
Lo propio del amor psíquico es buscarse a sí mismo.
Dietrich Bonhoeffer
La comunidad cristiana puede vivir fundamentada en motivos psicológicos que derivan siempre en procesos de autobúsqueda, o en motivaciones de otro orden. Bonhoeffer lo expresa lucidamente así: «Fundada únicamente en Jesucristo, la comunidad no es una realidad de orden psíquico, sino de orden espiritual […] En la comunidad espiritual no existe, en ningún caso, una relación ‘directa’ entre los que la integran, mientras que en la comunidad psíquica se suele dar una nostalgia profunda y totalmente instintiva de una comunión directa y auténticamente carnal. Instintivamente el alma humana suele buscar otra alma con quien confundirse, ya sea en el plano amoroso o bien, lo que lleva a lo mismo, en el sometimiento del prójimo a la propia voluntad de poder.
Lo propio del amor psíquico es buscarse a sí mismo. En cambio el amor espiritual, cuya raíz es Jesucristo, le sirve sólo a Él y sabe que no hay otro acceso directo al prójimo. Cristo está siempre entre el prójimo y yo… Mi prójimo quiere ser amado tal como es, independientemente de mí, es decir, como aquel por quien Cristo se hizo hombre, murió y resucitó».