20 de julio

«Ahora, pues, ¿qué tienes tú en el camino de Egipto, para que bebas agua del Nilo?».
Jeremías 2:18
Por medio de varios milagros, diversas gracias y sorprendentes liberaciones, el Señor había demostrado ser digno de la confianza de Israel. Sin embargo, los israelitas rompieron los cercos con que Dios los había encerrado como en un sagrado jardín. Dejaron a su Dios vivo y verdadero para ir tras los dioses falsos. El Señor los reprendió frecuentemente por este encaprichamiento idolátrico, y nuestro texto contiene un ejemplo de cómo discute Dios con ellos: ¿»Qué tienes tú en el camino de Egipto para que bebas agua del fangoso río?», pues así puede traducirse este vocablo. «¿Por qué vagas lejos y dejas tus frescos arroyos del Líbano? ¿Por qué te olvidas de Jerusalén para desviarte hacia Nof y hacia Tafnes? ¿Por qué en forma tan extraña te excitas al mal que no puedes contentarte con lo bueno y saludable, sino que quieres ir tras aquello que es malo y engañoso?». ¿No hay aquí una palabra de reconvención y de admonición para el cristiano? ¡Oh genuino creyente, llamado por gracia y lavado en la sangre preciosa de Jesús, tú has probado la amarga bebida que el fangoso río del placer del mundo puede darte; has tenido comunión con Cristo; has experimentado el gozo de ver a Jesús y de apoyar tu cabeza sobre su pecho. Después de esto, ¿te pueden satisfacer las frivolidades, los cantos y las diversiones de esta tierra? Has comido el pan de los ángeles, ¿puedes ahora vivir a base de algarrobas? El buen Rutherford dijo en cierta ocasión: «He gustado el maná de Cristo y ahora el pan negro de los goces de este mundo no tiene más sabor para mí». Pienso que así debiera ser contigo. Si estás vagando detrás de las aguas de Egipto, vuelve inmediatamente a la fuente viva. Las aguas del Nilo pueden ser agradables para los egipcios, pero te resultarán amargas a ti. ¿Qué tienes tú que ver con ellas? Esa es la pregunta que Jesús te hace en esta noche, ¿qué vas a responderle?
Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 211). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.