Almas Sedientas

Isha – Salmos

DÍA 101 – Salmo 63

Dosis: Comunión

Almas Sedientas

“Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta. Te he visto en el santuario y he contemplado tu poder y tu gloria. Tu amor es mejor que la vida; por eso mis labios te alabarán.” (Salmo 63:1–3) (NVI)

¿Has aprendido a sentirte satisfecha en Dios? ¿Disfrutas de una intimidad con Él? ¿Qué es lo que llena tu alma? El salmista expresa aquí un deseo intenso de buscar a Dios y seguir disfrutando de su amor, su poder y su misericordia aún en los momentos más difíciles de su vida.

El salmista compara su alma con una tierra seca, extenuada y sedienta. Tal vez esta figura haga referencia a la experiencia de David de haberse visto obligado a vivir en el desierto, perseguido y amenazado. Entonces los temores por su vida, lo llevaban a clamar más aún a ese Dios todopoderoso. ¿Cuál puede ser tu “tierra árida” o tu desierto”? ¿Te has sentido también extenuada y sedienta de Dios?

Lo conmovedor es que inmediatamente después de hacer la oración el tono del poema cambia y el salmista dice: “Mi alma quedará satisfecha como de un suculento banquete, y con labios jubilosos te alabará mi boca. Pues a pesar del desierto que simbolizan las dificultades y las crisis, el salmista ha aprendido a superarlas en la presencia de Dios. Ha aprendido el secreto de la alimentación divina para su alma. Y por eso lo alaba. ¿Te sacia de esta manera tu comunión con Dios? ¿Te deleitas por completo en su presencia?

David declara también que Dios está continuamente en sus pensamientos: “En mi lecho me acuerdo de ti; pienso en ti toda la noche. A la sombra de tus alas cantaré, porque tú eres mi ayuda. Mi alma se aferra a ti; tu mano derecha me sostiene.

¡Qué hermoso saber que nuestros pensamientos pueden fijarse en la persona de Dios! ¡En su bondad y en su misericordia!” Aún en medio de las preocupaciones que pueden quitarnos el sueño, el salmista nos anima a acordarnos de Dios, a tener un espacio de meditación, pues es allí donde nuestra confianza será restaurada para volver otra vez a la protección de sus alas y a aferrarnos totalmente a Él.

Este salmo debe estimularnos a la devoción personal. Yo anhelo también saciar mi alma, decirle como el salmista cada día: “Mi alma está apegada a ti; Tu diestra me ha sostenido.”

Oración: Señor, enséñame a saciar mi alma de tu presencia. Y a alabarte con todo mi corazón. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 116). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.


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