8 de julio

«Encamíname en tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día».
Salmo 25:5
Cuando el creyente, con pies temblorosos, ha empezado a andar en los caminos del Señor, suplica que —como un niñito que es sostenido por la mano de sus padres— se le siga guiando y, además, ansía ser instruido en el alfabeto de la verdad. La petición de esta plegaria es de enseñanza experimental. David sabía mucho, pero sentía su ignorancia y deseaba permanecer aún en la escuela del Señor. Cuatro veces en dos versículos solicita instrucción en el colegio de la gracia. Sería bueno que muchos que profesan ser cristianos, en lugar de seguir sus propios planes y trazar nuevas sendas de pensamiento para sí mismos, preguntaran por las buenas sendas antiguas de la verdad de Dios y rogaran al Espíritu Santo que les diera entendimiento santificado y espíritu dócil. «Porque tú eres el Dios de mi salvación». El trino Señor es el Autor y Consumador de la salvación de su pueblo. Lector, ¿es este el Dios de tu salvación? ¿Hallas en la elección del Padre, en la expiación del Hijo y en la vivificación del Espíritu todas las bases para tus esperanzas eternas? Si es así, puedes invocar esto como argumento para obtener más bendiciones. Si el Señor ha determinado salvarte, no rehusará, seguramente, instruirte en sus caminos. Experimentamos gozo cuando tenemos la posibilidad de dirigirnos al Señor con la misma confianza que David manifiesta aquí, pues ella nos comunica mucho poder en la oración y gran aliento en las pruebas. «En ti he esperado todo el día». La paciencia es la hermosa sirvienta y la hija de la fe; esperamos con alegría cuando estamos seguros de que no lo hacemos en vano. Es nuestro deber y privilegio aguardar al Señor todos los días de nuestra vida, con adoración, esperanza y confianza. Nuestra fe será probada y, si es verdaderamente de calidad, soportará las continuas pruebas sin rendirse. No nos cansaremos de esperar en Dios, porque recordamos por cuánto tiempo y cuán bondadosamente nos esperó él a nosotros una vez.
Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 199). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.