El fracaso de los líderes

Mayo 21

El fracaso de los líderes

A ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros. (Filipenses 2:20)

La historia de la Iglesia pudiera referirse a nuestra época como la del desastroso fracaso en el liderazgo de la iglesia. Se han bajado las normas del liderazgo, y millares han perdido trágicamente su camino.

¿Dónde están los hombres piadosos y veraces? ¿Dónde están los humildes y desinteresados modelos de virtud? ¿Dónde están los ejemplos de la victoria sobre la tentación? ¿Dónde están quienes nos muestren cómo orar y vencer las pruebas o la adversidad?

Tenemos una iglesia estancada y deformada porque hemos perdido de vista a Cristo, su Palabra y al Espíritu. Hemos perdido de vista nuestro claro ejemplo de crecimiento en la vida del apóstol Pablo. Y hemos tolerado una norma de liderazgo más baja que la permitida por la Biblia. La esencia del cristianismo es ser más semejante a Cristo. Se atenderán asuntos tales como las buenas relaciones, el servicio y la evangelización si procuramos alcanzar esa meta santa.

Del libro La Verdad para Hoy de John MacArthur DERECHOS DE AUTOR © 2001 Utilizado con permiso de Editorial Portavoz, http://www.portavoz.com

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La “trivialización” de Dios

La “trivialización” de Dios

Sugel Michelén

Uno de los problemas religiosos más profundos del hombre moderno no es tanto el ateísmo sino más bien la “trivialización” de Dios. El concepto que muchos tienen de Dios es el de una energía impersonal, un “algo” indescriptible que de alguna manera misteriosa incide en el mundo, pero al que no es necesario que tomemos en cuenta a la hora de actuar o tomar nuestras decisiones. Ese “dios” carece de justicia y santidad, y tal parece que su única preocupación es que gocemos de la vida y la pasemos lo mejor que podamos.

Pero independientemente de lo que cada persona piense al respecto, Dios es como Él es, y Él ha revelado de Sí mismo en Su Palabra todo cuanto necesitamos conocer por el momento. Un Dios que no se revela nos dejaría a merced de nuestra imaginación, con la consecuencia inevitable de que terminaríamos fabricando un ídolo a nuestra medida, conforme a nuestra imagen y semejanza. Cuando el hombre fabrica sus dioses hace una proyección en grande de sí mismo. Por eso los dioses olímpicos de la Grecia antigua manifestaban las mismas pasiones pecaminosas y las mismas inconsistencias de sus adoradores.

Pero Dios no nos ha dejado en oscuridad con respecto a la información que necesitamos para conocerle. Él se ha revelado al hombre en la creación (Su revelación general) y en la Biblia (Su revelación escrita).

David nos dice en el Salmo 19 que “los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de Sus manos”. Y el apóstol Pablo dice en un tono similar que “las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas” (Romanos 1:20). La creación revela el poder del Creador, Su sabiduría, Su inmensidad.

Pero esa información no es suficiente. Necesitamos también una revelación escrita en la que Dios nos comunique, con proposiciones lógicas y razonables, lo que necesitamos saber sobre Sí mismo, sobre la creación y sobre la historia. Sin esa revelación la palabra “dios” queda reducida a un símbolo lingüístico desprovisto de significado.

Por eso no basta con decir que creemos en Dios; debemos aceptar sin reservas Su revelación escrita, de lo contrario, nuestro impulso religioso nos conducirá a la idolatría y no a la adoración del Dios Trino, infinito y personal que es digno de toda gloria y honor; ese Dios a quien todos los hombres deben amar y servir con todo su corazón, con toda su mente y con todas sus fuerzas.

© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

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Discernir la voluntad de Dios (1)

Martes 21 Mayo

Tuvimos denuedo en nuestro Dios para anunciaros el evangelio de Dios en medio de gran oposición.

1 Tesalonicenses 2:2

Tenemos lucha… contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

Efesios 6:12

Discernir la voluntad de Dios (1)

Patricio se dirigía a un pueblo aislado en África para anunciar el Evangelio. Era la estación de lluvias y el camino se hallaba en muy mal estado. Poco después de su partida, un neumático de su automóvil estalló. ¿Debía renunciar y dar marcha atrás? No, Patricio tenía la convicción de que debía continuar y cambió el neumático bajo una lluvia torrencial. ¡Llegó empapado, pero llegó!

Los habitantes del pueblo, impresionados por su tenacidad, se dijeron: «Debe ser muy importante lo que viene a decirnos». Entonces un gran número de ellos se acercó y escuchó atentamente el mensaje que Patricio quería comunicarles. Muchos de ellos aceptaron a Jesucristo como su Salvador.

¿Por qué Patricio no retrocedió ante la adversidad? Porque sabía que Dios amaba a esas personas y deseaba salvarlas. No se sorprendió por ese incidente desagradable, pues sabía que Satanás trata de oponerse al Evangelio por todos los medios. Si Patricio hubiera renunciado, Satanás habría obtenido una victoria. Pero no se dejó turbar ni desanimar. Dios permitió este obstáculo para sacar un bien de ello.

Cristianos, todos encontramos obstáculos en nuestro camino. A veces Dios quiere detenernos, y no debemos obstinarnos si estamos en un mal camino. Pero si sabemos que Dios nos aprueba, no nos dejemos turbar en cuanto surja una dificultad. Perseveremos y confiemos en él tranquilamente. No tardará en transformar las dificultades en circunstancias positivas, para su gloria.

(mañana continuará)

1 Reyes 17 – Marcos 15:21-47 – Salmo 61 – Proverbios 15:29-30

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