchemos la voz de Dios. Como el rebaño que somos, reconozcamos la voz del Pastor.

Oración: Señor, enséñame a vivir la unidad con tu pueblo, a orar, alabar y adorar en conjunto porque esto te agrada. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 148). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

La alegría de la disciplina  

Isha – Salmos

DÍA 131 – Salmo 94

Dosis: Corrección

La alegría de la disciplina

“¿Acaso no oirá el que nos puso las orejas, ni podrá ver el que nos formó los ojos? ¿Y no habrá de castigar el que corrige a las naciones e instruye en el saber a todo el mundo? El SEÑOR conoce los pensamientos humanos, y sabe que son absurdos. Dichoso aquel a quien tú, Señor, corriges; aquel a quien instruyes en tu ley.” (Salmo 94:9–12) (NVI)

Este salmo es otro clamor por la justicia. Donde el salmista expresa la mala conducta y la opresión que sobre él y su pueblo ejercen los malhechores. Mientras clama por la justicia y espera en la misericordia de Dios reafirma su fe y llega a decir cosas trascendentales para nuestra vida como ésta: “¿Quién se levantó a defenderme de los impíos? ¿Quién se puso de mi parte contra los malhechores? Si el SEÑOR no me hubiera brindado su ayuda, muy pronto me habría quedado en mortal silencio. No bien decía: «Mis pies resbalan», cuando ya tu amor, SEÑOR, venía en mi ayuda. Cuando en mí la angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba mi alma de alegría.”

Pero en este salmo se expresa también un tipo de felicidad, aparentemente contradictoria, que llega a la vida del hombre y la mujer que aceptan ser corregidos por Dios. ¡Es la dicha de la disciplina divina! Mucho se ha debatido con el tema de la disciplina. En la universidad me saturaron de posturas psicológicas, pero la Biblia nos confirma que es necesaria. Por eso disciplino a mi hijo. De no hacerlo, le haría un daño terrible. No quiero que se vuelva un niño irrespetuoso, grosero y chocante. Por su bien, debo corregirlo a tiempo.

Del mismo modo, Dios nos disciplina por nuestro bien. Lo último que sentimos es alegría cuando pasamos por problemas, pues muchas veces, Dios permite que experimentemos las consecuencias de nuestros errores para moldearnos, pero debemos recordar este versículo. ¿Quién es dichoso? Aquel a quien Dios mismo le enseña. ¿Cómo lo hace? Por medio de su palabra. Por eso debemos leerla constantemente. Teniendo la certeza que Dios nos trata como a hijas legítimas cuando nos corrige.

¿Qué dicha o qué bendición trae la disciplina? En primer lugar, nos trae descanso durante la aflicción. Dios usa las pruebas para enseñarnos cosas que de otro modo no comprenderíamos. ¿Cómo poner en práctica la paciencia si todo sale en orden y en sus tiempos? ¿Cómo ejercer el dominio propio si nadie nos saca de quicio? ¿Cómo aprender a amar a las personas difíciles si siempre nos tratan con amabilidad? Pero cuando las cosas van mal, debemos trabajar en lo positivo y desechar las actitudes negativas. Eso trae bendición.

Segundo, la corrección nos trae descanso de las pruebas. Después de la tormenta viene la bonanza. ¡Siempre! Piensa en una madre a quien no le importa la conducta de su hijo, a qué hora come, o a qué hora duerme, que lo deja destruir propiedad ajena y faltar el respeto a los demás. ¿Pensarías que lo ama? Si clamamos por la justicia debemos empezar por corregir lo deficiente en nosotras mismas. Dios tiene ese cuidado de Padre amoroso, y por eso, somos dichosas.

Oración: Señor, soy feliz porque tú me instruyes, me enseñas y me corriges. Aunque a veces no lo entiendo, sé que haces todo por mi bien. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 147). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

 

 

Él calma la tormenta

Isha – Salmos

DÍA 130 – Salmo 93

Dosis: Poder

Él calma la tormenta

“Se levantan las aguas, SEÑOR; se levantan las aguas con estruendo; se levantan las aguas y sus batientes olas. Pero el Señor, en las alturas, se muestra poderoso: más poderoso que el estruendo de las muchas aguas, más poderoso que los embates del mar.” (Salmo 93:4) (NVI)

Nunca he estado en una tormenta, pero por lo que he visto en documentales y películas no me gustaría estar en una. Sin embargo, conozco las tormentas de la vida de primera mano. Esos días que parecen interminables donde todo sale mal. Como en una tormenta, parece que ola tras ola me embate y me deja sin sentido. Me siento cansada, abatida, incapaz de seguir luchando en contra de lo que parece imposible.

Así se sentían los discípulos en aquella barca en el mar de Galilea, y no hablamos de inexpertos como yo, sino de hombres que habían hecho allí su vida y su oficio. Conocían el mar de Galilea como la palma de su mano, y aún así, esa noche, no supieron qué hacer. Mientras tanto, el Señor Jesús dormía. Estaba agotado después de un día de mucha actividad hasta que sus discípulos lo despertaron.

A veces parece que el Señor duerme mientras nuestras barcas se hunden en los problemas y las tristezas. No bien sobrevivimos una ola gigantesca, cuando una más comienza a formarse en el horizonte. No bien perdemos el mástil, cuando la tormenta amenaza la popa. ¿Y dónde está Dios mientras esto sucede? Lo mismo pensaban los discípulos, así que lo despertaron. ¿Acaso no le importaba a Jesús que perecieran?

El salmista nos da una respuesta rotunda: “El SEÑOR reina, revestido de esplendor; el SEÑOR se ha revestido de grandeza y ha desplegado su poder. Ha establecido el mundo con firmeza; jamás será removido. Desde el principio se estableció tu trono, y tú desde siempre has existido.”

Jesús es el mismo Dios de este salmo, y con una reprensión, una sola exclamación, el mar se aquieta y se hace gran bonanza. Hoy ha sido un día de tormentas. La tarde cae y me siento exhausta. Si recibo otra mala noticia seguramente colapsaré. Pero confío en que Dios no me dejará hundirme. Cuando Él considere que es el momento, mostrará su poder y aquietará las aguas.

Pienso en la vida de Horacio Spafford. Un abogado exitoso, padre de cuatro hijas, promotor de Moody y otros evangelistas. Planeó ir a Inglaterra para participar de unas reuniones evangelísticas, pero detenido por el trabajo, mandó a su esposa y sus cuatro hijas primero en el S.S. Ville du Harve. En medio del Atlántico, el barco chocó contra otro y se hundió en 12 minutos. Las cuatro hijas de Horacio murieron. Su esposa se salvó. ¡Qué tormenta lo hirió! Pero en medio del dolor, escribió uno de los himnos que más consuelo nos traen durante las tormentas de la vida: “De paz inundada mi senda ya esté o cúbrala un mar de aflicción, cualquiera que sea mi suerte, diré: Estoy bien, tengo paz, ¡Gloria a Dios!”

Oración: Señor, gracias porque tú calmas las tormentas de la vida. Ven hoy en mi auxilio, te lo ruego. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 146). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.